La memoria colectiva en peligro. SOS por el Archivo Parroquial (Retales de la Historia - 59)

Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 3 de junio de 2012).

 

          Hoy, para tratar este tema, es necesario aparcar por una vez la línea que hasta ahora han seguido estos Retales de la Historia, aunque el asunto mucho tiene que ver también con nuestra historia común, con los testimonios escritos dejados por laboriosas manos, de cuantos nos han precedido en el uso y disfrute del solar que hoy ocupa nuestro Santa Cruz de Santiago.

          Y el decir uso y disfrute debe entenderse en el más amplio sentido de la expresión, como compendio de todas las vivencias posibles a lo largo de la trayectoria de un ser humano desde la cuna hasta su definitivo reposo, y aún más allá al prolongarse en su descendencia, en el espacio común que por azar o por propia voluntad le tocó ocupar y, en múltiples maneras, llenar con su presencia, su trabajo, sus relaciones familiares o de cualquier otro tipo. En nuestro caso, todo este insustituible acervo está contenido en el Archivo Parroquial de la santacrucera iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, nuestra iglesia matriz.

          Aunque pueda parecer una obviedad es, en relación con sus habitantes, el más completo conjunto de datos personales de que podemos disponer en la actualidad y el que más se adentra en el pasado de nuestra ciudad. Esto es así porque mientras que el Archivo Municipal dispone de muy pocos documentos anteriores al siglo XVIII, el parroquial de nuestra iglesia matriz se remonta casi al instante mismo en que empieza a existir aquel inicial y precario campamento que recibió el nombre de Santa Cruz de Añazo. Constituye, en unión del Archivo Histórico del antiguo Cabildo de La Laguna, el más importante y fundamental conjunto de fuentes al alcance de cualquier investigador o simple ciudadano curioso para conocer nuestro más remoto pasado.

          No se trata sólo de los libros sacramentales de Bautizos, Confirmaciones, Bodas o Defunciones, que nos abren las puertas y nos muestran insólitos escenarios, aspectos y datos de una sociedad pasada y, que nos guste o no, es a la que estamos vinculados y la que ha forjado nuestra particular idiosincrasia como pueblo, de una época para la que el único registro existente y fiable era aquel del que dejaba constancia la pluma, manejada con mayor o menor acierto, por el cura beneficiado o el encargado de turno.

          Allí encontramos también las actas de Hermandades y Cofradías, con sus detalladas relaciones de hermanos y cofrades, que en muchos casos son el único testimonio, a modo de censo poblacional, que permite aproximarnos a la realidad de aquella sociedad al dejar constancia de cuántos y quiénes las componían. Así ocurre, por ejemplo con la Cofradía del Santísimo Sacramento, que en 1549, cuando Santa Cruz apenas alcanzaba los 400 habitantes, ya contaba con más de un centenar de miembros. Y los libros de Fábrica, con sus inventarios, que nos hablan de la historia y avatares del templo a través de los siglos, su proceso de construcción, sus imágenes y ornamentos. Y mucho más, en forma de libros de visitas, legados familiares, mandas testamentarias, licencias, edictos, etc.

          La conservación de este insustituible patrimonio no puede dejarse sin ayuda en manos de un único responsable que, por mucho interés y afán que pone en su labor, carece de los medios más imprescindibles. El actual párroco de la Concepción, don Mauricio González, intenta poner remedio a la lamentable situación en que se encuentra este bien patrimonial, que es de todos, y que sigue expuesto a que se repitan los deterioros sufridos en repetidas inundaciones, y está empeñado en trasladar el archivo a otras dependencias aledañas a la misma iglesia que le darían mayor seguridad y comodidad para cumplir son su inapreciable cometido. Pero vive, como cuantos conocemos su inmenso valor para nuestra historia, en continua angustia.

          No pierdo la esperanza en que llegue con rapidez la ayuda imprescindible, que estoy convencido prestarán con la urgencia que el caso requiere nuestras instituciones más importantes: Cabildo Insular, Obispado Nivariense y Ayuntamiento de Santa Cruz. Don Ricardo, don Bernardo y don José Manuel, estimo que tendrán algo que decir al respecto. No se trata sólo del traslado material del archivo, sino también de su limpieza, clasificación, colocación y medios de control ambiental.

          Todos sabemos de las difíciles circunstancias actuales, pero no es sólo cuestión de dinero. Las instituciones aludidas pueden aportar también otro tipo de ayuda material y de apoyo para la preservación de uno de nuestros más valiosos y completos fondos documentales. Así sea.

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