Una ermita del siglo XVII. Referencias históricas acerca de la actual iglesia de San Bartolomé de Geneto

 
Por Daniel García Pulido  (Publicado en El Día / La Prensa el 24 de agosto de 2014).
 
 
A todos esos vecinos que, en su memoria, guardan retazos de un ayer no tan lejano en el que convivían tradición e historia... 
 
A Inés y a Raúl, con una sensibilidad que viene de herencia, para que se enamoren aún más de la belleza e historia de nuestro patrimonio. 
 
 
          La bendita curiosidad del vecino o habitante de cualquier localidad quiere trascender en ocasiones a conocer ese tejido de conocimientos y de causas que explican la razón de ser, la identidad y las características de un determinado rincón. Verificar el porqué de la ubicación de poblaciones en determinados lugares, de las iglesias o de las ermitas en sitios predestinados, del motivo que fundamenta un topónimo o el nombre de una localidad, han sido una constante en el espíritu, ávido de saber, de cualquier persona con inquietudes... Esa curiosidad, alimentada desde el sincero interés y las puras ansias de aprendizaje, brinda siempre, al conseguirse respuesta a esas claves en principio desconocidas, un componente de apego y de valoración sobre el objeto estudiado que no tienen comparación ni precio por el efecto de protección y salvaguarda que incitan en el ánimo de esas personas que ya no verán con los mismos ojos ese espacio que ha despertado sus anhelos de conocimiento. 
 
         Bajo esas premisas nos queremos adentrar a esbozar, de manera somera e introductoria, algunos apuntes de interés sobre el origen de la actual iglesia de San Bartolomé de Geneto, enclavada en lo que en siglos pasados se llamaba como “Geneto de Abajo” -apelativo utilizado inicialmente para diferenciar esta localidad entre "los dos Genetos", San Miguel y San Bartolomé- (Nota 1).  Es evidente que ahondar en los orígenes de esa edificación religiosa conlleva en sí mismo bucear en la propia historia de la localidad de San Bartolomé de Geneto, ya que indudablemente la génesis de este templo marcó el nacimiento del lugar, bautizándolo con el nombre de su santo titular. No en vano todo enclave habitado necesitaba tener en su seno o en las inmediaciones un espacio para el culto religioso y en este "Geneto de Abajo" no iba a suceder lo contrario.
 
          Uno de los temas recurrentes entre las cuestiones o temas de interés de los vecinos en el momento de averiguar aspectos noticiosos del pasado surge a la hora de conocer la antigüedad de una determinada edificación, más aún si cabe cuando se refiere a un inmueble que atesora la identidad espiritual de una comunidad, como es el caso que nos ocupa con la iglesia de San Bartolomé de Geneto. Hasta la fecha se había colocado la fecha de construcción de la primitiva ermita en el año 1752, tal y como rezan las cifras de trazo inseguro grabadas a cincel en el dintel del antiguo arco de entrada a la hacienda vinculada al recinto consagrado al apóstol. La inexistencia de datos fundacionales nos hacía tomar ese registro cronológico como la fecha inicial de la andadura de esta edificación, pero, no obstante, referencias documentales que hemos hallado recientemente nos deben hacer retroceder la fundación de la primera ermita, como mínimo, a mediados del siglo XVII. La pista apareció al investigar la presencia del corsario Amaro Rodríguez-Felipe, el célebre Amaro Pargo, con propiedades constatadas en San Bartolomé de Geneto a mediados del Setecientos (2). Rastreando las escrituras de compraventa de este singular personaje en los protocolos originales de escrituras de la época, buscando conocer la identidad de los antiguos habitantes de la comarca, nos encontramos con, al menos, dos referencias documentales que retrotraen las fechas de presencia de la ermita de San Bartolomé, como mínimo, al último cuarto del siglo XVII. En la primera de estas escrituras, ante Diego Ambrosio Milán, el 6 de febrero de 1687, el doctor Agustín Cabrera de Vargas Rengifo vende al padre de Amaro Pargo, el labrador Juan Rodríguez-Felipe, un "cercado de tierra calma" en Geneto, que linda por su parte baja -y transcribimos literalmente- "con el Callejon que ba a la hermita de San Bartolome"- (3). En la segunda compraventa, casi una década anterior, concretamente el 10 de junio de 1674 ante el escribano Juan Alonso Argüello, se trata de Isabel Díaz, viuda de Mateo Hernández Crespo, quien otorga venta de "dos almudes y medio de viña" en ese mismo "pago de Geneto", lindando dicha propiedad "hacia la hermita de San Bartolome que esta en el pago de Geneto" con viña del propio comprador de ese lote de tierras, Juan de Torres -maestro de zapatero- (4)
 
          En nuestro afán por contrastar estas referencias consultamos la obra clásica del cronista Juan Núñez de la Peña titulada Conquista y Antigüedades de las islas de la Gran Canaria y su descripción (editada en 1676) (5), en cuyo libro tercero el autor hace un pormenorizado "inventario de la población y vecindad de la isla de Tenerife", pero en él no aparece citada esta ermita, quizás porque únicamente refleja, tal y como lo hicieran las Sinodales del obispo Pedro Manuel de Dávila y Cárdenas en 1737, las ermitas del centro de la capital y solo las más relevantes del extrarradio lagunero (Las Mercedes, Gracia, San Diego) (6). Todo este caudal de presunciones e incógnitas nos deja en la tesitura de seguir adentrándonos en el futuro en el incierto mundo de las escrituras notariales para conseguir con suerte averiguar con precisión en algún momento la fecha de fundación de ese primer recinto religioso.
 
          Retomando en este punto lo prefijado hasta la fecha por los historiadores que han tratado sobre el origen de este templo, la ermita de San Bartolomé ha sido definida como parte de una de las denominadas "granjas" o fincas de retiro, con oratorio particular, creadas en esta ocasión por miembros de la comunidad de frailes dominicos que habían obtenido en esta región tierras -dedicadas en su mayor parte a cultivos de viñedos-, posiblemente a través del incumplimiento de alguna capellanía, manda pía o del impago de alguno de los réditos eclesiásticos (tributos) imperantes en aquel entonces. En ese sentido se expresa el estudioso beneficiado José Rodríguez Moure, quien en su guía lagunera nos relata que “la [ermita] de San Bartolomé, en el camino del pago de Geneto que lleva su nombre, fue oratorio público de la casa-granja que junto a ella tenían los frailes de Santo Domingo” (7)
 
          La primera referencia documental contemporánea que hemos hallado hasta la fecha aparece en la obra del también religioso Dámaso de Quesada y Chávez (escrita a mediados del siglo XVIII, en torno a 1760) (8), quien afirmaba que existía el precitado “hospicio dominico” en San Bartolomé de Geneto, regentado por dos frailes de dicha orden. Este tipo de edificaciones, situadas a extramuros de las principales ciudades, solía contar con un oratorio -en esta ocasión, la antigua ermita edificada en memoria de San Bartolomé-. Sirva como referencia análoga el caso de la población de La Matanza, donde apenas una veintena de años antes, el sacerdote herreño Lorenzo Fernández Armas fundó un hospicio, cuyo objetivo era ayudar a todos los transeúntes y mendigos que pasaban por el lugar y darles asistencia. Para San Bartolomé de Geneto únicamente nos faltaría ahora identificar al personaje o personajes que impulsaron la creación de este singular hospicio en este lugar, referencia que confiamos obtener con el tiempo en la consulta de los fondos históricos.
 
          A mediados del siglo XVIII, concretamente en 1752, se vinculó ese hospicio a la antigua ermita u oratorio de San Bartolomé, cuando toda esta comarca vivía un momento de relativo auge al influjo del cultivo de la vid y esa bonanza tenía su reflejo efectivo en los registros documentales. En ellos aparecen reiteradas citas sobre las "viñas de Geneto" que eran propiedad del convento de Santo Domingo, especialmente a partir de 1753, dando refrendo con claridad a la pujanza económica de estas tierras, pujanza que ocasionó más de un pleito como el del año 1769, surgido a causa de la posesión y rédito de estos vidueños entre la comunidad dominica y el coronel Roberto Rivas (9). En 1772 la ermita de San Bartolomé aparece, esta vez sí, reflejada en la enumeración de bienes inmuebles religiosos del partido de La Laguna elaborada por el ilustrado polígrafo José de Viera y Clavijo para su archiconocida Noticias de la historia general de las Islas Canarias (10), personaje este que no dudamos que traspasase alguna vez el umbral del oratorio de San Bartolomé para postrarse ante el apóstol ya que tenemos constancia de sus visitas a la vivienda del regidor Francisco de La Hanty, ubicada apenas a 650 metros de aquel templo (11).
 
          Este panorama benéfico y positivo para la entonces ermita de San Bartolomé no debió variar en demasía en el tiempo hasta que se dieron las dramáticas circunstancias, unos ochenta años después -en 1836-, de la Desamortización auspiciada por el ministro Juan Álvarez Mendizábal. A comienzos del año siguiente, concretamente el 13 de enero de 1837, la Comisión Principal de Arbitrios de Amortización efectuó un nombramiento de peritos para la tasación de estas propiedades dominicas en Geneto, propiedades que ya habían sido incluidas previamente en la "relación de fincas rústicas y urbanas que administra la Comisión de Amortización de La Laguna", publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de aquel entonces. En dicha nómina figuraba, bajo el registro nº 57, lo siguiente: "en Geneto, donde dicen San Bartolomé, compuesta de 26 fanegadas divididas en tres trozos de viña, árboles y pan llevar; el primero, donde se halla la ermita de San Bartolomé, tiene 10 fanegadas; el segundo y tercer trozo que dicen de la Hornera se compone del resto" (12).
 
          Por disposición del intendente de la provincia, Francisco Díaz Leal, "y a solicitud de parte", se procedió a valorar "una hacienda con casa" en Geneto, la misma en que se halla la "ermita de San Bartolomé, que fue del suprimido convento dominico de La Laguna" (13). Este peritaje, que aparece inserto en la sección de venta de bienes nacionales de los diferentes rotativos insulares contemporáneos, marcó un paréntesis obligado en la vida religiosa de esta ermita, que pasaría a manos particulares desde aquel entonces.
 
          Sabemos que cincuenta años después, en agosto de 1886, esta propiedad estaba en manos del vecino José María Trujillo González -nacido en La Laguna en 1845, desposado con Dolores Palmero Cabrera-, dato que conocemos merced a la elaboración de un inventario de bienes de la propia ermita efectuado el 20 de agosto de dicho año por el párroco de la Catedral, por el juez comarcal y el notario de aquel entonces (documento que incluimos íntegro a modo de addenda al final del artículo) (14). Hay referencias a un pleito suscitado por el vecindario de San Bartolomé de Geneto ante el cierre de la referida ermita, cuyo dueño había retirado las imágenes para utilizar el recinto como gañanía particular, que aunque no precisan las fechas de ese enfrentamiento, sí afirman que se consiguió ganar a favor del público gracias a que una de las puertas del antiguo oratorio daba directamente al camino (15)
 
          A lo largo del siglo XX la ermita -y con ella, su fiesta (16)- continuaría vigente, como nos indica en 1965 el profesor Alejandro Cioranescu puntualmente en una de sus obras: “En el mismo pago de Geneto hay otra ermita, la de San Bartolomé, situada entre la carretera de Santa Cruz y la autopista [sic]. Al bajar por el camino que va a Santa Cruz, pasada la Cruz de Piedra, se llega a ella cogiendo el primer camino que se abre a mano derecha. Fue oratorio fundado por los frailes de Santo Domingo en una granja que tenían en este lugar, sin duda en el siglo XVIII. La imagen de San Bartolomé (17), en un nicho con cristalera del retablo (18), es de talla antigua policromada, del mismo siglo. Tiene buena pila de piedra, labrada en forma de capitel y feamente pintada en tiempos recientes. El piso es de mosaico, el techo de artesonado tapado con yeso, la fábrica buena y bastante espaciosa” (19). En torno a 1970 la ermita de San Bartolomé alcanzaría el rango de iglesia, que ostenta actualmente para atender el crecimiento de su vecindario y de su comunidad cristiana. La realidad física de la iglesia, trastocada tras haber sido reconstruida casi en su entera totalidad tras desplomarse en la década de los 80, sueña con perpetuarse como uno de los símbolos de un pueblo que ha ido perdiendo a pasos acelerados los elementos que lo definían como un enclave dotado en su día de singularidad tradicional, de un ambiente rural y de un contexto histórico insular de terreno de medianías.
 
          Protejamos nuestro patrimonio material e inmaterial, aparentemente valioso o secundario, para no convertir en un funesto presagio las palabras del sabio Johann Joachim Winckelmann cuando afirmaba “que al hablar del total hundimiento de la historia del arte he ido sintiendo el mismo dolor que el escritor que tuviera que explicar la destrucción de su propia patria”.
 
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TRANSCRIPCIÓN DEL INVENTARIO DE LA ERMITA DE SAN BARTOLOMÉ DE GENETO [ 20 de agosto de 1886 ]
 
          En la Ciudad de La Laguna á veinte de Agosto de mil ochocientos ochenta y seis El Ve. Sor. Cura Párroco propio Rector del Sagrario Catedral, Jues [sic] en comision nombrado por el M.R. Vicario capitular de esta Diocesis, se constituyo en la Ermita de Sn. Bartolomé sita en el pago de dicho nombre, jurisdiccion de la expresada parroquia, asistido de mi el infrascrito notario, y habiendo comparecido a la presencia de dho. Sor. Juez y de la mía Dn. Jose Maria Trujillo, dueño de la finca donde se halla enclavada la repetida Ermita, yo el Notario, por orden del expresado Sor. Juez y en presencia de los testigos que se nombrarán requerí al citado Dn. Jose Trujillo para que hiciese entrega de las llaves de la referida Ermita, lo que verifico, asi como de todos los enceres [sic], ropas y demás perteneciente a la misma Ermita, y hallándose estas de manifiesto, se procedio al inventario de ellas en la forma que sigue:
 
          -Primeramente, Un retablo donde está la Ymagen de Sn. Bartolomé, de bulto, vestida de gloria y sin capa.
          -Una capa encarnada de terciopelo de algodon propia del Santo.
          -Un Crucifijo de madera.
          -Cuatro Candeleros pequeños de muelas blancas.
          -Un cuchillo del Santo, de hierro con cabo de p.... [ilegible] bl.... [ilegible]-ara de mármol.
          -Unas Saeras.
          -Una frontalera en el altar del Santo y es de madera pintada.
          -Lampara de hoja de lata inútil.
          -Una basa pequeña de pinsapo pintada de azul con dos barales [sic].
          -Un sillon forrada [sic] de tela encarnada de algodon.
          -Dos barandas colocadas en el Presbiterio.
          -En una alacena que hay en el lado derecho del altar mayor, se halló una alcancia de madera, que contiene una inscripcion que dice “Limosna” cuya alcancia tiene un candado sin llave y de la que no se hizo entrega.
          -Un atril de pinsapo pintado de color de caoba.
          -Al lado derecho de la entrada de dha Ermita se halla un altar con su nicho sin imagen en el cual antes se hallaba colocada la de Nª. Sª. del Carmen, cuyo altar tiene puerta de oro, cuatro tuvos [sic] de plomo y una frontalera de madera pintada, en la que tambien de pintura se halla el atendo [sic] de la citada Ymagen de Nª. Sª. del Carmen.
          -Cuatro bancos de pinsapo pintados de plomada.
          -Una basa pequeña de pinsapo pintada de blanco.
          -Una pila de agua bendita de piedra pintada de plomado.
          -Un libro de madera y un cuchillo tambien de madera forrado con papel plateado del Sto.
          -Un atril pequeño de pinsapo pintado de azul.
          -Un velo de aceitillo de algodon inútil.
          -Seis candeleros de palo pintados de color de bronce.
          -Cuatro floreros pequeños tambien de madera pintados del mismo color, con filetes dorados y en mal estado.
 
          Y no hallándose mas objetos que inventaria, en seguida [sic] se cerraron las puertas de la referida Ermita, habiendo recogido el citado Sor. Juez las llaves de la misma, que le entregó al infrascrito Notario y se terminó en la diligencia, que no firma el enunciado Dn. Jose Maria Trujillo, por expresar no saber y lo hace el repetido Sor. Juez comisionado con los testigos presentes que lo son Dn. Domingo Amador y López de esta vecindad y Dn Leopoldo Cabrera y Pérez que lo es de la Ciudad de Sta Cruz de todo lo que doy fe =.
 
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NOTAS
 
1 - La expresión de "Los Genetos" es antigua y prueba de ello la encontramos en el acta de la sesión de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife de 24 de septiembre de 1789, donde se trató la intención de instalar una escuela en “Los Genetos” con una maestra traída de Gran Canaria. (ROMÉU PALAZUELOS, Enrique [1970]: La Económica a través de sus actas: años 1779 a 1800. La Laguna: Imprenta Editorial Católica. pág. 97).
2 - GARCÍA BARBUZANO, Domingo: El corsario Amaro Pargo. La Laguna: Ayuntamiento de La Laguna.   
3 - Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife [en adelante, AHPSCT]. Protocolos notariales, sign. 1.267. ff. 4r-6v. La expresión de "callejón" en lugar de camino parece corresponderse perfectamente con la realidad de la apariencia de la antigua vía, estrecha y circunscrita entre recias paredes de piedra, tal y como aún puede recordarse contemplando antiguas fotografías de esta localidad. 
4 - AHPSCT PN. 552, ff. 133r-134v.
5 - NÚÑEZ DE LA PEÑA, Juan [2002]: Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria y su descripción. Las Palmas de Gran Canaria: Universidad, Servicio de Publicaciones. [Reproducción facsímil]
 6 - Para ahondar en este particular véase el artículo de David CORBELLA GUADALUPE [2000]: “La arquitectura de las ermitas del siglo XVI en La Laguna”. VIII Congreso Internacional de Historia de América (AEA). Las Palmas de Gran Canaria, Casa de Colón/Cabildo de Gran Canaria.
7 - RODRÍGUEZ MOURE, José [1935]: Guía histórica de La Laguna. Instituto de Estudios Canarios; La Laguna. pág. 190.
8 - QUESADA Y CHÁVEZ, Dámaso de [2007]: Canaria ilustrada y puente americano. Instituto de Estudios Canarios; La Laguna. 
9 - AHPSCT, Contaduría de hipotecas, año 1769, nº 258.
10 - VIERA Y CLAVIJO, José de [1982]: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. Tomo II. Goya Ediciones. págs. 407-408.
11 – “En el mes de mayo de este año [1764] fuimos los de la Tertulia del marqués de Villanueva [del Prado] a la casa de don Francisco de La Hanty en Geneto a tener un día de diversión”. DE LA GUERRA Y PEÑA, Lope Antonio [2002]: Memorias. Tenerife en la segunda mitad del siglo XVIII. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria; Las Palmas de Gran Canaria. p. 142. La vivienda de Francisco de La Hanty la identificamos en el nº 51 del camino de San Bartolomé de Geneto, en la trasera del bar «El Tanque» de dicha localidad. Véase GARCÍA PULIDO, Daniel: “La Hanty: un escudo y una familia en la historia de San Bartolomé de Geneto”. El Día. La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 20 de noviembre de 1999. pp. 1-3.
12 - El Atlante [periódico]. Santa Cruz de Tenerife, 15 y 27 de enero de 1837. [nº 13 y 22].
13 - El Atlante [periódico]. Santa Cruz de Tenerife, 15 y 27 de enero de 1837. [nº 13 y 22].
14 - Archivo Histórico Diocesano de Tenerife. Signatura 118/55. "Inventario de la ermita de San Bartolomé de Geneto. Actuaron como testigos de ese inventario los vecinos Domingo Amador López y Leopoldo Cabrera Pérez".
15 - Información obtenida por testimonios recabados por D. Teófilo González González, a quien agradecemos desde estas líneas sus desvelos por rescatar la memoria de los mayores.
16 - En el rotativo Gaceta de Tenerife, de 26 de agosto de 1920, se cita con particular énfasis la brillantez de la fiesta de San Bartolomé de Geneto.
17 - La imagen ha sido restaurada por Leonor Páramo el 17 de septiembre de 2011, según reza en inscripción a lápiz en la base de dicha imagen.
18 - Hemos tenido la suerte de conseguir un testimonio gráfico de aquel "nicho con cristalera" citado por Cioranescu, que incluimos en este artículo.
19 - CIORANESCU, Alejandro [1965]: La Laguna, guía histórica y monumental. Ayuntamiento de La Laguna; La Laguna. pág. 232.
 
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