Una industria de cordelería en Santa Cruz

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en La Tarde el 14 de marzo de 1959).
 
 
 
          Los alumnos de Profesorado Mercantil de esta Escuela Profesional de Comercio efectuamos recientemente una interesante e instructiva visita a una industria tinerfeña casi desconocida para la mayoría, la de la cordelería, que antes se efectuaba aquí al aire libre, de una manera un tanto rudimentaria y poco eficaz. Hoy en día modernas máquinas sustituyen a aquellos obreros pioneros de esta industria en Tenerife.
 
          De las cordelerías que en España existían en los arsenales del Estado, la de Cartagena llegó a alcanzar gran fama, muy merecida por la bondad de los productos en ella elaborados, siendo la única que se conservó para suministrar a la Marina de guerra nacional.
 
          Esta industria tinerfeña está enclavada en un edificio situado en la autopista, próximo a la Refinería. La visita la realizamos acompañados por los profesores don Andrés Pérez Faraudo y don Antonio González, quienes, en unión del encargado general de la factoría, señor Márquez Castellanos, nos explicaron detenidamente las operaciones que allí se realizan. Con el señor Márquez sostuvimos el siguiente dialogo: 
 
               —¿En qué año se montó esta industria?
 
               —Comenzamos en 1954, con 70 obreros.
 
               —¿Qué materia prima emplean?
 
              —El sisal, científicamente denominado Musa sinensis, y que sirve para la fabricación de jarcias en sustitución del abacá, al que falsifican por parecerse la fibra del sisal a la del abacá de una manera notable, aún cuando su resistencia y condiciones para la construcción no son las mismas.
 
               —¿Y cómo lo diferencian?
 
               —El abacá produce una ceniza de color gris oscuro y sisal simplemente de color algo oscuro. La mezcla tiene un color pardo oscuro.
 
               —¿Qué país produce más sisal?
 
               —La península mejicana del Yucatán, pero nosotros lo importamos del Congo portugués.
 
          Mientras charlamos con el señor Márquez observamos que ningún operario fuma, cosa que nos extrañó por no ver por ningún lado el consabido cartelito de Se prohíbe fumar. Pero es que todos los obreros saben que el sisal es muy inflamable, y por tanto sobran el cartel y el cigarrillo.
 
               —¿Con qué máquina confecciona los cordeles?
 
               —Empleamos el breker, manuar, hiladora, gavilladora, bobinadora, torcedora, cordonera y contadora, todo de fabricación nacional de Montgat (Barcelona).
 
               —¿Qué papeles desempeñan el breker y el manuar?
 
               —El primero peina y une la fibra, y el manuar es la que forma el tiraje y fija el gramaje, que consiste en dictaminar el peso de la cuerda en metros.
 
               —¿La fibra más fina y la más gruesa de las aquí confeccionadas?
 
               —La más fina, 100 gramos y 4 milímetros de espesor, y la más gruesa, 4.500 gramos y 80 milímetros.
 
          Aquí finalizamos nuestra conversación con el señor Márquez. San Pancracio, el que todo lo puede, es el Patrono de los cordeleros. Allí, en un artística y pequeña urna, preside el trabajo de todos los operarios, quienes tienen gran fe en el Santo, pues hasta ahora no se ha registrado un solo accidente.
 
          Y continuamos nuestra visita. Para proporcionar mayor consistencia y dureza de las sogas, cuerdas y cabos, se ha tenido la necesidad de instalar un túnel de unos 300 metros de longitud. Está construido a unos 23 metros de profundidad, y se asemeja a una pequeña vía de metro. Tiene un alto de 3 metros y mide 4 de ancho. Su final está debajo mismo del campo de Don Pelayo. ¡Cuántas botas de futbol estarían corriendo en aquellos momentos sobre nuestras cabezas!
 
          Durante la construcción del túnel se encontraron los obreros enormes grutas. En una de ellas puede muy bien maniobrar un camión de gran tonelaje. No hace mucho un sacerdote con afición a espeleólogo se interesó en visitarlas, y salió sorprendido de su excursión.
 
          Somos de la opinión de que tales grutas debieran ser estudiadas por técnicos y especialistas en la materia. Quizás hay algo nuevo y muy interesante que ofrecer al turista. 
 
          Antes de terminar, queremos expresar nuestro agradecimiento al señor Márquez Castellanos, por las atenciones que nos dispensara.
 
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