Paso Alto y su milagroso Cristo

PASO  ALTO  Y  SU  MILAGROSO  CRISTO

Por José Manuel Encinoso Mena   ( Publicado en La Gaceta el 23 de julio de 2003)


          Ante mí, enjundioso trabajo titulado El Santo Cristo de Paso Alto, cuyo autor es el general de artillería Emilio Abad Ripoll. Me lo envía mi querido amigo Isauro García-Panasco, siempre atento a todos los aconteceres culturales, sociales, religiosos... de nuestro entorno. Confieso que, a pesar de haber leído con emoción El antiguo Santa Cruz de Francisco Martínez Viera, no recordaba este interesante episodio. Y dice Martínez Viera: La fiesta del Cristo de Paso Alto era antigua, popular y animada, una verdadera romería. Se celebraba dentro y fuera de la citada fortaleza. A ella concurrían también las damas y damitas de Santa Cruz, con el rostro tapado a pedir la feria. La fiesta se celebraba cada año para recordar el hecho bélico acaecido en julio de 1797 cuando el frustrado ataque de la escuadra del almirante sir Horacio Nelson a la isla. en la capilla había un lienzo que representaba al divino Redentor, y allí cayó una granada que se fragmentó sin herir a nadie de los ocupantes del recinto”. El lienzo estuvo en la iglesia del Pilar, por entonces parroquia castrense, desapareciendo más tarde.

           También el historiador rumano Alejandro Cioranescu nos habla de ese Cristo y del castillo de Paso Alto. Yo de Paso Alto tengo el recuerdo, cuando en mi infancia acudía cada tarde de verano al balneario con mi abuelo paterno a tomar los baños. Y allí estaba la fortaleza, heroína de pasadas glorias, muda al paso inexorable del tiempo y de la Historia. Al acercarse la fecha del centenario de Capitanía se intentó localizar el lienzo del Santo Cristo. El párroco no tenía conocimiento de ese asunto, pero recordó a otro viejo sacerdote (hoy padres claretianos) que estaba en Málaga, que les dijo que el cuadro estaba enrollado en un viejo desván de la iglesia del Pilar. Relatar como anécdota que, sin duda, este sacerdote era el padre Primitivo Millán, burgalés, ya fallecido. que fue mi primer maestro en 1936, como alumno de ese colegio. sostuvimos una amistad vitalicia y le visité en su residencia de Plasencia (1948) y en tres ocasiones en la de Málaga.

          El trabajo investigatorio del general Abad Ripoll y de todos los que le precedieron me parece excelente. Y un pueblo que no conserva sus tradiciones o las deja perder por desidia y abandono, es un pueblo teóricamente muerto. Todas estas fiestas, como ocurre con la del barrio pesquero de Regla, de3berían celebrarse para regocijo del pueblo llano y de sus gentes.

          Y como final, un relato verídico que viví como testigo. En Septiembre de 1977, en mii primer viaje a la ciudad de Londres, cuando realizábamos una excursión fluvial por el Támesis hacia el Museo Naval Británico, el guía, español, nos endosó una charla sobre la vida y milagros del almirante Nelson y habló de “marino invicto”. Como español y tinerfeño, no pude silenciar tal disparate y le dije: “Recuerde usted, y, si no, busque en un tratado de Historia, y verá que este almirante sufrió una grave derrota en su ataque al puerto y plaza fuerte de Santa Cruz de Santiago de Tenerife”. Por eso nuestra ciudad, la mía natal, entre sus blasones cuenta con el título de invicta. Así de claro.