La calle General Gutiérrez y las posibles razones de la dedicada a Horacio Nelson

 
Por Ana María Díaz Pérez  (Publicado en El Día el 17 de agosto de 2022).
 
 
          Se acaban de cumplir 225 años de la Gesta del 25 de Julio de 1797 y en la actualidad sendos rótulos de las calles muestran los nombres de los dos militares que se enfrentaron en aquella batalla, el vencedor y el vencido, o lo que es lo mismo, el general Antonio Gutiérrez y el contralmirante Horacio Nelson, respectivamente.
 
          Es habitual que las vías públicas se dediquen, tras su fallecimiento, a ciudadanos que han dejado huella en distintos ámbitos: políticos, sociales, culturales, etc… en prueba de testimonio histórico de sus logros en pro de nuestra tierra.
 
          El Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife conserva una rica documentación, perfectamente custodiada y clasificada, que contiene la historia de nuestra ciudad, brindándonos la oportunidad de consultar interesantes y distintas fuentes referentes a variados aspectos del pasado capitalino.
 
          En el caso del Gral. Gutiérrez hubo de esperarse 84 años, después de su muerte (14-05-799),  para que el Ayuntamiento de Santa Cruz rotulase una vía pública con su nombre (06-07-1883); la Comisión de Festejos en sesión extraordinaria, bajo la presidencia del primer teniente de alcalde D. Luis Marín del Corral, propuso que se le cambiara el nombre al tramo de la calle de La Caleta, comprendido entre el Castillo de San Cristóbal y el edifico de La Aduana -ambas construcciones hoy inexistentes-, por el de Rambla del General Gutiérrez. La propuesta se sometió a votación de manera urgente por estar próxima la festividad de Santiago, premura que se debió a que urgía la publicación del programa de los actos a celebrar en honor del apóstol, siendo dicha sustitución aprobada por unanimidad. Reinaba en España en aquellos momentos Alfonso XII. 
 
          El fundamento de esa determinación es obvio, puesto que  las actas de los plenos correspondientes (6y12-07-1883) refieren: “en conmemoración de la victoria obtenida   sobre las armas inglesas en  veinte y cinco de julio de mil setecientos noventa y siete”, al objeto de “solemnizar el glorioso aniversario de la derrota de Nelson”, incluso la ubicación de la calle se halla cercana  al desaparecido Casillo de San Cristóbal (hoy Plaza de España) desde donde Antonio Gutiérrez dirigió las operaciones contra el invasor, y la de San José (hoy Bethencourt Alfonso) en la que  dejó de existir. En la actualidad se corresponde con el primer tramo de la antigua calle de La Caleta y el único que permanece de la misma, si bien muy modificado y flanqueado en sus inicios por los edificios de Correos y Telégrafos (izquierda) y Olympo (derecha).
 
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Calle General Gutiérrez, próxima a la plaza de España, entre Correos y Telégrafos y el edificio Olympo.
 
 
          No obstante, la dedicación de una calle al nombre y primer apellido del rendido Contralmirante británico invita, cuando menos, a la reflexión, puesto que hace tiempo que algunos ciudadanos desean saber cuáles fueron las razones de perpetuar en nuestro callejero a una persona que vino a perturbar la paz de nuestros habitantes, pregunta que varias personas le hicieron a mi muy apreciado amigo, el que fuera Vicerrector de la ULL, el Dr. en Filología inglesa, José Luis García Pérez, buen conocedor de  viajeros ingleses en Canarias, e,  incluso, en esos días de celebración de la Gesta otro muy estimado amigo me planteaba idéntica cuestión, además, ya aludió también a la supuesta incoherencia D. Juan José Arencibia de Torres en su interesante libro sobre el conocimiento de nuestra urbe.
 
          Hemos querido encontrar una respuesta convincente -llevamos tiempo en ello- a lo que en principio parece una paradoja; si la batalla fue atípica, el final de la misma no lo fue menos, dado que no se firmó la paz mediante un tratado que imponía sanciones a los derrotados,  todo lo contrario, sabemos de la idiosincrasia canaria, generosa y hospitalaria,  de modo que se atendió a los heridos, se permitió reembarcar a los presos y, lo más curioso, la enemistad se convirtió en cordialidad, pues, como es sabido, hubo un intercambio de productos: un barril de cerveza y un queso por parte de los británicos y un par de limetones de vino del lado español. Por consiguiente, pudo ser esa una de las causas que indujeron a que el derrotado Nelson figurase en una placa viaria, porque cuanto más sonase su nombre, más relevancia tendrían Gutiérrez y Tenerife, ya que muchos versos de nuestros eximios poetas así lo pronosticaban. Sin embargo, no quisimos detenernos ahí y continuamos buscando datos que pudiesen alumbrar desconocidos motivos.
 
          Como es sabido, el marino inglés murió en la batalla de Trafalgar y a los 127 años de su desaparición (21-10-1805) se tomó la determinación de dedicarle una vía pública (14-07-1933) al duque de Bronté, de tal modo que en la mencionada acta, reunida la Corporación Municipal en segunda convocatoria de la sesión ordinaria, presidida por el Sr. Alcalde D. Tomás de Armas Quintero, consta, a propuesta del Concejal Rafael Calzadilla,  la apertura de la calle marcada  con el Nº 1 del barrio de Salamanca para darle el nombre de Horacio Nelson. Así pues, se acuerda encargar el proyecto del trazado de la vía, la realización del plano de parcelación de los terrenos a expropiar, teniéndose también en cuenta la venta y enajenaciones, así como las cantidades a pagar por las expropiaciones, la subasta de las superficies que hubieran de venderse, y, por último, se puntualiza que a todo lo acordado se le diera tramitación con la máxima celeridad para que los gastos pudiesen incluirse en el presupuesto.
 
          Era el tiempo de la Segunda República Española, presidida por Manuel Azaña, cuando el citado concejal manifestó su planteamiento “aduciendo para ello diferentes razones”, que en ningún momento se explicitaron en el documento, sin embargo, debió de parecerles aceptables, puesto que aprobaron su idea. Nos sorprendió entonces la omisión de los argumentos y quisimos seguir investigando con el fin de encontrar un punto de unión, obviamente anacrónico, entre el Sr. Calzadilla y Lord Nelson, de modo que repasamos sendas biografías. Efectivamente, descubrimos una vinculación con la masonería.  En lo referente a  D. Rafael Calzadilla, a pesar de que él no aparece registrado en la lista de masones que ofrece la exhaustiva publicación del experto en este tema, el Catedrático de Historia de la ULL Manuel de Paz Sánchez, sí figuran su padre, D. Rafael Calzadilla y Calzadilla (Rumén), su hermano, D. Emilio Calzadilla Dugour (Benchijigua),  mientras que por línea materna se cuentan su abuelo, D. José D. Dugour (Teno), y sus tíos,  D. Alfonso (Anaga), D Luis (Claudus) y D. Ramiro (Acaimo) Dugour y Ruz. Por lo tanto, suponemos, que la influencia familiar estuvo presente en su forma de actuar.  Asimismo, Horacio Nelson comulgó con la masonería al formar parte de la logia “Unión”, Nº 331 de York. Aquí se halla, quizás, el principal motivo de la mencionada propuesta, porque no ignoramos el sentimiento de hermandad que se profesaban los miembros de esta Organización Internacional.
 
          Otras reseñas alimentan esta hipótesis. De una parte, Dª Isabel González González, concejala de las santacrucera Corporación Municipal (1936), tenía su domicilio en la referida calle y presentó una moción con la intención de que se arreglase el defectuoso estado en que se encontraba la vía, demostrando la importancia de la misma para la circulación al enlazar las calles de Salamanca con la entonces Rambla XI de Febrero (después, del General. Franco y actualmente, de Santa Cruz). De otra parte, se tienen noticias (1937) de “las obras de urbanización de las calles Horacio Nelson (trozo comprendido entre la Avda. Gral. Franco y calle de La Libertad)  y Fraternidad (trozo comprendido entre las calles de La Libertad y Horacio Nelson)”; ello explicaría, además, la elección de esa vía pública, distinguida con el nombre del derrotado extranjero, en un espacio urbano que recordaba el lema masónico: Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero alejada del puerto.
 
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Calle Horacio Nelson, entre la calle Salamanca y la Rambla de Santa Cruz.
 
 
          De todos los datos analizados inferimos estos razonamientos, que deseamos arrojen cierta luz a los lectores de este diario sobre una pregunta hasta ahora sin respuesta, y que insertamos en “el hecho más glorioso que registran las páginas de la Historia de este pueblo”, triunfo obtenido gracias a la pericia del general burgalés y al coraje de todos los que intervinieron en aquella contienda, en la que, lamentablemente, más de una veintena perdió su vida, pero que, de manera insólita, terminó en concordia. El rastreo por la Historia nos ha ofrecido, como en muchas otras ocasiones, la posibilidad de, al menos, y absolutamente apartados de toda polémica, intentar despejar la incógnita.
 
 
A la Dra. Dª María del Carmen Fraga González, excelente Catedrática de Historia del Arte de la ULL, cuyas enseñanzas indagadoras en el ámbito histórico-artístico me aportaron sus valiosas directrices, inmersas en el rigor y respeto investigador, así como en el cuidado del estilo literario.
 
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ARCHIVOS, ARTÍCULOS DE PRENSA Y BIBLIOGRAFÍA:
 
- AMSCT: - Actas del Ayuntamiento del 6 y 12 de julio de 1883, folios 69v.- 72.
 
- Idem: 14 de julio de 1933, folio 269.
 
- UNED: Museo virtual de la Historia de la Masonería. La Masonería Bonapartista. https://www2.uned.es/dptohdi/museovirtualhistoriamasoneria/6historia_%20masoneria_paises/masoneria%20bonapartista.htm
 
- BLOG de Pedro Medina Sanabria: Memoria e Historia de Canarias. La Calle Horacio Nelson, 2 de julio de 2013.
 
- AMANECER. Santa Cruz de Tenerife, 9 de octubre de 1937, pág., 2.
 
- ALVARADO PLANAS, Javier: Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia. Colección Historia de las Instituciones. Real Asociación de Hidalgos de España, Segunda edición, Madrid, 2021, Vol. I, pág. 92. 
 
- ARENCIBIA DE TORRES, Juan J: CONOZCA SANTA CRUZ DE TENERIFE. (Su historia a través de sus calles, plazas y otras curiosidades). Casino de Santa Cruz, S.A., Santa Cruz de Tenerife, 2005, pp., 22-23, 197-198.
 
- CIORANESCU, Alejandro: Historia de Santa Cruz de Tenerife (1803-1977). Santa Cruz de Tenerife, 1979, tomo IV, pág 425.
 
- DE PAZ SÁNCHEZ, Manuel: Historia de la francmasonería en Canarias (1739-1936). Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2008, tomo II, pp.329 -445.
 
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