Presentación de su obra "Santa Cruz, Bandera amarilla"

 

A cargo de Luis Cola Benítez (Pronunciada en el Salón de Plenos del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Santiago de Tenerife el 22 de enero de 1997)

                              Iltmo. Sr. Alcalde, dignísimas autoridades, señoras y señores, amigos: Muchas gracias a todos por su presencia.

          Antes de empezar, debo pedir disculpas porque el estado en que me encuentro, sin duda hará que a mi natural dificultad de expresión se sume el efecto del terrible resfriado que se ha adueñado de mi persona, con lo que mi breve intervención puede alcanzar límites inaguantables.

          Nunca he entendido que en estas ocasiones tenga que hablar el autor. El autor ya habrá dicho en su libro lo que tenía que decir, si es que tenía algo que decir. Una vez su obra ha visto la luz, son los lectores, si los tuviere, los únicos que tienen derecho a la palabra. Así que, el que quiera saber algo sobre el libro, que lo lea. No porque sea mío, sino porque trata sobre nuestro Santa Cruz y, si acaso, porque ha sido hecho con amor.

          No obstante, como de bien nacidos es ser agradecidos, quiero dar las gracias a cuantos, de una u otra manera, han hecho posible que hoy estemos aquí.

          En primer lugar, gracias al profesor don Alejandro Cioranescu, cronista de nuestra ciudad, por la gentileza de su magnífico prólogo, que enaltece el libro hasta límites que nunca soñé. Pero, aunque así no fuera, a don Alejandro hay que darle las gracias todos los días, por compartir con nosotros su vastísima cultura, su buen hacer y su hombría de bien. Pero en esta ocasión voy a permitirme ser crítico con él: a su prólogo le sobran los inmerecidos elogios que con tan buena voluntad me dedica.

          Gracias a don Manuel Álvarez de la Rosa por su brillante presentación, a la que también le han sobrado las palabras que a mí se refieren. Es curioso que una persona que posee tan extraordinaria claridad de ideas y una envidiable frialdad mental, en esta ocasión haya hablado más con el corazón que con la cabeza. Y, estoy seguro, es por que le ha traicionado su sentido de la amistad con la que me honra. El libro SANTA CRUZ, BANDERA AMARILLA es casi tanto de él como mío: desde que conoció el original, movió cielo y tierra para que fuera editado. Más de un escritor o investigador profesional, envidiaría a tan eficaz y perseverante mánager.

          Abrumado por las palabras que tanto don Alejandro como él me dedican, creo que a ambos les encaja perfectamente una frase de José Martí, el héroe cubano hijo de tinerfeña, y por tanto con algo más que gotas de hidalguía chicharrera en su sangre, que escribió en situación similar a la en que yo me veo ahora:  "por la largueza en el elogio no se conoce el mérito del elogiado, sino el gallardo corazón de quien se lo aumenta y exagera."

          Gracias al Dr. don Jesús Llabrés Olmo, por el valor demostrado al atreverse a esbozar el diagnóstico de una enfermedad de hace quinientos años, ilustrándonos sobre la modorra que padeció y diezmó a la población guanche, y por su asesoramiento en las pocas notas médicas que he incluido en el libro.

          Gracias a cuantos me ayudaron, desde sus directores al personal laboral, en bibliotecas y archivos: Biblioteca Municipal, Arcivo del Ayuntamiento, Archivo Histórico Provincial, Parroquial de la Concepción y demás centros donde pude investigar.

          Gracias a don Jaime Pérez García, cronista oficial de Santa Cruz de La Palma, que me animó, me dio valiosas pistas y me facilitó alguna documentación.

          Especial y fundamentalmente, gracias al Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz, a su Iltmo. Sr. Alcalde, al  concejal responsable del área de Cultura, don Fernando Ballesteros, y a su departamento de Publicaciones, por haber hecho posible la edición.

          Gracias a Cepsa, en la persona de su director don Javier Martín Carvajal, así como a Puertos de Tenerife, a su presidente don Luis Suárez Trenor y a su antecesor don Pedro Anatael Meneses, por haberse “atrevido”, ambas entidades, a aportar su generosa colaboración.

          El libro es, en realidad, llana y simplemente, hijo de la curiosidad. Quería saber cómo había sorteado Santa Cruz tantas dificultades y penurias con las que ha tenido que enfrentarse en su historia. Desde antes de adentrarme en el tema, yo ya sabía, vislumbraba, más bien, que la vida de este pueblo no había sido fácil en ningún momento, pero no encontraba la manera de expresarlo de forma adecuada. Hasta que, hace pocas semanas, hablando con el profesor Cioranescu, dejó caer una frase sobre la que me abalancé rápidamente y, no me avergüenza decirlo, desde aquel momento la hice mía. Con su siempre certera palabra, me dijo don Alejandro: "En lo único que ha sido rico Santa Cruz a través del tiempo, es en pobreza y calamidades." Resulta tremendo, pero así es.

          La primera conclusión que puede sacarse de este libro es que Santa Cruz era Muy Benéfica desde mucho antes de que se le concediera oficialmente este título por su excepcional comportamiento en la epidemia de cólera de 1893. La respuesta de la población en anteriores calamidades y epidemias, fue siempre ejemplar, y muchas veces dejaba en entredicho a las propias autoridades responsables que debían dar ejemplo con su conducta. Y esto no ocurría sólo frente a las enfermedades y plagas. Recordemos el comportamiento de la población con las tropas inglesas vencidas en 1797 y cómo se volcó en atender a heridos y prisioneros.

          Pueden sacarse muchísimas más conclusiones, unas positivas y otras negativas, y ya queda señalada la primera. La última, forzosamente, es optimista. Si Santa Cruz ha sido capaz, no sólo de sobrevivir, sino de avanzar y crecer a pesar de tanto sufrimiento, será capaz, también, de alcanzar cualquier meta que se proponga. Pero se hace necesario mantener viva la ilusión y la confianza en nosotros mismos. En este campo, la responsabilidad de nuestros regidores es enorme, y aquí tienen una ilusionante tarea, que será, sin duda, gratificante.

          Ahora, con motivo del glorioso Bicentenario que se celebra este año, tenemos una magnífica oportunidad para enaltecer personas y hechos pasados, sin ridículas autocomplacencias, para que sirvan de ejemplo a nosotros mismos y a futuras generaciones.

          Que así sea y, de nuevo,  muchas gracias a todos.

 

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