La fuerza propagandística de un video turístico sobre Tenerife

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en El Día el 19 de noviembre de 1992)
 
 
          Hace algunos años, la organización “Cursos Intensivos Británicos”, que durante los últimos dieciséis años ha enviado –y sigue enviando– alumnos tinerfeños al Reino Unido para el conocimiento y reciclaje del idioma inglés, tuvo la idea de solicitar del Patronato Insular de Turismo, dependiente del Cabildo tinerfeño, el vídeo que, sobre Tenerife –y las otras Islas Occidentales– realizaron los hermanos Ríos.
 
          El objetivo que se perseguía era que dicho vídeo-cassette lo viesen las numerosas familias que, en aquella ocasión, fueron anfitrionas de los citados alumnos. Y tenemos que adelantar que aquella experiencia –repetida en años posteriores– no sólo fue un éxito visual, sino que cosechó un estimable eco de captación turística, ya que el citado vídeo concitó no sólo a las familias anfitrionas, sino a los más íntimos y amigos de éstas, convirtiendo sus casas en improvisadas salas cinematográficas, don de la publicidad de nuestras Islas era también íntima y, sobre todo, directa, porque tras la proyección los alumnos, dentro de sus lógicas limitaciones, se encargaban de contestar las preguntas e interrogantes que, inevitablemente, se produjeron.
 
           Podemos asegurarles que tanto mi mujer, vinculada a Cursos Intensivos Británicos, como yo nos llevamos una gratísima sorpresa con dicha experiencia.
 
           Muchos de aquellos británicos ya conocían Tenerife; algunos, en luna de miel; otros, como incentivo a su jubilación; y el resto, por pura curiosidad viajera.
 
           El matrimonio Malcom y Sandra, por ejemplo, quedó fascinado por lo que el vídeo les ofrecía y que no habían presenciado en su lejano viaje de novios: el lago Martiánez y la arena gualda de Las Teresitas. Ted y Muriel, una encantadora pareja de jubilados, se emocionaron cuando la pantalla proyectó el Drago de Icod, “que no pudimos abarcar cogidos de la mano con otros turistas”, y ella, que como todo británico sigue mimando su jardincillo, pidió se bloqueasen las imágenes de nuestra flora tropical “para volver a oler su fragancia”, de forma muy especial el retamal de Las Cañadas, que sigue impresionando a estos ingleses por su soledad, por esa naturaleza muerta y retorcida completamente antagónica a esas alfombras verde césped y esmeraldas prados dónde las vacas siguen hinchando sus ubres con un pasto que nunca parece acabarse.
 
          Los Tappings, que habían llegado de la isla de Wight, donde insólitamente se tostaron en julio, preguntaban, una y otra vez, ante tanta variedad de imágenes, “si nosotros lo habíamos visto todo”, lo que en realidad nos venía a demostrar que el eslogan de “pequeño continente” no era, ni mucho menos, exagerado, ya que en nuestros escasos dos mil veinte kilómetros cuadrados la Naturaleza nos ha sido pródiga y ellos, los británicos, parecían recordárnoslo para que no se nos olvidara.
 
           El Teide seguía siendo para ellos algo “fantástico y único” y nuestro folklore les pareció “como un quejido, como un lamento”. A los más jóvenes les atraía Tenerife “porque es el punto más distante de Europa” y más que un simple viaje les parecía que iban a correr una pequeña aventura cuando se decidiesen visitarnos, ya que en aquella fecha, más que en ninguna otra ocasión, “está a nuestro alcance por la alta cotización de nuestra libra esterlina”.
 
          Como eternos enamorados de las flores, les llamó la atención la comba del indolente tajinaste; enmudecieron ante el mar de nubes que festoneaba el pezón más alto y erguido de España; se alegraron al observar que poseíamos un aeropuerto diáfano y cercano al mar y se apenaron, y mucho, cuando contemplaban el fin que tenían nuestras alfombras de flores de La Orotava, “que nunca deberían fenecer con las pisadas, aunque sean de procesión”.
 
          Tom y Jennifer, que después volvieron a Tenerife, como otras familias, afirmaron que nuestra isla era “mucho más hermosa y bella que como se la presentaba en los catálogos y folletos” y nos añadieron que al turista inglés que venía de Canarias se le notaba más fino y elegante que cuando venía de otros núcleos turísticos porque cuando regresaba de Tenerife “lo hacía con excepcionales ramos de strelitzias, que convertían en guitarras y sombreros cuando retornaban de otras demarcaciones”
 
          Todas estas vivencias, en efecto, las recogió el cronista tras la proyección de aquel vídeo-cassette que no sólo volcaba en sus imágenes publicidad turística sino que éstas venían impregnadas de notas bucólicas y poéticas bajo el texto de José H. Chela, con el apoyo de una selección musical muy acertada, sin olvidar la locución –en perfecto inglés– de Carlos Revilla y “los quejidos y lamentos” de Olga Ramos y  los Zebenzuí.
 
           Y todo este dilatado propósito, de recuerdos y de nostalgias, ha venido a colación porque hace unos días, e igualmente bajo el patrocinio del Patronato Insular de Turismo de Tenerife, se ha presentado una guía infantil, “Tenerife explorada y explicada”, de la que es autora Jo Brahan, y cuyo objetivo es el de ilustrar a los niños de habla inglesa que visiten la Isla sobre distintos aspectos de la cultura, la geografía y la historia de Tenerife. 
 
          La citada guía tiene estructura de libro de vacaciones con dibujos y fotografías de la isla y va acompañada de un plano de Tenerife. En la citada presentación, el consejero insular de Turismo, Francisco Marcos, aseguró que el Patronato de Turismo no descartaba la idea de editar la guía en otros idiomas, así como ampliar la edición dado el interés que han mostrado los profesores canarios por utilizarla como libro de texto en las clases de inglés, proyecto que nos parece acertadísimo ya que, de entrada, nuestros más incipientes alumnos compaginarían el conocimiento del inglés con el de nuestra cultura, flora, fauna, etcétera, de las que parecen tan alejado y ajenos como hemos podido constatar.
 
          Si la idea de Jo Brahan nos ha parecido muy aprovechable y oportuna, también tenemos que destacar el texto y las ilustraciones de la citada guía infantil, originales de Helen Pendry y Elan Graphic Services Ltd., respectivamente, que aportan al lector, no solamente infantil, unas páginas llenas de viveza y de atractivo visual y, por encima de todo, de un encomiable bagaje cultural, donde la Isla se convierte, aparte de sus indiscutibles bellezas paisajísticas, en un generoso sombrero de prestidigitador del que brota desde la singular historia de los guanches, hasta la policromía de los distintivos aéreos que nos visitan, donde los británicos, alemanes, escandinavos y franceses resultan pioneros. En esta guía –insistimos, algo más que infantil– se recuerda tanto a Alonso Fernández de Lugo como a Cristóbal Colón, sin olvidar, por supuesto, a ese ínclito invasor que responde por Horacio Nelson, del que muchísimos ingleses desconocen que aquí, en esta pequeña islita, dejó su brazo derecho… Y en esta guía se explica lo del cañón Tigre. Se nos invita a dar un paseo, tranquilo y relajante, por nuestros campos, por nuestra campiña, por nuestros senderos turísticos, donde los autores se han quedado prendados de Chinamada y el Parque Nacional de Las Cañadas. Y se han embelesado con nuestros tajinaste, cardones, cactus, violeta del Teide, strelitzias… Y se han interesado por nuestras variedades de perros, pájaros, lagartos, mariposas, loros… Y enseñan al turista a que sepa pedir papas arrugadas, mojo picón, tapas variadas, puchero, gofio y cazuela. Todo esto, y muchísimo más, contiene esta pródiga y multicolor guía de la que el Patronato de Turismo ha previsto su distribución en aviones, aeropuertos, hoteles, ferias de turismo, etcétera. Y en este etcétera nosotros incluiríamos a estas organizaciones que se dedican a llevar alumnos al Reino Unido para el aprendizaje del inglés, ya que con el concurso de estas guías nuestros alumnos, como ya hemos mencionado, no sólo reciclarían dicha lengua sino que tendrían acceso a nuestra cultura, costumbres e historia, que podrían transmitírsela a sus anfitriones británicos, que luego podrían convertirse en nuestros turistas, que eso fue, precisamente, lo que sucedió y ha sucedido muchas veces con el mencionado vídeo-cassette de los hermanos Ríos.
 
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