El Palacio de Capitanía General de Canarias

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el  9 de junio de 2019)
 
 Capitanía General de Canarias Custom
 
Palacio de Capitanía General de Canarias
 
         
           La figura del Capitán General de Canarias fue creada por Felipe II en 1589, según la Real Orden que decía “la principal causa que me ha movido a instituir y establecer el cargo que lleváis, ha sido la defensa y seguridad de las islas”.
 
          El cargo, que recayó en Luis de la Cueva y Benavides, contenía además la presidencia de la Real Audiencia y la máxima responsabilidad de la Real Hacienda, por lo que el Capitán General pasaría a ser la persona con mayores poderes reconocidos en el Archipiélago, pues todo quedaba bajo su jurisdicción. 
 
          Luís de la Cueva llegó a Las Palmas acompañado de 500 soldados del Rey, de los que la mitad iban a ser destinados a Tenerife, a lo que se opuso el Cabildo por no existir acuartelamientos para alojarlos. 
 
          El segundo Capitán General, Francisco González de Andía e Irarrazábal, llegó a Tenerife en 1625. Como le acompañaban 100 soldados, llegó a un acuerdo con el Cabildo para que asumiera los gastos de su alojamiento y manutención.
 
          En 1661, el Rey le autorizó al Capitán General Jerónimo de Benavente y Quiñones “que residiera en la isla que mejor estimara para el más eficaz servicio”, por lo que decidió establecerse en la Casa de los Capitanes Generales, en La Laguna.
 
          Desde que en 1723, el Comandante General de Canarias, Lorenzo Fernández de Villavicencio, Marqués de Vallehermoso, trasladó se residencia desde La Laguna al Castillo de San Cristóbal, en el puerto de Santa Cruz, sus sucesores establecerían su sede en distintas casas particulares, tales como la casa Foronda, en la plaza de La Candelaria; una casona situada en la calle de La Marina, esquina con Emilio Calzadilla; y, desde 1853 hasta 1881, en el Palacio de Carta, en la plaza de la Candelaria; aunque, en 1852 ya hubo la intención de levantar un edificio propio para la Capitanía, en la huerta del antiguo convento de San Francisco -hoy plaza del Príncipe-, a lo que el Ayuntamiento accedió, siempre que se reservara algún espacio para plaza pública.
 
          En 1878, cuando Valeriano Weyler y Nicolau fue nombrado Capitán General de Canarias, y comprobó personalmente el estado lamentable en que se encontraba su residencia en el Palacio de Carta, por la que se pagaban 4.000 pesetas anuales de alquiler, una mañana de primavera, cuando subía por la calle del Castillo, al llegar al Campo Militar, hoy Plaza Weyler, y ver el viejo Hospital Militar y la explanada que tenía delante, le dijo a su Ayudante: “Ahí enfrente irá la Capitanía”
 
          Cuando el 23 de septiembre de 1878, el Gobierno aprobó el proyecto realizado por el ingeniero militar Tomás Clavijo y Castillo-Olivares, todas las Sociedades y Corporaciones tinerfeñas felicitaron al General por haber auspiciado la construcción la Capitanía y el nuevo Hospital, a la vez que los habitantes de Santa Cruz se reunían delante del Palacio de Carta, en la Plaza de la Candelaria, para dar “vivas y exclamaciones” en su honor, mientras actuaba la banda de música. 
 
          El Ayuntamiento colaboraría con la institución militar cediéndole los solares para el nuevo hospital y acogiendo a los soldados enfermos en el Hospital Civil, mientras duraron las obras.  
 
          Los trabajos del Palacio de Capitanía comenzaron el día 1 de mayo de 1879 y finalizaron el 31 de diciembre de 1880. Las obras estuvieron a cargo del contratista Rafael Clavijo y Armas y el maestro de obra fue Domingo Sicilia González. 
 
          La piedra se trajo de las canteras del Sauzal (Tenerife) y de Arucas (Gran Canaria); las losas chasneras para el pavimento procedían de las canteras de Abona (Sur de Tenerife); la cal vino de Fuerteventura; la  madera de la Isla de La Palma; etc.
 
          El edificio es un claro exponente del clasicismo romántico, introducido en las islas por Manuel de Oraá, al que Tomás Clavijo aportó novedades que le confieren esbeltez, gracia y una ligereza peculiar; a ello contribuye el mayor preciosismo de los ornamentos que engalanan la fachada, donde el juego cromático que ofrece el contraste de la piedra con el revoco blanco del frontis, rematado sobre sus tres huecos centrales por un enorme frontón triangular que alberga el escudo del Reino, en relieve, al que sustentan dos leones y acompañan trofeos militares. Todo ello, obra del artista tinerfeño Gumersindo Robayna Laso. 
 
          Su frente principal consta de tres cuerpos de dos alturas. El central, más saliente que los laterales, tiene en la parte inferior una gran puerta por la que se entra al edificio, y en su planta superior una balconada de rejas, a la que se accede por tres puertas rematadas por frontones curvos. Los laterales se caracterizan por tener las  ventanas y puertas del piso bajo acabadas en guardapolvos, mientras que las del piso alto están coronadas por frontones triangulares.
 
          El interior del Palacio dispone de un amplio patio claustrado, en los que destacan los azulejos sevillanos y las elegantes columnas de fundición que soportan la galería superior, también de procedencia sevillana.
La escalera por la que se accede a la planta noble desemboca en una galería con cerramiento de tracería neogótica, desde la que se da entrada al magnífico Salón del Trono, concebido para llevar a cabo los principales eventos del estamento militar; por ello, su ornamentación cubre completamente sus paredes con ricos cortinajes, y sus espacios con un suntuoso mobiliario.
 
Salón trono Custom
 
Salón del Trono del Palacio de Capitanía General
 
 
          Las pinturas del techo, realizadas en 1881 por Gumersindo Robayna, tienen un componente emblemático e iconográfico sobre las Islas Canarias, pues muestra a los aborígenes portando los símbolos de la concordia y el progreso, y enalteciendo la memoria histórica, encargada de fundir el pasado con el presente. 
 
          En los doce conjuntos plásticos que conforman la gola del techo del Salón se muestran la representación individual de las siete islas, el Reino, la Provincia de Canarias, la Monarquía, el reino de Castilla y León, y el escudo de la ciudad. 
 
          También se muestran las iníciales V y W, en alusión al impulsor del edificio, Valeriano Weyler.
 
          El 7 de febrero de 1879, el Ayuntamiento acordó poner el nombre de Weyler a la nueva Plaza que hoy es la elegante antesala del noble y monumental Palacio de la Capitanía General. 
 
          Aunque la fisonomía del edificio no ha cambiado, en él se pueden apreciar las modificaciones llevadas a cabo en las obras realizadas los años 1910, 1978 y 1986.
 
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