La batalla que se fraguó en Cádiz

 
Por Patricia Ginovés  (Publicado en La Opinión el 21 de julio de 2015).
 
Horatio Nelson decidió atacar Santa Cruz después de vencer a la Armada española en el Cabo de San Vicente
 
 
               Mucho ha sido lo que se ha escrito sobre la memorable batalla de las tropas españolas contra las británicas en aquella Gesta del 25 de Julio acontecida en Santa Cruz de Tenerife. Sin embargo, poco se sabe de los motivos que llevaron al almirante Horatio Nelson, uno de sus protagonistas, a dirigirse hacia Tenerife para tratar de arrebatar esas tierras a la Corona española. El de 1797 fue un año ajetreado para el militar británico, quien protagonizó diferentes diputas a lo largo del territorio castellano tratando de mermar la grandeza de la flota naval española y hacerse con sus tierras.
 
               Los inicios de la Gesta se sitúan meses antes de aquel 25 de julio. Concretamente, la fecha que marcó al oficial naval para comenzar a urdir el ataque a Santa Cruz fue el 14 de febrero, cuando tuvo lugar la batalla del Cabo de San Vicente, frente a la costa andaluza. Horatio Nelson, que por aquel entonces aún era comodoro, bajo las órdenes del almirante John Jervis, venció a las escuadras españolas, a pesar de que estas les superaban en número.
 
          Aquel día de San Valentín del siglo XVIII, la victoria la obtuvieron los ingleses, puesto que la escuadra española estaba formada en dos grupos tácticamente mal dispuestos para el combate. Los ingleses conservaron en todo momento la línea, lo que provocó que los barcos españoles no pudiesen escapar hacia el cercano puerto de Cádiz. En aquellos momentos, Horatio Nelson, a bordo del HMS Captain, se dirigió hacia la retaguardia de la línea española desobedeciendo las órdenes y comenzó a perseguir al mayor grupo de navíos, colocándose frente a los barcos españoles. John Jervis decidió enviar algunos buques en su apoyo, a pesar de que no había acatado sus directrices. 
 
         En aquella ocasión, la flota británica demostró que, a pesar de estar en inferioridad numérica, el entrenamiento de sus marinos era crucial para convertirla en un arma de guerra imbatible. Pero eso no les sirvió en el caso del ataque a Santa Cruz de Tenerife. Precisamente la victoria inglesa sobre la armada española provocó que Horatio Nelson fuera ascendido a contralmirante y, desde ese mismo instante, comenzó a gestar lo que él creía que sería su triunfal llegada a las Islas.
 
          Desde hacía mucho tiempo, el Archipiélago era ambicionado por Gran Bretaña, ya que las Islas podían suponer una gran plataforma para el refugio y avituallamiento de la Armada Real en el océano Atlántico. Así pues, con la Armada española bloqueada por la británica en la bahía de Cádiz, Nelson comenzó a estudiar la costa tinerfeña para el inminente ataque.
 
           Cuando el recién nombrado almirante dio a conocer su plan a John Jervis, este "concluyó que el pueblo de pescadores y comerciantes, con escasas fuerzas defensoras, constituía una presa fácil", considera el escritor Jesús Villanueva. Así, le facilitó a Nelson los barcos y hombres que precisara y, a partir de ese momento, se sucedieron los viajes a la costa tinerfeña para elaborar un mapa en el que constara cada uno de los detalles de esa tierra y que contribuyera a la victoria de los ingleses sobre los españoles.
 
        Mientras tanto, los santacruceros vivían ajenos a cuanto se gestaba en los navíos ingleses. A pesar de ello, el curtido general Antonio Gutiérrez no descartaba la posibilidad de un ataque inglés para invadir la Isla. Jesús Villanueva explica que "el robo de la fragata Príncipe Fernando y de la corbeta francesa La Mutine, en las madrugadas del 18 de abril y del 28 de mayo, llevadas a cabo por dos fragatas inglesas en cada ocasión, además de algunos acercamientos de buques enemigos para estudiar las defensas costeras, no hizo más que convencer al general de las intenciones británicas".
 
          La batalla no había hecho más que fraguarse y las expectativas para los chicharreros no eran nada halagüeñas. Sin embargo, aquel 25 de julio, una cadena de errores por parte del confiado Nelson, que pensaba poseer uno de los mejores mapas de la costa de Santa Cruz, hicieron posible una victoria sin igual de los habitantes de la ciudad.
 
 
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