Palabras pronunciadas en el Concierto Homenaje al Maestro Sabina

 
 A cargo de Ana María Díaz Pérez  (Teatro Guimerá, 11 de abril de 2015).  
 
 
          Excelentísimas e Ilustrísimas  Autoridades; Señoras y señores:
 
          “Su figura artística bien merecería ser mejor reivindicada.” Esta es la tan acertada  frase que  pronunció, hace algo más de tres décadas, nuestro  Premio Canarias de Patrimonio Histórico 2014, el Excmo. Sr. D. Lothar Siemens Hernández, por eso hoy, siguiendo su sabio consejo dado que nunca es tarde para las buenas intenciones, a los casi cincuenta años de que D. Santiago Sabina Corona nos dejara para siempre en 1966, nos hemos acercado hasta este emblemático Teatro Guimerá para rendir un merecidísimo gran homenaje póstumo a quien cosechó durante su existencia relevantes y sobrados méritos, colosal valía que ha llevado a nuestra Tertulia Amigos del 25 de Julio a tomar esta iniciativa,  ya lo ha expresado nuestro Secretario,  al objeto de honrar y perpetuar su memoria para conocimiento de la población venidera, y de completar, a través de la plasmación de su rostro en una obra de arte, que acabamos de descubrir, modelada por la excelente escultora Ana Lilia Martín Rodríguez, un trío de próceres indisolublemente unido: Ángel Guimerá, cuyo apellido dio nombre a este decimonónico coliseo, Teobaldo Power, al que debemos la autoría de los Cantos Canarios, y, Santiago Sabina, por haber orquestado éstos y acuñar su espíritu artístico en este representativo escenario sobre el que dirigió infinidad de piezas musicales durante más de una treintena.
 
          El universal Miguel de Cervantes escribió en su novela El Quijote que un hombre únicamente es más que otro, si hace más cosas que otro, y don Santiago fue uno de ellos. El 25 de abril de 1892 vino al mundo en esta capital, en el Nº 14 de la calle de San Martín en confluencia con la de La Rosa, el benjamín de cuatro hermanos, un hermoso bebé fruto del matrimonio formado por D. Santiago Sabina  y Dª Rosa Corona, ambos naturales de la Villa mariana de Candelaria. 
 
          Muy pronto se despertó en el pequeño Santiago el interés por la música, pues siendo aún un niño dio un concierto en la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia de  Santa Cruz de Tenerife, y recién cumplidos los diecisiete dirigió por primera vez una orquesta, la del valenciano teatro de la Princesa, inclinación que iba in crescendo, de modo que en su plena juventud, entre los 17 y los 20 años, se ocupó de la dirección de distintas compañías de opereta y zarzuela por toda España. Aquel perseverante melómano no se detuvo aquí, sino que también se entregó a la composición, muestra de ello son su Danza Exótica creada en Turín en 1914, y su ópera Nelva, ambas piezas musicales estrenadas por uno de los más grandes directores que ha dado la humanidad, Arturo Toscanini, la primera en Padua y la segunda, en 1923, nada menos que en la afamada Scala de Milán, el sueño de cualquier músico.
 
          D. Santiago pasó un cuarto de siglo de su vida recorriendo el mundo, lo que le aportó muchas vivencias salpicadas de anécdotas, al tiempo que su proyección artística traspasaba las fronteras insulares, puesto que  realizó varias tournées por la Península, Europa, América, y Oriente Próximo, no obstante, su presencia en su tierra siempre constituía un aliciente para organizar funciones musicales de cierta importancia. A pesar de ser un hombre muy ocupado no se resistió a caer en las redes del amor, de manera que contrajo matrimonio en Madrid con la joven del lugar María de la Cruz Sánchez López-Sanford. En 1935, a la edad de 43, se estableció definitivamente con su esposa  y sus tres  hijos, María, Santiago y José en Santa Cruz de Tenerife, tras renunciar a atractivas ofertas profesionales fuera de nuestro Archipiélago que le hubiesen reportado, además de un aumento de la fama, pingües beneficios crematísticos. Debemos de hacer hincapié en que D. Santiago nos legó una interesantísima herencia aparte de la musical: sus descendientes, un conjunto familiar en medio de los que se respira cultura, acompañada de su respetuoso y afable trato, pero en el que echamos de menos, por no estar ya entre nosotros, a su esposa y a sus tres hijos, además de a su nieta Dª Rosa María Parejo Sabina,  para todos ellos, desde esta histórica sala, nuestra afectuosa y emocionada evocación. Ya en su ciudad natal, el Sr. Sabina se dedicó también a la enseñanza, así que impartió clases de Armonía y Composición,  Contrapunto y Fuga, y Conjunto Vocal e Instrumental en el Conservatorio Profesional de Música capitalino, dejando tras sí una estela de distinguidos alumnos. Familiares y representativos discípulos que no han dudado en unirse a nosotros en este sábado primaveral para rescatar su nombre del reposo histórico. Ese mismo año de 1935 sucedería uno de los hechos más importantes en su ininterrumpido rumbo artístico, pues fundó, junto a otros profesionales, la Orquesta de Cámara de Canarias, siendo el resultado de su larga trayectoria una brillante continuadora, orgullo de los tinerfeños, con la denominación de Orquesta Sinfónica de Tenerife desde 1970, dentro de unos meses ya octogenaria y uno de los mejores conjuntos de la escena musical actual, que honra al pueblo canario y que ha estado a cargo de sucesivos excelentes maestros, léanse Armando Alfonso, Edmond Colomer, Víctor Pablo Pérez, Lü Jia, y ahora Michal Nesterowics, en resumidas cuentas, nuestra admirada Orquesta Sinfónica de Tenerife, que será conducida dentro de un instante por el comprometido director Ángel Camacho. 
 
          Como ya se ha dicho, el Maestro Sabina compaginó todo su inmenso quehacer con la creación musical, legándonos una veintena de obras, entre las que destacamos Invocación a la Virgen de Candelaria, compuesta expresamente para la inauguración, en 1959, del Santuario dedicado a la Patrona de nuestras Islas y que sonó al compás de los movimientos de su experta batuta, sin olvidar que gracias a su virtuosismo, ya lo hemos señalado antes, los Cantos Canarios del insigne Teobaldo Power pueden ser interpretados por los instrumentos orquestales.
 
         Por si todo lo expuesto fuera poco, el Maestro Sabina difundió la producción insular al dar a conocer diversas obras de autores canarios, siendo el  responsable de afianzar el sinfonismo en el Archipiélago y de aproximar la estructura de los conciertos al estilo europeo.
 
          D. Santiago fue todo un ejemplo de ciudadano culto, pues, aparte de sus vastos conocimientos musicales, hablaba perfectamente italiano, sirviendo de traductor al Príncipe Joaquín de Prusia durante su estancia en Tenerife, pero no olvidemos que el artista lleva dentro a un ser humano y, en ese sentido, el Sr. Sabina Corona encerraba en su alma considerables virtudes, puesto que en él tuvimos a un bondadoso caballero, de manera que llevó a cabo audiciones con fines benéficos, a un músico modesto, ya que evitó dirigir sus propias composiciones y no se atribuyó nunca el proyecto de la Orquesta de Cámara de Canarias y a un hombre con afán de superación, de modo que intentaba mejorar siempre sus obras y su concierto anterior.
 
          En consecuencia, no es de extrañar, que a lo largo su intensa vida, y también después de su fallecimiento, a los 74 años, se le tributasen distintos reconocimientos, sirvan de paradigma la concesión, en 1953, de la Medalla de Plata de la Ciudad, y a los tres años de su óbito, la dedicación,  en 1969,  de una calle en el Barrio del Perú, ambos honores otorgados por el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, siendo la  última de estas rememoraciones la grabación de un CD realizada, en 2010 y 2011, en el Auditorio Teobaldo Power de La Orotava, cuya dirección de producción se debió a la destacada Catedrática de Historia  de la Música de la Universidad de La Laguna y Presidenta de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de  San Miguel Arcángel de S/C de Tenerife, la Excma. Sra.  Dª Rosario Álvarez Martínez. 
 
          Los canarios, en general, los tinerfeños, en particular, y los santacruceros, en  especial, debemos de sentirnos infinitamente orgullosos de haber tenido un eminente paisano como D. Santiago Sabina, un hombre con talento, muy trabajador, disciplinado, de intachable conducta, de refinada educación, de enorme sensibilidad y extraordinariamente humano. Esta noche cuando este significativo espacio teatral cierre sus puertas nos habremos ido con los ánimos enaltecidos, porque dejar constancia de su ejemplar trayectoria personal y de su fructífero camino profesional, que dentro de un momento será muy bien ejemplarizado por nuestra Orquesta Sinfónica de Tenerife, le imprime eternidad. Por todo ello, los componentes de la Tertulia Amigos del 25 de Julio no quisiéramos despedirnos sin reiterar la más efusiva gratitud  a todos  los que se implicaron en las distintas tareas para honrar su memoria, ya los detallará seguidamente nuestro Presidente, por su decidida, inestimable e imprescindible ayuda, que ha hecho realidad nuestro deseo, en cuya consecución ha colaborado también todo el público que en estos momentos nos arropa simplemente con su asistencia, puesto que hemos visto cumplida la última de nuestras aspiraciones en este cálido homenaje, consistente en ocupar todas las localidades de nuestro Teatro, de su Teatro Guimerá, tal y como lo llenó él en cada una de sus elogiadas direcciones, al compás de las aplaudidas interpretaciones de los componentes de la entonces Orquesta de Cámara de Canarias.
 
          Con toda esta serie de acciones que nuestra Tertulia ha venido realizando y a la que pone el broche de oro con este acto, queremos manifestar públicamente nuestro sincero, profundo, emocionado y agradecido recuerdo al que fuera, permítaseme el coloquial y cariñoso gentilicio, un chicharrero muy respetado, admirado y querido, a D. Santiago Sabina Corona, en resumidas cuentas, por haber sido una personalidad de inmensa categoría sumida en la sencillez, de esa sencillez de los espíritus cultivados propia de los grandes genios, un tinerfeño de enorme talla moral e intelectual, en definitiva, un músico canario de pro, una figura nacional e internacional, un director y compositor español de lujo.
 
          Deseo finalizar mis emotivas y entrañables palabras, también en nombre de mis compañeros de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, con un proverbio oriental que, adaptado al Maestro Sabina, dice así: “Si nos cuentan su vida, la olvidaremos, si leemos su biografía y escuchamos sus composiciones, lo recordaremos, pero si hemos sido partícipes de perpetuar su memoria para las futuras generaciones, los canarios jamás lo olvidaremos, porque su sobresaliente popularidad permanecerá siempre entre las más bonitas evocaciones de nuestro pensamiento y entre los más bellos sentimientos de nuestro corazón.”
 
          A todos ustedes, nuestro más sincero agradecimiento tertuliano por su asistencia y atención.  
 
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