Monumento al 25 de julio de 1797

Por Pedro Ontoria Oquillas  (Publicado en El Día -Cartas al editor- el 24 de julio de 1987).

 

          Todos los años se celebra con solemnidad y pompa la conmemoración de la gesta del 25 de julio de 1797 y, sin embargo, Tenerife todavía no ha erigido un monumento que recuerde tan glorioso acontecimiento, como recordaba estos días el el entusiasta artículo "La Muy Leal, Noble e Invicta Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Tenerife".

          Cierta nostalgia y melancolía respira otro artículo titulado "Horacio Nelson, el manco de Tenerife", aparecido no ha mucho en un número especial dedicado al turismo y en donde leemos “en algún lugar de Tenerife, además de la calle que ya lleva su nombre, estará próximamente un monumento para conmemorar la gesta del 25 de julio. Para orgullo de todos los tinerfeños, para orgullo de todos los canarios, sería útil y generoso, incluir la figura del ilustre vencido, del gran manco de Tenerife, que pese a no conseguir su propósito de invadir la plaza supo remitir cerveza para que sus bravos vencedores festejaran con la victoria sobre su escuadra, su gesto de caballero”.

          Realmente el realce y trascendencia de la renombrada gesta proviene de la figura del vencido: Nelson, uno de los héroes británicos de mayor proyección universal, sufre la más grave de las derrotas en Tenerife y, consiguientemente, es evidente su utilidad. “Cuanto más alta se ponga/ de Horacio Nelson la estatua/ más alta verán los siglos/ el nombre de Nivaria”. Pero cuidado con la generosidad, no hagamos de su figura el centro del monumento. Si generoso fue Horacio Nelson, Gutiérrez le equilibró en la hidalguía, fue magnánimo con el enemigo vencido hasta rayar por encima de lo acostumbrado en las guerras. No seamos tan liberales que desvirtuemos los acontecimientos denegando el honor a los vencedores y el valor de los isleños.

          Por paradojas de la historia, el “gran manco de Tenerife”nos evoca el símil del “manco de Lepanto”, cuyo protector, don Bernardo de Sandoval y Rojas, era paisano de nuestro General Gutiérrez, ambos naturales de la villa de Aranda de Duero.

          Los héroes de la derrota de Nelson, cuya hazaña ha pasado a los anales de la historia, merecen el gran monumento con perspectivas al segundo centenario, donde se conjugue el principio de "a cada uno lo suyo".

 

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