Palabras del Alcalde en la entrega del título de Cronista Oficial de la Ciudad a Luis Cola Benítez

A cargo de José Manuel Bermúdez Esparza (Salón de Plenos del Palacio Municipal de Santa Cruz de Tenerife el 24 de noviembre de 2011).

 

          Autoridades, compañeros de corporación, señoras y señores.

          Tengo hoy la enorme satisfacción de presidir el acto de nombramiento como Cronista Oficial de nuestra ciudad del Sr. D. Luis Cola Benítez, en reconocimiento a los méritos a los que acaba de referirse la Sra. Vicesecretaria del Ayuntamiento, con la lectura del decreto correspondiente con fecha 20 de junio de 2011.

          Estoy seguro de que con su designación no sólo estamos haciendo justicia con la fecunda trayectoria de estudio, investigación y difusión de nuestra historia que ha distinguido a don Luis Cola. Lo hacemos también con esa pasión inalterable con la que se manifiesta acerca del pasado de la ciudad, la idiosincrasia de sus hijos más distinguidos y -en definitiva- el carácter de todo un pueblo.

          Ese es genuinamente el sentido de este acto: expresar el aprecio colectivo a una dilatada labor investigadora, siempre preocupada y marcada por la defensa de los intereses generales de Santa Cruz.  La tarea que deberá emprender desde este instante -como aquella otra desempeñada hasta hoy- va a ayudarnos a recordar y valorar nuestro pasado, pero también ha de permitirnos mirar hacia el futuro con perspectiva y optimismo.

          Hemos de tener presente que el Cronista de una localidad ha de ser capaz de ordenar y difundir los hechos acaecidos en su ámbito más cercano desde la subordinación a la verdad histórica, siempre fiel a los hechos documentados. Para su ejecución, la encomienda precisa independencia, que es otro de los signos que ha caracterizado la ingente labor desempeñada hasta hoy por don Luis Cola.

          Basta con aproximarnos a sus numerosos trabajos historiográficos, acerca de los hechos más prominentes del pasado del municipio, para comprobar el rigor empleado en su estudio y la autonomía aplicada en su exposición.

          Sirvan a modo de ejemplo algunos de sus libros, como Barrancos de Añazo, acerca de la metamorfosis del barranco de Santos, enclave decisivo en la Conquista de Tenerife; o 1797, cinco días de Julio, sobre la victoria del general Gutiérrez frente al almirante Nelson; igual que Santa Cruz, bandera amarilla, donde da cuenta de las funestas secuelas de las epidemias de los siglos XV a XX.

          No le quepa ninguna duda, apreciado don Luis, que esta Corporación municipal va a ser absolutamente respetuosa con su trabajo, aún a sabiendas del carácter crítico que ha presidido buena parte de su trayectoria. Por ejemplo, en la justa defensa que ha ejercido a la memoria de personajes como el político José Murphy o el ya mencionado general Gutiérrez, entre otras muchas figuras, cuyo olvido -como nos ha recordado más de una vez- no debiéramos permitírnoslo. Tenga la seguridad de que esa impronta suya que le caracteriza ha sido valorada a lo hora de decidir este nombramiento.

          Y qué decir acerca de sus desvelos en torno a un hecho trascendental como el de la Cesta de 1797, tanto de manera individual como a través de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, cuyos distinguidos miembros, sus compañeros -a quienes aprovecho la ocasión para saludar en este día-, seguro que se sienten felices y orgullosos de verle investido como Cronista Oficial de la ciudad que tanto aman.

          Aseguraba antes que el trabajo de don Luis no sólo va a ayudarnos a recordar y valorar nuestro pasado sino que, además, ha de permitirnos mirar hacia el futuro. De antemano, puedo dar fe de ello. Y lo hago remontándome a la experiencia que viví a su lado, durante la tarea que me tocó desempeñar en el Cabildo de Tenerife. Sus consejos -igual que los de otros compañeros integrantes de la Tertulia del 25 de Julio- nos ayudaron a entender la posibilidad que todavía teníamos de exponer los restos del Castillo de San Cristóbal en los trabajos de remodelación del entorno de la Plaza de España.

          Fue aquel un valioso ejemplo acerca del papel que está llamada a desempeñar nuestra sociedad civil.  Un papel trascendental como el que representan personas inquietas y preocupadas que, a través del tiempo, han dedicado sus esfuerzos y desvelos personales al servicio de la comunidad santacrucera -como es el caso de don Luis-, igual que numerosísimas entidades ciudadanas, empresariales y sociales, culturales y deportivas o vecinales y recreativas. De su pujanza, al margen de las estructuras gubernamentales, dependerá el impulso y el dinamismo que lograremos para Santa Cruz de Tenerife.

          Porque la tarea que nos hemos marcado en el Ayuntamiento, la necesaria revitalización del municipio que queremos, que es el objetivo para el que trabajamos con ilusión y empeño, requiere de la implicación de todos. Asumimos el carácter de fuerza motriz que cabe exigírsele al gobierno municipal, en estrecha colaboración con todos los grupos aquí representados, pero necesitamos también de la participación activa y constante de toda la ciudadanía. Su aliento permanente, su entusiasmo por construir un Santa Cruz mejor, nos permitirá avanzar hacia un futuro más próspero.

          Hoy más que nunca, ante una coyuntura adversa como la presente, los ciudadanos de Santa Cruz -el pueblo chicharrero- debemos formar un bloque compacto y unido, que tenga muy
claro los intereses prioritarios de la ciudad. Las lógicas discrepancias internas debemos tratarlas de puertas a dentro. A veces ese ha sido nuestro error: perdernos en divisiones estériles y desviarnos de asuntos de hondo calado, de importancia estratégica para el futuro del municipio. En estos temas, lo realmente importante es conseguir los objetivos y no tanto pregonarlos. Porque, junto a la fortaleza y la firmeza, la discreción y la prudencia son también ingredientes necesarios para llevar a buen fin los más ambiciosos proyectos.

          Igualmente, dentro de ese bloque compacto y unido, hemos de ser capaces de rescatar de nuestro pasado algunas cualidades que nos distinguieron y marcaron una manera propia de vivir. Rescatarlas y aplicarlas para poner en valor aquello que Ernesto Salcedo, Hijo Adoptivo de nuestro municipio, denominaba, en los años 80, como “el milagro de la bondad del pueblo, de la ciudad y de la urbe de Santa Cruz”.

          En concreto, decía el ilustre periodista:

               “Mientras los santacruceros sigamos conociéndonos y, con el conocimiento, nos sigamos amando, mientras yo sepa quiénes son los hijos de mis amigos y quiera yo a los hijos de mis amigos, seguiré diciendo que Santa Cruz ha tenido la virtud, insólita en nuestro tiempo, de emparentar y hermanar la raíz con la copa, el cimiento con el tejado y la arena con la tabaiba.”

          Cuánto amor y estima por la ciudad reunían esas emotivas palabras, pronunciadas por aquel maestro de periodistas, que tuvo entre sus compañeros de viaje a otro insigne Hijo Adoptivo de Santa Cruz, Gilberto Alemán de Armas, a quien a partir de hoy sucede don Luis Cola en las funciones de Cronista Oficial. Qué decir acerca de la pasión con la que Gilberto se batió por nuestro municipio. Como ciudadano, como profesional del periodismo, como escritor, como cronista y como concejal, en dos etapas distintas de la historia reciente del Ayuntamiento. Con sentido crítico y con la adoración que profesaba hacia todo lo que tenía que ver con el pasado de la ciudad y la pervivencia de sus señas de identidad.

          Deseo aprovechar este momento para rendir homenaje público a quien tantos servicios realizó a la comunidad de Santa Cruz de Tenerife, a Gilberto Alemán de Armas, quien ya no se encuentra entre nosotros. Y quiero hacerlo con unas palabras suyas, una mínima parte del vasto legado que nos dejó -pronunciadas en este mismo escenario-, con ocasión de la lectura del Pregón de las Fiestas de Mayo de 1996, titulado “Santa Cruz, Fin de Siglo”:

               “De vez en cuando, en mañanas encantadoramente perdidas, paseo por Santa Cruz e intento descubrir, en lo epidermis de sus calles asfaltadas o en el maquillaje antiguo de sus edificaciones, el dato que nos cuenta la historia.

                Miles de automóviles circulan por las calles o se posan, como mariposas metálicas en los aparcamientos o aceras. La ciudad huele a café y a queso fundido y puedo oír el trabajo de los ascensores que mueven, dentro de las modernas colmenas de la ciudad, a toda esa población laboral que intenta que le renueven el contrato otros tres meses”.

          Han pasado quince años desde entonces y aquel pasaje con el que arrancaba el pregón de las fiestas primaverales nos sitúa, otra vez, ante esa dicotomía tan propia en el papel que le corresponde al Cronista Oficial: el impulso a trabajar sobre la historia del lugar y el efecto que pueda surtir en la revitalización del presente.

          Estamos convencidos de que don Luis Cola va desempeñar esta nueva responsabilidad con las cualidades que le han hecho justo acreedor del nombramiento. El pueblo de Santa Cruz se siente agradecido de que lo haya aceptado, y en nombre de toda la Corporación municipal le felicito por ello. Es un honor contar con su calidad intelectual y dimensión humana para el ejercicio de esta labor testimonial, tan importante para la Ciudad.

          Agradezco el respaldo a este acuerdo de una gran cantidad de personas y organizaciones que se han manifestado en estos meses. Y agradezco igualmente la presencia de todos ustedes en este acto, en la medida en que aportan calor y afecto humano a esta merecida distinción.

          Muchas gracias.