300 años de la Capitanía General de Canarias en Santa Cruz de Tenerife

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 3 de septiembre de 2023).
 
 
          La figura del Capitán General de Canarias fue creada en 1589 por Real Orden de Felipe II, al nombrar a Luis de la Cueva y Benavides para la defensa y seguridad de las Islas. A partir del citado año, el Capitán General sería la persona con mayores poderes reconocidos en el Archipiélago, pues también desempeñaba la presidencia de la Real Audiencia y era el responsable de la Real Hacienda. Al principio tuvo su sede en la Real Audiencia, trasladándose en 1640 a la Casa Regental, en la plaza Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria.
 
          En 1656, el Capitán General Alonso Dávila se trasladaría a Tenerife, sin autorización Real pero, en 1661, el Rey Felipe IV autorizaría al Capitán General Jerónimo de Benavente y Quiñones para  que “residiera en la isla que mejor estimara para el más eficaz servicio”, decidiendo establecerse en La Laguna, en la denominada Casa de los Capitanes Generales, situada en la calle Obispo Rey Redondo 5; aunque en 1723, el Comandante General de Canarias, Lorenzo Fernández de Villavicencio, Marqués de Vallehermoso, trasladaría su residencia al puerto de Santa Cruz, instalándose en el Castillo San Cristóbal. 
 
           Sus sucesores establecerían la Capitanía General en distintas casas de Santa Cruz, alquiladas a particulares, en la calle de La Marina 13, esquina con Emilio Calzadilla; en la calle San José, esquina a San Francisco; en la esquina de  las calles San Francisco y Castillo, dando frente a la plaza de La Pila (La Candelaria); y en el Palacio de Carta, en la plaza de la Candelaria, desde 1853 a 1881. 
 
          El último Capitán General que  habitó el citado Palacio de Carta fue Valeriano Weyler pues, debido a que las lluvias torrenciales acaecidas en Santa Cruz de Tenerife en el mes de diciembre de 1877, provocaron que se cayera parte del techo principal y causaran graves daños en el mobiliario de las habitaciones, le escribió al Ministro de la Guerra exponiéndole el estado lamentable en que se encontraba esta vivienda, por la que se pagaban 4.000 pesetas anuales de alquiler, a la vez que le rogaba que le autorizara a construir un edificio en el lugar donde en aquellos momentos se levantaba el Hospital Militar. 
 
Capitanía General de Canarias
 
Palacio de la Capitanía General de Canarias
 
 
El Palacio de Capitanía
 
          Cuando el 23 de septiembre de 1878 el Gobierno aprobó los proyectos para la construcción de la Capitanía y el nuevo Hospital Militar, redactados por el ingeniero militar Tomás Clavijo y Castillo-Olivares, todas las Sociedades y Corporaciones tinerfeñas felicitaron al General Weyler, y los habitantes de Santa Cruz se reunieron delante del Palacio de Carta, para darle “vivas y exclamaciones”, mientras la banda de música actuaba en la Plaza de la Candelaria. 
 
          Para que esta obra se pudiera llevar a cabo, el Ayuntamiento colaboraría con la institución militar cediéndole los solares para que construyera el nuevo Hospital, además de acoger a los soldados enfermos en el Hospital Civil, mientras duraron las obras.
 
         Los trabajos del Palacio de Capitanía comenzaron el día 1 de mayo de 1879 y finalizaron el 31 de diciembre de 1880. Las obras estuvieron a cargo del contratista Rafael Clavijo y Armas, siendo el maestro de obra Domingo Sicilia González. 
 
           Para su construcción, la piedra se trajo de las canteras del Sauzal (Tenerife) y de Arucas (Gran Canaria); las losas chasneras para el pavimento procedían de las canteras de Abona (Sur de Tenerife); la cal vino de Fuerteventura; la madera de la Isla de La Palma; etc. 
 
           El edificio resultó ser un claro exponente del clasicismo romántico, al que Tomás Clavijo le aportó novedades que le confieren esbeltez, gracia y una ligereza peculiar; a ello contribuye el mayor preciosismo de los ornamentos que engalanan la fachada, con el juego cromático que ofrece el contraste de la piedra con el revoco blanco del frontis, rematado sobre sus tres huecos centrales por un enorme frontón triangular que alberga el escudo del Reino, escudo al que sustentan dos leones y acompañan trofeos militares, obra del artista tinerfeño Gumersindo Robayna Laso. 
 
           El frente principal del Palacio consta de tres cuerpos de dos alturas. El central, más saliente que los laterales, tiene en la parte inferior la gran puerta de entrada al edificio y en su planta superior una balconada de rejas, a la que se accede por tres puertas rematadas por frontones curvos. Los laterales se caracterizan por tener las ventanas y puertas del piso bajo acabadas en guardapolvos, mientras que las del piso alto están coronadas por frontones triangulares.
 
           El interior del Palacio dispone de un amplio patio claustrado, en el que destacan los azulejos sevillanos y las elegantes columnas de fundición que soportan la galería superior, también de procedencia andaluza.
 
           La escalera por la que se accede a la planta noble desemboca en una galería con cerramiento de tracería neogótica, desde la que se da entrada al magnífico Salón del Trono, concebido para llevar a cabo los principales eventos del estamento militar. Su ornamentación cubre completamente sus paredes con ricos cortinajes, y los espacios se completan con un suntuoso mobiliario. Las pinturas del techo, realizadas por Gumersindo Robayna Laso en 1881, tienen un componente emblemático e iconográfico sobre las Islas Canarias, pues muestra a varios aborígenes que portan los símbolos de la concordia y el progreso, enalteciendo la memoria histórica. Los doce conjuntos plásticos que conforman la gola del techo del Salón muestran la representación de cada una de las Islas, el Reino, la Provincia de Canarias, la Monarquía, el reino de Castilla y León, y el escudo de la Ciudad. También se muestran las iniciales V y W, en alusión al impulsor del edificio, Valeriano Weyler. Aunque la fisonomía del edificio no ha cambiado, en él se pueden apreciar las modificaciones llevadas a cabo en las obras realizadas los años 1910, 1978 y 1986.
 
           Al construir el Palacio de Capitanía, la zona comenzaría a tomar gran impulso, ya que propició la nueva apertura de la calle Méndez Núñez y la avenida Veinticinco de Julio, que darían lugar al señorial barrio de los Hoteles. También se sustituyó el nombre a la calle de la Maestranza por el de Galcerán, en recuerdo de una de las acciones de guerra del General Weyler en la Península.
 
          Frente al Palacio de la Capitanía General de Canarias, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife mandaría construir en 1883 una monumental Plaza -Weyler- que sirviera de elegante antesala a este noble edificio.
 
          Dicha plaza está configurada por un espacio central de forma octogonal, presidido por una fuente de mármol de Carrara, y un paseo interior circular, junto a otros diagonales, pavimentados con piedra artificial, losa chasnera y cantos rodados de playa, rodeados de parterres ajardinados con bellas flores y plantas, bajo la sombra de la espectacular arboleda.
 
 
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