Cooperación del Cabildo de Tenerife con el General Gutiérrez en la Gesta del 25 de Julio

 
A cargo de Pedro Ontoria Oquillas (Pronunciada en la Casa de los Capitanes (La Laguna) el 23 de julio de 2009).
 
 
 
          Los acontecimientos bélicos presagiaban días aciagos en Tenerife a partir de la declaración de guerra a Gran Bretaña. El general Gutiérrez recibió la notificación oficial de la declaración de la guerra a Inglaterra, que tenía fecha de 5 de octubre, a primeros de noviembre de 1796. La defensa de las Islas Canarias fue una constante obsesión en el General don Antonio Gutiérrez, pues su correspondencia así lo demuestra al estar constituida por una emisión constante de órdenes y normas sobre los preparativos para la defensa ante un ataque que él creía inminente. 
 
          Conocida la noticia de la declaración de guerra en Tenerife, Gutiérrez comenzó a tomar disposiciones encaminadas a la organización de la defensa entre las que fueron prioritarias las instrucciones dictadas a los coroneles de los cinco regimientos de Milicias de Tenerife de fecha 1 de febrero de 1797, dirigidas al Cabildo de la Isla. La carta o parte que dirige el general Gutiérrez al cabido es del tenor siguiente:
 
                   “Muy Señor mío: He tenido por conveniente reencargar a los Coroneles de los Regimientos de esta Isla que hagan observar en sus respectivas demarcaciones la vigilancia y precaución que se requiere en las críticas circunstancias del día, teniendo presente para los lances que ocurra el Plan General que, con motivo de la última guerra con la Francia, formé y les remití con fecha 3 de Julio de 1793 del que con la misma pasé a V. S. copia; en cuya inteligencia espero del constante celo y amor que siempre ha manifestado al Real  Servicio ese Ilustre Cabildo, prestará a dichos Coroneles todo género de auxilios que le pidan en cualesquiera ocurrencia en que puedan ser atacados en sus respectivas demarcaciones sin esperar aviso, pues tal podía ser la necesidad que en el retardo de providencias se pudiese causar un notable perjuicio a la mejor defensa de esta Isla en que tanto se interesa el Servicio del Rey y nuestro propio honor. Dios guarde muchos años a V. S. Santa Cruz 1º de Febrero de 1797 = B. L. M. de V. S. su más seguro servidor.= D. Antonio Gutiérrez. M. I. Ayuntamiento de esta Isla.”  
       
         Con motivo de la anterior guerra con Francia, Gutiérrez había confeccionado un Plan General de Defensa, de fecha 3 de julio de 1793, que había hecho circular a todos los responsables de la misma, tanto militares como civiles. Pues bien, el 1 de febrero se dirige al Cabildo de la Isla para informarle que el citado plan cobraba de nuevo vigencia, en cuya virtud debía prestar la máxima colaboración y ayuda a los coroneles de los regimientos de Milicias, en cuanto les fuera solicitados por éstos, sin esperar aviso expreso, “pues tal podía ser la necesidad que en el retardo de providencias se pudiese causar un notable perjuicio a la mejor defensa de esta Isla.” Los cinco Regimientos de la Isla eran los de Abona, Garachico, La Orotava, Güímar y La Laguna.
 
        El Ilustre Cabildo manifiesta su celo y amor, que siempre ha manifestado al Real  Servicio, desde el instante de la petición del general Gutiérrez. De manera épica nos lo transmitirá el poeta Antonio Miguel de los Santos: 
 
                    "El Ilustre Ayuntamiento  //  recibido el primer Parte  //  de su Excelencia, no dexa  //  las Casas Consistoriales; //  de día y de noche presidido  //  por nuestro Mayor Alcalde,  //  dando pruebas de su zelo  //  sus deberes satisface. 
                    Congrega las Comisiones  //  prevenidas en los Planes  //  de defensa: cada uno  //  procura desempeñarle.  //   La lealtad de los vecinos  //  con vigor inimitable  //  obraba en la operación  //  que en cada ramo les cabe." 
 
          El Cabildo estaba constituido por el Alcalde Mayor, don Vicente Ortiz de Rivera abogado de los Reales Consejos; los Regidores don Lope de la Guerra, don José Saviñón, don Antonio Riquel, don Cayetano Peraza, don Francisco Fernández Bello y don Miguel de Laisequilla; el Diputado del común don Juan Fernández Calderín y el Síndico Personero general don Felipe Carrillo. 
 
          Los autores de la obra La Historia del 25 de Julio de 1797 a la luz de las Fuentes Documentales, Luis Cola Benítez y Daniel García Pulido, escriben que el Cabildo o Ayuntamiento de la Isla trató de paliar y atender los problemas de abastecimiento. El día 24 de julio envió a Santa Cruz 1500 libras de pan, que fueron distribuidas por la Junta de Abastos y, aprovechando las mismas carretas y caballerías, se remitieron a La Laguna 1.000 barriles de harina para ponerlos a recaudo y sirvieran de reserva, ante la inminencia del ataque enemigo. Las atribuciones y obligaciones de la Ilustre institución abarcaban muy diferentes campos, que sus regidores trataban de atender con los cortos recursos de que disponían. Constituida en sesión permanente  desde el día 22, e incondicionalmente a las órdenes del Comandante General  cursó instrucciones a todos los alcaldes de su jurisdicción para que se juntasen y marcharan a La Laguna “cuantos paisanos aptos hubieren de armas tomar”, los cuales se hacían seguir a Santa Cruz a disposición de la autoridad. Se despacharon oficios para aprontar carruajes, bestias y toda clase de bastimentos, y se ordenó a las panaderas que amasasen todo el pan que pudieran, en lo que colaboraron también cuantos particulares conocían el oficio y disponían de  útiles para ello. Así, no sólo se suministraba a las partidas de tropa que lo precisaban, sino que se logró reunir una reserva de pan, carne, arroz y otros víveres, para atender las necesidades más perentorias. Se recabó del clero su colaboración, que no dudó en asegurar el Vicario don Santiago Bencomo, señalando los sacerdotes que debían presentarse para prestar auxilio espiritual a las tropas. Por su parte, el Ayuntamiento envió “sangradores para socorrer a los heridos”, mientras que se recababa entre los particulares vendas y otros útiles que pudieran resultar necesarios. Y el General Gutiérrez se vio precisado a pedir al alcalde mayor, don Vicente Ortiz de Rivera, el envío urgente de cien pares de zapatos para surtir a la tropa. 
 
          Francisco Lanuza Cano en su obra Ataque y derrota de Nelson en Santa Cruz de Tenerife. Relato histórico recoge innumerables documentos relativos a la cooperación y participación del Cabildo o Ayuntamiento de La Laguna en la Gesta del 25 de julio de 1797. Simplemente enumeramos algunos, ya que nos es imposible detenernos en cada uno de ellos. Así con fecha 22 de Julio de 1797 tenemos diversos partes, órdenes y oficios:
 
                    • Parte de don Pedro de Castilla (Corregidor) al Comandante General de las islas. 
                    • Orden del Comandante general de la islas al corregidor don José de Castilla
                    • Oficio de respuesta del corregidor al parte anterior. 
                    • Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de La Laguna. 
                    • Orden del Alcalde mayor a los alcaldes reales de La Matanza y La Victoria. 
 
Día 23 de Julio:
 
                    • Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de La Laguna. 
                    • Oficio del Alcalde mayor al Comandante General de las islas. 
                    • Parte del coronel Diego de Mesa al Cabildo dando acuse de recibo de víveres. 
                    • Parte del alcalde don Domingo Vicente Marrero al Alcalde mayor. 
                    • Parte del alcalde don Salvador Perera (S. Andrés) al Cabildo. 
                    • Oficio del alcalde don Pedro Rivero (Tacoronte) de la lista de los paisanos auxiliares de Tacoronte al Alcalde mayor. 
                    • Parte del alcalde don Pedro Rivero al Alcalde mayor. 
 
Día 24 de Julio: 
 
                    • Parte del Comandante General de las islas al Cabildo pidiendo 1.000 barriles de harina. 
                    • Parte del Comandante General de las islas al Corregidor don José de Castilla. 
                    • Oficio del Comandante General al Alcalde mayor pidiendo un centenar de zapatos. 
                    • Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de La Laguna. 
                    • Nota del Cabildo acerca de un reparto de víveres. 
 
Día 25 de Julio:
 
                    • Oficio del Comandante General de las islas al corregidor don José de Castilla. 
                    • Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de La Laguna. 
 
          Por otra parte, obra aconsejable y necesaria para el estudio de nuestra Gesta es el libro Fuentes Documentales del 25 de julio de 1797, que en sentir de Antonio Rumeu de Armas en un trabajo publicado en "Mar y tierra. Artículos de prensa 1946-1999", hay que destacar en primer término, el carácter exhaustivo de la excerpta, es decir, el haber acometido los autores una labor de acopio digna del mayor encomio; además, la pulcritud de la edición, de extrema calidad, hace grata y confortable la lectura. Los tres recopiladores, Ontoria Oquillas, Cola Benítez y García Pulido, son acreedores a la gratitud de Santa Cruz.
 
          Si hojeamos u ojeamos las Fuentes Documentales veremos que las diversas Relaciones hacen mención más o menos extensa de la cooperación del Cabildo en la Gesta del 25 de Julio de 1997. Pero son las Relaciones de Domingo Vicente Marrero y José de Monteverde las que aportan más detalles.
 
          En la Relación de  Domingo Vicente Marrero leemos que...
                   
                    “el señor don Joseph de Castilla Corregidor y Capitán a Guerra de esta Ysla y la Palma cavallero del hávito de Santigo, luego que recivió el oficio de S. E. en que le participaba la ruina que amenasava a esta Ysla, llamó a Cavildo y luego de aberse presentado en la Sala Concistorial y precedido la primera Junta en que se adactó algunos útiles proyectos para la defensa, encargó a su Teniente de Corregidor el Alcalde mayor don Vicente Ortis de Rivera Abogado de los Reales Consejos el cuidado de la Sala para que hisiese sus veses ínterin acudía a asuntos de mayor monta”
 
          y que...
 
                    “el día 24 de julio el Ilustre Cabildo mandó 1500 libras de Pan ofreciendo quanto se necesitara para el socorro de las Tropas, todo por medio de oficio que pasó a nuestro alcalde Real el cual su mayor connacto lo ponía en socorrer a todas nuestras Gentes y tropa a fin de que no experimentasen falta de comida y de bebida pues es el principal objeto para tener contentas la Tropas y puedan con gusto resistir una tan cruel fatiga. En la Carretas y Caballerías fue conducido un repuesto de 1000 barriles de harina para que se custodiara en la Ciudad por cualquier evento contrario que sucediera a  esta Plaza, tener allí un repuesto”. (...) “Desde que se conocieron el día 22 la intenciones del Enemigo, habían empezado a salir mujeres de todas clases y estados que se retiraban a la Ciudad de la Laguna unas cargadas con sus tiernos hijos, otras con sus Prendas y ropas, casi todas a Pie por no encontrarse caballerías a ningún precio, continuando en evacuar la Plaza hasta el mismo instante del desembarco, prudente determinación e indispensable en aquel caso porque debía temerse cuando menos ver reducido a cenizas el Pueblo por medio de las bombas; pero después de aplaudir esta resolución del sexo delicado, es preciso mudar de tono para denigrar y colmar de improperios a los que volvieron la espalda luego que oyeron la primera voz de estar en tierra el Enemigo. Los caminos y aun las salidas más intransitables se llenaron de cobardes fugitivos que abandonaron la Patria al furor de sus invasores, permitiendo su ruina a cambio de la conservación propia. Y ¿quiénes fueron éstos? ¿Fueron acaso únicamente los soldados milicianos que no teniendo idea de lo que es honor ni aventurando bienes que perder, cuidaron sólo de salvar sus personas?. Estos huyeron no hay duda, pero son disculpables porque lo hicieron arrastrados por el pernicioso ejemplo de la mayor parte de sus oficiales que no sólo cometieron la abominable bajeza de la fuga, nada conforme con su Nobleza decantada, sino que para cohonestar su debilidad esparcieron el error y la confusión con la siniestra especie de hallarse ya la Plaza sometida y muerto el Comandante general, de forma que cundiendo esta infausta noticia por el Pueblo y por los Caminos y levándola hasta la Capital hizo en el ánimo de muchos defensores todo el efecto que pudieran haber deseado los Enemigos. Al oirla se apresuraron a salir del Pueblo muchos vecinos. Detúbose en ls Caminos la gente que bajaba resuelta a socorrernos. Suspendió el Cabildo de la Laguna la venida de más de 600 hombres que estaban a punto de marchar, y sus moradores trataron de poner en salvo sus bienes, y las Alhajas de los Templos. Entretanto que aquel Magistrado disponía que se atuasen en el Camino Real algunas piezas de Campaña, débil obstáculo en una Ciudad abierta, contra la intrepidez de un Enemigo a quien se suponía victorioso, y que ya no se esperaba por el Valle de San Andrés, como había temido la tarde anterior, con cuyo motivo había el Cabildo mandado apostar en los desfiladeros 300 hombres al mando de don Lorenzo Lugo capitán de Milicias”.
 
          José de Monteverde nos referirá que...
 
                    “no sería completa la relación imparcial y circunstanciada de tan considerable suceso, si con la más ingenua gratitud no hiciésemos memoria del celo y actividad con que el : N. Ayuntamiento de Tenerife tomó parte en la consecución de este lauro. Desde que el 22 de julio se había hecho en la Plaza de Santa cruz la señal de alarma, el Corregidor don Josef de Castilla, la Nobleza, y la gente de Armas-tomar, se reunieron en la Plaza del Adelantado de la Ciudad de la Laguna. El Alcalde Mayor don Vicente Ortiz de Rivera, pasó a presidir  el Cabildo, a que concurrieron todos los Regidores que no estaban al frente del enemigo, con otros Caballeros, y Curiales, que conforme al prevenido plan de defensa de la Isla, deberían atender a sus respectivas comisiones. Se tomó exacta razón del pan, y demás abastos que había en el mercado; del trigo, y harinas existentes en las casas de las Panaderas; y del grano y bizcocho reservado para esta contingencia; socorriendo de pronto a la tropa, y al paisanaje que el rebato atraía. Pero como a la sazón faltase el viento para la molienda, fue un recurso prodigioso el del cargamento de tres mil barriles de harina de una presa que pocos días antes había entrado un Corsario Francés en el mismo Puerto. Con este pan fueron atendidas las Milicias apostadas en las alturas de Taganana, y del Valle Seco, en la Riberas de las Punta del Hidalgo; de Tejina, Bajamar, Valle de San Andrés, línea de Santa Cruz, Guadamogete y Candelaria; cuyos puestos componen más de veinte y cuatro millas de costa marítima. Igualmente fueron provistos de sustento los paisano que transitaban por la Ciudad, con dirección a Santa Cruz y otros parajes, en lo que se expendieron cerca de diez y seis mil libras de pan, trescientas de bizcocho,  siete y media pipas de vino, con otras porciones de arroz, carnes, queso, etc. Entretanto (por Oficio del mismo Ayuntamiento al Venerable Vicario Eclesiástico, Párrocos, y Prelados de las Comunidades) se hacían públicas Rogativas al Todopoderoso, y algunos individuos del Clero agenciaban por las casas de los vecinos hilas y vendas, para los que quedasen heridos en la defensa de la Patria. Se remitían a las partidas que habían estado empleadas en Paso-alto, y Valle Seco, los cien pares de zapatos que nuestro General había pedido; se destinaban a guarnecer la parte del Norte de la Isla muchos paisano armados de las rozaderas y cuchillas del repuesto de la Ciudad de la Laguna, y de los fusiles que ellos mismos solicitaron. Se plantaba en el camino que baja a Santa Cruz una Batería provisional con los cañones de campaña del Cabildo.
 
                   Este Cuerpo Patriótico permaneció junto en las Casas Consistoriales desde el alba del día 22 hasta el medio día del 25, para atender a la multitud de objetos importantes, sin que desmayase su constancia aun cuando unos rumores siniestros, pero terribles, pudieron hacerle estremecer. Mas luego que en la mañana del mismo día le participó nuestro Comandante General el glorioso suceso de nuestras armas, y que el enemigo acababa de ser rechazado con considerable pérdida, se dio priesa  a acordar un solemne Te Deum, que debía cantarse el 27, día señalado para aquella Ciudad, en que anualmente solemniza la Fiesta de San Cristóbal, su Patrono tutelar, por haberse ganado en él la Isla de Tenerife, de cuya época se contaban 301 años cabales. Celebrase este acto religioso en la Iglesia Parroquial de nuestra Señora de la Concepción, con asistencia de los Cleros, y Comunidades Regulares, y con una pompa y aparato singular. Como en  semejante día conduce el Ayuntamiento a la Iglesia el pendón que se tremoló en la conquista, lo acompañó una Compañía del Batallón de Infantería con su música militar, la cual se mantuvo a la puerta del Templo durante la función, haciendo la tropa tres descargas al tiempo del Santo Sacrificio. Ocupó el púlpito para hablar al auditorio conmovido, el Mtro. Fr. Antonio Raymond, del Orden de San Agustín; y restituido el Ayuntamiento con el mismo tren, se sirvió un brillante banquete a que fue convidada la Oficialidad del Batallón, los Xefes de los Regimientos Provinciales de la Laguna y Güímar, y los ilustres Compatriotas que habían tenido parte en la pelea. Hubo descargas generales y golpe de música a los tres brindis de etiqueta, por la salud del Rey, por la de nuestro Comandante general, y por los Defensores de la Patria. La iluminación de la Ciudad fue aquella noche muy vistosa, como lo había sido con universal regocijo las dos noches precedentes.
 
                Cantóse asimismo el Te Deum en la Iglesia Parroquial de los Remedios con igual solemnidad de Misa y Sermón, a expensas de don José Bartolomé de Mesa, Tesorero general de la Real Hacienda”. 
 
          Aunque con menor extensión, en la Relación de Francisco Tolosa podemos leer que...
 
                    “Asimismo se pasó aviso por su Exca. al Iltre. Ayuntamientro de esta Isla quien con su Corregidor D. José de Castilla no perdió momento en dar las más eficaces disposiciones, así para el acopio de paisanos armándoles de cuchillos y rozaderas (Repartió el Cabildo más de 500 cuchillas y rozaderas) remitiéndoles a esta Plaza como por víveres, y hasta de zapatos a los pobres que no los tenían. Haciendo colocar a la entrada de la Ciudad la Artillería de campaña de aquel Castillo, para impedir la internación de los enemigos y su subida a la Capital de la isla”.
 
          Y en la de José de Zárate que...
 
                    “El lunes (dia 24) por la mañana se advirtió que otro navío se incorporaba con la Escuadra, lo que nos puso con más cuidado, y yo que hacía de Síndico Personero, temiéndome  un bombardeo  que pudiera causar un incendio o que una invasión nos obligase a la retirada, fui a la casa de S. E. y le propuse se podía pasar oficio  el Cabildo de La Laguna para que tomase providencia, a fin de internar gran número de barriles de harina que los franceses habían traído pocos días antes de una presa portuguesa, por ser el único auxilio que teníamos para la tropa. A S. E. le pareció bien mi prevención, y yo mismo subí a las once y media lo hice presente al Cabildo, a la primera estaba de vuelta en casa de S. E. y a las 4 de la tarde habían ya bajado carruajes y caballerías y se subieron porción de barriles”.
 
          Me gustaría terminar estas palabras con el epitafio que Viera y Clavijo dedicó al héroe de la Gesta Teniente Coronel don Juan Bautista de Castro Ayala  así como con la décima o espinela que le dedicó el agustino fray José Antonio Raymond. 
 
EPITAFIO (Octava real)
 
                    "El Marcial apellido que heredaste  //  muriendo nuevamente lo adquiriste,  //  pues por la Patria en Santa Cruz campeaste,  //  y al frente de tu Tropa falleciste. //  Para consuelo de los tuyos baste  //  poder leer en tu Sepulcro triste:  //  “Un nombre eterno y un honor sin tasa  //  Serán Bienes castrenses en su casa”.
 
DÉCIMA
                 
                  "Del pórfido y alabastro  //  donde matiz de oro turna  //  debería formarse la urna  //  de las cenizas de Castro.  //  En su ocaso este bello astro  //  despidió su luz mayor;  //  y de la Patria el amor  //  que con tal luz se ilumina  //  hacia la gloria camina  //  que indicó su noble ardor."
 
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