El Procurador de Causas D. Romualdo García-Panasco y Díaz

Un personaje en la Historia de Santa Cruz de Tenerife a fines del Ochocientos

Por Daniel García Pulido (Publicado en El Día el 8 de diciembre de 2007)

A Teresita Laborda Sanz e Isauro Abreu García-Panasco,
en testimonio indeleble de agradecimiento por infinidad de detalles
y por enseñarme, día tras día, que la generosidad, la bonhomía y la cortesía
no son virtudes ancladas en ese pasado que tanto nos fascina. 


          Las páginas de los libros que versan sobre historia regional, insular o incluso local suelen engrosarse insistentemente con la enumeración de una pléyade de personalidades cuyos nombres y hechos aprehenden el protagonismo de una manera extensiva, en ocasiones engañosa, hasta límites por momentos que no están acordes con la realidad documentada de aquellas épocas. Esta imparable sucesión de apellidos y figuras, aún a pesar de llevar aparejados unos logros y aptitudes que justifican el reconocimiento unánime de la sociedad, llega a nosotros una y otra vez para fijar indisolublemente su impronta y su imagen a ese pasado, solapando de manera inconsciente a multitud de otras biografías que han escapado a la esquiva rueda del paso del tiempo, quedando en el olvido o sumidos en sencillas citas o menciones sobre su persona ligada a tal o cual acontecimiento puntual.

          La figura de Romualdo García-Panasco y Díaz es un paradigma, como la de muchos otros personajes, de este panorama reseñado ya que, si bien en su momento vital fue una referencia notable en el horizonte de la procuraduría y la jurisprudencia en las Islas, con incursiones en el mundo de la política, en la actualidad apenas se tiene constancia de su huella, circunscribiéndose su identidad al ámbito familiar, donde se guarda con celo el recuerdo y la huella de su apego por los suyos, de su dedicación al trabajo y su preocupación por la mejora de su ciudad adoptiva y escenario de la mayoría de sus actividades, Santa Cruz de Tenerife. Objetivo y meta de estas líneas es relanzar su conocimiento en base a los registros que hemos podido ir rescatando de los anales y documentos de años idos, con la esperanza de ofrecer una imagen cercana de su persona, su carácter y sus logros.

 

Nacimiento – ambiente familiar

          Nuestro biografiado nació en la localidad norteña del Puerto de la Cruz el 28 de septiembre de 1833, recibiendo el bautismo en su iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia el 8 de octubre siguiente bajo los nombres de Romualdo Ramón Miguel del Sacramento (Nota 1). Fue uno de los cinco hijos del matrimonio conformado por Ramón García-Panasco y Febles, natural de San Sebastián de La Gomera, y de María Lorenza Díaz González, que lo era de Santa Cruz de Tenerife. Su padre, marino de profesión, era un activo hombre de negocios y como tal no dudaba en cambiar de domicilio para atender con ventaja sus intereses, residiendo en diferentes épocas de su vida en la precitada capital gomera, pasando conforme avanzaban los años al Puerto de la Cruz, a Santa Cruz de Tenerife, para, por último, trasladarse a tierras cubanas con motivo de las obras del ferrocarril en aquellos parajes (2). Por dicha rama paterna, los abuelos de nuestro personaje eran Domingo García-Panasco y Díaz (La Orotava) y María Febles Cejas (El Hierro), mientras que por parte materna lo eran Domingo Díaz Chaves y Francisca González Garrido, ambos  con raíces en la capital santacrucera.

 

Infancia – educación

          Tras su paso por las enseñanzas primarias y secundarias en esta isla, Romualdo García-Panasco se vio obligado, ante la ausencia de estudios universitarios al suprimirse la institución lagunera que los ostentaba, a pasar a tierras peninsulares a cursar los correspondientes estudios en la rama de Derecho, alcanzando a temprana edad el rango de procurador de causas. Su valía y conocimientos en este ámbito debieron ser de una notoriedad palpable en su época y para certificar este precepto basta con repasar su fecundo historial laboral. Tras regresar a la isla una vez obtenida su licenciatura y correspondiente graduación, obtuvo por oposición uno de los cargos de procurador del Juzgado de Santa Cruz de Tenerife, convirtiéndose en el transcurso de los años en uno de los profesionales más distinguidos en su ámbito. Gracias a la celosa custodia por sus familiares de los distintos libros mercantiles de registro y contabilidad, se observa con meridiana claridad su eficaz y atenta labor de representación técnica de todos aquellos que fuesen a ser parte en cualquier clase de procedimiento, adoptando cuantas funciones y competencias le atribuían las leyes procesales en aras a una mejor administración de justicia, a la correcta sustanciación de los procesos y a la eficaz ejecución de sentencias y demás resoluciones. A través de sus páginas puede realizarse fielmente el seguimiento cronológico de las diferentes causas judiciales, en todas las cuales aparece Romualdo García-Panasco inmerso tanto en los procedimientos de sellado, aceptación, firma o copia, como en los de representación, pedimentos, requerimientos, asistencia, reconocimientos o reclamación de honorarios por la realización de escritos, por entresacar algunas de las muchas tareas que tienen reflejo palpable en la consabida documentación (3).

          Un rápido y somero repaso de algunos de los clientes que acudieron a su despacho para contar con sus servicios nos indica claramente que nuestro biografiado fue uno de los procuradores preferidos por los estamentos aristocráticos y burgueses de aquel Santa Cruz de Tenerife de finales del Ochocientos. Dentro de la propia capital encontramos personajes como Alonso Calzadilla y Calzadilla, Elicio Cambreleng Bérriz, Juan Cumella Monner, María Antonia Forstall Blanco, Manuel García Calveras, Isidro Guimerá Fons, Charles Hamilton Edwards, Honoré Hardisson Raphäel, Camilo Lecuona Bello, Tomás Martorano Yanes, José María Palazón Sánchez, José Antonio Pallés y Abril, Francisco Rojas Báez, Cirilo Romero Hernández, José Ruiz Arteaga, Nicolás Ruiz de Salas y Luque, Mariano Solano Rittwagen, o Gregorio Suárez Morales. No obstante también acudían obviamente a la capital santacrucera personalidades de otros puntos de la geografía tinerfeña que confiaban el seguimiento de sus causas judiciales a Romualdo García-Panasco. De La Orotava, entre otros, surgen Fernando Ascanio y Molina, Diego Benítez de Lugo Monteverde, la marquesa viuda de la Quinta Roja Sebastiana del Castillo, Ignacio Llarena y Ponte o María Dolores Pérez-Galdós; de La Laguna, Juan de Ossuna y Van den Heede; y del sur de la isla, Juan Adrián Coello Ramos, Aarón Luis Otazo, Alejandro Peraza y Torres, Gregorio Ramos Cruz o José Sierra Alfonso, entre otros. Se conservan incluso los nombres de clientes suyos en la isla de El Hierro (Pedro Casañas Casañas o Lázaro Padrón Padrón), así como de extranjeros que no dudaron en disponer de sus servicios de procuraduría, caso de los británicos afincados en Tenerife Jorge Davidson Atkinson o Charles James Baker Smith.

          A la hora de entresacar algunos de los procesos judiciales más relevantes podríamos disponer como ejemplos válidos los promovidos por María Dolores Pérez-Galdós contra el marqués de Villanueva del Prado, Alonso de Nava-Grimón y Llarena, sobre el impago de rentas en la Aldea de San Nicolás, en Gran Canaria, en lo que serían los prolegómenos de los históricos y revolucionarios episodios acaecidos en dicho municipio. Asimismo se deberían destacar los autos promovidos por la marquesa viuda de la Quinta Roja, Sebastiana del Castillo, los sustanciados por Gregorio Suárez Morales contra Catalina Ponte de Monteverde, o los seguidos por Alonso Calzadilla y Calzadilla en relación a la titularidad de cinco capellanías instituidas por Rodrigo Juan Logman y Ana Fernández de Jesús en los albores del siglo XVIII.

 

Casamiento – hijos

          Adentrándonos en la esfera particular de la vida de Romualdo García-Panasco debemos reseñar en primera instancia su casamiento en la iglesia santacrucera de la Concepción, concretamente el 30 de noviembre de 1893, con María de los Dolores Seguro de León (4), nacida en La Oliva, Fuerteventura, el 3 de noviembre de 1845 y que pasó a Tenerife con apenas tres años de vida en compañía de sus padres, José Seguro Montesdeoca y Estéfana de León y León (5). Aunque aparentemente la edad de los contrayentes era tardía para dicho enlace (nuestro biografiado contaba con 59 años) dicha relación ya era una realidad consumada de tiempo atrás y prueba de ello son los tres hijos fruto de este matrimonio, que nacieron entre los años 1869 y 1888, siendo preceptivamente reconocidos como legítimos al verificarse la unión canónica de ambos contrayentes:

          -Isauro Anselmo, nacido en Santa Cruz de Tenerife el 21 de abril de 1886, que contrajo nupcias en 1923 con María Teresa Pérez de la Rosa, con quien tuvo descendencia, falleciendo en esta misma población el 7 de marzo de 1949 (6).

          -Guillermo, que vio la luz el 22 de septiembre de 1882 en dicha ciudad y encaminó sus estudios y su vida en la dedicación a la Medicina. Su prometedora carrera profesional en Madrid, avalada por los mejores doctores de la época, se vio truncada por su temprana muerte el 5 de octubre de 1919 (7).

          -Y Abelardo Enrique, nacido en la capital el 27 de febrero de 1869, quien, siguiendo la senda paterna, estudiaría la carrera de Derecho en la Universidad Central de Madrid, en el bienio comprendido entre 1891 y 1893 (8). Contrajo esponsales en la capital de España con Pilar Sierra y Rodríguez, con sucesión, aunque lamentablemente acabaría perdiendo la vida a joven edad, el 3 de julio de 1905, víctima de una “gangrena embólica de un pie” (9).

          Aparte de estos tres vástagos, García-Panasco reconocería haber procreado con Aurora Bernarda Acosta otro hijo natural, de nombre Romualdo, que vio la luz en la capital santacrucera hacia 1864. Éste, tras desposarse con Bernarda Toledo, llegaría a ejercer como secretario judicial en La Orotava y en Güímar, falleciendo en abril de 1922.

 

Residencia – propiedades

          Romualdo García-Panasco, a lo largo de toda su vida, llegó a conformar un importante conjunto de bienes inmuebles, encabezados por la vivienda familiar de dos plantas ubicada en el nº 35 de la antigua calle Canales (hoy Ángel Guimerá), en Santa Cruz de Tenerife, precioso ejemplo de casona tradicional canaria con un centenario patio que acabaría siendo víctima de los desordenados y fatídicos planes urbanizadores que han esquilmado el patrimonio arquitectónico de esta ciudad (10). Esta residencia, junto a otra enclavada en el entonces nº 19 de la céntrica calle Callao de Lima, llegaron a manos de García-Panasco provenientes de la cesión testamentaria dispuesta por su tía política doña Pascuala de Sala Multra e Illumbre [1807-1880], viuda de Gregorio Díaz González-Garrido.

          Aparte de ambas propiedades, nuestro biografiado adquirió una casa terrera en el antiguo nº 77 de la emergente Rambla de Pulido, en el camino de salida hacia La Laguna, así como una finca en el barrio de La Medida, en Güímar, ésta última por compra efectuada el 28 de noviembre de 1897 y en la que Romualdo construiría la que sería la primera bodega en mampostería de toda la comarca de Agache. Para cerrar el apartado de sus propiedades inmobiliarias debemos hacerse mención de la finca del Lomo de la Clavellina, situada en las estribaciones del camino de San Miguel de Geneto (11), vivienda que acabaría convirtiéndose en residencia habitual en los últimos años de su vida y donde le sobrevendría su muerte. La documentación que se conserva sobre esta hacienda nos habla de que, aparte de la construcción principal, contenía hasta un total de 21 canteros, un lagar, una bodega, la correspondiente casa del medianero, una gañanía y un colgadizo.

 

Actividad política.

          Aparte de su ocupación como procurador, el otro ámbito que debe atraer nuestra atención dentro de su biografía se centra en el campo de la política local. La tradición familiar guardaba ecos de su adscripción a la corporación de Santa Cruz de Tenerife en los últimos años del siglo XIX como único escenario en que desplegó su actividad pública y, revisados los libros de actas del Ayuntamiento capitalino para dichas fechas, se certifica dicha apreciación ya que hay constancia documental de que ocupó el cargo de concejal entre los años 1891 y 1895.

          La primera mención que encontramos de su persona surge en la sesión del día 24 de junio de 1891 en la que, al producirse la baja de Manuel de Cámara y Cruz por incompatibilidad con su calidad de miembro electo de la Junta Provincial de Instrucción Pública, se establece una terna de “elegibles” con la finalidad de ser remitida a la superioridad para que pueda seleccionar “al que ha de reemplazar a dicho señor”. Entre esos tres nombres propuestos, junto a los de José Calzadilla y Ramón Cecías, figuraba el de Romualdo García-Panasco y Díaz, que a la postre resultaría designado como puede comprobarse en la sesión subsiguiente de 6 de julio. En ella leemos, en el propio cuerpo del acta, la confirmación de su designación: “Enseguida el señor alcalde [Anselmo de Miranda Vázquez] dio posesión del cargo de concejal al señor don Romualdo García Panasco” (12).

          Su participación y presencia en el devenir político de la ciudad, no obstante y siempre a tenor de los registros municipales, no fue continua ni densa, posiblemente debido a la coincidencia de su ocupación de procurador con las tareas representativas municipales. En la reseñada sesión del 6 de julio de 1891 fue elegido como uno de los integrantes de la Comisión de Evaluación, junto a los concejales José Calzadilla Quevedo, Manuel Gutiérrez, Francisco Rojas Báez y Cecilio Rodríguez Dióniz, siendo ésta la única mención explícita que lo relaciona con las secciones de gobierno en las que se estructuraba en aquel entonces el gobierno capitalino. A partir de dicha fecha no encontramos nuevamente a García-Panasco como compareciente en otra sesión del Ayuntamiento hasta el 14 de febrero de 1892, casi ocho meses después, en ocasión de la revisión anual del listado de reemplazos de mozos llamados a filas. En el referido año 1892 únicamente aparece su nombre en otras dos ocasiones en las sesiones de la corporación, concretamente en las jornadas del 28 de marzo y del 4 de abril de dicho año, aunque el acta de ambas sesiones no refleja la efectividad de ninguna de sus intervenciones o propuestas. Para el ejercicio siguiente, correspondiente a 1893, García-Panasco tampoco extrema ni enfatiza su participación en el control de la actividad municipal, existiendo constancia únicamente de su presencia efectiva en las sesiones del 20 y 23 de marzo, en la del 24 de abril y, por último, en la del 28 de junio. Lamentablemente no existe o no hemos sabido encontrar prueba fidedigna sobre el hecho, afirmado por la tradición familiar, de que Romualdo García-Panasco hubiese puesto su fortuna personal a disposición del Ayuntamiento para sufragar el gasto de los médicos, los medicamentos, los entierros y cualesquiera otras disposiciones sanitarias en el trágico paréntesis de la epidemia de fiebre amarilla en dicho año 1893 (13).

          En 1894 nuestro biografiado hizo acto de presencia en nueve sesiones,  concretamente en los días 10, 11 y 14 de febrero (de nuevo sobre el tema de las listas de mozos de reemplazo) (14); el 28 de febrero -fecha en la que fue reelegido concejal bajo el mandato del alcalde Francisco Delgado-; el 14, 18 y 28 de marzo; y el 1 y 2 de abril. En ésta última sesión fue reelegido como miembro de la Comisión de Evaluación obteniendo para ello hasta doce votos del resto de concejales.

          Para el último año de ostentación de su cargo público (1895), García-Panasco limitó aún más su asistencia a las sesiones de la corporación, existiendo únicamente constancia de su presencia los días 14 y 21 de enero; y el 9 y 10 de febrero (con el recurrente tema de las listas de mozos de reemplazo), fecha ésta última que marca su postrera aparición en los diarios de sesiones. En las elecciones del 16 de mayo de 1895 nuestro biografiado no resultaría ya reelegido en su cargo de concejal.

          Sobre su papel en el ámbito de la política la memoria familiar nos brinda resabios, siempre bajo la órbita del partido republicano, en los cuales Romualdo García-Panasco ocupó temporalmente el cargo de teniente-alcalde del Ayuntamiento santacrucero, con particularidad durante la trágica semana del viernes santo de 1893, si bien lamentablemente esta afirmación no ha podido verificarse de forma conveniente en los libros de actas. A través del texto de los libros municipales no se advierte, como hemos indicado, ninguna contribución o reseña de interés sobre nuestro biografiado, si bien existe un apunte que puede servir de claro ejemplo sobre la caballerosidad y honradez de su persona. En la reseñada última sesión del mes de junio de 1893, al tratarse en pleno un asunto que venía de ser estudiado en reuniones anteriores a las que tanto él como otro concejal no habían podido acudir, se refleja en el acta que “los señores Panasco y Rodríguez Dióniz se abstuvieron de votar en virtud de la divergencia habida por no haber asistido a la sesión cuya acta se discutía”.

 

Fallecimiento

          Romualdo García-Panasco y Díaz padeció cruelmente en los últimos años de su existencia, debiendo hacer frente a la amputación de ambas piernas a consecuencia de un accidente doméstico, y falleció a causa de uremia en su hacienda del camino de San Miguel de Geneto, La Laguna, a las siete de la mañana del día 24 de junio de 1906 (15). Ante la falta de referencias explícitas no se ha podido identificar el lugar donde reposan eternamente sus restos, ya que aunque el panteón familiar se encuentra en el camposanto de San Rafael y San Roque, en Santa Cruz de Tenerife (incluido en la testamentaria de la reseñada Pascuala de Sala), no se ha podido verificar su inhumación en dicho sepulcro. Nuestros desvelos por localizar, por otra parte, su enterramiento en el cementerio de San Juan, en La Laguna, han corrido idéntica suerte al haberse perdido los registros pertinentes a dicho emplazamiento para los años anteriores a 1937, siendo igualmente descorazonadora la visita al propio camposanto al no existir indicación ni enumeración de las lápidas existentes.

 

Conclusión

          A tenor de la relevancia de su impronta en el horizonte de esta ciudad en los años finales del Ochocientos, no es de extrañar que el periodista y maestro de cronistas Miguel Borges Salas, conocedor como pocos de los anales de esta histórica ciudad, llegase a sugerir que una de las calles de Santa Cruz de Tenerife llevase el nombre de Romualdo García-Panasco y Díaz en testimonio a sus desvelos y preocupación constante por el devenir de esta ciudad, tanto en su ejercicio privado como en el político. Tanto el reflejo de la documentación conservada, que constituye de por sí un auténtico diario del acontecer jurídico en aquellas fechas, como su denodado apego por el progreso y el despegue definitivo de la capital son baluartes que justifican y avalan, como mínimo, el necesario y merecido reconocimiento a su persona y a su obra. 

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Notas

1 - Archivo Histórico Diocesano de Tenerife. Fondo de la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, Puerto de la Cruz. Libro XV de bautismos folio 24, registro 222. Desde estas líneas agradecer al personal que custodia y brinda sus servicios en este Archivo, auténtico ejemplo de eficiencia, amabilidad y cordial trato.
2 - Ramón García-Panasco y Febles aparece en los documentos asociado a José Martí y Nin, a Juan Manuel Foronda y Bernardo Forstall Blanco en la contrata de personal para las obras de construcción y tendido de las vías destinadas al ferrocarril en La Habana. Según el expediente matrimonial de su hija Eloísa, aún se hallaba “ausente” en Cuba en julio de 1843.
3 - Dentro de dicha documentación cobra singular relevancia, por la identidad de sus representantes, los recibos de cobro de los honorarios de los diferentes letrados en las causas seguidas por García-Panasco. En ellas figuran letrados de la talla de Miguel Villalba Hervás, Miguel J. Sansón o Gabriel Izquierdo Azcárate, entre otros.
4 - Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción. Libro XIX de casamientos, folio 149.
5 - Iglesia de La Oliva, Fuerteventura. Libro VIII de bautismos, folio 146.
6 - Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Libro XXIII de casamientos, folio 122 y libro XXIX de defunciones, folio 210. 
7 - Archivo documental de D. Isauro Abreu García-Panasco, Santa Cruz de Tenerife.
8 - Archivo Histórico Nacional. Sección de Universidades. Signatura 4.109, expediente nº 9-. [Información obtenida a través de Archivos Españoles en Red, AER].
9 - Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Libro XXXIX de defunciones, folio 256.
10 - Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Padrón municipal de 1895. En él esta vivienda figuraba como la nº 37 de dicha vía. En dicha fecha contaba García-Panasco para el servicio doméstico de su casa con Teófila García Crespo, nacida en Arafo hacia 1867.
11 - La ubicación actual de esta finca, al haber desaparecido como tal, es una tarea complicada pero debía situarse entre los antiguamente conocidos como llanos de la Clavellina, actual campus de San Fernando, en la Universidad, y no lejos del barranco de la Clavellina, que discurre rumbo a la zona de Gracia.
12 - Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Libros de actas de sesiones del Ayuntamiento. 1891-1895.  
13 - Información oral de D. Francisco Aparicio, Santa Cruz de Tenerife.
14 - En la sesión del 14 de febrero el acta refleja que García-Panasco se ausentó de la sala de sesiones junto a Juan Acevedo en la votación de peones camineros.
15 - Archivo Histórico Diocesano de Tenerife. Iglesia Catedral de Nuestra Señora de los Remedios. Libro XXIII de defunciones, folio 163v, registro nº 72.