Vuelta a casa... o Juan Díaz de Solís. Una primera parte

 
Por Juan Manuel Valladares Expósito (Comunicación en Radio Muelle el 7 de septiembre de 2022)
 
 
          Cuando llegan las calendas veraniegas quien mas quien menos se despoja de la toga praetexta y procura dejar la regular actividad y darse a sí mismo o darle a los más cercanos algún descanso. Estas hoy calificadas como cursilerías eran de uso común entre los padres escolapios de mi infancia.
 
          Esa y no otra fue mi intención cuando dimos fin en  julio a nuestra presencia semanal en esta Infopuertos Radio que tanto hace por divulgar nuestra economía marítima y nuestra cultura a lo largo de  los siglos.
 
          Pero ya languidece el verano y mejor será, sea cual sea su temperatura, que volvamos a la tarea  que nos mantiene las neuronas en orden de combate.
 
          Como ya no tienes que cargar a tus espaldas con toda la biblioteca personal por aquello de que entre tanta basura tecnológica siempre hay algo admirable, te vas a la orilla de la mar y te conectas con los mas diversos archivos nacionales y extranjeros. Con un poco de paciencia y un mediano conocimiento de los personajes que deseas sacar a la luz entras en el Archivo de Indias, en Simancas, Registro General del Sello y en tantos otros como Perico por su casa. Hago la anotación  de que los nuestros, en Tenerife al menos, no son muy visitados a la vista de los disparates vianescos o gilrodanescos y sus mareas que seguimos viendo por aquello de alumbrar nuestra  historia con un triste carburo en un siglo en que la luz ya se usa con mejores tecnologías. Digamos que a lo mejor no es por hacer historia, sino para usarla con otros fines que un humilde investigador no comparte.
 
          Y en eso andábamos satisfechos por la gran labor que la Tertulia 25 de Julio ha hecho sobre la persona, vida y milagros de nuestro bien amado y un tanto desconocido General Gutiérrez. Labor que no terminará aquí, puesto que ya somos muchos los que queremos dar vida a nuestros marinos o personajes históricos que pasaron por nuestros puertos canarios.
 
          Cada cual tiene sus ahijados en la historia, y el mío ha sido alguien a quien debemos nada menos que el descubrimiento del Rio de La Plata. Siempre será para mi el precursor del viaje de Magallanes-Elcano y aun diré más, el preparador técnico de la estancia de la expedición de estos marinos en Santa Cruz de Tenerife. No dudo que en mi admiración por este marino no pesa la curiosidad de que al descubrir y tomar posesión de Punta del Este en Uruguay le diera el nombre de Puerto de Nuestra Señora de Candelaria, al que llegó en 2 de febrero de 1516.
 
          Entremos en la persona de esta gran marino y explorador que se llamó Don Juan Díaz de Solís, y a mayor abundamiento su paso por Santa Cruz de Tenerife, cosa que para algunos sesudos estudiosos de nuestro acontecer histórico no acaba de cuadrar en sus  cuentas. De ello mi insistencia en visitar nuestros archivos sin salir de la isla, porque a veces la verdad esta aquí, en San Cristóbal de La Laguna para más señas.
 
          Como ocurre tan frecuentemente en la historia, si es serio su estudio, empezamos a tener problemas por identificar con rotundidad su lugar de nacimiento. Nada extraño. Si no eres importante nadie pretende tu cuna, pero si lo eres te salen patrias hasta debajo de las piedras. Aun están en Grecia a la greña para ver donde nació Homero. Los portugueses se  apropiaron a Don Juan Díaz de Solís en el Alentejo y los españoles en Lebrija. La misma Lebrija que Elio Antonio de Lebrija, del que hablábamos en el reciente pasado julio en esta emisora. Pero el lugar de nacimiento o procedencia no era cosa fácil de aclarar en esa época. Podías nacer en Asturias (alguien en 1879 encontró una aldea, Santa María de Solís en Asturias y se la adjudicó a nuestro marino) o al menos tener allí tu familia original y por ser vecino de Lebrija acabas en la historia como nacido en el lugar en el que habitas. O has habitado en otro momento de tu vida en Lepe y acabas siendo para la historia nacido en Lepe. Y más si esa residencia, Lepe, aparece en documentos reales desde 23 de marzo de 1508 y no aparece Lebrija hasta 1514. Y no olvidemos este nombre, Lepe, porque “el hombre de Lepe” va a ser el que figura en su presencia en Tenerife en la aventura oceánica que comentaremos.
 
          Ya vemos lo difícil que sería escribir la genealogía de un rey de la antigüedad o fundador de Roma, cuando  además aparece una loba como ama de cría. Y para nada digo si la historia parte de un pueblo sin escritura. Pero sí que había escritura, y de la buena, en la historia de nuestro Díaz de Solís.
 
          Y lo mismo ocurre con su nombre y apellido, puesto que en el andar de los siglos y estamos en lenguas con grafía conocida, nadie aparece de la misma manera en todos los documentos. En 1511 Martir de Anglería le llama Juan Díaz Solís, López de Gomara le añade el de a Solís. En algún documento de la Corona aparece como Juan Díaz. En mi opinión el portugués Méndez de Vasconcelos intentó convertir el Solís en el portugués Golis porque se aproximaba al apellido luso Gois. No cundió el invento si fue esa la intención. Esta es una buena razón por la que soy algo alérgico a genealogías prehistóricas y sin grafía conocida para mas Inri.
 
          Y hago un arriesgado pero documentado intento de aclarar el itinerario  humano de Juan Díaz de Solís hasta que lleguemos a su arribada a Santa Cruz de Tenerife:
 
                    “Juan Díaz de Solís es miembro de una familia procedente de Asturias que se establece en Portugal. Podemos pensar que él nace allí  y que ha sido marino en sus flotas con viajes a Indias. Como a tantos marinos de la época se les paga mal o se les persigue. Participa en negocios no muy claros y acaba refugiado en España en 1495” 
 
          Estos datos tan afirmativos se encuentran en una precisa obra de José Toribio Medina publicada en Chile en 1897. Y este simple lector de nuestra historia, contemporánea al dicho Don Juan Díaz de Solís, ha podido manejar no menos de 20 documentos relativos a su persona en archivos españoles. De algo podré fiarme.
 
          Y ya estamos en la naciente España que va a  ser la financiadora de cuantos viajes se hicieron para el acercamiento de tantas culturas en Oriente y Occidente. No creo tener que recordar aquí a Magallanes, Colón, Vespucccio, Berardi y tantos otros marinos que con dudoso pasaporte español, o no tan dudoso, dieron a la luz tantos nuevos territorios a la corona española. Si añado las hazañas de los navegantes, auténticos españoles de nación, no me alcanza el papel.
 
          Y ahora un respiro y veamos que era Santa Cruz de Tenerife con relación a la fecha de la indudable estancia de Juan Díaz de Solís en su puerto, o mejor diríamos  en sus aguas de fondeo y maniobra. Porque algo similar a puerto o lugar de maniobra para barcos ha de haber si los dicen ya los Acuerdos del Cabildo de Tenerife en fecha 18 de junio de 1506. Citan de esta manera a Santa Cruz:
 
                   “E luego el dicho señor Adelantado con los dichos regidores y teniente. e alguazil mayor que se conformaron con él, mandaron e hordenaron que lo susodicho sea asy fecho e conplido, en manera que cada regidor vaya y esté en Santa Crus y puerto de ocho a ocho días, cunpla e faga lo susodicho, en manera que no .dexen.sacar ningund pan ni trigo ni cevada ni dexe desenbarcar ningunos portogueses” 
 
          Y en la misma fecha ya se citan sus primeros gestores del puerto de Santa Cruz:
 
                    “E luego para que el primero fuese al dicho puerto, fueron escriptos los nonbres del dicho teniente, alguazil e regidores en unos papelitos e fueron echados en un bonete e salió el primero y segundo y dende en adelante, en esta guisa: El primero es Fernando de Llerena. Guyllen Castellano el segundo. Pero de Vergara el tercero. Batysta Ascaño el quarto. Fernando• de Trugillo, quynto. Alonso de las Hijas, sesto. Sancho de Vargas, septimo. El bachiller Pero Fernandes, ochavo. Lope Fernandes el noveno. Mateo Viña el postrero”
 
          Y en 3 de agosto del mismo año un acuerdo digno de investigación en esta fechas recientes en que hemos festejado a Nuestra Señora de Candelaria:
 
                    “E luego el dicho señor teniente dixo que les mandava e mandó a todos para que mañana vayan al puerto de Santa Crus y se provea todo lo suso dicho; y para yr juntos se junten a Santa María Candelaria so pena de cada dos mili mrs. para los propios.”
 
         Y sin necesidad de acudir al italiano Torriani, ya sabemos que en un Juan de Benavente en 1511 fue encargado por el Adelantado Fernández de Lugo de la construcción de algún tipo de defensa vinculada al puerto y su nombramiento como guarda del mismo.
 
          No vamos en este trabajo a valorar de forma total la categoría e importancia del naciente puerto de Santa Cruz de Tenerife. No se puede mirar la historia del siglo XVI con ojos del siglo XXI, y a veces ni siquiera con el mismo criterio del siglo XVI. Los desarrollos de los pueblos que nacen a una nueva cultura a veces avanzan lentamente, como fue el caso de Santa Cruz, y otros con mas celeridad, como fue San Cristóbal de la Laguna. Pero este pobre lugar apenas habitado sirvió de lugar de despedida y hasta caja de reclutas para aventuras en Berbería, descarga de los primeros bastimentos…Y aquellos hombres aventurados que vivieron en el lugar de Santa Cruz de Tenerife, Fernando Trujillo, Lope Fernández, Fray Juan el Cojo, el judeo converso Francisco Ximenez, la primera enfermera en Tenerife, Ana  Rodríguez, serán muy pronto testigos de la arribada a sus costas de las naves que, un tanto en secreto por orden real, van a descubrir nuevas tierras en las Indias de Su Majestad. Aquellas naves traían como capitán a nuestro bien amado Don Juan Díaz de Solís.
 
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