García Rojas entrevista a Jesús Villanueva

 
Por Eduardo García Rojas y Jesús Villanueva Jiménez  (Publicado en el Diario de Avisos el 26 de abril de 2015).
 
 
 
Pregunta (García Rojas) - Los escritores españoles, hasta hace relativamente poco tiempo, están comenzando  a explotar la Historia de su país como fuente de inspiración literaria. ¿A qué cree que se debe?
 
Respuesta (Villanueva Jiménez) - En mi opinión, porque en la Historia de la humanidad, y particularmente en la de España, encontramos infinidad de capítulos de un interés extraordinario. Primero porque en sí mismo son potenciales novelas o guiones de películas interesantísimos como fuente de mero entretenimiento; y segundo  porque al tratarse de hechos reales gana interés, por razones obvias.
 
 
P - La novela Histórica disfruta en estos momentos de un excelente estado de salud en España. ¿Se ha perdido el miedo a escribir sobre su pasado?
 
R - En absoluto debemos tener ni miedo ni pudor a la hora de escribir sobre nuestra Historia, todo lo contrario, porque la de España es una de las más grandes e importantes historias de las naciones del mundo. Durante estos últimos 35 años, algunas oligarquías autonómicas, a través de las escuelas y los medios de comunicación a su servicio, han desvirtuado la Historia de España u ocultado parte de ella para vender otra, ¡en ocasiones inventada!, con el fin de echar combustible al independentismo o a sectores excesivamente autonomistas. Por otro lado, lamentablemente,  muchos son los que hacen de voceros de la “Leyenda Negra española” creada por los anglosajones, que tienen no una sino mil leyendas negras que ocultan o falsean sin vergüenza alguna. Lamentablemente, no hay otro país, al menos de nuestro entorno geopolítico, donde haya más detractores de su propia Historia, que en España. No se debe analizar la historia del pasado con mentalidad del siglo XXI. Miedo, ninguno.
 
 
P -  Leído algunos autores españoles que se han especializado en este tipo de literatura, y entre los que se incluye usted, observo una nueva mirada, en ocasiones con cierto espíritu de revisar la Historia que ha marcado el pasado de España. Los anglosajones llevan haciéndolo desde hace tiempo y nadie les dice nada. ¿Cuánto cree que tienen que aprender los escritores españoles de los británicos para adaptar la Historia en sus novelas?
 
R - Ya le he contestado algo al respecto, anteriormente. Los autores españoles que buceamos en la Historia debemos escribir sin complejos. Los escritores e historiadores británicos, al menos muchos de ellos, han tendido y siguen haciéndolo, a arrimar el ascua a su sardina, sin pudor de ningún tipo. Dos ejemplos, y de ambos he escrito, en mi primera novela, El fuego de bronce y en esta última, La Cruz de plata: En cualquier biografía de Nelson que puedes encontrar en Internet, pasadas y actuales, sobre su derrota en Santa Cruz de Tenerife, el 25 de julio de 19797, o no se menciona o se hace de puntillas, quitándole importancia, “como una escaramuza menor”. La aplastante victoria de Blas de Lezo sobre Vernon y su imponente escuadra, en Cartagena de Indias, se falsearon los hechos de manera vergonzosa. Si escribimos novela histórica, salvando licencias literarias, debemos basarnos en la verdad, sin más. Sin embargo, no se hace siempre. Yo sí lo hago.
 
 
P - En este sentido, ¿cuánto hay de ficción y de realidad en una novela histórica?
 
R - En mi caso, en las dos novelas escritas hasta la fecha, así como en muchos relatos basados en hechos históricos que he publicado, entrelazo con los episodios reales otros de ficción, que ambientan la narración y la hacen más amena. Pero nunca interfieren en el curso de los acontecimientos reales. Un maestro y precursor de este modelo fue nuestro paisano Benito Pérez Galdós, en sus Episodios Nacionales. A mí me encanta narrar de esta manera y creo que la mayor parte de los lectores lo agradecen. 
 
 
P - ¿No siente cierta inquietud, como en el caso de La cruz de plata, que su protagonista, Antonio Benavides González, existiera de verdad?
 
R - Antonio Benavides existió, sin lugar a dudas. Se acredita su nacimiento en los archivos de la parroquia de San Salvador de la Matanza de Acentejo, y su defunción en los de la Iglesia Matriz de la Concepción de Santa Cruz, en cuya entrada, bajo una lápida de mármol, vestido con los hábitos de la Orden Franciscana, descansan sus restos mortales. Sobre él escribió, la única biografía cercana al tiempo de su existencia, en 1795, Bernardo Cólogan Fallón.
 
 
P -  ¿Hasta qué punto ese Benavides está inspirado en la realidad y es resultado de su imaginación como escritor?
 
R - La vida de Benavides, sus acciones y hazañas, hablan por sí solas del personaje excepcional que fue este matancero, sin duda, uno de los canarios más universales, prácticamente desconocido, hasta la fecha. Su proceder y sus logros militares y políticos, así como el carácter sumamente bondadoso que refleja el personaje en la novela, están basados en los documentos que hablan de él en su tiempo, estrictamente. Luego está su cotidiana manera de actuar en la cercanía, en sus actividades “domésticas”, en su trato personal más cercano, etc., que son fruto de mi imaginación, lógicamente. Pero basado en su proceder histórico y en sobre lo que de él pensaban sus contemporáneos. No creo que el Benavides de La cruz de plata diste mucho del que abrazó a los indígenas del Nuevo Mundo, quienes lo llegaron a querer como a un progenitor; así como lo apreció sinceramente, hasta llamarle padre, el mismísimo Felipe V.
 
 
P -  ¿Puede la novela histórica enseñar Historia? 
 
R  - Sin duda. La bien escrita, la objetiva, la bien documentada. Enseñará unas nociones básicas o un acontecimiento en profundidad, dependiendo de la intención de cada autor. Le aseguro que, por ejemplo, El fuego de bronce alberga prácticamente todo lo que cualquier amante de la historia quiera saber sobre nuestra Gesta; así como el entorno histórico e importantes acontecimientos en la existencia de Benavides se reflejan en La cruz de plata
 
 
P -  Por otro lado, ¿qué le atrae del género y por qué no escribe más sobre asuntos contemporáneos, tal y como ha dejado constancia en algunos de los relatos que reúne en Ahora?
 
R - Me atrae lo apasionante de la misma historia de la humanidad. En cuanto a novelar hechos contemporáneos, todo llegará. De hecho, en estos momentos estoy trabajando en una nueva novela cuya parte principal se desarrolla a mediados del siglo XIX. Pero, como ya he afirmado en otras ocasiones, la actualidad no me ofrece interés literario, en relación al que me ofrecen otros tiempos del pasado, que me atraen muchísimo.
 
 
P -  En La cruz de plata refleja la vida de Antonio Benavides González de Molina. ¿Cómo llega a este personaje y qué fue lo que más le llamó la atención?
 
R - El 9 de enero de 2012, en el Cabildo de Tenerife, mi compañero de la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, el general don Emilio Abad Ripoll, pronunció una magnífica conferencia sobre Benavides, y ese día ya sentí gran interés por el desconocido personaje. Y curiosamente, a los pocos meses, un gran amigo de mi adolescencia y juventud, Luis Joaquín Gómez Jaubert, a la sazón, cura párroco de el Salvador de la Matanza de Acentejo,  me animó —siendo portavoz de unos amigos matanceros que habían leído El fuego de bronce— a que novelase la vida del más ilustre paisano de aquella norteña localidad. Le dije que lo estudiaría, y aunque ya trabajaba en una nueva novela, indagué más profundamente sobre el personaje. En efecto, me enamoré de, principalmente, su compromiso vital con su patria y con su fe. Benavides, como aquellos caballeros templarios, fue mitad monje, mitad soldado. Sus hazañas y su honradez, sin resquicios —que cuento en la novela—lo dicen todo de él. Y prácticamente nadie lo conocía. Vi una oportunidad editorial y una manera de hacer justicia a su memoria. Lo que me hace sentir muy orgulloso.
 
 
P -  ¿Benavides es un hijo de su tiempo?
 
R - Todos somos hijos de nuestro tiempo. La cuestión es cuántos nos comprometemos con nuestros principios y cuántos no, fundamentalmente porque demasiados contemporáneos carecen de ellos. Benavides era un hombre absolutamente comprometido con sus principios morales: la lealtad, la honradez, el respeto y amor a la Patria, su defensa, etcétera; los más altamente considerados en su tiempo. En mi opinión, los principios fundamentales, éticos y morales, son intemporales, aunque en nuestro tiempo, en nuestra sociedad, no se valora como entonces.
 
 
P -  ¿Y por qué continúa siendo un gran desconocido en España y en su tierra, Tenerife?
 
R - Cercana a los años en que vivió, sólo se conoce la biografía de Bernardo Cólogan Fallón, de 1795, que apenas tuvo difusión y no son más de ocho folios. El propio Benavides, que gastó todo lo que ganaba en hacer obras de caridad, no se pagó un retrato, no le debió dar importancia a algo tan banal, imagino que pensó. He ahí el mérito de la iniciativa de los amigos matanceros —a los que menciono en el capítulo de agradecimientos de la novela: el padre Luis Joaquín Gómez Jaubert, Clara  Clara Hernández Palenzuela, Jonás Armas Núñez, Belarmino Peña Díaz y Rubén Sosa González—, que se preocuparon y ocuparon de buscar un autor que diera a conocer a su más ilustre paisano. En su pueblo deberían agradecérselo.
 
 
P - ¿Qué momento destacaría más de su vida?
 
R - Por su determinante trascendencia histórica, su actuación en la batalla de Villaviciosa de Tajuña (en el transcurso de la guerra de Sucesión), en la que salvó la vida a Felipe V, el primer Borbón de España, sin entrar en consideraciones sobre si nos hubiera ido mejor seguir con un rey de la casa de Habsburgo. Eso nunca lo sabremos. Pero no puedo dejar pasar su extraordinaria labor como Gobernador y Capitán General en la Florida, Veracruz y Yucatán; particularmente por su especial hermandad con las tribus aborígenes, que lo adoraban, considerándole un gran protector.
 
 
P -  ¿Y cómo lo definiría: mejor militar o diplomático?
 
R - Acreditó sus extraordinarias virtudes para ambas cosas, pero ciertamente, fue su valor y genio militar durante la guerra de Sucesión —durante la cual fue ascendido, y felicitado personalmente por el Rey, por sus acciones directas en el campo de batalla—la que le llevó a la ostentar altas responsabilidades políticas, que por otro lado, estaban muy unidas a las militares en aquellos tiempos.
 
 
P -  ¿Le costó escribirla más que El fuego de bronce?
 
R - Bastante más, porque me costó mucho trabajo y tiempo documentarme sobre su vida, de la que apenas hay escritos. Estudié su entorno geopolítico e histórico y fui atando cabos. Sinceramente, fue un arduo trabajo. Además, la narración de El fuego de bronce transcurre en año y medio, en un lugar, y en La cruz de plata cuento la vida (y las circunstancias históricas en las que se vio inmerso) de un hombre que vivió ochenta y tres año, y recorrió media Europa y todo el virreinato de la Nueva España. Por tanto, Benavides y sus acompañantes vitales debían evolucionar y envejecer de forma coherente, y eso ha constituido un gran reto. Creo que he cumplido.
 
 
P - Benavides es hijo de una familia de labradores y con tan solo 20 años se sale de La Matanza de Acentejo y de la isla para codearse primero con el Rey y más tarde ser  capitán general y gobernador de algunas de las plazas de la Nueva España. ¿Cómo se explica esta carrera tan meteórica e imagino que inusual para su tiempo?
 
R - Cuando él llegó a Madrid, tuvo la oportunidad de conocer al Rey. Por determinadas circunstancias, Felipe V lo llegó a apreciar sinceramente. Además de conservar la vida gracias a Benavides, el Rey sabía de su honradez y sus capacidades. Confiaba ciegamente en él para su desempeño como Gobernador de importantísimas provincias del Nuevo Mundo, donde se sucedían grandes problemas de corrupción, entre otras muchas cosas que cuento en la novela, como los continuos conflictos con los británicos, corsarios de vocación.
 
 
P - ¿Qué capítulo le resultó más complicado de escribir?
 
R -Me preguntaba cómo terminar la novela, como redondearla, porque el final de una novela, para el lector, es la guinda que te endulza o amarga el último trozo de la tarta. Un día me vino a la mente ese final y respiré aliviado.  
 
 
P - Uno de los detalles más llamativos de la obra es la evolución de su personaje, a quien retrata prácticamente de su adolescencia hasta su muerte. Me gustaría que comentase cómo trabajó esta línea existencial y a qué fuentes recurrió para ir dándole cuerpo.
 
R - Simplemente plasmé mis propias sensaciones vitales en el transcurso de mi existencia. Ni más ni menos.
 
 
P-  Nueva novela en la que trabaja. Podría adelantarnos algo. 
 
R - Como le adelanté antes, trabajo en una apasionante e intrigante historia de ficción, en este caso, que transcurre en dos etapas históricas muy interesantes, en la que participan algunos personajes reales. Ficción en un entorno histórico. Más no puedo contar.
 
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