Vida y obras de don Juan Negrín Viña. sacerdote tagananero fallecido hace 50 años.

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el 3 de febrero de 2018).
 
 
          Juan Negrín Viña nació en Taganana, Santa Cruz de Tenerife, el 8 de noviembre de 1907. Sus padres, Juan Negrín López y Ermesinda Viña Manrique, agricultores, tuvieron cuatro hijos: Juan, Severina, Catalina y José.
 
Casa natal Custom 
 
Casa natal de don Juan Negrín Viña
 
          Desde pequeño destacó por su bondad, y en sus juegos ya se le presumía  que algún día llegaría a ser sacerdote, pues se entretenía  en una pequeña iglesia que había construido detrás de su casa, donde realizaba procesiones con los santos que había modelado con barro, acompañado de sus amiguitos.
 
          Aunque su padre quería que fuese militar, después de realizar los estudios primarios en la escuela pública de Taganana, a la edad de 13 años ingresó en el Seminario Conciliar del Obispado de Tenerife, realizando con gran aprovechamiento los primeros cursos de Latín y Humanidades; por ello, cuando tenía 17 años, sus superiores lo enviaron a estudiar al Colegio Pontificio Hispánico de Roma donde, en el curso 1924-25 aprobó Lógica, Metafísica y Lengua Hebrea; y, en el curso 1925-26 Cosmología, Psicología, e Historia de la Filosofía, obteniendo en esta última la calificación de Cum Laude. Se dio la circunstancia de que fue el primer alumno de las Islas Canarias en matricularse en el citado Centro.   
 
          Estas asignaturas son las que impartiría cuando llegó a ser profesor del Seminario hasta que, en 1948, obtuvo la Cátedra de Filosofía por la Universidad de Estudios Eclesiásticos, lo que le facultaba para impartir esta materia a los cursos superiores.  En el año 1935 fue nombrado Vicerrector del Seminario.
 
 
VIDA SACERDOTAL
 
          El 21 de marzo de 1931, recibía la ordenación sacerdotal de manos del Obispo de Tenerife, Fray Albino González y Menéndez-Reigada, celebrando su primera misa, el 9 de abril, en la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Taganana. 
 
Don Juan Negrín Custom
 
Don Juan Negrín Viña
 
          En 1932, sería nombrado cura de la parroquia de San Andrés y Coadjutor de la parroquia Matriz de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Años más tarde continuaría su labor sacerdotal en las parroquias de Garafía (La Palma), San Miguel de Abona, Tacoronte, Tejina y Santo Domingo en La Laguna. En 1948 fue nombrado Beneficiado de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna, en 1954 Maestro de Ceremonias, en 1954 Examinador Sinodial del Obispado y, en 1961, Juez Prosinodial.
 
          Además, por sus relevantes méritos, en 1958 fue nombrado Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna.  Según me cuentan sus sobrinas, María, Margarita y Marí Nieves, jamás llevó en su sotana los  botones rojos -preceptivos en la condición de Canónigo-, lo que nos da a entender que no usaba este símbolo de categoría eclesiástica como gesto de humildad. 
 
 
ESCUELA DEL MAGISTERIO
 
           En 1940 fue nombrado profesor de Religión de la Escuela del Magisterio masculino “Padre José de Anchieta”, establecida en  la calle Nava y Grimón nº 18, de La Laguna -edificio convertido en Hotel-.  
 
          En 1950, siendo Director, para evitar que cerraran el Centro por falta de alumnos, pues sólo habían matriculados tres en cada curso, se dirigió al Presidente del Cabildo Insular, Gobernador Civil y a los Ayuntamientos de la Provincia, solicitándole ayudas económicas para sufragar la pensión, viajes, libros de texto y la matrícula de aquellos que querían ser Maestros pero que sus familias no poseían medios suficientes para sufragar estos gastos. El Cabildo aportaría 13.500 ptas y el Gobierno Civil 7.000 ptas, becas con la que muchos alumnos pudieron realizar sus estudios, cuyo gasto medio era de 300 pesetas. También varios particulares, profesores y, hasta él mismo, les ayudaron comprándoles los libros de texto. 
 
          Con el fin de buscar futuros maestros visitó, en guagua, los pueblos de la Isla, sobre todo aquellos donde había academias que impartían clases de bachillerato por enseñanza libre. Tenemos constancia que del municipio de Los Realejos vinieron 11 alumnos. Es importante reseñar que en esos años sólo existían los Institutos de Enseñanza Media de La Laguna y Santa Cruz. 
 
          El éxito obtenido con esta campaña de captación de alumnos fue tan grande que, en el curso 1952-53, ya estudiaban Magisterio 85 varones y 202 mujeres.
 
          Por ello, como el inmueble antes citado no reunía las mínimas condiciones de habitabilidad para albergar tantos alumnos, consideró que se deberían construir dos edificios para las Escuelas del Magisterio –masculina y femenina- con sus correspondientes graduadas anejas, capilla, salón de actos y campo de deportes.
 
          Al lograr que el Ayuntamiento de La Laguna donara el solar de 5.000 metros cuadrados, valorado en 500.000 pesetas, donde poder construir el anhelado edificio, se puso en contacto con el Inspector Central de Escuelas del Magisterio, en Madrid, rogándole que le comunicara los pasos a seguir para conseguir la subvención total de la obra o la construcción por parte del Estado y que la oficina técnica de su Ministerio se encargara de realizar el proyecto del edificio, designando un arquitecto para que dirigiera las obras.
 
          El resultado a estos desvelos y peticiones le llegó en enero de 1953, cuando  el Ministro de Educación Nacional, le comunica  que ha ordenado al Director General de Enseñanza Primaria la construcción de las Escuelas del Magisterio de La Laguna con sus correspondientes Graduadas Anejas. 
 
          El 10 de octubre de 1958, el director general de Enseñanza Primaria inauguraba las instalaciones de la nueva Escuela del Magisterio, sita en la calle Heraclio Sánchez de La Laguna, cuya matrícula alcanzaba ya los 271 alumnos. 
 
La Laguna en 1958  Escuela del Magisterio Custom
 
La Laguna (1958). Escuela de Magisterio
 
IGLESIA DE TAGANANA
 
          La primera iglesia de Taganana, dedicada a Nuestra Señora de las Nieves, levantada en 1509 por los primeros habitantes con sus escasos recursos, ya se había ampliado en 1674, y tenía sacristía, bautisterio y campanario. Un siglo más tarde se le añadió una nave por el lado del Evangelio y otra por el lado del Santísimo, además de construirse el arco triunfal y la capilla. Terminadas estas obras, el 4 de agosto de 1728, se procedió a la bendición solemne de toda la Iglesia pues, curiosamente, nadie recordaba que esta ceremonia se hubiese celebrado.
 
          El Templo siempre estuvo en continuo peligro de ruina, debido a la calidad de los materiales empleados y a los elementos que en las sucesivas campañas constructivas se le fueron añadiendo. Es por lo que, en 1747 se rindió la puerta principal, en 1804 hubo que apuntalar la nave central para reparar la techumbre, y en 1856 estuvo a punto de derrumbarse; pero, sería  a partir de 1954, cuando comenzó a presentar inminente estado de ruina, hasta que, en noviembre de 1957, se desplomaron las vigas del techo. 
 
Iglesia en 1957-1 Custom
 
La iglesia en 1957
 
         
          Entonces, el párroco, don Isidoro Cantero, solicitó ayuda al Gobierno Civil y al Obispado y, con las 50.000 y 20.000 ptas que respectivamente  le concedieron, en septiembre de 1958, comenzó a desmontar la techumbre y a demoler algunos muros. 
 
          La falta de criterios en la realización de la obra daría lugar  a que, el 10 de julio de 1958, el Obispo don Domingo Pérez Cáceres ordenara la paralización de los trabajos, nombrando a don Juan Negrín Viña, como Delegado Diocesano de la Junta Pro-Reconstrucción de la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de las Nieves de Taganana. Junta formada por 16 vecinos, los cuales pusieron todas sus ganas e ilusión para llevar a buen fin tan inmensa obra. 
 
          Su primera iniciativa fue pedirle al arquitecto don Félix Sáenz Marrero que redactara el proyecto de reconstrucción del Templo, cuyo presupuesto alcanzó la cifra de 379.640,47 pesetas. 
 
          Para poder comenzar las obras, el 6 de marzo de 1959, don Juan solicita ayuda económica al Ministro de la Vivienda, en Madrid, diciéndole que este Templo es de absoluta necesidad para los servicios religiosos de un barrio de 3.000 habitantes que está situado en la parte más montañosa de la Isla, aislado, sin vías de comunicación, y a 35 km de distancia de la ciudad. En junio de 1962, el ministerio de la Vivienda, por resolución de la Dirección General de Arquitectura, le otorgaba 1.532.128 ptas.
 
         Como esta subvención era insuficiente, la Junta acordó recurrir a la suscripción popular, para ello imprimieron un boletín para recaudar fondos entre los fieles de la Parroquia y los de toda la Diócesis. Curiosamente, las parroquias de la isla de La Palma fueron las que más colaboraron. Incluso los emigrantes tinerfeños, residentes en Venezuela enviaron. El periódico EL DÍA, también participó en esta iniciativa y frecuentemente publicaba la relación de los donantes y la cantidad con la que colaboraban. 
 
          Con las cantidades recaudadas, las obras comenzaron en septiembre de 1959, y consistieron en reedificar los muros de las fachadas y del lado de la Epístola. En marzo de 1960, ya se había techado el Templo, reproduciendo el artesonado de las tres naves tales como eran los de la estructura primitiva; es decir, de tea y barbusano. Parte de esta madera fue donada por el Ayuntamiento de Santa Cruz, pero como aún se necesitaba más tea, don Juan Negrín se desplazó, en guagua, hasta La Orotava, donde un caritativo señor le regaló la madera que necesitaba. Madera que el camión dejaría en el Bailadero y, desde allí, fue bajada a hombros hasta la iglesia,  tarea en la que participaron todos los vecinos del Pueblo.
 
          Agotados los recursos de que disponían, en noviembre de 1961, don Juan le pide al Vicario Capitular de la Diócesis de Tenerife que aún necesita más dinero. Con las 74.637,50 ptas concedidas se pudieron reanudar las obras y pagar los materiales que se debían (cal, cemento, tejas, etc). Ya sólo faltaban 16.000 tejas para cerrar el techo y, una vez más,  don Juan tuvo que tirar de sus amistades para conseguirlas. 
 
          Durante este tiempo, es digno de admiración el enorme entusiasmo que pusieron los habitantes del Pueblo, acudiendo en masa, ante la llamada espiritual de su convecino, don Francisco Picar, cuando -primero con un embudo de su bodega y luego con un megáfono- les despertaba diciendo: “Tagananeros, levántense, que la Virgen de las Nieves no tiene Casa”.
 
          Una vez reunidos en la plaza, los vecinos bajaban a la playa de Tachero, para luego subir cargados con sacos de arena, formando interminables colas. Colas que se llegaron a  denominar: “la cruzada de la arena”. De la misma manera, cuando los transportistas dejaban en el Bailadero los materiales de construcción, madera, tejas, etc. subían a buscarlos para  luego bajarlos a hombros por aquella empinada vereda.
 
          En este aspecto, también es importante reseñar la colaboración en estos menesteres de los habitantes del Roque, Almáciga, Benijo, Afúr, La Cumbre, Roque Negro y Punta Anaga, incluso poniendo sus animales de carga. 
 
          El 11 de julio de 1962, la Comisión Diocesana de Arte Sacro visitó el Templo, certificando que está reconstruido con exquisito gusto y que su armonía arquitectónica respeta escrupulosamente la anterior estructura, destacando su majestuosidad y  riqueza artística. 
 
          En 1965, la iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves quedaba habilitada para el culto. 
 
 
LA CARRETERA DE TAGANANA
 
          Para poder salir o llegar a Taganana, durante cuatro siglos, había que  hacerlo a pie, por el camino de Las Vueltas -tantas como días tiene el año- realizado por los maestros azucareros para poder sacar la producción.
 
          En 1915, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife lo declara de utilidad pública y comienza a solicitar, todos los años, que fuese incluida en los Planes Generales de Carreteras. Por fin, en 1932, se iniciaron las obras entre San Andrés y Taganana, llegando a la boca del  túnel en 1943, año en que quedaron interrumpidos los trabajos.
 
          El 4 de agosto de 1960, el Alcalde de Santa Cruz de Tenerife, don Joaquín Amigó de Lara, le dice a don Juan Negrín Viña que el Subsecretario de Obras Públicas, en Madrid, le acaba de comunicar que  la carretera de Santa Cruz a Taganana ha quedado incluida entre las obras del “Plan de Urgencias”, comenzando el ensanche y archetado del túnel y la ejecución de la carretera desde el Bailadero hasta el Pueblo. 
 
 
FALLECIMIENTO
 
          Estos incansables trabajos para potenciar su pueblo natal, Taganana, tanto en la reconstrucción del Templo parroquial, como para lograr que la carretera de acceso a la población fuera una realidad, mermaron su salud, falleciendo en Santa Cruz de Tenerife, el 13 de diciembre de 1967, a la edad de 60 años. 
 
          Su muerte causó la más penosa impresión en todos los sectores sociales, entre los que el finado gozaba de la más sincera estimación, por su espíritu bondadoso y elevadas dotes de apostolado. En las honras fúnebres celebradas en la Catedral de La Laguna estuvieron presentes sus familiares y amigos, acompañados de todas las autoridades civiles, militares y religiosas. 
 
          El cortejo fúnebre, que transcurrió a través del Monte de Las Mercedes hasta su pueblo natal, Taganana, donde fue inhumado en la parroquia de Ntra. Sra. de las Nieves, estuvo acompañado de multitud de personas de todas las categorías sociales. 
 
7 - Lápida Custom
 
Lápida bajo la que reposan los restos de don Juan Negrín Viña
 
RECONOCIMIENTOS
 
          El 18 de julio de 1968, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, a propuesta del concejal don Joaquín Guerrero González, le puso su nombre a una calle en el centro del Pueblo. Como dato curioso, ese día las autoridades aprovecharon “el viaje” para poner en funcionamiento la red de abastecimiento de agua potable y la total electrificación de los distintos barrios de Taganana.
 
          También, el Ayuntamiento de La Laguna le dedicó una calle en el bario del Coromoto, a propuesta de su Secretario, don Santiago Negrín López.
 
          También le debemos reconocer que todo lo que hizo, lo llevó a cabo calladamente, honestamente, sobreponiéndose a dificultades de todo tipo, con verdadero espíritu de sacrificio, y con una fe ciega en la tarea que tenía entre sus manos. Además, es conveniente recordar, las condiciones en las que se vivía en Canarias en aquella época. 
 
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