El nombre de nuestras calles (35). Benavides
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 26 de marzo de 2023).
EL NOMBRE DE NUESTRAS CALLES (35)
Calle Benavides
Desde la Rambla de Santa Cruz a la Avenida Barranco Santos
Benavides intercambió su caballo con el del Rey Felipe V
Antonio de Benavides Bazán y Molina (La Matanza de Acentejo, 1678 – Santa Cruz de Tenerife, 1762)
A los 20 años fue reclutado para el Regimiento de la Bandera de La Habana, donde muy pronto ascendería a Teniente de Caballería.
A los tres años de su estancia en Cuba, fue llamado a la Península para participar en la guerra de Sucesión Española, formando parte del bando borbónico como Teniente Coronel del Regimiento de Dragones de la Guardia de Corps.
En la batalla de Villaviciosa de Tajuña (Guadalajara), el 10 de diciembre de 1710, al percatarse que Felipe V se encontraba en una colina, montado sobre su caballo blanco de gran alzada, le intercambió la montura al Rey al considerar que era una diana fácil para la artillería enemiga. A los pocos minutos, el fuego británico que comenzó a caer en aquel lugar hería gravemente a Benavides y mataba al caballo blanco del Rey. El Monarca, agradecido por haberle salvado la vida, lo ascendió a Coronel.
Fue tal el apego que Felipe V le tomó a Benavides que, con tan sólo 38 años, le nombró Capitán General y Gobernador de las Provincias de Florida, donde establecería fructíferas alianzas con las tribus indias y lograría un largo periodo de paz. También rechazaría las intentonas inglesas de establecer sus bases comerciales en la zona.
Cuando habían transcurridos los cinco años preceptivos del destino, el Rey lo ascendió a Mariscal de Campo y lo envió de Gobernador a Veracruz, uno de los puertos más importantes del Virreinato de Nueva España, donde también saneó la Hacienda Real y se ganó el afecto de la gente.
Al cumplir los 61 años, Felipe V lo ascendió a Teniente General y le nombró Gobernador y Capitán General de la Provincia de Mérida del Yucatán y del Puerto de Campeche, donde volvería a demostrar firmeza, justicia y bondad con los indios.
De regreso a España, Fernando VI le ofreció la Comandancia General de Canarias, pero Benavides le pidió un merecido descanso en Santa Cruz de Tenerife, instalándose en el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, para el que lograría que anualmente le enviaran la “gracia de toneladas de Indias” (Dinero derivado de los productos canarios exportados a América).
Benavides está enterrado en la Iglesia Matriz de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. En su lápida se puede leer: “Varón de tanta virtud, cuanta cabe por arte y naturaleza en la condición humana”.
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