Parroquia Matriz de la Concepción

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el 8 de diciembre de 2019).
 
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Parroquia de la Concepción
 
         
          Como la población de la Villa de Santa Cruz iba en aumento y el diminuto santuario de La Consolación, construido en 1499, resultaba insuficiente para dar cabida a los fieles, el sacerdote Juan Guerra mandó levantar una iglesia junto al barranco de Santos, titulada de la Santa Cruz en honor al madero cruciforme con el que se había celebrado la primera misa en la playa de Añazo, el 3 de mayo de 1494.
 
          Debido a que esta pequeña iglesia se encontraba en estado de ruina en 1634, el párroco iniciaría su reconstrucción, con la colaboración de los vecinos, dotándola de una segunda nave y torre. Dos años más tarde sería nombrada Parroquia, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción.
 
          Un incendio en 1652, producido por una lámpara de aceite que el sacristán colocó junto al altar mayor, y el fuego alcanzó el artesonado, haría que tuviese que ser derribada para proceder a su reedificación. 
 
          A la nueva parroquia inaugurada en 1782, diseñada por el ingeniero militar Antonio Samper, se le añadirían las capillas laterales, la torre campanario y el atrio de entrada, de manera que resultó una iglesia de planta de cruz latina, con cinco naves separadas por arcos de medio punto que soportaban columnas de orden toscano de cantería roja, procedente del Valle de Salazar -San Andrés-. La cubierta es de teja árabe, a cuatro aguas, y de los artesonados mudéjar, destaca el del presbiterio, con su techo ochavado.
 
          La torre campanario, concluida a finales de s.XVII, fue trazada a base de cubos prismáticos con vanos en sus cuatro lados, en los que el cubo inferior da paso al templo, atravesando un espacio semejante a un atrio. 
 
          En su conjunto, el edificio presenta un lenguaje de sorprendente armonía constructiva, a pesar de haber sido el resultado de distintos trabajos realizados durante varios siglos. En 1983 sería declarada Monumento Histórico Artístico, por ser el único templo de arquitectura tradicional canaria con cinco naves, cuyo atrio de entrada y la balconada de su pórtico constituye un ejemplo singular de la arquitectura religiosa canaria, único en todo el Archipiélago.  
 
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Santísima Trinidad. Artesonado del Presbiterio
 
         
          En su interior destaca el retablo barroco de la capilla mayor, del s. XVIII, en cuya hornacina central se encuentra la patrona del templo, Nuestra Señora de la Concepción, obra del escultor orotavense Fernando Estévez, acompañada en los laterales por San Joaquín y Santa Ana, del lagunero José Rodríguez de la Oliva.
 
          En el lado del evangelio se conserva la imagen mariana más antigua de Tenerife, la Virgen de la Consolación -patrona de Santa Cruz-. Esta joya histórica y artística, gótico-renacentista, procede de la primitiva ermita que el Adelantado mandó construir en 1496, en el lugar donde hoy se alza el monumento a La Candelaria.  Aunque para los chicharreros, la más preciada insignia que se custodia en esta iglesia es la Cruz Fundacional de 1494.
 
          De su rico patrimonio artístico destaca la capilla de San Matías, situada en el paso de la nave de la Epístola a la Sacristía, mandada a construir en 1743 por Matías Rodríguez Carta, como panteón familiar. En ella, el retablo tallado en maderas de cedro y barbusano, por el artista francés Guillermo Veraud, residente en Santa Cruz, es una de las mejores obras del barroco canario, mientras que las esculturas de San Matías, San Andrés y San Carlos Borromeo fueron traídas de Génova. El conjunto culmina en una original bóveda octogonal y linterna que le da luz. 
 
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Capilla - Panteón.  Familia Carta
 
         
          La familia Carta sería una de las benefactoras de la parroquia, pues en 1736 donó el púlpito de mármol, de traza barroca; la urna de plata del Santo Entierro, etc. También los hermanos Logman donaron las andas del Corpus Cristi, el tabernáculo y el sagrario, de magnífico repujado, labrado en 1745, etc. De la misma manera que Bartolomé Méndez Montañés aportó el  cuadro de Ánimas, de Luis José Curbelo; la Adoración de los pastores, de Juan de Miranda; las cabezas de los tres Reyes Magos; etc.
 
          En su archivo se conservan documentos de muy diversa índole y de incalculable valor; entre ellos están los libros sacramentales, donde se hallan los registros de bautismos, matrimonios y defunciones, que constituyen toda una crónica social de los siglos pasados. Lamentablemente, en el incendio que destruyó la iglesia en 1652, desapareció el libro primero; por ello, sólo se han podido contabilizar 10.232  enterramientos de los habidos en el subsuelo hasta 1810.
 
          De los personajes ilustres que en ella recibieron cristiana sepultura, citaremos a don Antonio Benavides, teniente general de los Reales Ejércitos, fallecido en el Hospital de los Desamparados en 1762 situado en la entrada del Templo. En la capilla de Santiago, los de don Antonio Gutiérrez de Otero, comandante general, vencedor de Horacio Nelson, y Teobaldo Power, el más insigne pianista y compositor canario fallecido en 1884, cuyos restos fueron trasladados desde Madrid en 1923. En la capilla del Carmen, los sepulcros de los sacerdotes Ignacio y Rodrigo Logman, Beneficiados de esta Iglesia. En la capilla de Los Remedios, los del Padre Luis M.ª Eguiraun, Hijo Adoptivo de Santa Cruz, fallecido en 1985. En el Presbiterio, junto a la Epístola, los de Francisco José de Emparán, comandante general de Canarias; José Tolosa y Benítez de Lugo y Grimaldi;  Francisco Casalón, Cónsul de Francia, etc.; y, en una cripta subterránea los Hermanos del Santísimo. En la Capilla de San Pedro, accediendo a través de una trampilla de escalera, 12 nichos de sacerdotes de la parroquia.
 
          Como dato curioso, en la capilla del Carmen se conserva un hueso del Papa y Mártir San Clemente, popularmente conocida como “Canilla de San Clemente”, reliquia que fue donada por el Iltmo. Sr. Sidotti, cuando en 1703 hizo escala en Santa Cruz, en su viaje al Japón. Para su custodia, el alcalde real de Santa Cruz mandó confeccionar una urna que costó 4.300 reales.
 
          Como desde sus orígenes el Templo ha sufrido una serie de inundaciones periódicas, producidas por el desbordamiento del barranco de Santos, entre 1994 y 1996 se llevó a cabo su restauración, devolviéndole su antigua imagen.
 
 
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