Coleccionismo y Cine en el espacio de la Biblioteca Universitaria. "Próximo estreno", muestra expositiva del Día del Libro en la U.L.L.

 
Por Daniel García Pulido  (Publicado en El Día / La Prensa el 11 de mayo de 2014).
 
 
          Para todo amante de cualquiera de las innumerables facetas del mundo del coleccionismo percibir que el objeto de su devoción particular es reconocido como una joya invaluable, merecedora de las atenciones y del cuidado de las instituciones públicas, supone una de las mayores satisfacciones personales imaginables. Todo ese cúmulo de horas, de meses, de años, destinados a la paciente labor de rescatar cosas, "cosas valiosas", del descuido, del olvido, "o sencillamente del innoble destino de estar en la colección de otro en lugar de en la propia" -como dijera la novelista Susan Sontag- ven de repente la mayor y mejor de las recompensas cuando los ojos del mundo académico y cultural fijan su atención en el rescate y salvaguarda de ese tesoro recuperado paso a paso, con la paciencia infinita del coleccionista apasionado. Si a esta valiosa premisa se apostilla que se trata de una colección vinculada al mundo del cine, siempre rodeado de ese halo de precioso misticismo y de inagotable sensibilidad a los que nada ni nadie puede considerarse ajeno, las consecuencias derivadas de ese reconocimiento se multiplican, constituyéndose en un motivo único de deleite para propios y extraños. 
 
          La Biblioteca de la Universidad de La Laguna ha conseguido hilvanar para la significación del Día del Libro de este 2014 una muestra expositiva que se ordena según dichas inusitadas coordenadas, teniendo como eje y centro de atención la valiosísima colección de programas de mano donada a esta institución por la familia de Tomás Quintero Hernández, quien fuera el auténtico protagonista al desgranar parte de su vida recopilando con paciencia y esmero envidiables todo este tesoro documental (Nota 1). La exposición de 390 impresos, seleccionados de entre una totalidad de aproximadamente cinco mil ochocientos programas de mano -abarcando un marco cronológico comprendido entre 1930 y 1972-, supone un acercamiento privilegiado a una realidad, hoy perdida, en la que el universo del cinematógrafo trascendía la superficie de las pantallas para acercarse al espectador a modo de tarjetas, reclamos o folletos publicitarios de la filmografía del momento. Solo contemplando esta ingente labor de recuperación patrimonial, asociada tanto al horizonte histórico como el de nuestros propios sentimientos y recuerdos, uno no puede dejar de recapacitar y agradecer sinceramente las enormes dotes de ilusión y perseverancia que alimentarían al coleccionista, en este particular caso, Tomás Quintero Hernández, a la hora de ir atesorando tal conjunto de programas de mano, obtenidos a pie de taquilla en los cines ante el "próximo estreno" de una película.
 
          Esta maravillosa colección, para obtener alcanzar el nivel de repercusión y de valía acordes a su rareza y excepcionalidad, debía presentarse públicamente de una forma estructurada –como a ello ha contribuido notablemente el director académico de la muestra, el doctor Gonzalo M. Pavés Borges, que ha ejercido de comisario de los contenidos y esquema de la exposición conmemorativa de este Día del Libro-, y además debía asomarse al público convenientemente registrada siguiendo los criterios de clasificación y catalogación establecidos por las normas al uso, labor efectuada por la coordinadora del evento y bibliotecaria Carmen Gómez-Pablos Calvo y su equipo de trabajo (2). Para hacer realidad esta preciosa muestra fueron varios los servicios universitarios que empujaron en la misma dirección. En primer lugar se constituyó una comisión específica dentro de la Biblioteca Universitaria, conformada por las también bibliotecarias Paz Fernández Palomeque, María Luisa Morales Ayala, Sonia García Yanes y Nina Vadell Pons, y por los técnicos Ismael García Pérez -contrastado diseñador de temáticas expositivas, que no deja de sorprendernos con su elegancia y conocimientos de la imagen, y a quien se debe la versión digital tanto del catálogo como de la propia muestra (3) - y África González Gómez -cuya habilidad artística, de tan difícil consecución en la actualidad, ha conferido un exquisito sello de calidad a la exposición-, sin olvidar al resto del personal de la biblioteca que, de una manera o de otra, colaboró en la realización efectiva de esta ensoñación cinéfila (4). De forma coordinada, y abordando cada uno la esfera de sus cometidos, los diferentes servicios de la Universidad de La Laguna actuaron para lograr el éxito de esta exposición, debiendo citarse tanto a Extensión Universitaria como a ULL Media, al Servicio de Mantenimiento y al Secretariado de Publicaciones de esta Institución.
 
          La muestra, estructurada en siete apartados diferenciados para la exhibición de esa inestimable selección de programas de mano, viene aparejada con una cuidada muestra de aparatos, objetos y mobiliario cinematográficos del momento -cedidos amablemente a este efecto por diversos colectivos y particulares (5)- bajo una "puesta en escena" que no deja indiferente a nadie que ingrese en el edificio de la Biblioteca General y de Humanidades de la Universidad de La Laguna. El hall, ambientado con la "huella" en el suelo de varios de los principales actores y actrices de todos los tiempos, con ese cartel a grandes dimensiones con huecos adaptados para que las caras de los usuarios reemplacen las de los protagonistas originales, unido a la recreación física, entre otros aspectos, de una taquilla del momento -obra del carpintero Paulino de la Rosa- o del gigantesco móvil constituido por decenas de facsímiles de los programas de mano, llevan al visitante a trasladarse directamente al fascinante mundo del celuloide entre los años 30 y 70. No debemos soslayar que el día de la inauguración de la muestra todo este maravilloso escenario cobró vida gracias a la participación del Grupo de Teatro de Filología -coordinado por el profesor José Antonio Ramos Arteaga-, al grupo musical constituido por la vocalista Dácil Perdigón y los guitarristas Pablo Hugo Hernández y Jorge Hernández, y a la celebración de una sesión especial del Club de Lectura de la Universidad de La Laguna –contando con la participación del profesor de filosofía Tomás Martín Hernández, del IES Rafael Arozarena, de La Orotava, sobre el libro Frankestein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley-.
 
          El primero de los bloques expositivos se centra en los denominados "Formatos especiales y troquelados" -una de las parcelas más cotizadas dentro del mercado del coleccionismo-, agrupando todos aquellos programas "que representan, recortados o perfilados, mediante un objeto o imagen la síntesis de la película". Estos diseños, de índole singular, adoptaban "una aureola casi mística a los ojos de las gentes, pero su mayor virtud consistió en extremar el simbolismo de aquello que la silueta encerraba". Su relevancia a la hora de presentar y servir de preludio al propio filme eran tal que puede afirmarse que algunos de estos folletos, alejados completamente del esquema habitual de los habituales programas a modo de cuadernillo, vaticinaban el éxito o repercusión mediática del mismo, convirtiendo ese impreso en el "elemento emblemático" que identificará ineludiblemente la esencia de la película. Según los críticos y estudiosos, esta moda particular se inició en torno al año 1922, siendo en la década de los años 30 cuando adquirió mayor auge, con infinidad de temáticas y diseños variopintos. Entre los ejemplos más curiosos figuran los que "funcionaban como pequeñas puertas y estructuraban sus portadas e interiores de manera tal que permitían atisbar su interior sin necesidad de abrir el folleto", los que toman formas distinguibles -caso de una guillotina, un arma o un pasaporte- o los que poseían algunos de sus componentes móviles -especialmente, los brazos de los individuos representados-.
 
          "Las productoras y distribuidoras. El caso especial de Metro Goldwyn Mayer" constituye el segundo de los apartados dentro de la exposición conmemorativa. La razón de la elección de esta empresa productora como ejemplo descansa en la importancia que puso en el elemento del programa de mano en sí dentro de su modelo de promoción, "cuidando con esmero de que el diseño fuera atractivo y elegante”. Como puede leerse en el catálogo de la muestra, esta firma, nacida en 1924 bajo el amparo de Marcus Loew, "se constituyó en una de las grandes compañías del cine clásico americano. Con su emblema del león rugiente rodeado por una filacteria en la que se podía leer su lema, «El arte por el arte», posiblemente fue el estudio más famoso de Hollywood. Ningún otro pudo competir con el glamour de sus estrellas, ni con la sofisticación y elegancia de sus producciones. MGM era el «Tiffany’s de Hollywood». Se vanagloriaba, no sin razón, de contar con «más estrellas que en el cielo»".
 
          Bajo un cariz conservador, "volcado en la producción de un cine familiar, respetuoso con los genuinos valores americanos, el estudio modeló una imagen corporativa amable, bonachona y sin aristas", la Metro confirió gran relevancia al departamento de publicidad dentro del esquema de su producción fílmica, con un metódico control de  las campañas y promociones en todo el planeta. Según palabras del profesor e historiador James F. Willis, "el diseño de los programas de mano Metro Goldwyn Mayer vivió en nuestro país una primera etapa de exuberancia y prodigalidad de modelos, impregnada de la más brillante originalidad y riqueza artística […]. A partir de 1937, en gran parte debido a la Guerra Civil, se asistió a una homogeneización de formatos, al recorte presupuestario que hizo que el programa sencillo dominara sobre el doble, a la pujante llegada del color y a la instauración del margen o recuadro blanco, un elemento que cambiaría para siempre el concepto de programa de mano".
 
          El tercer apartado de la exposición "Próximo estreno" se centra en los “Diseñadores gráficos", cobrando particular protagonismo los creadores españoles más destacados, caso de Josep Renau, Antonio Clavé, Joseph Soligó Tena, Francisco Fernández Zarza -"Jano"-, Macario Gómez Quibus -"Mac", y la empresa MCP formada por Ramón Martí, Josep Clavé y Hernán Picó. Se estudian cada uno de los estilos representados por estos ilustradores, de nivel internacional, siempre bajo la premisa de resultar "sorprendente la calidad y la originalidad de la generación de profesionales que desarrollaron su carrera durante el franquismo, a pesar de las limitaciones derivadas de vivir bajo una dictadura y de las pésimas condiciones laborales en las que tuvieron que desarrollar su trabajo". Quizá el más destacado de entre todos ellos sea Soligó, excelente dominador del color "y sus indagaciones espaciales, oponiendo dramáticamente distintos planos, [que] producen unos contrastados programas de encendida intensidad". A renglón seguido figurarían tanto Jano, con su condición autodidacta y en progresiva revisión, pautas estas que le conducirían a brindar un sello de calidad propio a sus obras; como el colectivo MCP, que hacía de la originalidad y la vanguardia su razón de ser, con programas de mano que, sin ser rupturistas con la línea clásica de la representación cinematográfica, buscaban un espíritu singular; y Mac, que defendía por su parte los postulados de la "claridad, sencillez y comprensibilidad" bajo un prisma personal y, en cierta forma, también distintivo.
 
          Siguiendo la línea estructural de la muestra nos encontramos con el bloque destinado a "Los géneros a través de sus programas de mano", ejemplificados en cuatro grandes apartados -los musicales, el western, el cine negro y la comedia-, parcelas estas que englobaban la inmensa mayoría de los gustos cinéfilos en las Islas en décadas pasadas. El primero de ellos, destinado al género de los musicales, se ganó rápida y ampliamente "el favor del público en todos los rincones del planeta", no siendo Canarias ninguna excepción en este sentido, "con películas musicales de todo tipo y condición, desde las más sofisticadas comedias musicales de Hollywood hasta las operetas alemanas de la Alemania nazi, pasando por nuestras versiones folklóricas del género". El segundo de los géneros estudiado recoge las archiconocidas "películas de indios y vaqueros", con una abundante producción que tuvo siempre un eco importante en la sociedad del momento, seguido del cine negro o policíaco, el cual, "gracias al favor dispensado por sus incondicionales aficionados", gozó igualmente de una notoria programación en las salas canarias. Por último no podía quedarse sin reflejo el género cómico, con ejemplos clásicos como los hermanos Marx, Charlot o Cantinflas, que trascienden la esfera de la pantalla para ubicarse entre los iconos sustanciales de nuestra propia identidad.
 
          A renglón seguido surge ante nosotros el apartado destinado a "La exhibición cinematográfica en Canarias desde 1930-1970", donde el visitante puede conocer paso a paso, gracias a la cuidada selección de programas de mano, la entusiasta y constatable evolución del cine en el Archipiélago. Con unos inicios precarios, vinculados a la representación de películas en espacios abiertos tales como plazas, alamedas o playas, pasando por la utilización de edificios públicos destinados a otros usos -caso de terreros, patios de conventos, galleras...- se alcanza la eclosión de la construcción de cines, que convierten al mundo cinematográfico en una de las opciones de ocio más recurrentes y asiduas dentro de la sociedad canaria. Locales, hoy emblemáticos o desaparecidos, como el Parque Recreativo o el Cine Rex (Santa Cruz de Tenerife), el Parque Viana y el Teatro Leal (La Laguna), el Teatro-Circo Cuyás y Cine Doré (Las Palmas de Gran Canaria), entre muchísimos otros, se configuran como palpables ejemplos de la trascendencia que alcanzó el cine en el ánimo de los espectadores insulares.
 
          En la exposición no falta el apartado dedicado a “La publicidad cinematográfica”, pues de hecho y de facto los programas de cine son parte sustancial de ese esquema de marketing asociado a toda película del momento. Para los estudiosos queda claro que esta parcela publicitaria vinculada a los programas los convierte en "imprescindibles creaciones de la industria cinematográfica que fortalecieron y expandieron por todo el mundo sus iconos, ideas y mensajes", cuyo principal objetivo era "seducir a los espectadores para atraerlos hipnotizados hasta la oscuridad de las salas". No sería hasta 1973 cuando empezaría a desaparecer este valiosísimo y artístico recurso de los programas de mano, debido a la difusión publicitaria de las películas a través de otros medios más económicos y masivos como la prensa, la radio y la televisión.
 
          El último de los espacios temáticos dentro de la exposición lo constituye "El cine español", que nos permite obtener una visión ecuánime y equidistante de "la historia de nuestro país a través de las películas producidas por la cinematografía nacional". Analizando el muestrario de programas pueden percibirse, por un lado, los drásticos cambios sociales vividos por la población española en la posguerra, donde "durante décadas el dictado fue militar y la música, religiosa", con unos preceptos bien definidos que ansiaban "reestablecer el orgullo de ser español y reescribir la historia de España al gusto y conveniencia de la clase dirigente"; y por otro, un cine ligero, de entretenimiento simple y sin complicaciones, que ansiaba evadir al público de las preocupaciones asociadas a la cotidianeidad del momento, plagada de restricciones cívicas y económicas, con la realidad del racionamiento y del férreo control político, religioso y moral.
 
          En líneas generales puede afirmarse que la exposición "Próximo estreno" busca acercar el formato de los programas de cine al usuario de la biblioteca, emplazando indirectamente nexos y vínculos entre este material ansiado por coleccionistas y su potencialidad como recursos no solo de investigación y estudio de épocas pasadas en el cine y el arte escénico sino de nuestra propia identidad y de nuestros valores consustanciales como seres humanos, si bien en el trasfondo de la muestra subyace un sincero agradecimiento a la memoria y a la pasión de Tomás Quintero Hernández, cuyo desvelo por atesorar esta valiosa colección de programas de mano es ya un paradigma de generosidad, apego y exquisita bondad. Acaso, y como bien se refleja en el texto del catálogo, estos programas representan "el hechizo del cine, ahora en soledad, [que] podía prolongarse lejos de la oscuridad de las salas [..], cuando los sueños dormían cautivos en pequeñas cajas de zapatos, cofres de tesoros inimaginables, celosamente guardados; objeto de búsqueda e intercambio, pequeños trozos de papel manoseados insistentemente, con los que rememorar lo ya visto y experimentado, [que] eran invitación, pero también recuerdo". Quizá, rememorando lo expuesto y lo contemplado en esta preciosa muestra, el hecho en sí de coleccionar no sea sino la quimera buscada de adueñarse en parte del devenir del tiempo, capturando para la eternidad toda una sucesión de anhelados deseos. 
 
NOTAS:
 
1. En este punto se debe agradecer a Clara Quintero Hernández, hermana de Tomás, su amabilidad y disposición para hacer efectivo todo el proceso de donación a la Universidad lagunera del legado atesorado por su hermano. En nuestra memoria quedan las emotivas palabras que dirigió al público en el acto de entrega en la inauguración de la propia exposición, dentro de los actos conmemorativos del Día del Libro 2014.
2. Esta comisión de bibliotecarios catalogadores de programas de mano estaba conformada por Mar Pérez Rodríguez, Pino Quevedo Portillo, Fátima Sáinz Sáinz y Carlos Montesinos Hernández.
3. Para acceder a la versión electrónica de los contenidos de la exposición y al catálogo de la misma debe visitarse el enlace http://bbtk.exposicion.ull.es/estreno/ .
4. En este apartado debemos citar, en el apartado de digitalización de la colección de programas de mano, a Ramona Afonso Pérez, Joaquín Carreras Navarro, Manuel Luis Illada y a la propia África González Gómez. 
5. En los créditos de agradecimiento en este punto debe citarse a Tano Vega (del Cine Víctor), Emma Calero Ruiz (del Archivo Municipal del Puerto de la Cruz), José Brier y Bravo de Laguna, María Ángeles Fernández Marín, Juan Manuel Domínguez Acosta, Ricardo Rodríguez Pita así como al Museo de la Educación de la Faculta de Educación de la Universidad de La Laguna.
 
 Bibliografía consultada: 
PAVÉS BORGES, Gonzalo M. [dir. acad.] y GÓMEZ-PABLOS CALVO, Carmen [2014]: Próximo estreno. Colección de programas de mano de la familia Quintero Hernández. Servicio de Publicaciones - Universidad de La Laguna; La Laguna. Esta obra cuenta con versión electrónica descargarse en fichero PDF a través del enlace http://bbtk.exposicion.ull.es/estreno/catalogo/ .
 
 
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