Entrevista a Jesús Villanueva en El Faro de Ceuta

Por Olav Orts  (Publicado en El Faro de Ceuta el 22 de abril de 2012).

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          El 25 de julio de 1797 en Santa Cruz de Tenerife se libró una batalla decisiva que, sin embargo, no ha pasado a los libros de Historia con la atención debida. Hasta ahora, hasta esta novela. Cuénteme, ¿qué le motivó a escribirla?

               En El fuego de bronce narro la victoria de lo que entonces era un pequeño puerto de mar, Santa Cruz de Tenerife, la única plaza fuerte de Canarias, y sede de la Capitanía General, sobre una potentísima escuadra británica comandada nada menos que por Horatio Nelson, contralmirante en ese momento. Las defensas españolas la constituían 247 hombres del Batallón de Infantería de Canarias, los 60 reclutas de las Banderas de La Habana y Cuba, escasos artilleros, un puñado de franceses de un barco apresado por los ingleses dos meses antes, y las regimientos de Milicias Provinciales, unos 900 campesinos apenas instruidos que fueron a la batalla armados de aperos y garrotes en su inmensa mayoría; y al frente de todos se hallaba un gran militar: el general don Antonio Gutiérrez de Otero. Las fuerzas británicas la formaban 2.000 marineros e infantes de marina muy experimentados y armados hasta los dientes, que se presentaron frente a las costas tinerfeñas en 9 buques de guerra que sumaban 397 bocas de fuego contra las 89 españolas.

               Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España, venció en inferioridad de condiciones al gigante británico que pretendía hacer de Canarias otro usurpado Gibraltar. Gutiérrez infringió una severa derrota al idolatrado Nelson, la única de su exitosa y trascendental carrera militar. Además, fue en Santa Cruz donde Nelson perdió su brazo derecho. Estos hechos constituyen la Gesta del 25 de Julio de 1797, gloriosa página de la Historia de España, lamentablemente desconocida fuera de Canarias.

               Por su parte, los británicos desde un principio trataron de ocultar la inesperada derrota, una mancha en el expediente de su idolatrado Lord Nelson. Nuestros historiadores no se han ocupado de dar a conocer este acontecimiento transcendental. ¿Qué mejor motivo que el orgullo de contribuir a la divulgación esta Gesta tinerfeña y española con mi novela?

          La Armada británica a punto estuvo, tras asaltar la isla de Tenerife, de conquistar todas las islas y crear un nuevo Gibraltar humillante para España, ¿se imagina cómo sería este precioso pedazo de España de haber sido británico?

               Prefiero no imaginármelo. Quizá se hubiese convertido Canarias en otro paraíso para traficantes de toda índole como es hoy el Peñón gibraltareño usurpado. Penosamente, hay gente que se lamenta de que Nelson errase la empresa, por eso de haber podido pertenecer hoy al imperio. Desprecio esa actitud. Además la considero un menosprecio a los héroes que se batieron con el invasor inglés; aquel puñado de soldados y campesinos, 23 de los cuales perdieron la vida en las calles de Santa Cruz, donde se llegó a luchar cuerpo a cuerpo.

          En la novela aparecen numerosos personajes, ¿alguno que merezca especial interés por mostrar cercanía con los tiempos actuales?

               Entre los personajes de ficción que protagonizan la trama paralela a los hechos históricos, Fabián, Damián, Juan Diego, Pilar, Carmita, Segismunda…, se crea una amistad sincera e inquebrantable, y la lealtad es un principio intemporal. La lealtad al amigo, como la lealtad a la Patria.

          El joven grancanario en torno al cual crece la trama, ¿es acaso usted?

               Fermín sí es un muchacho ingenuo que va abriendo los ojos a la vida a base de palos, morales y físicos. En eso pudimos parecernos, ciertamente.

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          Aunque bueno usted es en realidad ceutí. ¿Tiene algo de Ceuta esta historia que cuenta?

               Ceuta, Melilla y Canarias constituyen la España geográficamente africana, y esta circunstancia nos hermana de una forma especial. Ceuta fue atacada multitud de veces a lo largo de la Historia como Tenerife y Canarias en general. En El fuego de Bronce menciono a Ceuta en un capítulo: mi pequeño homenaje a mi amada tierra natal.

          ¿No le parece que el hecho de que la historia de El fuego de bronce no se conozca como es debido en la Península e incluso en la propia isla es una forma de desprecio hacia un pueblo y un territorio?

               Sin duda. Es lamentable que los historiadores españoles no se hayan ocupado de estudiar y divulgar esta gloriosa página de la Historia de Canarias y España. De hecho, sin la abnegada labor de investigación y difusión que durante los últimos 17 años vienen realizando los miembros de la tinerfeña Tertulia Amigos del 25 de Julio, a la que tengo el honor de pertenecer, este hecho trascendental se hubiese perdido en el olvido. Ese amor y respeto por nuestra Historia, desgraciadamente, escasea entre muchos españoles.

          ¿Le gustaría venir a presentar la obra en su ciudad natal?

               Me supondría una satisfacción y una alegría enormes. Es un objetivo que la editorial Libros Libres y yo nos hemos planteado. Contar con la colaboración del legendario El Faro de Ceuta y los medios de comunicación caballas aceleraría esa presentación. Además, le diré que para un futuro tengo en mente otra novela en la que Ceuta jugará un importante papel.

          ¿Me puede adelantar de qué se trataría?

               Será una trama de acontecimientos históricos que tendrá a Ceuta como centro de aventuras. Una Ceuta de un par de siglos atrás en la que muestre todo el poder de las distintas civilizaciones que convivían entonces y continúan haciéndolo en la actualidad.

          ¿Cuánto tiempo hace que no visita Ceuta y qué recuerdos le trae su nombre desde la lejanía?

               ¡Ay, cómo pasa el tiempo! Debe hacer unos veinte años. Demasiados. Es un motivo principal por el que más aún me ilusiona presentar en Ceuta mi novela. Me crié en Las Puertas del Campo; estudié en El Sagrado Corazón de Jesús; iba con mis padres los domingos a escuchar misa a la iglesia de Nuestra Señora de África, y a la salida correteaba con mis hermanas por la plaza de África; recuerdo cuando visitábamos a mi abuela, tíos y primas, que vivían primero en Hadú y más tarde en un edificio nuevo frente a la playa de El Chorrillo, donde nos bañábamos todos los veranos. Soy ceutí, y me siento enormemente orgulloso de serlo; llevo casi toda mi vida en Tenerife, donde nacieron dos de mis hermanos, y en Canarias he hecho mi vida y mis amigos; amo profundamente a esta tierra española avanzada en el Atlántico, tanto como amo a Ceuta, porque son España, mi Patria.

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