El nombre de nuestras calles (120). Isolita Santoveña

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 21 de enero de 2024)
 
 
EL  NOMBRE  DE  NUESTRAS  CALLES  (120)
 
Calle Isolita Santoveña
 
 
Enlaza la subida Cuesta Piedra con la calle Manuel López Ruíz
 
 
Foto de Isolita Santoveña
 
Isolita Santoveña Cortina (Oviedo, Asturias, 1921 - Santa Cruz de Tenerife, 1996) llegó a esta capital cuando tenía 10 años, acompañando a sus padres, Adelina y José, que había sido destinado al Banco de España, en cuyas dependencias superiores tenían su residencia.
 
          Estudió el bachillerato en el Colegio femenino Sagrado Corazón de Jesús, en el que sería profesora de cultura general. Al finalizar la carrera de Perito Mercantil, en la Escuela de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, trabajaría como administrativa en la empresa exportadora de tomates de Hernán Cortés, en la calle La Marina, 14.
 
          Se casó con Mario Pastor Pinto, funcionario del Banco Exterior, persona muy vinculada a la natación tinerfeña y tuvieron tres hijos: Mario José, Jorge Carlos, y María Soledad. 
 
          Comenzó a practicar la natación competitiva a la edad de 14 años, lo que le obligaba a levantarse muy temprano para ir a entrenar a la piscina -sin climatizar- del Balneario de Santa Cruz, en Valleseco, y después llegar puntual –a las 9 horas- a las clases que recibía en el citado centro educativo. 
 
          Participaría en numerosas competiciones locales, provinciales y nacionales con el equipo de natación del Deportivo Tenerife y, a la edad de 20 años, formaría parte de la selección Canaria que obtendría la Medalla de Bronce en el IV Campeonato Nacional de la Sección Femenina, celebrado en Madrid y de la primera selección femenina Canaria que participó en los campeonatos de España, celebrados en el Real Club Náutico de Santa Cruz de Tenerife, donde obtuvieron la medalla de bronce. Al año siguiente, con este mismo equipo, se proclamarían campeonas de España, en las piscinas del Club Natación Barcelona. 
 
          Su labor social la comenzaría en 1967, colaborando con Dácil Vilar Borges en la Asociación Provincial de Amas de Casa, una ONG sin ánimo de lucro que asesoraba a las vecinas de los barrios de Santa Cruz. 
 
          En 1977 fue nombrada tesorera de la Asociación de Cooperación Juvenil San Miguel, en la que durante años llevaría una gran labor de prevención, asistencia e incorporación social de los drogodependientes. La citada Asociación sería declarada de Utilidad Pública en 1980, siendo tomada como ejemplo de recuperación de drogadictos por la Unión Nacional de Ayuda al Drogadicto.
 
          Al año siguiente, la citada Asociación, inauguraría el primer Centro de Atención a las Drogodependencias, en la calle Horacio Nelson de esta capital y crearía los Talleres Ocupacionales de Formación.
 
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