El nombre de nuestras calles (60).Doctor Fernando Barajas Vílchez

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 18 de junio de 2023).
 
 
EL  NOMBRE  DE  NUESTRAS  CALLES  (60)
 
Calle Doctor Fernando Barajas Vílchez
 
 
Subida a Las Mimosas que comienza en la confluencia con la calle Enrique Wolfson y la avenida 25 de Julio.
 
Fernando Barajas Vilchez 
 
Fernando Barajas Vílchez (Madrid, 1899 - Santa Cruz de Tenerife, 1955). 
 
          Licenciado en Medicina y Cirugía en la Universidad Central de Madrid en 1922. Pudo terminar su carrera gracias a la ayuda de su hermano mayor, José María, ya que había fallecido su padre, el doctor Luciano Barajas y Gallego.
 
          En Madrid sería médico titular de Rascafría, pequeño municipio ubicado en el valle de Lozoya, y Profesor auxiliar del Instituto Laringológico de las Siervas de María. 
 
          Llegó a Santa Cruz de Tenerife en 1926, ya que su esposa, Soledad Pratt y Ordoñez tenía familia en la Isla, y que su amigo y  compañero de estudios, Ángel Capote Rodriguez, le comentó la carencia de especialistas en Otorrinolaringología en las Islas Canarias.
 
          En 1929 fundó la Clínica Barajas, en la calle Perez de Rozas 8, de Santa Cruz de Tenerife, donde muy pronto se ganaría el conocimiento y afecto de la sociedad santacrucera, no sólo por el dominio de su especialidad, sino también por su gran humanidad, ya que pasaba consulta gratuita a quienes no podían costearse una sanidad privada.
 
          Como dato curioso, en el citado año lograría que el tenor lírico Miguel Fleta pudiera llevar a cabo su actuación en el Teatro Guimerá, ya que padecía una afección crónica de garganta.
 
          Fernando Barajas Vílchez fue Otorrinolaringólogo Municipal hasta 1936, año en que fue apartado del cargo por su afiliación al Partido Socialista, abriéndole expediente de depuración.
 
          Cuando el Gestor Instructor del caso, Francisco La Roche Aguilar, le preguntó sobre sus cotizaciones, sus declaraciones dieron lugar a que no se le pudiera abrir expediente sancionador, ya que su cargo era honorífico que no devengaba ni cobraba emolumentos por su trabajo, y sus cotizaciones las destinaba al culto católico, al Asilo Victoria, al Asilo de Ancianos, a las Oblatas y a las Siervas de María. 
 
 
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