Telegrafistas (Puerto y puerta - 61)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 22 de abril de 2012).

 

          Está previsto que la VIII Asamblea de la Asociación de Amigos del Telégrafo de España se celebre en Tenerife; será durante los días que transcurren entre el 7 y el 13 de mayo próximo. Consecuentemente, los asociados tinerfeños están desviviéndose al máximo para hacer grata la estancia en la Isla de los numerosos compañeros que vienen de otras delegaciones. Entre los actos programados, se destaca el que tendrá lugar el martes día 8 en el salón de sesiones del Ayuntamiento de esta capital, rememorativo del amarre del cable telegráfico Cádiz-Tenerife (06.12.1883). “No hay en la historia del Archipiélago día más solemne.” (La Ilustración de Canarias).

          La convocatoria de estos amigos del telégrafo, aplicados en el sistema Morse que hizo posible durante más de cien años transmitir la escritura a grandes distancias, nos predispone ahora a  evocar el tiempo que estuvo vigente en las centrales y estaciones de Telégrafos; y en los barcos, como principales intérpretes de esta página portuaria.

          En el Telégrafos que conocí en los años cincuenta, la Sala de Aparatos estaba conectada con la Estación Costera Radiotelegráfica, Tenerife Radio/EAT -se significaban en el paisaje las torres de Taco- atendida por radiotelegrafistas, cuyo jefe era don Pedro Martínez Jiménez.  Operando en ondas media y corta, según distancias, era una de las principales de España. Con respecto al puerto, la contrastada maestría del radiotécnico don Luis Aguado Ávila, atraía buques con averías en los sistemas de comunicación telegráfica.

          Para abundar en este capítulo, solicité el concurso de un antiguo amigo y compañero, Francisco Comez Alemán, que recorrió medio mundo como radiotelegrafista en los buques Plus Ultra (1956), Seahawk (1957), Seakite (1958) y  Mermaid (1967); ya en tierra, en 1971, ejerció como profesor en la Escuela de Náutica; además,  en comunicaciones del aeropuerto de Los Rodeos.

        Esquematizando al máximo, sus apuntes pueden generalizarse. El mensaje, radiotelegrama, depositado en el Centro, o recibido de escala de oficinas dependientes, se transmitía a la Costera; ésta llamaba al barco en la frecuencia de 500 kc/s (frecuencia de escucha de barco y costera), y una vez en contacto ambos pasaban a la frecuencia trabajo, dejando así la del SOS y llamada libre. De alguna manera, la vida del puerto se exteriorizaba en los mensajes entre armadores, capitán, provisionistas y consignatarios.

          Ya es historia. El periódico El Mundo (02.05.1999) publicaba que “el sistema de comunicación marítima Morse ha dejado paso definitivamente a los satélites y a las comunicaciones digitales... Los telégrafos Morse dejaron de emitir sus señales en la madrugada de ayer, tras un siglo de servicio”. La escena del telegrafista del barco, que tenía rango de oficial, ha pasado. Es así.

          Amigos del Telégrafo de España, hasta pronto.

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