El patrimonio histórico de Santa Cruz (18). La fuente de Santo Domingo

El patrimonio histórico de Santa Cruz se cae… y no hay quien ponga una mano (18)

 

LA FUENTE  DE  SANTO  DOMINGO

 

Luis Cola Benítez  (La Opinión, 03-10-2010)

  

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          La antigua plaza de Santo Domingo, en la confluencia de las calles Ángel Guimerá e Imeldo Serís, tuvo su origen en la huerta de los frailes dominicos del convento de Nuestra Señora de la Consolación. Este convento estaba situado en el solar que hoy ocupan el Teatro y la Recova Vieja, y para el riego de la huerta aprovechaban las aguas que discurrían por el barranquillo de Cagaceite, hoy abovedado bajo la segunda de las calles citadas, popularmente conocida como calle del Barranquillo.

           Poco después de 1706, cuando ya se habían secado los nacientes que alimentaban su curso, el capitán general Agustín de Robles y Lorenzana cedió a los frailes un dado de agua de las que había hecho traer a la población por canales de madera desde los montes de Aguirre. Desalojados los frailes como consecuencia de las desamortizaciones del siglo XIX, Santa Cruz logró que le fuera cedido el viejo convento para dedicarlo a cárcel, asilo y otras dependencias, pero le fue negada la huerta anexa alegando que era un bien de uso agrícola que debía enajenarse en pública subasta. Al no disponer el Ayuntamiento de recursos para acudir a la puja, su secretario, el benemérito ciudadano Félix Álvarez de la Fuente, se presentó, logró que la huerta se rematara a su favor y cedió la propiedad al municipio. Este es el origen de lo que hoy resta de la originaria huerta, y que más que una plaza en sentido estricto ha quedado reducido a un ensanche de las vías circundantes.

           Desde 1816 ya había un chorro para el abasto público en aquella zona, que cambió varias veces de situación, hasta que en 1867 se hizo la actual, para la que se trajeron cuatro grifos del extranjero, y así se abastecía de agua potable a los barrios de la Consolación y Vilaflor, hoy Puerta Canseco y Miraflores. Es la más moderna entre las cuatro fuentes labradas en piedra del país que se conservan, y merece una mayor atención y cuidado, procediendo a su limpieza, dotándola de agua e incluso volviendo a colocarle el airoso árbol de farolas que la remataba en otros tiempos.

 

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