El nombre de nuestras calles (79). Elisa González de Chaves

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 27 de agosto de 2023).
 
 
EL  NOMBRE  DE  NUESTRAS  CALLES  (79)
 
Calle Elisa González de Chaves
 
 
En el barrio de Somosierra, bordea el Parque Leoncio Oramas, desde la carretera general del Rosario al Pabellón Pancho Camurria. 
 
 
Elisa Gonzalez de chaves
 
 
Elisa González de Chaves (La Orotava, 1914 - Santa Cruz de Tenerife, 1967). 
 
          Hija de Leonor y Antonio, alcalde pedáneo y Juez de Paz de La Cruz Santa, Los Realejos, localidad donde Elisa tendría una infancia solitaria que le haría ser introvertida, ya que al no poseer capacidad auditiva no pudo desarrollar la facultad de hablar y por tanto comunicarse con los demás. Además, cuando tenía 4 años se quedó huérfana de madre, siendo sus seis hermanas un gran apoyo para ella, ya que era la menor.
 
          Desde siempre demostró afán por instruirse, siendo su padre el que la enseñaría a leer y escribir; luego, en el colegio La Milagrosa de La Orotava, las Maestras harían todo lo posible por darle una instrucción adecuada a sus posibilidades.  
 
          Al morir su padre, cuando ella tenía 15 años, sus hermanas la matricularon en el Colegio Pureza de María, en Santa Cruz de Tenerife, donde conocería a otra joven, con sus mismas características, que había estudiado en el Instituto de Sordomudos y Ciegos de Barcelona.
 
          En el citado Centro permanecería 10 años, hasta que se matricularía en la Asociación San Vicente de Paul, en Montpellier, Francia, donde adquiriría las técnicas que le capacitarían para enseñar a otras personas que se encontraran en su misma situación. 
 
          Después de viajar a Alemania y Suiza, para estudiar las nuevas técnicas de enseñanza en el lenguaje de signos, en 1956 regresaría a Tenerife como la primera educadora de sordomudos, comenzando a impartir sus clases en un aula de la delegación de la Sección Femenina de Santa Cruz y al curso siguiente en el Grupo Escolar San Fernando, en el barrio Duggi.
 
          En 1959 crearía la Asociación de Sordomudos de Tenerife, con la inestimable ayuda del joven Agustín Yánez Soler, estudiante de Bellas Artes que luego se haría sacerdote y dedicaría su apostolado entre los sordomudos del mundo. 
 
          En 1967 lograría abrir el primer Hogar y Escuela de Sordomudos de Canarias, en la calle Viera y Clavijo, gracias a una subvención oficial, las cuotas de los socios protectores y el dinero que ella aportó de su herencia. El cruel destino le impediría disfrutar de la materialización de su obra, al fallecer ese mismo año. 
 
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