En torno a la gloriosa y heroica victoria del General Gutiérrez

Por Pedro Ontoria Oquillas  (Publicado en El Día / La Prensa el 20 de octubre de 2012).

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Alegoría al 25 de Julio de 1797 por Ortiguilla

 

Amicus Plato, sed plus amica est veritas (Platón es amigo, pero más amiga es la verdad)

          He leído con interés -no en vano el autor es de la Real Sociedad Económica de Las Palmas- el artículo “El General Gutiérrez, ni vencedor ni glorioso” (La Provincia/Diario de Las Palmas, jueves, 6 de septiembre) que me ha evocado el pensamiento de Aristóteles: “Amicus Plato, sed plus magis amica est veritas” que me permito parafrasear diciendo: Gran Canaria es amiga, pero mucho más amiga es la verdad, verdad que, según mi humilde criterio mas apoyado en la Filosofía Perenne, es la adaequatio rei et intellectus, adecuación del intelecto y la cosa, dígala Agamenón o su porquero (de lo cual discrepaba Machado en su Juan de Mairena), se realice en los Campos Elíseos o en el quinto Infierno. La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés, según el mismo Antonio Machado.

          Existe una verdad, una realidad histórica: la escuadra del contralmirante Nelson, fuese grande o pequeña, “flotilla”, capituló en Santa Cruz de Tenerife el 25 de julio de 1797 y Nelson perdió aquí su brazo derecho. Acontecimiento que los nivarios tuvieron la gloria al derrotar a un enemigo poco acostumbrado a ser vencido y que consiguieron bajo el mando del General Gutiérrez. Los tinerfeños y españoles demostraron un heroísmo, poco común, donde hubo veinticuatro héroes que dieron su vida por su tierra y por su patria, Tenerife, Canarias y España. La defensa de Tenerife o intento de desembarco y conquista de Santa Cruz de Tenerife para los historiadores ingleses fue un suceso de relativa importancia, que no deslustró la gloria ni las hazañas de Nelson, mientras que los españoles lo destacan fervorosamente, llegándose a afirmar que “es la página más gloriosa de la historia canaria desde su incorporación a España” (Marqués de Lozoya).

          Si analizamos el artículo veremos que Carmelo Dávila Torres tiene una visión muy sui generis de la Plaza y Puerto de Santa Cruz, que es como se denominaba en aquel 1797 el Lugar de Santa Cruz; nunca se denominó Santa Cruz de La Laguna.

          Escribe: “Santa Cruz era barrio portuario de La Laguna, por lo que su nombre correcto era Santa Cruz de La Laguna, no de Tenerife, en la que nada significaba pues en la isla habían puertos de mayor importancia”.

          De acuerdo, era un barrio, si se quiere considerar así, de La Laguna, pero con una población que en 1796 rondaba los 7.000 habitantes (unos cientos menos que la capital de la isla, a la que alcanzaría en el censo de finales de siglo). ¿Cuántos habitantes tenía Las Palmas de Gran Canaria? Un barrio, sí, pero en el que residía el Comandante General de Canarias, a cuyo alrededor se agrupaban los Jefes de todas las armas y cuerpos militares. Un barrio, sí, pero que albergaba las Oficinas Reales de la Aduana, con sus almacenes, la Tesorería y la Contaduría y otras dependencias oficiales. Un barrio, sí, que contaba con dos hospitales, al menos 33 establecimientos comerciales abiertos al público, 9 de ellos mayoristas, y en el que radicaban 5 escribanos públicos, lo que habla bien a las claras (para quien quiera verlo, claro) de la pujanza de la población de lo que Dávila Torres califica como “barrio portuario”, “arrabal porteño”, “extracción arrabalera”. ¿A qué viene la reiterativa machaconería despectiva? ¿denigrar el espléndido barrio portuario?

          Claro que el puerto era pequeño si lo comparamos con las colosales dimensiones de los puertos actuales, pero por aquel pequeño puerto entraba y salía en la época que tratamos el 65 % del comercio de Canarias, frente al 29 % del de La Orotava y el 6 % del de Las Palmas. Y tampoco sería de tan menguada importancia cuando era el único autorizado para el comercio con América. Con que si puntualizamos, hagámoslo con la perspectiva de la época de que se trata y no nos limitemos a emplear comparaciones, en lo que me parece un claro afán peyorativo. ¿Qué pretende con minimizar el Lugar, Plaza y Puerto de Santa Cruz? ¿Deslustrar el acontecimiento de la derrota de Nelson que vino a topar en el primer muelle canario? En este ‘Puertito’ o ‘diminuto puerto’ de Santa Cruz, Nelson creía que iba a morir y él le escribió una carta a Jervis que decía con estas palabras “mañana mi cabeza estará ornada por una corona de laurel o de ciprés” y se dedicó a redactar su testamento, pero el contralmirante tan sólo perdió su diestro brazo.

          El autor del artículo repite, pero mezclando acontecimientos, el trasnochado y desprestigiado corifeo de los que opinan que Nelson vino aquí a llevarse un barco cargado de riquezas. Las cartas que se cruzaron entre Nelson y su inmediato superior Jervis, dejan obsoleta esta opinión. En ellas don Horacio solicitaba nada más que 3.700 hombres para la operación, (“que harían el trabajo en 3 días”). ¿Sólo para robar un barco tamaño despliegue, cuando aquella misma primavera dos fragatas, en acciones sucesivas, se habían llevado de la bahía de Santa Cruz un barco español y otro francés?

          El autor demuestra que no tiene claro la sucesión cronológica de las actuaciones del oficial Richard Bowen y desbarra al afirmar que “…algunas unidades mandadas por Thomas Troubridge, que se refugiaron en el convento de la Consolación…donde aguantaron unos días,…” ¿Cuántos días? ¿No serán unas horas?

          Deja en duda de si Nelson se sobreestimó o subestimó al capitán general, creyendo que su nombre sería más que suficiente para conseguir la rendición. Sin embargo, debo recordar que es curioso que don Antonio Gutiérrez González-Varona tuvo casi siempre por enemigos a los ingleses y frente a ellos se encontró por tierra y mar. Y es igualmente notable que siempre le correspondiera al castellano recoger en los campos de batalla las espigas de la victoria.

          Al analizar el fracaso de Nelson en Tenerife parece que da a entender que alguien quiere quitar valía al mayor marino de la Gran Bretaña, pero don Carmelo Dávila comete error o falsedad, -inadecuación entre la mente y el objeto-, cuando afirma “…ascendiendo en 4 años de capitán de navío, que era cuando el frustrado ataque al puerto de La Laguna, a contralmirante el 14 de Febrero de 1799…”. Esta puntualización dedicada al británico Nelson, no es correcta. Nelson no era, en la ocasión de la intentona contra Tenerife, “Capitán de Navío”, era ya Contralmirante. Efectivamente, su destacadísima actuación en el combate naval de San Vicente, en febrero de aquel 1797, había hecho que se le concediese ese grado con fecha 1 de abril y antigüedad del 2 de febrero.

          El señor Dávila Torres ve lógico que Nelson sufriera un consejo de guerra, que conllevase como mínimo su degradación de capitán de navío, mientras que el Grupo de Opinión Tamarán opinaba que el Capitán General escapó de un consejo de Guerra por los avatares socio-políticos del momento. Sin embargo, ambos salieron triunfantes ante sus jefes. Nelson y los demás oficiales británicos en su patria no fueron cuestionados sino aupados a puestos de mayor responsabilidad en los que rindieron magníficos servicios a su país y sólo Gutiérrez ha sido cuestionado sin piedad por los nacionalistas canarios por más que “el Rey se ha enterado de quanto V. E. dice con fecha 3 de Agosto último relativo al ataque que hicieron los Yngleses a esa Ysla el 25 de julio anterior, como el feliz éxito con que fueron rechazados; y satisfecho S. M. de las acertadas providencias que para su logro tomó V. E., me manda manifestárselo en su Real nombre como el aprecio que le merece este servicio;… Y que V .E. diga si le acomoda pensión o encomienda para concederle una de estas dos gracias.”

          En el largo artículo de Dávila Torres aparecen otra serie de errores y contradicciones que no me es posible analizar, porque debo de ajustarme al espacio que me ofrecen en el periódico. Sin embargo, haré mención de algún que otro detalle.

          No estoy de acuerdo con la rotunda conclusión de “esta acción fue una absoluta debilidad de Antonio Gutiérrez”, acogiéndome al principio de “quod gratis asseritur, gratis negatur” (lo que se afirma gratuitamente, gratuitamente se niega). ¿A qué acción se refiere? ¿Al acta de rendición? ¿Al intercambio de regalos? ¿Sendas cosas?

          Elucubra diciendo: “Nelson era el que mandaba la flotilla y que en su condición de contralmirante en funciones debió haber firmado su aceptación con su mano izquierda, como lo hizo con la misiva a Antonio Gutiérrez”. Chi lo sa. La firma de Nelson no aparece en la Capitulación simplemente porque Nelson no estaba presente en el momento de la redacción de la rendición y se desconocía su paradero exacto.

          Tachar de patrioterismo chicharrerista y falta de rigor histórico a Rumeu de Armas por calificar de “imponente ataque y resonante victoria de Santa Cruz de Tenerife sobre la ‘escuadra’ del ‘contralmirante’ Nelson” me parece algo pelusa pueblerina. Los ¡cinco! imperdonables errores que le achaca son los consabidos errores, gratuitos y estancados en el pasado, que no se adecuan a un análisis imparcial del acontecimiento.1) Llamar imponente ataque al de una modesta flotilla. Sí, pero la flotilla de 4 navíos, 3 fragatas, 1 cúter y 1 bombarda montaban la friolera de 393 bocas de fuego, frente a las 89 emplazadas en las defensas tinerfeñas. Y enfrente no tenían ningún barco de guerra español.  2) Para usted fue insignificante victoria, pero el citado “quod gratis…”nos da pie para afirmar lo contrario. 3) Su nombre era Puerto y Plaza de Santa Cruz como queda demostrado. 4) Insiste en la pequeñez de la escuadra. 5) ¡Qué escándalo! denominar a Nelson contralmirante en aquel momento, pero recuerden los lectores la anterior aclaración.

          Como remate añade el método de la comparación. Creo que no vienen a cuento las comparaciones que, según el dicho popular, suelen ser odiosas. La derrota de Nelson en Tenerife no desdora ni quiere deslucir a las gloriosas derrotas de Francis Drake y de Pieter van der Does en Gran Canaria. A mi me llenan de orgullo las tres derrotas y creo que no tenemos que minimizar y denigrar unos hechos para ensalzar otros que tuvieron distintos contextos. Me permito interferir en este apartado para agradecer al Grupo de Opinión Tamarán (La Provincia, Domingo, 9 de septiembre: "Punto y seguido por merecido") por su atenta información bibliográfica sobre las más trascendentales batallas libradas en el Archipiélago y correspondo con una noticia, tal vez desconocida, sobre otra derrota de Drake por don Bernardino González de Avellaneda, natural de Aranda de Duero de donde era también el vencedor de Nelson en Tenerife, don Antonio González de Otero. Don Bernardino fue Capitán general de las galeras españolas, dignidad con que le honró la munificencia real por la señalada victoria que obtuvo en 1596 en aguas cercanas a la isla de Cuba sobre el célebre corsario inglés Francisco Drake, primeramente pirata, después Almirante de Inglaterra y azote de España en la metrópoli y en las colonias (Lafuente, Historia general de España, tomo 10º, pág. 305, edición de 1889). Dispongo del libro de Rumeu de Armas para conocer tan importantes acontecimientos y el de Julio Pérez Ortega, El ataque naval de los holandeses a Las Palmas y La Gomera. Santa Cruz de Tenerife 1988 y otros más donde se analiza la derrota del van der Does. Aunque debo aclarar que el tema a tratar en estos momentos es la derrota de Nelson en sí y no comparándola con otros hechos.

          Se muestra un tanto quisquilloso en su rechazo a la victoria de los tinerfeños como sublimación de gesta heroica, creando la peregrina teoría de que “los chicharreros inventaron el contralmirantazgo de Nelson y que mandaba una ‘gran flota’, que lo ‘derrotaron’ y celebran su ‘colosal victoria’ con grandes alardes de tipo carnavalesco”.

          Nelson ya era contralmirante antes de los acontecimientos en los cuales fundamenta su endeble suposición de las batallas de Abukires y Nilos. Con anterioridad de las citadas batallas corrían impresas algunas Relaciones y Poemas en donde Nelson aparece ya con el grado de Contralmirante. La Historia se hace popular en cuanto es narrada por poetas ya que se transmiten con más facilidad los acontecimientos épicos de un pueblo. ¿Se hablaría hoy de la guerra de Troya sin los versos de La Ilíada? ¿No tenemos la más popular historia de la Reconquista en el Romancero? La historia ha narrado la grandiosidad de la flota de manera sencilla diciendo sin exagerar lo que era. Pero ¿no es evidente que derrotaron a los ingleses? ¿No fue colosal victoria? ¿Debe ser según con el cristal con que lo mires? Las celebraciones han sido muy solemnes desde la primera el mismo día del 25 de julio de 1797.

          Como consecuencia de la Gesta del 25 de Julio de 1797 el rey Carlos IV le concederá a El Lugar y Puerto de Santa Cruz el Villazgo, escudo de armas y los títulos de Noble, Leal e Invicta, añadiendo, además, un recuerdo a la gloriosa fecha al determinar que el nombre de la Villa, a partir de entonces, fuese el de “Santa Cruz de Santiago de Tenerife”. Carmelo Dávila Torres se detiene principalmente en el calificativo de Invicta y se lamenta de que se le concediese al “barrio porteño” de La Laguna, alegando que en puridad y justicia, tal título le correspondía a La Laguna, sin aportar razón alguna. Si en puridad y justicia le correspondía a La Laguna ¿por qué se saltaron la lógica y las leyes? Y ¿los otros títulos de Noble y Leal a quien correspondería? Por cierto, ya que hablamos de “Invicta”, ¿cuántas capitales de provincia españolas ostentan ese título?

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La Capitulación. Por Pedro de Guezala.

          El señor Dávila Torres discrepa en que “Las Palmas de Gran Canaria se congratula por la gloriosa Victoria del capitán general Antonio Gutiérrez” porque no fue gloriosa su tal “victoria” ya que aceptó todo lo que le impusieron Hood y Troubridge, con condiciones degradantes para un militar que se precie de su rango. Es su interpretación sui generis que se une al corifeo de los detractores de Gutiérrez por ese tema que quedó absolutamente zanjado hace una década, cuando se localizó en el Archivo Militar de Canarias una carta en la que, a requerimiento del Rey, explica el General las causas que le llevaron a ello. La existencia de ese documento puede leerse en Addenda Fuentes Documentales del 25 de julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife 2008 pp. 32-35. Por otra parte, Pedro Ontoria Oquillas simplemente aportaba un documento en el cual Las Palmas de Gran Canaria se congratula por la gloriosa victoria:

                “Que al Exmo. Señor e Ynvictissimo Señor don Antonio Gutierres, Comandante general de estas Yslas, devieron ellas su libertad y mayor gloria en el dia veinte y cinco de julio de mil setecientos noventa y siete, en que, en completa vitoria, figiendolo y presenciandolo todo este gefe, se vensieron las armas Ynglesas, acostumbradas a ser vensedoras en todas partes”.

          Si no fue una gloriosa victoria, que desde el principio así se denominó y se reconoció ¿cómo la tendremos que llamar a partir del superficial análisis de los supercríticos del Grupo de Opinión Tamarán cuando dicen que “nunca las Capitulaciones que firmó se han podido transformar en victoria”? La Capitulación, tal como se aceptó, fue la única solución para que continuara la españolidad de las Islas Canarias.

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Texto de la Capitulación que se conserva en la British Library Museum, Londres (Reino Unido)

          Con respecto a la gesta heroica de los chicharreros divaga con observaciones morales aferrándose a los humildes orígenes de barrio portuario, como si las grandes hazañas solamente las pudieran realizar los nobles y privilegiados. Pero ¿es que los pueblos no tienen derecho a superarse? ¿Tienen que estar relegados eternamente a sus humildes inicios? Aquí la hazaña fue realizada, principalmente, por la gente humilde.

          La Gesta fue heroica porque hubo héroes y, sinceramente, duele que en su artículo, en el que no olvida los muertos y desparecidos ingleses, no tenga ni una línea, ni una palabra mejor dicho, de recuerdo hacia los 24 que cayeron por nuestra parte. Era gente de muy distintas procedencias, lógicamente la mayoría tinerfeños, pero también dos franceses, un irlandés y varios de otras partes de España, entre ellos dos grancanarios.

          Sí, vanidad de vanidades y todo vanidad, pero me viene también a la memoria la oración latina de infinitivo concertado: "veritas solet esse amara" (la verdad suele ser amarga). Miguel de Cervantes traduce en el Quijote el pensamiento de Aristóteles: “Platón es amigo, pero la verdad es el camino”.

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