El nombre de nuestras calles (103). Góngora

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 19 de noviembre de 2023).
 
 
EL  NOMBRE  DE  NUESTRAS  CALLES  (103)
 
Calle Góngora
 
 
Desde la Avenida San Sebastián a la calle Lepanto
 
Luis de Góngora y Argote
 
 
Luís de Góngora y Argote (Córdoba, 1561- 1627) nació en el seno de una familia acomodada, y realizó sus estudios en la Universidad de Salamanca.
 
          Siendo canónigo beneficiado de la catedral de Córdoba fue amonestado por el Sr. Obispo por acudir a diversiones profanas y componer versos satíricos. Como racionero de la citada Catedral viajaría por varias ciudades españolas, en diversas comisiones.  
 
          Al ser nombrado capellán de Felipe III, en 1603, se instaló en la Corte que, por aquellas fechas, se había trasladado a Valladolid. En esta época comenzaría a escribir sus ingeniosas letrillas con vena satírica y estilo ligero y humorístico que caracterizaría buena parte de su obra. A partir de 1617, a sus poemas le une un estilo elegante y culto, produciéndose la unión perfecta de ambos registros que hasta entonces se habían mantenido separados.
 
          A lo largo de su vida, siempre mantendría una terrible y célebre enemistad con su gran rival, Francisco de Quevedo.
 
           A pesar de que en vida no publicó ninguna de sus obras, sus sonetos, romances y letrillas corrieron de mano en mano en copias manuscritas, las cuales serían recopiladas en cancioneros, romanceros y antologías. 
 
          Sin embargo, sus dos extensos poemas: Soledades y La Fábula de Polifemo y Galatea, escritos entre 1612 y 1613, son de extraordinaria originalidad, tanto temática como formal, pues rompen con todas las distinciones clásicas entre géneros lírico, épico e incluso satírico.
 
          Su lenguaje destaca por el uso reiterado del cultismo, sea del tipo léxico o sintáctico, por lo que la dificultad que entraña su lectura se ve acentuada por la profusión de inusitadas hipérboles barrocas, hipérbatos y desarrollos paralelos, así como por la extraordinaria musicalidad de las aliteraciones y el léxico colorista y rebuscado.
 
           En 1627, al sufrir una grave enfermedad, dejaría la Corte y marcharía a Córdoba, donde fallecería de una apoplejía. 
 
         Murió enmedio de una extrema pobreza, pues se había arruinado intentando conseguir cargos y prebendas para sus familiares. Sus restos reposan en la Mezquita-Catedral de Córdoba.
 
          Aunque su fama fue enorme durante el Barroco, su prestigio y el conocimiento de su obra decaerían hasta que, en 1927, al celebrarse el tercer centenario de su muerte, los mejores poetas y literatos españoles de la época -conocidos como la Generación del 27- se reunieron en Córdoba ensalzando su obra definitivamente. 
 
 
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