Descubriendo el descubrimiento (Ciencia encriptada - 3)

 
Por Fátima Hernández Martín  (Publicado en lka página web de Museos de Tenerife el 6 de mayo de 2020).
 
 
           Habían decidido -tozudamente- salir de excursión aquella desapacible mañana de finales del verano del año 1909, que no había sido especialmente caluroso, los dos solos, a caballo, a pesar de la anticipada y copiosa nevada que, desde hacía días, azotaba la región. El eminente caballero y su encantadora esposa llevaban un buen número de horas a trote constante por los alrededores del delicioso pueblecito, donde residían en los últimos tiempos. Se les veía felices, como era habitual, hablaban de sus hijos, se gastaban bromas, cantaban y sobre todo comentaban lo espectacular de la belleza del paisaje, sonriendo -a ratos- de manera cómplice. Pareciera que nada enturbiaba la placidez de la pareja en aquel entorno natural pleno de elevada arboleda, extrañas rocas e imponentes macizos montañosos. Así estaban cuando, de repente, mientras cabalgaban por un estrecho y peligroso sendero junto a un pronunciado precipicio, el caballo de la mujer relinchó asustado y resbaló estrepitosamente, lanzándola al suelo, debido a un inesperado desprendimiento de piedras que caían sin solución de continuidad desde lo alto de la ladera. Rápidamente y muy angustiado, el hombre desmontó y corrió presto a ayudarla, comprobando que solo estaba levemente lesionada. Pero al mirar el caballo, observó que el equino, en su vuelco, había girado una pesada losa de pizarra, caída desde arriba, que contenía algo muy extraño…Después de atender a su cónyuge y preparar el retorno apresurado, aún tuvo tiempo de ocultar (a pesar del enfado de su mujer) el enigmático hallazgo, regresando al pueblo a duras penas, aunque prometiéndose entre ellos no comentar lo sucedido. Cuentan que, al año siguiente (estuvieron doce meses sin decir nada respecto del asunto), una tarde, de manera sigilosa, dejó a su familia en el pueblo regresó solo al mismo lugar del suceso (no le fue fácil localizar la posición), escaló un poco la montaña colindante, unos veintidós metros de altura, y descubrió/contempló maravillado lo que se mostraba ante sus ojos…No podía creer lo que veía…
 
Enigma Personalizado
 
 
Epílogo.-
 
         En esta ocasión, la autora no va a desvelar lo acontecido, no va desarrollar la temática vinculada al texto, como es habitual en ella. Pide que lo averigüe el lector estos días, en que tenemos tanto tiempo para estar en casa.
 
         Para ello ha ocultado algunas claves en el texto… 
 
               ¿Quién es el enigmático personaje?
 
               ¿Qué encontró?
 
              ¿Por qué lo ocultó?
 
              ¿Por qué no comentó nada tanto tiempo?
 
              ¿Han encontrado las pistas?
 
 
          Para los más impacientes, no obstante, en breve, se relatará el hecho completo, dando toda suerte de datos de un asunto que, tal vez, haya intrigado al usuario de nuestros recursos digitales (web, Facebook…) y que coincidirán con los que usted también ha hallado. Además, se incluirá un cuestionario sobre la materia, que podrá ser trabajado por los más jóvenes en casa (ayudados por profesores o familiares).
 
          Gracias…
 
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