La Batería del Bufadero (Fortificaciones de Tenerife - 9)

 
Por Alastair F. Robertson  (Publicado en Tenerife News en su número 482 – 23 de agosto a 5 de septiembre de 2013). Traducción de Emilio Abad.
 
 
          Regresando de San Andrés hacia Santa Cruz, si uno va en coche o en una guagua puede no darse cuenta de la existencia de esta batería del siglo XIX, ubicada  tras una fila de árboles y separada de la autovía TF-11 tan sólo por una ancha acera, pues parece un viejo almacén.
 
          Cuando en 1897 comenzó su construcción, El Bufadero se incluía en un plan de mejora de las fortificaciones de San Cruz, pero por alguna razón no se artilló hasta 1914. Al igual que las Baterías de San Francisco y Almeyda tenía que causar una fuerte impresión a los barcos que se aproximaban al puerto.
 
          Básicamente, la Batería del Bufadero consistía en una plataforma para cañones, oblonga y elevada, con los depósitos de municiones, cuyas entradas han sido tabicadas contra los intrusos, en su parte inferior. Me sorprendió descubrir que no existen planos del Bufadero ni de otras fortificaciones de la época relativamente más moderna, mientras que se localizan sin dificultad los de los viejos castillos y baterías. En algún momento, probablemente cuando se construyeron las nuevas carreteras, se demolió parte de su estructura, pero creo que ahora su futuro está asegurado bajo la protección de la Autoridad Portuaria.
 
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Parte de la Batería del Bufadero vista desde la vía de servicio del puerto (Con agradecimiento a la Autoridad Portuaria por permitirme el acceso)
 
 
          No hay mucho interesante que ver. Un lado de la Batería, el liso, puede observarse desde la carretera principal, pero la otra parte, con las curvos asentamientos de los cañones, están dentro de una zona privada perteneciente a la Autoridad Portuaria.
 
           Por lo que respecta al conocimiento por parte del público y al acceso, ni con la mejor intención el mundo puedo llegar a ver como esta fortificación podría convertirse en una atracción para los visitantes. No hay terreno disponible para un aparcamiento de coches; sólo existe el espacio en el que se levanta la instalación y ninguna otra zona exterior. Por un lado se limita con una frecuentada autovía, donde ni siquiera es aconsejable subirse al bordillo de la acera, y por el otro con la vía de servicio interior del puerto. Tampoco cuenta con buenas vistas. En uno de sus costados existe una pequeña área pública con aparatos de preparación física, donde podría colocarse una placa informativa, pero, así hay que decirlo, El Bufadero no ofrece interés más que al aficionado a las fortificaciones. Sin embargo, merece la pena conservarlo como parte de la red de monumentos relacionados con el pasado militar de Tenerife.
 
          En el próximo número de Tenerife News llegaremos a Santa Cruz.
 
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