El polémico y morboso cuadro de "La mujer barbuda". de José Ribera, "El Españoleto" (1591-1652)

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en El Día el 9 de diciembre de 1988).
 
Mujer barbuda ribera
 
 
          Allá, en aquel Toledo cristiano, árabe y morisco, en aquel Toledo de la alquimia y de la cábala, del misterio y ocultismo, se nos iba a ofrecer, con un reclamo que se nos antojó circense, algo que respondía a la mujer barbuda… Nos prepararon, así:
 
          -Es un cuadro muy especial. Fuerte. Casi desagradable. Puede ser morboso. Pero vale la pena que lo vean.
 
          Hay que franquear las aristocráticas puertas de la Casa de los Duques de Lerma para llegar, tras descorrer una cortina escarlata, al lienzo, que salió de los pinceles del valenciano José de Ribera, llamado “El Españoleto” a caballo de los siglos XVI y XVII.
 
          Los técnicos en la materia aseguran que el cuadro fue pintado en Italia. Ribera sigue las tendencias e ideas de Caravaggio, que junto a Miguel Ángel, fueron sus maestros. Tanto Ribera, que vivió algunos años en Nápoles, como Caravaggio, así como Rembrandt, el maestro del claroscuro, fueron considerados en su tiempo como los mejores tenebristas.
 
          “La mujer barbuda” es un cuadro muy sombrío, con contrastes muy fuertes, de luz y de oscuridad. Si nos olvidamos del tema central, del pecho, las dos cabezas son dos obras maestras del realismo: el brillo, la transparencias de aquellos rostros es perfecta.
 
          José de Ribera sabía de antemano que el cuadro, y máxime en su época, no sería aceptado. Así fue. El cuadro fue  repudiado y durante trescientos años permaneció oculto, como algo maldito. Era una obra de arte, pero también algo desagradable e indigno para exponer al público, “que podía herir su sensibilidad”.
 
          ¿Quién era, en realidad, esta “mujer barbuda”? ¿Existió el personaje inmortalizado en el cuadro? Esta mujer, llamada Magdalena Ventura, era natural de Los Abruzos, del Reino de Nápoles.
 
          A los 37 años de edad le nació la barba y el bigote. Tuvo siete hijos, de los cuales tres nacieron antes de aparecerle la barba y los otros cuatro posteriormente. Casada dos veces, aparece en el cuadro con su segundo marido llamado Félix, amamantando a su último hijo nacido cuando ella contaba con 52 años de edad.
 
          Presentada esta mujer al Virrey de Nápoles, que era el tercer Duque de Alcalá, quedó tan impresionado que, deseando fuese conocido este extraordinario caso por el Rey Felipe III, encargó a José de Ribera la ejecución del retrato el año 1631. El pintor tenía entonces 43 años.
 
          El cuadro, evidentemente, no pasa desapercibido. Es extraño. Parece más bien un hombre con pecho que una mujer con barba. La figura es totalmente masculina: la espalda, la cabeza, las manos son, anatómicamente, de un hombre. El pecho, desde un punto de vista científico, es un error: está en el centro. Puede que el autor lo haya ubicado en esa posición como simple símbolo.
 
          El curioso que quiera profundizar en esta historia solo tiene que ir a la Casa de los Duques de Lerma, y con la ayuda de una buena luz y de mejor lupa, descifrar lo que en latín dicen las inscripciones de las dos piedras que se encuentran a la derecha de este tenebroso, sombrío y extraño cuadro. Que tenga suerte
 
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