El nombre de nuestras calles (76), Eduardo Zamacois

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 13 de agosto de 2023).
 
 
EL  NOMBRE  DE  NUESTRAS  CALLES  (76)
 
Calle Eduardo Zamacois
 
Comunica la calle Heliodoro Rodríguez López con la de Góngora
 
Eduardo Zamacois
 
Eduardo Zamacois Quintana (Cuba, 1873 – Buenos Aires, 1971) 
 
          De madre cubana y padre vasco, que había emigrado a Cuba y se ganaba la vida dando lecciones de piano. 
 
          Eduardo llegó con su familia a Bruselas cuando tenía cuatro años, trasladándose al año siguiente a París y, cuatro años más tarde, a Sevilla, donde cursaría el bachillerato en el Instituto Provincial.
 
          A los 15 años se matricula en Filosofía y Letras, en la Universidad Complutense de Madrid, cambiándose al curso siguiente a la facultad de Medicina. Tres años más tarde abandonaría los estudios para ejercer el periodismo en varias revistas y comenzar a publicar novelas eróticas, con un estilo realista y naturalista. Su éxito daría lugar a que comenzara a llevar una vida bohemia.
 
          A los 22 años su madre le presiona para que contrajera matrimonio con una modista de su edad, Cándida Díaz y Sánchez, aunque a lo largo de los años continuará con sus aventuras extramatrimoniales, en especial con su amante Matilde Lázaro, que le inspiró su novela Punto-Negro.
 
         Luego se establecería en París, trabajando para las editoriales Garnier y Bouret, llevando a la vez una vida repleta de aventuras galantes.
 
          En 1901, funda y dirige en Barcelona el semanario Germinal, de la Editorial Sopena. 
 
          En 1907 crea El Cuento Semanal, un nuevo tipo de novela corta que tendría gran éxito, ya que se distribuía a través de los kioscos de prensa. 
 
          Durante la Primera Guerra Mundial sería corresponsal en París del periódico La Tribuna. 
 
          En 1917 se dedicó a dar conferencia por Hispanoamérica, Norte de África y Europa. En esta etapa conoce a la cubana Matilde Olimpia Fernández y Fuertes, quien se convierte en una de sus amantes permanentes, y en Nicaragua es declarado bígamo, al casarse con la joven Tulia Avilés.  
 
          Publicó algunos artículos sobre la Isla de Tenerife, escritos en las estadías que solía realizar el barco cuando iba a impartir las citadas conferencias. Por este motivo recibiría 500 pesetas del Cabildo, al considerarlas propaganda turística.
 
          Al estallar la Guerra Civil Española, publicó El asedio de Madrid, en el que contaba cosas que el Frente Popular consideraba inapropiadas, enredo del que le sacaría el presidente del Gobierno Juan Negrín. 
 
          Exiliado en Francia, desde aquí se trasladó a Cuba, México y Estados Unidos, recalando en Buenos Aires, donde fallecería. En 1972, sus restos fueron inhumados en Madrid.
 
 
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