Entrevista a Jesús Villanueva

 
Por Verónica Galán (Publicado en La Opinión el 4 de diciembre de 2014).
 
 
Tras reflejar un hecho histórico, La Gesta de 1797 chicharrera, en su primera novela, El fuego de bronce, Jesús Villanueva Jiménez, aborda ahora en La cruz de plata a un personaje histórico nacido en 1678 en La Matanza. Se trata de Antonio Benavides González, un desconocido para la población canaria que llegó a salvarle la vida a Felipe V, aparte de poner orden como gobernador en el nuevo Imperio español del continente americano. El autor tiene mucha fe en esta nueva aventura.
 
 
Háblenos de "La cruz de plata"
 
           A esta novela le he dedicado muchas horas, la mayoría de fin de semana, durante casi dos años. Es una novela complicada de escribir porque son muchos años de vida de Benavides y toda está reflejada.
 
Entonces, supongo que habrá muchas elipsis
 
         Hay una parte de su vida que la encontrará el lector en los recuerdos de Benavides. El tiempo físico comienza cuando tiene casi 20 años. El final es una sorpresa. El primer planteamiento que hice era de casi 800 páginas pero la editorial me propuso reducirla porque se encarecía y se quedó en 600, pero me vino a la cabeza una idea y hasta creo que quedó mejor con este final. Esta novela, igual que la primera, El fuego de bronce, son históricas, así que la historia es real. De Benavides no hay casi nada publicado, solo una biografía pequeña de ocho folios de Bernardo Cologan, que escribió en 1790, la más cercana a su vida, ya que Benavides murió en 1762.
 
¿Cómo conoció a Benavides?
 
          Es una figura desconocida. De hecho, tiene una calle en Santa Cruz pero nadie sabe quién fue. Tengo la fortuna y el honor de pertenecer a la Tertulia Amigos del 25 de julio, donde todos somos amantes de la historia. Hace dos años y medio en el Cabildo un miembro de la Tertulia, Emilio Abad de Ripoll, dio una conferencia sobre Benavides en el aniversario de su muerte. Al poco, unos amigos matanceros, como Benavides, que se habían leído El fuego de bronce, me hablaron de él con mucho entusiasmo, me picaron la curiosidad e incluso me invitaron a que escribiera sobre Benavides, como lo hice con el 25 de julio. Al final me picó el gusanillo y empecé a buscar información. Entonces, me di cuenta de que Benavides era un personaje extraordinario y que merece ser conocido.
 
¿Cómo se documentó?
 
          Hay otra pequeña biografía de seis folios de Ana Lola Borges, una historiadora que, basada en la de Cologan, matizó y buscó fechas porque estuvo indagando en el Archivo de Indias y en el de la iglesia de El Salvador de La Matanza. Lo que hice fue buscar información de lo que ocurría en cada momento en los años y en los lugares donde estuvo Benavides. Por ejemplo, en el momento en el que estaba en Veracruz, se canalizó el suministro de agua con las fuentes. Eso lo tuvo que hacer él porque se hizo cuando era el gobernador. También estuve mirando algunos estudios y tesis doctorales de la universidad de México sobre la época, que están publicadas en el Google Académico. A Benavides apenas se le menciona. Lo que hice fue atar cabos.
 
¿Esa historia real fue la inspiradora de la ficción?
 
          Claro. Todo lo que cuenta la novela en relación a Benavides está basado en la realidad. La parte de Benavides en la que estuvo en la Guerra de Sucesión está muy documentada. En la batalla de Villaviciosa de Tajuña, le salvó la vida a Felipe V. Y claro, sobre esa guerra y batalla hay mucha documentación. En cambio, hay gente que no sabe que prácticamente el 40% de lo que hoy es Estados Unidos era español. También he encontrado algunos libros escaneados en castellano antiguo de personajes de la época que escribían como si fuera un periódico. Todas las tribus que menciono con las que estuvo negociando Benavides en San Agustín de La Florida –a partir de un conflicto protagonizado por los Apalaches en el que mataron a muchos colonos y destrozaron el lugar– son reales. Benavides se reunió con ellos solo con unos intérpretes y con un capitán de la guarnición y llegó a un acuerdo. De la parte anglosajona de La Florida hay mucha documentación pero desde el punto de vista británico, así que tuve que traducirlo y entender que mucho era marketing. En cambio, cuando escribí El fuego de bronce encontré aquí sin irme a ningún lado mucha documentación, sobre todo de compañeros de la Tertulia como Luis Cola Benítez, Daniel García Pulido o Pedro Ontoria, y en el museo de Almeyda encontraba hasta objetos de La Gesta.
 
Es un gran salto pasar de un hecho histórico tan conocido a un personaje casi olvidado.
 
          Sí, esto era mucho más complicado por ser una persona desconocida y porque se desarrolla en muchos lugares, pero ha sido una labor apasionante porque cuando profundizas en lo que España hizo en el Nuevo Mundo y lees cosas de la época es increíble. Admiro a esos misioneros que se perdían en selvas a ver qué se encontraban; algunos eran bien recibidos pero otros eran guisados en calderos. La película La Misión comienza con un misionero atado a una cruz que cae por unas cataratas. Pues eso está basado en un hecho real y ese misionero era canario.
 
¿Se documentó solamente por internet?
 
          Si no existiese internet tendría que haber viajado a la Universidad de México y a Sevilla al Archivo de Indias y no ha hecho falta.
 
¿Cuál es su parte de ficción?
 
          Una enorme. A lo largo de la novela a Benavides le acompañan una serie de personajes de todas clases, incluso canarios, entre ellos un perro que se lleva desde Canarias. Yo lo describo como lo que podría ser los orígenes del dogo canario, que es un perro excepcional. Yo tengo un mestizo canario adulto, Chep, que adopté de un refugio con el que llevo tres años y es de una nobleza... En la novela he descrito a Chep. Pero claro, aparece solo los años que vive un perro. Si no recuerdo mal creo que lo mato al pobre con 14 años pero es que, si no, no se lo hubiera creído nadie. En la novela también trato el papel real de la piratería y del corso. El cine ha distorsionado la realidad de los piratas, y no digamos ya las de blanco y negro de Errol Flynn, que son un cuento de hadas. Los piratas eran auténticos criminales de la peor especie. Hay un personaje real que está documentado que estuvo con Benavides a partir de San Agustín de La Florida: un esclavo africano que procedía de Cuba. En aquella época era normal que la gente con dinero los tuviese. Este esclavo se llamaba Antonio Quijada pero yo le he puesto Antonio Quijano, el nombre real de Don Quijote, porque en la novela le hago un homenajea al siglo y medio de Oro de la literatura española de Quevedo, Calderón, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Góngora.... No creo que se vuelvan a repetir tantos genios en unas misma época, sería un milagro. No es una novela histórica, quiero hacer literatura. He querido llenar la novela de contenido que haga pensar al lector. Al lector la lectura le será ágil, amena, porque continuamente pasan cosas. Lo que quiero es comunicar porque no soy historiador y además un ensayo histórico puede ser un tostón.
 
¿La novela saldrá del país?
 
          Sí. La editorial siempre que publica un libro les envía una nota a los distribuidores de México y Estados Unidos y les ha interesado. Si la novela cuaja allí podría llegar a Colombia, Argentina... Es un mercado de 300 millones de hispanohablantes. Tengo una gran fe en esta novela.
 
¿Ha encontrado durante la documentación que le hayan gustado para otra novela?
 
          A La Florida fueron muchos canarios pero ninguno como Benavides, que se los come a todos. Estamos hablando de un muchacho de una familia de labradores que sale con 20 años de La Matanza de Acentejo de hace 300 años y que llega a codearse con el Rey, ¡el primer Borbón! y consigue ser capitán general y gobernador de la principales plazas de la nueva España. Benavides limpió de corrupción sobre todo San Agustín de La Florida, que se encontró con una trama de contrabando. Benavides no paró la pata durante 50 años. Él estuvo 32 años en América sin volver a España porque su gestión fue tan buena que el rey lo mantuvo allí.
 
¿Encontrará algún personaje que le apasione tanto para la siguiente novela?
 
          Sí, hay muchos. Tengo una novela escrita terminada sobre la Antigua Roma y acabo de empezar otra histórica pero con una historia de ficción. A mí no me apetece escribir sobre la actualidad, me gusta viajar en el tiempo en mi imaginación. Con El fuego de bronce y La cruz de plata estoy dando a conocer una gesta y un personaje extraordinarios al público nacional. Me siento muy orgullosos y creo que debe tener un reconocimiento moral.
 
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