Castillos y Baterías (Patrimonio Histórico-Monumental... - 7)

 
 

Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día / La Prensa el 26 de noviembre de 2011).


Castillo de San Cristóbal

          El Rey Felipe II, por Real Cédula de 25 de julio de 1575, consideró necesario realizar una gran fortaleza en el puerto de Santa Cruz que sustituyese a la que llamaban Cubilete Viejo. En diciembre de ese mismo año se inició su construcción, al norte de la caleta de Blas Díaz, entre ésta y la playa que después se llamó de la Alameda, en el lugar que antes estuvo la ermita de Ntra. Sra. de la Consolación y actualmente se ubica la Plaza de España.

          El 3 de mayo de 1557, el Gobernador Juan López de Cepeda se personó en el puerto de Santa Cruz, en compañía de Francisco Merino, maestro mayor de obras de cantería y geometría de la Isla, y los constructores Simón Merino y Luís Hernández, con el fin de dar el visto bueno para su habilitación y emplazar en ella su artillería (14 cañones). Las obras finalizaron en 1579.

          El Castillo de San Cristóbal formaba una fortificación regular adaptada al terreno, situación y defensa; tenía forma de un cuadrado amurallado de 53 por 50 metros. El frente que daba a la plaza poseía dos murallas de 8,3 m. de alto, con sus aspilleras para fusilería; delante de este muro había otro, de pequeña altura, que estaba guarnecido con estabas. El frente marítimo, batido por la mar hasta su mitad, estaba motado sobre rocas salientes y, a pesar de los años, su sillería se hallaba en perfecto estado en la fecha de su demolición (1928).

          Las acciones de guerra más importantes en las que tomó parte fueron: el 30 de abril de 1657, enfrentándose a la escuadra de Blacke; el 6 de noviembre de 1706, contra Jennings; y el 25 de julio de 1797, frente a Nelson. De esta última, cuentan las crónicas que, esa noche, y por iniciativa del teniente Grandy, se abrió una tronera por el costado del baluarte con dirección a la inmediata playa, que por aquel lugar estaba indefensa, y colocaron en ella un cañón: El Tigre, el cual ha pasado a la historia por ser el que le llevó el brazo derecho al Contralmirante en el momento en que éste iba a poner pie en la playa.

            El Castillo pertenecía al Cabildo de San Cristóbal de La Laguna, de la cual recibió su nombre, y por lo tanto pagaba las obras, costeaba el sueldo de la guarnición  (un capitán, un teniente,  un sargento y 35 artilleros), los gastos de la artillería y las municiones; por todo ello, tenía la facultad de nombrar Castellano o Alcaide, categoría militar que tenía las atribuciones de otorgar las licencias de entrada o salida de los navíos y dirigir la policía del puerto. El primer Alcaide fue el capitán Pedro Fernández Campos.

          El castillo de San Cristóbal fue residencia del Capitán General, desde 1723 hasta 1732, y sede del Gobierno Militar, desde 1859 a 1926,  en que se le permutó al Ayuntamiento por otros edificios.

S._Cristbal_Custom

    Castillo de San Cristóbal a principios del siglo XX         

          En su azotea, derecha de la foto, se observa la campana con la que tocaba a rebato  y los palos asta-banderas, colocados en 1852, con verga y herrajes, dotados de bolas gallardetes, para señalar la entrada de los buques al Puerto, repitiendo las señales que le enviaba el vigía de Anaga.

          Si el barco venía de “abajo” o Punta de Guadamojete, la bandera roja se arbolaba en el penol de la verga que miraba al Sur; si aparecía por arriba o Punta de Anaga, se enarbolaba en el que estaba al Norte; y si llegaba de “enfrente” la bandera se izaba a tope del palo.

  

Centro de Interpretación Castillo de San Cristóbal

          Durante las obras de remodelación de la Plaza de España, junio de 2006, salieron al descubierto los restos del Castillo de San Cristóbal que había sido demolido en 1928; por ello, ante la importancia histórica del hallazgo, al proyecto original se le incorporó una galería subterránea con el fin de que los citados restos se pudieran visitar.

          El Centro de Interpretación Castillo de San Cristóbal, inaugurado el 24 de julio de 2008 permite al visitante descubrir y contextualizar un espacio museístico elaborado por el Museo de Historia y Antropología del Cabildo Insular de Tenerife.

          En el año 2009, a la muestra expositiva se incorporó el cañón “El Tigre”, una pieza de incalculable valor histórico que desde 1988 se encontraba en el Museo de Almeyda.

          Debido a los daños sufridos por las lluvias torrenciales, acaecidas el 1 de febrero de 2010, el Centro de Interpretación tuvo que cerrar sus puertas hasta el 28 de julio del mismo año, en  que se volvió a  reinaugurar.

  

El Cañón Tigre

          El cañón Tigre, fundido y barrenado en la Real Fundición de Sevilla en 1768, está formado por tres cuerpos: en el primero, separado de la culata por la faja alta, se encuentra el Escudo Real, con la inscripción Carolus III D.C. Hispania Edind Rex, y el grano de fogón, por donde se efectuaba el disparo con el botafuego. En el segundo, separado del anterior por una moldura con cordón, se hallan las asas en forma de delfines y los dos muñones, donde tiene grabado su peso: 44 quintales y 62,5 libras (2.053 kg.). Y, en el tercer cuerpo, separado por una bella faja alberga, aparece una filacteria, en la parte superior, en la que está esculpido su nombre: Tigre.

          El Tigre es un cañón de a 16; es decir, disparaba balas de hierro de 16 libras (7,360 Kg.), tiene un calibre de 133 mm y una longitud de ánima de 2.734 metros.

          El día anterior a la Gesta del 25 de Julio de 1797, el teniente tinerfeño Francisco Grande Giraud, sugirió a sus superiores la conveniencia de abrir una tronera en la pared que daba a la playa de la Alameda, debido a que se encontraba desprotegida ante un posible desembarco enemigo, y colocar en ella un cañón (El Tigre) cargado de metralla. Cuando en la madrugada, las lanchas que conducían a lo más granado de la oficialidad británica, entre la que se encontraba el contralmirante Nelson, varaban en la citada playa, un certero disparo de nuestro cañón hizo que Nelson perdiera su brazo derecho y que los ingleses perdieran la batalla.

          Terminada la acción bélica, el cañón permaneció una larga temporada olvidado en el castillo de San Pedro, hasta que, en 1882, un hecho sencillo le devolvió su notoriedad. Por orden de la superioridad se dispuso instalar en Las Palmas una batería para salvas y entre las piezas que se asignaron para viajar se encontraba El Tigre. Cuando los cañones estaban sobre el muelle, dispuestos para ser embarcados, Manuel Marsel Carrión, comisionado de la República de Venezuela, impidió su marcha, recordando a los presentes su historia, tan popular en otro tiempo, a la vez que lo elevaba a la categoría de preciado trofeo.

          Para conmemorar el primer centenario de la Gesta del 25 de Julio, el Ayuntamiento pidió su cesión al Ministro de la Guerra y, el 23 de abril de 1894, El Tigre pasó a ser propiedad del pueblo de Santa Cruz de Tenerife, constituyéndose en uno de sus más entrañables símbolos.

          El 2 de mayo de 1955, con motivo de la creación del Museo de Paso Alto, fundado como homenaje a la Gesta del 25 de julio de 1797, El Tigre fue encabalgado de nuevo, con una cureña réplica de la original, y se colocó en la plataforma del citado castillo, junto con otros cuatro cañones traídos de la Península: Horrible,  Torpe, Invencible y Espanto.

Tigre_Alm_Custom

El Tigre en el Museo Militar de Almeyda, su anterior emplazamiento

          El Tigre permaneció en el castillo de Paso Alto hasta que al fundarse el Museo Militar Regional de Almeyda, enero de 1988, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife se lo cedió en depósito y fue entronado en una digna ubicación donde era la admiración de los visitantes hasta que, en el año 2009, fue retirado para exponerlo en el Centro de Interpretación del Castillo de San Cristóbal.

  

Castillo de San Juan

          El ilustre ingeniero militar Leonardo Torriani efectuó (1587) un estudio de las defensas del puerto de Santa Cruz de Tenerife y observó que el castillo de San Cristóbal debería estar flanqueado con otros dos castillos; uno, en la zona de Paso Alto. y el otro, en la Caleta de Negros, próxima a Puerto Caballos, de forma que sus tiros cruzados cubrieran toda la costa e impidieran cualquier desembarco.

          En la sesión del Cabildo de Tenerife del 30 de noviembre de 1625, los regidores acordaron que: se construyera un Castillo en la Caleta de Negros, lindando con el camino del Lazareto, debido a que la marina de Santa Cruz era tan larga que no podía ser defendida eficazmente toda ella por el castillo de San Cristóbal; para poder realizarlo, se redujeron los salarios de algunos funcionarios y los gastos de algunas fiestas religiosas. El Castillo comenzó a edificarse en 1641, concluyéndose las obras tres años más tarde.

Castillo_Negro_Custom

El Castillo de San Juan o Negro

          En 1765, debido a los embates continuos del mar y ante la amenaza de ruina, fue reedificado en forma de torre cilíndrica de cantería basáltica y totalmente terraplenado hacia el mar. La planta de la obra es circular, de unos 30 metros de diámetro y 8 metros de altura, y sus muros de 2,5 metros de espesor. El acceso al Castillo se protege por un pequeño foso con puente levadizo de madera. En el patio de armas, la zona que mira al mar estaba reservada para plataforma de la artillería, mientras que en la zona de tierra estaban los depósitos y los aposentos del Alcaide y la tropa. En el interior, un pasillo comunica las dependencias y una escalera conduce al segundo piso. Las dos garitas para la vigilancia se establecieron en lo alto de la fortaleza. Lo defendían 7 cañones. El proyecto fue realizado por Alejandro de los Ángeles, ingeniero de fortificaciones de Canarias.

          Al castillo se le denominó San Juan, aunque comúnmente se le conoce como castillo Negro, debido al tono oscuro de la piedra volcánica con el que está construido; aunque otros historiadores consideran que este apelativo corresponde al nombre de la ensenada en que fue construido (Caleta de Negros).

          El 2 de enero de 1924 fue declarado inadecuado para los servicios del Ejército pero no llegó a enajenarse hasta 1948 en que fue cedido en usufructo al Cabildo de Tenerife; entonces, la citada institución procedió a su restauración con el fin de instalar el Museo Militar de Tenerife, filial del Museo del Ejército, constituyéndose el patronato del mismo.

          La lejanía de la ciudad, el abandono y la rapiña lo volvieron a dejar de la mano de Dios hasta que, en 1982, el Ayuntamiento lo recuperó y lo mantiene en buen estado de conservación pero cerrado al público.

  

Casa de la Pólvora

          La casa de la Pólvora o polvorín de Regla, proyectado en 1756 por el ingeniero militar Francisco La Pierre para utilizarla como polvorín de los castillos y baterías que formaban el Puerto y Plaza Fuerte de Santa Cruz de Tenerife, es un edifico de indudable valor histórico y arquitectónico, posiblemente el mejor que se conserva en el mundo hispano.

          Se encontraba situado en el camino de Regla o del Calvario, junto al castillo de San Juan, lindando con el Campo de las Cruces y con el camino del Lazareto. Según la guía turística, se ubica entre el Auditorio y el parque marítimo Cesar Manrique.

Casa_Plvora_Custom

La Casa de la Pólvora

 

          Las obras, dirigidas por el ingeniero Francisco Gozar, se iniciaron en 1756 y finalizaron el 24 de mayo de 1758. El edificio  es de una sola planta rectangular, de 10 x 30 metros, cerrado por un muro de gran espesor y con la cubierta de bóveda de medio cañón.

          En su interior se podían almacenar hasta 3.000 quintales de pólvora, la cual se conservaba perfectamente sin humedad, aún estando al lado del mar. El edificio tenía pararrayos.

          En 1779, con el fin de que quedara oculto de las vistas desde el mar y a cubierto de los cañonazos procedentes de los barcos, se construyó un grueso y elevado espaldón de tierra sostenido por dos gruesos muros que le servían de cerca.

         El edificio fue cedido al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, junto con el castillo de San Cristóbal, por Real Decreto de 20 de septiembre de 1926.

          Desde que dejó de tener utilidad para el Ejército, nunca ha tenido una función digna; solamente se ha abierto al público para realizar exposiciones sobre el mundo submarino, cartografía, etc.

          Esperamos y deseamos que uno de los elementos patrimoniales más importantes de Santa Cruz de Tenerife,  con su majestuosa planta, se convierta en  un espacio cultural y museístico.

 

Castillo de Paso Alto

          El emplazamiento del castillo de Paso Alto fue estudiado concienzudamente pues se ubicó en el lugar exacto donde las corrientes y los vientos dominantes obligaban a los barcos a pasar muy cerca de la costa.

          Desde 1582 existía en este lugar un fortín, denominado Santo Cristo,  transformado en baluarte en 1625, que estaba dotado de cuatro piezas de bronce y cuatro de hierro. Durante el ataque del almirante inglés Robert Blake, en 1657, sobre esta fortaleza cayeron 1.200 balas y 200 palanquetas, matando a cinco soldados tinerfeños.

          Como en la noche del 18 de diciembre de 1774 una tormenta le causó graves destrozos, el ingeniero militar Andrés Amat de Tortosa lo reconstruyó de tal manera que, al finalizar los trabajos (1784) era el segundo Castillo en importancia del Puerto, pues tenía planta semicircular, con una plataforma a ras del agua, y un edificio de dos plantas a sus espaldas en la que, aprovechando el desnivel del terreno, el techo del piso bajo servía de plataforma a la planta alta.

          En la explanada alta tenía 65 metros de magistral para artillería y, en su planta baja, tres casamatas y 115 metros de línea de fuego para infantería. Estaba artillado con diez cañones de a 24, ocho de a 16, cuatro de a 8, y dos morteros de calibre 12. Su guarnición la formaban: 1 Oficial, 1 Sargento, 2 Cabos y 17 Soldados.

          El castillo de Paso Alto participó eficazmente contra el ataque de Nelson y así, el 28 de julio de 1797, el Gobernador del Castillo, Pedro de Higueras, dio parte al General Gutiérrez sobre el daño causado por el fuego enemigo, a fin de proceder a su composición, indicando: "Habiendo reconocido en el Castillo a mi cargo el estrago que pudo haber ocasionado el desembarco del día 22 y el bombardeo que ejecutaron la noche del 24 la fragata y la obusera de la Escuadra Inglesa del Almirante Horacio Nelson al haber arrojado más de 41 bombas sobre el referido Castillo, solo una de ellas cayó en la cocina rompiendo algunas tejas, tablas y un pedazo de tabique de una alacena contigua a un cuarto donde había paja para las bestias sin que esta se hubiera incendiado, mientras que otra hizo explosión dentro de la Capilla, en donde se hallaba un crucifijo, sin que causara el más leve daño los seis cascos en que se abrió".

          En 1881, se le abrieron nuevas troneras y se le añadieron 3 cañones y 2 obuses de hierro. En 1898, ante la posibilidad de una invasión por parte de Estados Unidos, se construyó una batería anexa con 50 metros de magistral, que recibió el nombre de La Cortina, la cual sería demolida (1965) para construir el Club Deportivo Militar de Paso Alto.

Paso_alto-1955_Custom

El castillo de Paso Alto, tras su restauración, el 2 de mayo de 1955

          Como homenaje a la Gesta del 25 de julio de 1797, el Ministerio del Ejército dispuso su restauración y embellecimiento para instalar un Museo en sus dependencias; la inauguración, con la presencia del Ministro del ramo, tuvo lugar el 2 de mayo de 1955  pero, veintitrés días más tarde, la Comandancia de Obras y Fortificaciones de Canarias lo entregó a la Junta de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, por 330.087,50 pesetas, (1.983,87 Euros) con el fin de que este Organismo pudiese realizar las obras de la carretera que unía la dársena de Anaga con la del Este.

          En el documento de cesión, aparte de la condición de cumplir lo establecido sobre protección de los Castillos de España (1), se especificaba que el Castillo ocupaba una superficie de 1.420 metros cuadrados, su única entrada estaba flanqueada por dos pilastras rematadas por pirámides altas que, en unión de otras diecisiete, de menor tamaño, todas ejecutadas en piedra artificial y unida por gruesas cadenas de hierro forjado y jardineras bajas conforman la fachada principal.

          La explanada superior, de forma semicircular, limita en el frente de mar por un ancho parapeto, en el que se abren cinco troneras emplazadas sobre cureñas de madera con ruedas de hierro que acogen los cuatro cañones de bronce, fundidos en 1717, durante el reinado de Felipe V, con los siguientes nombres, copiados textualmente: "Orible", "Inbensible", "Espanto" y "Torpe". En la parte opuesta al mar existen dos pérgolas, compuestas cada una por seis pilastras de piedra artificial y un entramado de vigas de hormigón (seis por cinco), decoradas por las buganvillas que dan sombra a los bancos de piedra.

          El descenso al Patio de Armas se verifica por una amplia escalinata situada junto al muro de contención de la Avenida, que desemboca en una fuente de tres cuerpos. A ambos lados de la pila se levantan dos pérgolas similares a las de la explanada superior. En el muro frontal del patio, donde se abren los arcos y puertas de entrada a los locales cubiertos, se ha conservado la antigua construcción de sus jambas y dinteles en piedra natural. Los tres arcos de medio punto, que sirven de entrada, están cubiertos con bóvedas de cañón que conservan la sillería de la época en piedra basáltica; cada uno de ellos tiene, en el frente de mar, una gran tronera de sillería de piedra natural con una vidriera de colores emplomados, decorada con los emblemas del Ejército y los escudos de armas de la Isla y de la Capital; a ambos lados se han escrito, con letras de metal, los nombres de los defensores de la Plaza fallecidos en la gesta. El local central, destinado a capilla, tiene un altar de piedra artificial con el símbolo alfa-omega grabado en su frente.

          El castillo fue utilizado a principios del siglo XVII como calabozo del pirata tinerfeño Ángel García, conocido con el sobrenombre de  Cabeza de Perro, antes de su ejecución en los Molinos de Anacleto. En 1808, estuvo preso Juan Primo de la Guerra, III Vizconde de Buen Paso, y durante la Guerra Civil Española fue utilizado como prisión militar.

          En la actualidad se halla situado en la Avenida de Anaga, entre el Club Militar de Paso Alto y la Escuela de Náutica, dado frente a la dársena de Anaga del Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Es de propiedad municipal y carece de uso.

 

Fuerte de Almeyda

          A raíz del ataque del contralmirante inglés Horacio Nelson a Santa Cruz de Tenerife en 1797, se puso de manifiesto la necesidad de un sistema defensivo cuya disposición pudiera rechazar posibles ofensivas por tierra y por mar; por ello, se decidió construir un complejo fortificado en la Huerta de los Melones debido a que tenía una posición dominante sobre la playa de San Antonio y el Puerto. Se le dio el nombre de Almeyda por estar situado cerca del barranco de ese nombre.

          El proyecto fue realizado por el coronel de Ingenieros Salvador Clavijo y Plo y la construcción se inició el 6 de noviembre de 1859. Debido a los problemas surgidos en la expropiación de terrenos y la falta de créditos, las obras finalizaron en 1884, treinta años después de iniciadas, motivo por el cual la fortificación ya no cumplía el objetivo para el que había  sido concebida.

          Todo el conjunto se encontraba rodeado por un muro de 7 m de altura y un foso de 7 m de profundidad. El frente marítimo estaba defendido por un conjunto de ocho casamatas en la parte superior y doce casamatas en la parte inferior. La zona terrestre la cubría el Fuerte, con 21 cañones de bronce en su azotea, cuatro casamatas en su parte Norte, para dominar el terreno hasta la altura de Paso Alto, y tres casamatas al Oeste, dominando las montañas que rodean la ciudad.

          Los 21 cañones de bronce se utilizaron hasta hace pocos años para disparar las salvas de ordenanza.

          En 1901, como la estructura del frente marítimo no ofrecía mucha resistencia, se construyó un muro de contención y se llenó con piedras y tierra, motivo por el que las casamatas  quedaron cegadas; además, cuatro de estas casamatas fueron rellenas de piedras para que el piso superior tuviese más sustento.

          Las ocho casamatas del frente marítimo que todavía se conservan, conectadas entre sí, con sus paredes y bóvedas de piedra rojiza, en perfecto estado de conservación, son un bello ejemplo de las construcciones militares del siglo XIX. Esperamos que estas joyas arquitectónicas, que están a la espera de su restauración, se puedan recuperar para fines museísticos.

          Todo este complejo militar, que constituye una unidad urbana histórica situada en el corazón de la Ciudad, debe ser preservada en su integridad como testimonio de su pasado como la única Plaza Fuerte del Archipiélago.

          El Acuartelamiento de Almeyda fue sede del Regimiento Mixto de Artillería hasta 1966, dando paso a otros organismos castrenses. En 1997, al crearse el Centro de Historia y Cultura Militar del Mando de Canarias, acogió la Dirección del mismo, la Biblioteca, el Archivo y el Museo.

          Estas instalaciones también son utilizadas como centro de apoyo social pues reúne las delegaciones del patronato de huérfanos del ejército de tierra, de los veteranos de las fuerzas armadas y de la guardia civil; así como las oficinas de Farmacia y Óptica militar.

          El Centro de Historia y Cultura Militar tiene como objetivos la realización de conferencias, exposiciones, certámenes literarios, etc.

          El Archivo Intermedio y la Biblioteca están abiertos a historiadores, investigadores y público en general. El Archivo es el encargado de conservar los más de tres millones de documentos militares existentes en el Archipiélago y la Biblioteca cuenta con 30.000 volúmenes, el más antiguo data de 1723. El Museo Militar Regional de Canarias ha logrado reunir desde su inauguración, 1 de febrero de 1998, un valioso testimonio de nuestra Historia. Sus 1.500 fondos los distribuye en una superficie de 900 metros cuadrados, repartidos en las dos grandes salas semicirculares del Fuerte, el patio de armas y los jardines del acuartelamiento.

Museo-Almeyda_Custom

Museo Militar de Almeyda

          La visita al Museo comienza en el vestíbulo de la planta alta del Fuerte, donde una maqueta escenifica la efemérides del 25 de julio de 1797.

          La sala principal de la planta alta dispone de trece ámbitos que se suceden uno a continuación del otro. En su arquitectura destacan los arcos de medio punto y los argollones alineados con las troneras; argollones que nunca llegaron a utilizarse. La parte principal de esta sala la ocupa la Gesta del 25 de Julio de 1797, donde se describe todo lo ocurrido durante y después de la batalla; también destacan las 14 banderas que pertenecieron a las Milicias Provinciales de Canarias; la Conquista de Canarias; los Capitanes Generales, los Artistas Militares Canarios, Militares Canarios Ilustres, sala de Armas, etc.

          En la sala principal de la planta baja, también semicircular, compuesta de once recintos, se encuentra el gran legado cartográfico que dejaron los ingenieros militares con descripciones y mapas que habían permanecido inéditos durante siglos; también destaca la artillería de las islas Canarias, Santa Cruz Plaza Fuerte, el arte y ciencia de navegar, con una serie de  maquetas navales realizadas por los maquetistas canarios, etc.

          El cañón Hércules, de 4,68 m de longitud y 3.400 kg de peso, fundido en el año 1547 en Malinas, actualmente Mechelen, (Bélgica), está dividido en tres cuerpos y las fajas que los separan están bellamente cinceladas, imitando los famosos encajes flamencos; al igual que la lámpara y el cuello del cascabel. El Hércules fue adquirido por el Cabildo de Tenerife en 1566, para defender la Fortaleza Vieja; diez años más tarde fue instalado en el Castillo de San Cristóbal, donde permaneció hasta 1876 en que fue llevado al Museo del Ejército, en Madrid. Tras las gestiones del presidente del Cabildo de Tenerife con el Ministerio de Defensa, desde el 25 de mayo de 2005 se encuentra ubicado en el patio de armas del Museo.

 

Torre de San Andrés

          Alonso Fernández de Lugo le regaló el Valle de las Higueras a Lope García de Salazar, Conde de Salazar, un capitán de marina que le había acompañado y ayudado en la conquista de Tenerife y que con anterioridad había traído a la Isla (1464) a Diego de Herrera e Inés de Peraza, una vez establecidos los pactos de alianza con el Mencey de Anaga.

          Lope García de Salazar, cambió el nombre guanche de Abicor e Ibaute por el de Valle de Salazar y construyó allí su casa y la primera ermita con las imágenes de San Andrés y Santa Lucía.

          El abrigo del Valle era bien conocido por los filibusteros quienes lo aprovechaban para hacer la aguada, acechar a los barcos que venían cargados de tesoros, así como  apresar a los vecinos de la pequeña población que tenían refugiarse en las cuevas existentes en sus quebradas; por ello, la construcción de una Torre en este lugar tenía vital importancia porque, al estar situada en el extremo izquierdo de la rada que formaba el puerto de Santa Cruz, defendía la playa y el fondeadero, a la vez que evitaba el desembarco del enemigo que quería tomar las alturas que dominan la Plaza y protegía a los navíos que se refugiaban en sus aguas cuando eran sorprendidos por los piratas.

          En 1706, el Comandante General Agustín de Robles ordenó su construcción al Ingeniero de S.M. Miguel Tiburcio Rossell de Lugo. Aprovechando una pequeña ensenada, de 724,25 metros cuadrados, que formaban los barrancos del Cercado y las Huertas, se levantó la Torre de figura circular a barbeta, con un diámetro de 16 metros de circunferencia en su base y una altura de 5 metros.

          La entrada se efectuaba por un puente de madera, levadizo, por lo que había que subir tres escalones de piedra viva. En su explanada, de adoquines, cabían 5 piezas de artillería. El cuerpo de guardia se encontraba al Sur de la Torre, a unos 11 metros de distancia. Las aguas de lluvia que caían en la citada explanada eran vertidas a una cisterna, capaz de reunir 18 pipas. Poseía un almacén abovedado para 100 quintales de pólvora y otras dos bóvedas en las que podían alojarse el Comandante y 50 hombres.

          Contaba con una campana de metal, fundida en 1787, con cepo de madera y abrazaderas de hierro, para dar a los vecinos la señal de arrebato.

          En 1740, la Torre de San Andrés sufrió destrozos  ocasionados por la crecida del barranco y, aunque los daños sufridos fueron reparados un año más tarde, en 1769 fue reconstruida por el ingeniero Alfonso Ochando; para ello, aprovechando la base, de 16 metros de diámetro, le elevó el perfil hasta los 10 metros y le dio las dimensiones definitivas. En 1896 fue prácticamente destruida por un nuevo temporal quedando en el estado en que se encuentra actualmente.

          La acción más notable en la que participó la Torre de San Andrés, al mando de la cual se encontraba el Teniente José Feo de Armas, fue la victoria sobre la Escuadra de Nelson. Los 43 artilleros de este baluarte no llegaron a intervenir en el combate pero, mientras se firmaba la capitulación, el navío Theseus -en el que se encontraba Nelson- y la fragata Emerald, habían sido arrastradas por la corriente hasta quedar bajo el fuego de los cañones de la Torre; entonces, el teniente José Feo, desconocedor de la rendición de los ingleses, dirigió el fuego contra los invasores, a lo que éstos contestaron con algunas andanadas, mientras que la bombarda Rayo se acercó a la costa y lanzó varias bombas sin éxito, recibiendo, sin embargo, varios impactos que casi la hicieron zozobrar.  Cuando el cañoneo llegó a oídos del General Gutiérrez, envió al Teniente Sierra y a Gaspar Fuente a ordenar el alto el fuego. En este intercambio de disparos, murió el artillero de milicias Francisco Talavera, al reventarle uno de los cañones, llamado curiosamente Asesino.

San_andrs_hoy_Custom

La Torre de San Andrés en la actualidad

          El 12 de marzo de 1879, por orden del Capitán General, fue desartillado y entregado al Alcalde del barrio, con sus naves y cañones de hierro inútiles -4 culebrinas y 2 cañones de largo alcance (Traidor y Asesino)-.

          En 1894 se le declaró en ruinas, para su posterior venta en pública subasta, habiendo sido valorado en 1.087 pesetas por el maestro de obras Domingo Pisaca. El 2 de enero de 1924 fue declarado inadecuado para las necesidades del Ejército y, el 15 de enero de 1926, se entregó al Ayuntamiento. En la actualidad continua en estado de ruina, dando sensación de abandono.
Aunque hemos solicitado reiteradamente su reconstrucción, todavía existen “técnicos” que consideran que la Torre debe quedarse como está, sin comprender que su estado se debe a una avenida del barranco y por lo tanto no conmemora una heroica acción bélica.

          Una vez restaurado, consideramos que en sus dependencias se podría instalar un Centro de Información del Barrio, la Playa y el Valle, así como fotos antiguas y cartelería con la historia de esta fortificación y las modificaciones recibidas.

 

Batería de Regla o de San Francisco

          La batería de Regla, construida en 1656 con la finalidad de proteger la Caleta de Negros, estaba situada en las cercanías de la ermita dedicada a la Virgen homónima, entre la Caleta de los Negros y el camino de Las Cruces o del Lazareto, a 6,90 metros sobre el nivel del mar, y flanqueada por su homologa de San  Telmo y el castillo de San Juan. Al ser reedificada (1742) se le cambió el nombre por el de San Francisco.

          Con motivo del conflicto surgido entre España y Alemania (1886), en relación con las Islas Carolinas, la batería se restauró por completo, pasando a tener forma trapezoidal, con 94 metros de magistral, cuatro explanadas y cinco parapetos de sillería para evitar el fuego procedente de los flancos. Estaba artillada con cinco piezas y su guarnición la componía un Sargento, un Cabo y cinco Soldados. Contaba con cuerpo de guardia, repuesto y tinglado o cobertizo.

          El 2 de enero de 1924, fue declarada inapropiada para las necesidades del Ejército por lo que, desartillada y desmantelada, se entregó al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en 1932. La citada batería quedó semienterrada por las obras realizadas en 1995 para elevar el trazado de la avenida de la Constitución, que enlaza la ciudad con la autopista del Sur, por la costa.

San_Francisco-muros

Los muros de la Batería de San Francisco

          Ahora, después de estar muchos años abandonada, expuesta al saqueo de los sillares que forman sus muros, y con toda su explanada convertida en basurero, la remodelación de la plaza de España y el trazado de la vía Litoral, han hecho que el Monumento a los Héroes del 25 de Julio tenga que cambiar de lugar y se encumbre en este lugar, según la propuesta de la Tertulia de Amigos 25 de Julio.

          Para ello, todo el entorno de la Batería se rehabilitará convenientemente, recuperando su ámbito como lugar de interés de la Capital. La adecuación consistirá en la dotación de un itinerario peatonal que recorra las ruinas de la Batería, completada con una jardinería que dignifique la actuación. El espacio que correspondía a las habitaciones de tropa, también se rehabilitará formando un pequeño mirador desde el que se dominará toda la fortaleza. Las dependencias interiores  se cerraran con un lucernario que permita contemplar el inmueble y evitar que se sigan arrojando basuras en su interior.

          Toda la actuación constará de cartelería conmemorativa e informativa de los aspectos reseñables de cada elemento patrimonial que compondrá este nuevo ámbito dedicado a la Gesta del 25 de Julio y a la defensa del Puerto y Plaza de Santa Cruz de Tenerife.

 

Batería del Bufadero

          Las obras de esta construcción, perteneciente a las baterías de Costa del grupo Norte, se iniciaron coincidiendo con la Guerra de Cuba de 1898, con el propósito de defender la rada de Santa Cruz de Tenerife, aunque los primeros ejercicios de tiro no se llevaron a cabo hasta el 18 de julio de 1914.

Bufadero-restos_Custom

Restos de la Batería del Bufadero

          Durante la Segunda Guerra Mundial, estuvo artillada con 3 piezas Munáiz-Argüelles de 150 mm. de calibre y el Puesto de Mando de la batería se ubicaba en el risco que tiene a sus espaldas.

- - - - - - - - - - -

(1)   DECRETO DE PROTECCIÓN DE LOS CASTILLOS ESPAÑOLES

          Una de las notas que dan mayor belleza y poesía a los paisajes de España es la existencia de ruinas de castillos en muchos de sus puntos culminantes, todas las cuales, aparte de su extraordinario valor pintoresco, son evocación de la Historia de nuestra Patria en sus épocas más gloriosas. Además, su prestigio se enriquece con las leyendas que en su torno ha tejido la fantasía popular. Cualquiera que sea su estado de ruina debe ser objeto de la solicitud del nuevo Estado, tan celoso en la defensa de los valores espirituales de nuestra raza.

          Desgraciadamente, estos venerables vestigios del pasado están sujetos a un proceso de descomposición. Desmantelados y sin uso casi todos es, han venido a convertirse en canteras cuya utilización constante apresura los derrumbamientos, habiendo desaparecido totalmente algunos de los más bellos. Imposible es, salvo en casos excepcionales, no solamente su reconstrucción, sino aún las obras de mero sostenimiento, pero es preciso, cuando menos, evitar los abusos que aceleren su ruina.

          En vista de lo cual, a propuesta del Ministro de Educación Nacional y previa deliberación del Consejo de Ministros


DISPONGO

          Artículo primero.- Todos los castillos de España, cualquiera que sea su estado de ruina, quedan bajo la protección del Estado, que impedirá toda la intervención que altere su carácter o pueda provocar su derrumbamiento.

          Artículo segundo.- Los Ayuntamientos en cuyo término municipal se conserven edificios son responsables de todo daño que pudiera sobrevenirles.

          Artículo tercero.- Para atender a la vigilancia y conservación de los castillos españoles se designará un Arquitecto Conservador con las mismas atribuciones y categoría de los actuales Arquitectos de Zona del Patrimonio Artístico Nacional.

           Artículo cuarto.- La Dirección General de Bellas Artes, por medio de sus organismos técnicos, procederá a redactar un inventario documental y gráfico, lo más detallado posible, de los castillos existentes en España.

          Madrid a 22 de abril de 1949

                  El Jefe del Estado