Entre el Ahueluelt y el Drago. Antología de relatos mexicano-canaria.

 
Por Carlos Hernández Bento  (Publicado en el mejicano Diario de Colima el 9 de abril de 2017).
 
 
 
            En el artículo "Aura" del domingo pasado hacía mi carta de presentación y, junto a ella, una declaración de intenciones para con los lectores mexicanos: hablarles de todo “lo nuestro”, de lo que sea común a ambos lados del Mare Nostrum Atlántico; de todo aquello que, por lógica y corazón, fuera del interés y agrado de cualquier persona de ambas orillas que tenga un mínimo de curiosidad, amplitud de miras y vocación universal. El mismo horizonte marino por el que descrestaban las naves que llegaban hasta mis Islas desde el Nuevo mundo, es el mismo por el que se perdía de vista a los emigrantes canarios, muchos de los cuales acabaron sus días convertidos en venezolanos, cubanos, argentinos o mexicanos.
 
           Andaba, digo, a la búsqueda de estos asuntos comunes, los cuales ya se van acumulando poco a poco en mi libreta con la etiqueta de “pendiente”, cuando para mi fortuna topé con mi amigo escritor Agustín E. Díaz-Pacheco, autor de El camarote de la memoria, (una de las mejores novelas canarias de las últimas décadas, estudiada en algunas universidades de EE. UU.), quién me recordó que él mismo había dirigido obras antológicas que casan perfectamente con la línea de lo que estoy persiguiendo. Idea que, por supuesto, le agradecí profundamente.
 
           Entre el Ahuehuetl y el Drago. Antología de relatos mexicano-canaria (Editorial Baile del Sol, 2014, 266 pp.) es un trabajo que coordinó Agustín junto al mexicano Dante Medina quiénes, mediante una tenaz labor, fueron capaces de conciliar dos espacios literarios diferentes en un único escenario bibliográfico, dos originales maneras de concebir la Literatura: la mexicana centrada en la revolución, la muerte y la violencia, omnipresentes en campos y ciudades. Y la canaria que, según sus propias palabras, hunde sus raíces: “en lo que fue fecundo tránsito de culturas extrainsulares, que una vez afincadas en el inconsciente colectivo de la sociedad canaria, y perfilando nuevas categorías de interpretación de la realidad, se ha ido configurando como paso de la ruralidad a las urbes”.
 
          Este libro, que tiene como objetivo desdibujar las fronteras y el desconocimiento literario mutuo, tuvo su antecedente en Unos cuantos cuentos canarios (Universidad Autónoma de Chiapas, 1985), obra nacida gracias al empeño de Olivia Carbonell y al de un canario afincado en México, Enrique Jiménez Fuentes, profesor de Literatura Española en varias universidades del país. (Qué curioso… “Fuentes” como el fantástico escritor mexicano con abuelo isleño).
 
         En el caso que nos ocupa, Dante y Agustín supieron aunar con maestría los relatos de Alejandro Vera Barrios, Alexis Ravelo, Ángela Ramos, Eduardo Delgado Montelongo, Ignacio Gaspar, Iván Morales, Juan José Delgado, Álvaro Marcos Arvelo, Maribel Lacave, Raúl Quiles, Sergio Barreto, Víctor Álamo de la Rosa, Víctor Ramírez, Yolanda Delgado, José Brú, Carlos Bustos, Martha Cerda, Fernando de León, Elsa Levy, Pancho Madrigal, Gabriel Martín, Dante Medina, Rafael Medina, Godofredo Olivares, Alfredo T. Ortega, José Ruiz Mercado, Yolanda Zamora y el propio, Agustín E. Díaz-Pacheco. El lector tiene, así, la posibilidad de disfrutar de un amplio abanico compuesto por estos treinta autores de las dos orillas. Entre el Ahuehuetl y el Drago es, sin lugar a dudas, una antología que merece una sosegada y enriquecedora lectura.
 
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NOTA:
 
Para los lectores del Nuevo Mundo: Drago es un árbol de la familia de las liliáceas, que se da mucho en Canarias, alcanzando entre doce y catorce metros de altura. Tiene flores pequeñas, de color blanco verdoso, con estrías encarnadas, y frutos de baya amarillenta. Del tronco se obtiene una resina que se llama “sangre de drago”, utilizada en medicina.
 
Y para los del Viejo Mundo: Ahueheutl es un árbol de la familia de las cupresáceas, originario de América del Norte, de madera semejante al ciprés. Por su elegancia, se cultiva como planta de jardín. Tanto uno como otro destacan por su extraordinaria longevidad… La que yo les deseo a ustedes.
 
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