La Defensa Nacional piedra angular de la Seguridad Nacional

 
Por Emilio Abad Ripoll  (Publicado en La Gaceta Digital / Intereconomía el 18 de mayo de 2017).
 
 
 
Los conceptos
 
          Con cierta frecuencia, cuando uno presencia un debate televisado o lee artículos sobre la Seguridad, la Defensa o la relación entre ambos conceptos, parece percibir una ambigüedad en los términos que creo puede llevar a confusión a los televidentes o lectores. Muchas veces, el exceso de palabras o la utilización de idénticos vocablos para definir distintos términos ayudan a crear ese ambiente confuso del que les hablo. Por ello me parece conveniente, para intentar diferenciar claramente Seguridad y Defensa, recurrir a un claro ejemplo de aquella vieja norma de aplicación a los escritos militares que decía debían ser “breves, concisos y concretos”.
 
          Y ese ejemplo lo extraigo de la Doctrina para el empleo de las Armas y Servicios del Ejército de Tierra, que en su versión de 2003 nos decía que:
 
                    a) La Seguridad “es el estado deseado por una sociedad en el que pueda desarrollarse y prosperar libre de amenazas.”
 
                    b) La Defensa “es la adopción práctica de medidas conducentes a mantener la Seguridad deseada.”
 
          O sea, breve, conciso y concreto: la Seguridad es una “meta” y la Defensa la “forma de alcanzarla”. 
 
          Parece sencillo, ¿no?, pero la verdad es que las cosas se han complicado mucho. No hace muchas décadas la Seguridad Nacional se enfocaba más hacia el interior del propio país, buscando objetivos colectivos (inviolabilidad del territorio y mantenimiento del orden público) o individuales (seguridad de las personas). Pero ahora no es así.
 
         Muchos, por razones de edad, podemos  recordar que a partir del “9 del 11” (el nueve de noviembre de 1989), con el derrumbe del muro por antonomasia y las consiguientes desintegración de la URSS y desaparición del Pacto de Varsovia, hubo quienes,  queriendo olvidar los conflictos bélicos que nacían o continuaban a escala regional (Yugoslavia, la invasión de Kuwait por Irak y la reacción occidental, las guerras casi anónimas de África, el eterno problema palestino-israelí…) y las amenazas que suponían la droga, las mafias, las migraciones incontroladas, las desigualdades de todo tipo entre naciones muy cercanas geográficamente y, sobre todo, el terrorismo, aparcaban las preocupaciones (de todas formas, se argüía, ya había desaparecido el principal temor, el holocausto nuclear) e intentaban convencerse de que vivían en una feliz Arcadia.
 
          Pero entonces ocurrió lo del “11 del 9” (el once de septiembre de 2001) en Nueva York. Y millones de voces, de imágenes, de palabras impresas nos dijeron que, a partir de ahora, ya no sería lo mismo. En ese regreso a la realidad, a la crueldad existente en un mundo lleno de odio y violencia, volvimos a transitar por el camino de la Historia que alguien creyó finalizada.
 
La Seguridad Nacional
 
          Y para la Seguridad, efectivamente, ya no fue lo mismo. Ahora la Seguridad de un país no se enfoca solo a lo que sucede dentro o muy cerca de sus propias fronteras, sino que se ha “internacionalizado” y se busca también la salvaguarda de los intereses nacionales en el exterior.
 
          En las circunstancias expuestas, el 31 de mayo de 2013 se promulgó la Estrategia de Seguridad Nacional, documento que la define como la acción del Estado dirigida a …
 
                    - proteger la libertad y seguridad de sus ciudadanos,
 
                    - garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, y...
 
                    - contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos adquiridos.
 
          Se deduce de lo anterior que la Seguridad Nacional es un primordial Servicio Público que se debe prestar en busca del bien individual, colectivo e internacional y, por tanto, debe formar parte esencial de lo que se llama Política de Estado. Y es obvio también que la implementación de ese Servicio necesita de:
 
                    - una meticulosa planificación,
 
                    - una clara definición de líneas de acción que sean capaces de dar respuesta a los variados desafíos que se presentan actualmente o puedan presentarse en un futuro, y...
 
                - una continuidad en el tiempo, lo que lleva a que los partidos políticos se conciencien de que un cambio de gobierno jamás debe implicar un borrón y cuenta nueva en todos los asuntos. En otras palabras, que es éste un tema esencial en el que es fundamental un Pacto de Estado a cuyo pie estampen su firma todas las agrupaciones políticas.
 
          Para hacerse cargo de la necesaria planificación se creó en 2012 el Departamento de Seguridad Nacional, que forma parte del Gabinete de la Presidencia del Gobierno y que tiene entre sus funciones la de redactar y difundir un Informe anual de Seguridad Nacional. Hace apenas cuatro meses, el 20 de enero, veía la luz el Informe correspondiente a 2016, que está colgado en Internet, y en el que pueden ustedes hacer un repaso de los temas objeto de interés para la Seguridad Nacional según el mencionado Departamento.
 
          Por lo que respecta a las preocupaciones “internas” de los españoles, se hace mención en el Informe a todas aquellas que figuran mes tras mes en las estadísticas (el paro, la corrupción, la economía, la inmigración, la sanidad, la delincuencia…) y también a otros aspectos de gran importancia, como la fijación de las reservas energéticas o la protección de las infraestructuras vitales, pero, particularmente, echo de menos un tema, para mi de gran importancia: las descaradas y casi impunes llamadas y actividades conducentes a la desintegración de España que se producen a diario. Porque si nos atenemos a lo que se establece en la citada Estrategia de Seguridad Nacional, ¿es tan clara y directa la acción del Estado para “proteger la libertad y seguridad de los ciudadanos”  cuando se impide utilizar la lengua común, se cuestiona la presencia de un stand del Ejército en un acto cultural, o se insulta, en manada, a la Bandera, al Himno y al Jefe del Estado? ¿Qué líneas de acción se siguen para “garantizar… los valores constitucionales”, aparte de unas nimias condenas de inhabilitación a quienes, ostentando cargos públicos, de manera oficial desprecian y actúan contra la Constitución? Creo sinceramente que en el Informe que redacte respecto a 2017 el Departamento de Seguridad Nacional no puede faltar un tema de tanto interés e importancia para conseguir ese anhelo de “desarrollarse y prosperar libre de amenazas”.
 
La Defensa Nacional
 
          Buscando otras definiciones de Defensa Nacional, he encontrado una que considero totalmente válida y actual, aunque la Ley en cuyo texto figuraba, la 06/80, de Criterios Básicos de la Defensa Nacional, ya no esté en vigor. En ella aparecía que es la “disposición, integración y acción coordinada de todas las energías morales y materiales de la Nación ante cualquier forma de agresión.”  Más nítido, imposible. Queda clarísimo que, en la Defensa Nacional, ante cualquier agresión (no tan solo militar) la respuesta corresponde a todos los estamentos e instituciones de la Nación.
 
          La Defensa Nacional, a nivel militar, se planea de acuerdo con lo que se determina en la Directiva de Defensa Nacional (DDN), que establece las líneas de actuación y los objetivos del Ministerio de Defensa para la legislatura. La actualmente en vigor es la DDN 01/12, que, al señalar las líneas generales de la Defensa, incluye que hay que “desarrollar la plena colaboración y coordinación de los instrumentos en manos de los distintos departamentos.”
 
          Se reconoce así que la Defensa Nacional no es sólo la Defensa puramente militar, (aunque seguramente sea éste el factor más disuasorio) y que, además de sus Fuerzas Armadas, el Estado tiene otros “instrumentos” (la verdad, a mí no me gusta mucho la denominación, pero respetémosla porque es la que se emplea en los documentos oficiales) para hacer efectiva su respuesta a la agresión sea del tipo que sea. No hay más que pasar la vista por el Informe Anual de Seguridad Nacional y por la DDN para ir determinando a qué Ministerios corresponde defender la seguridad en los distintos aspectos en que ésta se puede ver afectada, y con qué instrumentos cuenta para ello. Así aparece la implicación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de las Comunidades Autónomas, la Diplomacia, los Servicios de Inteligencia, la Protección Civil, los organismos encargados de relaciones económicas y comerciales, los de la cooperación al desarrollo, etc.  Todos ellos pueden contribuir al fin primordial de la Defensa que no es otro, como ya vimos, que el de garantizar la Seguridad Nacional.
 
          Quizás por ello habría alguna vez que replantearse si es correcta la denominación de Ministerio de Defensa, que puede dar a entender que la acción militar es la única forma de defender a España.. Y a lo mejor también, en la labor que dice el Ministerio haberse propuesto de extender la Conciencia de Defensa, podría servir como lema (aprovechándose de un viejo y exitoso slogan tributario) que “Defensa somos todos” .
 
Conclusiones
 
          Y con brevedad, concisión y concreción, para resumir lo anterior:
 
                    a) La Seguridad Nacional es un anhelo. La Defensa Nacional la forma de hacerlo realidad.
 
                    b) En la Defensa Nacional deben confluir todos los recursos y esfuerzos de la Nación.
 
                c) De esos recursos el principal es el humano. El individuo debe estar convencido de que la única forma de garantizar la Seguridad de que disfruta, o mejorarla, es potenciando la Defensa, de la que él, aunque no vista uniforme, forma parte indisoluble.
 
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