La Fuente de Morales (Retales de la Historia - 107)

Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 5 de mayo de 2013)*.

  

          El abastecimiento de agua a Santa Cruz constituyó un problema desde los primeros tiempos de su historia. Transcurridos más de dos siglos, fue en 1706 cuando la población contó con la primera fuente pública, a la que el preciado líquido llegaba desde los nacientes de Monte Aguirre por canales de madera, con un recorrido de más de una docena de kilómetros, y tuvo que pasar otro siglo más para que tan precaria conducción fuera sustituida por atarjeas de mampostería. La obra, de enormes proporciones para los cortos recursos con que se contaba, estuvo a cargo de una Junta Económica del Agua, cuya presidencia se ofreció al entonces comandante general de Canarias, el general don Francisco Tomás Morales, que realizó una muy eficaz labor al frente de la misma.

          De esta manera se pudo traer el agua hasta el barrio de El Cabo, a la primera fuente pública con que contó el otrora populoso núcleo costero para el servicio de sus vecinos, que hasta entonces se surtían de la fuente de la Plaza de la Pila o tenían que contentarse con el agua salobre de algún pozo, como el que existió desde muy antiguo junto al puente del Hospital. Hoy no reparamos en el cuasi milagro cotidiano que representa en esta tierra volcánica que abramos el grifo en nuestras casas y dispongamos sin más del preciado líquido, y nos es muy difícil imaginar lo que para aquellos vecinos representó el tener cerca de sus hogares un punto de suministro a disposición de todos.

          El agua..., siempre el agua, era la máxima preocupación de los responsables públicos. Santa Cruz padeció durante centurias auténtica sed, y esta nueva fuente colmó entonces las aspiraciones de muchos. De piedra basáltica del país, muy cerca del Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, su emplazamiento original era junto al cauce del barranco de Santos, al que daba la espalda. Disponía de cuatro chorros -ampliados posteriormente de forma un tanto chapucera- y de una pileta por el lado del barranco, en la que se recogían los derrames y servía de abrevadero para el ganado.

          Fue inaugurada hace 175 años, el 2 de febrero de 1838, cuando ya no ostentaba el mando el general Morales, a cuya memoria se había dedicado, con la asistencia de las autoridades, encabezadas por el comandante general marqués de la Concordia, alcalde de la Villa Pedro Forstall, representaciones ciudadanas, banda de música y, en gran número, los agradecidos vecinos del barrio de El Cabo, que no cesaban de alabar el nuevo servicio y portaban una pancarta en la que podía leerse, como agradecido e ingenuo homenaje: "Santa Cruz te dedica con celo ardiente, a ti, Morales, esta fuente".

          Por cierto que la inauguración de la fuente dio lugar a un puntilloso incidente entre la corporación que había decidido su realización -que ya no estaba en el consistorio- y la que le había sucedido, que pretendía anotarse todo el mérito y, como ahora se diría, "salir en la foto". Al final, salomónicamente, se encontró la solución haciendo constar: Fuente de Morales. Año 1837, y, a continuación, Dedicada en 1838. Así se contentaba a todos.

          El Ayuntamiento trató de hermosear el lugar plantando árboles con la intención de que dieran sombra, pero su duración fue efímera, pues en la primera ocasión en que se escaparon los cerdos que se criaban en la huerta del Hospital para ayudar al sustento de los asilados, dieron buena cuenta de los tiernos esquejes.

          El paraje en que se encuentra, junto a la desembocadura del barranco de Santos, nunca recibió suficiente atención por parte de los responsables municipales. En 1863 hasta se autorizó la instalación de una herrería adosada a ella, al borde del barranco, junto al Charco de la Casona. Hoy ya se han efectuado trabajos de urbanización y acondicionamiento en las vías de su entorno, aunque particularmente opino que su nueva situación no es la ideal, y pienso que algo más podría hacerse para completar y ennoblecer esta reliquia de nuestro patrimonio, tan castigado a lo largo de los años.

          Esta fuente, felizmente restaurada por un artista de la piedra que tenemos la suerte de que esté entre nosotros, Régis Chaperon -al que hay que felicitar por su trabajo- es en unión de la más cercana ermita de San Telmo, y poco más, uno de los últimos testimonios físicos del que fue populoso barrio de artesanos y hombres de mar de Santa Cruz, hoy desaparecido en aras del progreso, razón por la que sus centenarias piedras merecen toda clase de consideración y respeto.

          Fue la segunda fuente pública con que contó Santa Cruz, después de la Pila de la plaza principal que, por cierto, es el testimonio civil urbano más antiguo que existe en nuestra ciudad. Cincuenta años más tarde ya existían, además de estas dos, la de Isabel II, Santo Domingo, Puerto Escondido -junto a la Plaza del Patriotismo-, el Chorro de los Caballos -al inicio de la calle de Los Campos, hoy Dr. José Navieras- y la del llamado entonces Barrio Nuevo, construida por la Sociedad Constructora en la carretera de La Laguna, actual Rambla Pulido. Sólo sobreviven hoy las cuatro primeras -la Pila, Morales, Isabel II y Santo Domingo-, auténticas reliquias del pasado, algunas de las cuales, especialmente la de Isabel II, precisan urgentemente una mayor atención en cuanto a su conservación y ornato se refiere, dotándolas de agua e iluminación adecuada, así como del necesario espacio de protección en su entorno. Estas actuaciones de fácil ejecución y no gran costo, permitirían adecentar y revalorizar muchos pequeños rincones y contribuirían, sin grandes esfuerzos ni inversiones, a hacer más agradable muchos espacios actualmente degradados, recuperándolos para vecinos y visitantes.

          Hoy, siguiendo esta línea de actuación, debemos felicitar y agradecer al actual equipo municipal que lidera el alcalde don José Manuel Bermúdez, que haya tenido la sensibilidad suficiente para dedicar su atención a la recuperación de este monumento de nuestro acervo cultural, modesto en cuanto a forma y material utilizado, pero enormemente importante en la historia de la Ciudad y para nuestra memoria ciudadana.

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*Palabras pronunciadas el 2 de mayo de 2013, en la reapertura de la fuente restaurada