El sabio de la Isla Bonita (Relatos del ayer - 10)

 
Por Jesús Villanueva Jiménez  (Publicado en el número de marzo de la Revista NT de Binter).
 
 
 
          Apenas podía recordar don Elías qué había sido de su vida. A sus 81 años, las secuencias del pasado estaban perdidas en su mente enferma, aquejada de un proceso de demencia senil. La memoria le traía sólo evocaciones de su infancia y de las cotidianas cuestiones inmediatas, que, al poco, también se desvanecían en su brumoso intelecto, antaño privilegiado. No era consciente don Elías Santos Abreu -médico y cirujano, literato y músico, hombre de extraordinaria cultura-, de ser el más reputado científico nacido en la Isla Bonita; ni de sus investigaciones profundas y concienzudas sobre la flora y, especialmente, los insectos del Archipiélago, cuyos estudios publicados lo llevaron a ser un entomólogo de prestigio internacional. Ni era consciente del éxito que supuso su Ensayo de una monografía de los tendipéndidos de las Islas Canarias, con el que obtuvo el premio Agell, de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, en 1916; ni de su temprana publicación Nociones de enfermedades de la piel, que en Sevilla, durante sus estudios de medicina (con sólo 20 años), causó admiración entre los facultativos de aquella Universidad, convirtiéndose en materia de divulgación por parte del profesor de Dermatología; ni del Catalogas Phoriadarum Canariensium, que publicó conjuntamente con el eminente entomólogo alemán J. Hermann Schmitz; ni de tantos otros ensayos científicos que bien podían ser consideradas brillantes tesis doctorales.  
 
          Había nacido don Elías en la Villa palmera de Los Llanos de Aridane, el 1 de mayo de 1856. Salvo su estancia por estudios de bachillerato en San Cristóbal de La Laguna y de medicina en Sevilla, del corto viaje a Cuba para visitar a su padre, y sus desplazamientos por las islas durante sus investigaciones científicas, en ninguna otra ocasión quiso abandonar su tierra natal, a la que adoraba. Por eso, en 1892, seis años después de contraer matrimonio con doña María del Rosario Rodríguez Pérez, viviendo ya en Santa Cruz, llevado por sus ansias de profundizar en la etiología de las enfermedades infecciosas e infecto-contagiosas -adelantándose magistralmente a la concepción de su tiempo sobre el análisis clínico, como vehículo fundamental para la conclusión de diagnósticos-, organizó en 1892 un laboratorio bacteriológico, el primero de Canarias y de los primeros de España. Y fue en aquel humilde laboratorio, de escasos medios, donde, estudiando mohosas muestras de queso, halló el hongo Penicillium, que treinta años después llevó a Alexander Fleming al descubrimiento de la penicilina. ¿De haber contado don Elías con más medios para sus investigaciones se hubiera adelantado al famoso científico británico? Nunca lo sabremos.
 
          Ahora, en esta mañana fría de 30 de mayo de 1937, don Elías, recostado sobre el sillón frente a uno de los balcones del salón, parece observar el infinito universo de los turbios vidrios enmarcados. «Parece que va a llover», piensa el sabio palmero, antes de cerrar los ojos.
 
.......
 
 
Don Elías Santos Abreu falleció el 30 de mayo de 1937.
 
- - - - - - - - - - - - - - - - -