Patrimonio Arquitectónico (III). Edificio del Banco de España

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 24 de septiembre de 2023).
 
 
Banco de España
 
 
 
          El Banco de España instaló su primera sucursal en Santa Cruz de Tenerife en 1877, en un local alquilado en la calle del Castillo, 77. 
 
          En 1924, el Estado adquiría un solar en la calle Viera y Clavijo, 37, haciendo esquina con las calles Pí y Margall, 8 y General Antequera, 8, donde levantaría la sede del Banco de España, ocupando toda una manzana del barrio de los Hoteles de esta capital.
 
          El proyecto de la obra fue encargado a los arquitectos peninsulares José Yarnoz Larrosa y Luis Menéndez Pidal, técnicos vinculados a la Institución, lo que justifica que su arquitectura esté relacionada con el academicismo clasicista practicado en la sede bancaria de la capital de España. Como para los citados técnicos era imposible llevar desde Madrid el seguimiento de las obras, este trabajo lo realizó el arquitecto tinerfeño Domingo Pisaca Burgada, quien en todo momento se mantuvo fiel al proyecto. 
 
          Las obras, comenzadas en 1928, estuvieron a cargo de la empresa de Antonio Montesdeoca Henriquez, quién ganaría la subasta al haberla ofertado por 1.200.000 pesetas. La recepción oficial del edificio se llevaría a cabo el 27 de febrero de 1933.
 
El Edificio
 
          El edificio de estilo clasicista, es una de las mejores muestras de la arquitectura institucional del Archipiélago Canario del siglo XX, pues combina superficies de mampostería encalada con otras de cantería gris, donde el gris se muestra en las zonas en resalte y el blanco en las zonas retranqueadas, de manera que al contraponerse como masas que se nivelan ópticamente, produce una dicotomía que imprime movimiento a los planos a la vez que le otorga equilibrio.
 
          Su fachada principal está dividida en dos cuerpos. El primero presenta tres puertas de gran altura, rematadas con tres arcos de medio punto, rotas por un basamento donde figura el nombre de la Entidad.
 
          El segundo cuerpo, que consta de dos plantas, está separado del anterior por una moldurada cornisa en piedra natural. En el núcleo central se distinguen cuatro grandes columnas exentas, de orden jónico, apoyadas en sendos plintos situados entre las barandas del balcón.
 
          En el primer piso, las puertas están coronadas por frontones triangulares en piedra natural, mientras que las ventanas rectangulares que rodean el edificio están apoyadas en ménsulas y rematadas de guardapolvos del mismo material. En las otras tres fachadas aparecen ventanas rectangulares, rematadas y apoyadas en grandes ménsulas de piedra natural en forma de balcón.
 
         El edificio se remata con un entablamento en su núcleo central, sobre el que se alza el escudo de la Entidad, realizado en piedra y adornado con motivos frutales a su alrededor.
 
          El acceso a las oficinas se realiza a través de una escalera imperial, con bóveda de medio punto decorada en casetones rehundidos. 
 
          En su interior destaca el patio de operaciones, donde la sobriedad clasicista se transforma en refinamiento que supone la impronta decó, existiendo una ponderada combinación de materiales de primera calidad, muy poco habituales en las construcciones públicas de esos años en las Islas, como el diseño de la rejería que en el patio de operaciones separa al empleado del público.  
 
          A finales del s. XX, a la gran vidriera emplomada que ocupaba toda la superficie del citado patio de operaciones, proporcionándole luz natural, le sustituirían el Escudo de la Nación por motivos frutales y composiciones geométricas de diversos colores.  
 
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