Palabras pronunciadas en la presentación del libro de Juan Tous Meliá "Las Islas Canarias a través de la Cartografía"

 
A cargo de Fernando Martín Galán (Salón de Actos del Real Casino de Tenerife, 12 de junio de 2014).
 
 
          Buenas tardes señoras y señores.
 
          Estamos reunidos en este maravilloso salón -brillante expresión de Arte y Arquitectura hecho en Canarias-, para celebrar la presentación de un libro, también obra de creación, del investigador e historiador Juan Tous Meliá. Es debido a su gentileza que yo me halle dirigiéndoles la palabra acerca de lo que considere, con toda modestia, qué representa esta obra en el panorama bibliográfico y científico dentro de su especialidad.
 
          He seguido desde hace 20 años sus estudios publicados, desde aquellos  primeros con motivo del 5º Centenario de la fundación de Santa Cruz de Tenerife (en colaboración con el Ayuntamiento de esta capital) y el inaugural de la Colección que él fundó Las Islas Canarias a través de la Cartografía. Y puedo decir que siempre he hallado junto a las cuidadas y pulcras ediciones de sus cuadernos, libros o carpetas de láminas, abundantes materiales informativos, textuales y visuales valiosos, que me han enriquecido mucho y me han permitido profundizar en nuevas vías de exploración dentro de mis líneas de estudio.
 
          Con Juan he mantenido contactos en los que nos hemos intercambiado libros o pareceres sobre nuestra común afición a la Historia y la Cartografía Antigua. Él en su condición de esmerado investigador, autor de estudios, cartólogo, cartófilo, bibliófilo y director que fue del Museo Militar Regional de Canarias. Quiero dejar constancia que siempre he encontrado en él una persona de la Cultura, abierta a la cesión de información y a facilitar toda la ayuda orientativa, documental o científica que estuviera a su alcance. Y a eso se le pone un nombre: generosidad desinteresada.
 
          En suma, en el comienzo de mi intervención quiero aprovechar la oportunidad para expresar mi gran valoración y respeto por su ingente y excelente labor de investigación y de fomento de la Cultura en Canarias, que para mí es merecedora de un justo reconocimiento por parte de la comunidad cultural y de las instituciones oficiales de nuestras Islas.
 
La obra como investigación, como estudio y como elaboración para su comunicación.
 
          Entremos en la obra en sí.
 
          Fue en la primera mitad del siglo XIX, hace casi doscientos años, cuando vieron la luz dos publicaciones que fueron los primeros atlas consagrados a las Islas Canarias,  El del geólogo y paleontólogo alemán Leopoldo von Buch, Descripción física de las Islas Canarias (en 8 tomos, con atlas) [Physicalische Beschreibung der Canarischen Inseln: Atlas], impreso en Berlín en 1825 y que tuvo una segunda edición en francés publicada en París en 1836; y el del botánico inglés Philip Barker Webb y el naturalista y etnólogo francés Sabin Berthelot, Histoire naturelle des îles Canaries, Atlas, aparecido en Paris en 1838 y en lengua francesa. Ciento sesenta y ocho años después, en 2006, La Fundación Mafre Guanarteme hizo una edición facsímil de 510 ejemplares numerados. Ambos atlas son grandes hitos de la bibliografía sobre las Islas Canarias y centraron sus propósitos en el campo común de la Historia Natural.
 
          Por otro lado, los orígenes del interés y los pasos iniciales para el estudio de mapas antiguos de nuestras islas deben situarse en el siglo pasado, en los años de 1931 y 1932, por lo tanto casi un siglo después. Y cuando por caminos diferentes, dos investigadores -uno canario y el otro austriaco- llegaron a la Biblioteca de la Universidad de Coimbra para tratar de dar con el códice de la Descrittione et historia del regno de l'isole Canarie gia dette le fortunate con il parere delle loro fortificationi [c. 1592] y del ingeniero militar cremonés Leonardo Torriani. Y efectivamente lo lograron. El canario fue don Simón Benítez Padilla, ingeniero de Obras Públicas del Cabildo de Gran Canaria y directivo de la Sociedad El Museo Canario que consiguió traerse fotografiado, en 1931, el manuscrito para el archivo de dicha institución, dando a conocer algunos de sus dibujos y mapas en una Exposición en los locales de dicho Museo de Las Palmas en diciembre de 1932; por su parte el austriaco el doctor Dominik Josef Wölfel, prestigioso filólogo e investigador de las culturas prehispánicas de Canarias, llegó a Coimbra en 1932 y se hizo con otra copia fotográfica del manuscrito que publicó 8 años después, en 1940 y en Leipzig -en plena II Guerra Mundia-, siendo su primera edición y su traducción al alemán. Con ello comenzó  la puesta en valor de una cartografía antigua sobre Canarias -como fuente histórica capital- que sería muy utilizada en los trabajos sobre nuestras islas.
 
          Hoy, 82 años después, estamos ante la aparición de este magnífico Atlas de Juan Tous Meliá que pone al alcance del público y de los investigadores una importante colección de mapas antiguos de este Archipiélago.
 
          Salvando muy honrosas excepciones de trabajos y acontecimientos consagrados a historia de la Cartografía, en España hasta 1992, y con motivo de la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América por Colón, no se contaba con una tradición fuerte en investigación y en puesta en circulación de trabajos, artículos, libros, tesis de doctorado, congresos, etc. que se ocupara de esa disciplina científica. Ha sido a posteriori -y hay que recordar la oportunidad, el fuerte impacto e influencia que ejerció en aquél año la Exposición La Imagen del Mundo. 500 años de Cartografía, organizada por la Fundación Santillana y mostrada en Santillana del Mar en Cantabria-, cuando se ha ido entrando en una fase nueva que llega hasta hoy con aumento muy notable de publicaciones de trabajos o monografías sobre esta disciplina. En el caso de Canarias, hay que decir que fue el Museo Militar Regional de Canarias, con sede en el cuartel de Almeida de Santa Cruz de Tenerife, la institución que desde 1992 -y bajo la dirección del coronel Juan Tous Meliá- ha realizado más producción de trabajos en cuanto a localización, investigación, catalogación, conservación y difusión de mapas y planos antiguos de Canarias, sus territorios y ciudades. No desmereciendo, por ello, la labor de otras instituciones, como especialmente la del Museo Canario de Las Palmas y la del Histórico de Tenerife en La Laguna.
 
          Podemos afirmar que este libro de hoy de Juan Tous es, hasta el momento, la "Magnum Opus" de toda su producción. Y el título escogido es revelador del propósito que le ha guiado, Las Islas Canarias a través de la cartografía. Es decir, investigar y poner en pié un denso estudio sobre cómo se ha mapeado este Archipiélago a lo largo de la épocas y en medio de qué contextos históricos, científicos y cartográficos surgieron, así cómo y con qué características técnicas quedó representado.
 
          Coronar la cima de una investigación y un estudio así y transformarlo en una obra de comunicación con el público en formato de libro idóneo, bien realizado y cuidado, es un esfuerzo -con la intervención de otros profesionales- que supone un inmenso trabajo, requiere mucha dedicación de tiempo (en términos generales este estudio ha ido lentamente alimentándose y tomando forma a lo largo de 20 o más años) y una inteligencia y una actitud, por parte del autor, que reflejan la profunda vocación de aquél que “cree mucho en lo que está haciendo”.
 
          La obra de hoy es esencialmente un ATLAS DE MAPAS (me atrevo a decir, con terminología cartográfica, parecido a lo que se llama un “Atlas facticio” o Atlas de mapas de diversos autores). Unido a él se acompaña un extenso texto de catalogación y análisis de aquellos y que sintetiza una profunda investigación histórica y cartográfica sobre la evolución experimentada a través de los mismos.
 
          Además se ofrece, en la primera de las dos partes en que está dividido, una práctica “Introducción” que busca ser útil -a los no iniciados en el tema- para la lectura y estudio de los mapas antiguos en general y de los que representan a nuestras Islas en particular.
 
          El marco cronológico que abarca este Atlas va desde 1507, con las Ylhas de Canaria representadas en el códice de Valentim Fernandes titulado Descriptio Africae (ms. que se halla en la Biblioteca Estatal de Baviera en Munich), a 1896-1898 con los mapas de las 7 islas de Canarias confeccionados por el profesor grancanario don Manuel Pérez y Rodríguez, publicados por la Librería Hernando y Compañía de Madrid.
 
          Por lo tanto la colección de mapas y cartas náuticas de este Atlas se vincula a la Europa posterior a los siglos medievales o de la “Edad Teológica” de la Cartografía. Arranca pues desde la “Edad Humanista” y el Renacimiento, pasando por la cartografía de la época de oro de los Atlas holandeses; para seguir con las producciones de la “Edad Científica” del siglo XVIII y alcanzar la “Edad Universal” de la cartografía del siglo XIX y de los tiempos del neoimperialismo colonial. A través de ese largo tiempo, de cuatro siglos, este Atlas nos permite hacer un seguimiento de cómo, sutilmente, ha ido transformándose “la Imagen” (geográfica y geocultural) y “la Idea” o noción de las Islas Canarias  desde el imaginario cultural del viejo continente.
 
          Y ello, también, desde una óptica de mapas dotados de una utilidad práctica -en sus respectivas épocas- para ser usados por navegantes o marinos, mercaderes cartógrafos, comerciantes, eruditos y escritores, técnicos de la ingeniería u oficiales de la Milicia, gobernantes o monarcas de las Coronas de Europa, científicos o instituciones académicas oficiales, etc.
 
          La obra reúne un total de 104 reproducciones cartográficas, a gran formato la mayoría de los mapas o cartas náuticas, y sometidos a una catalogación precisa y a un estudio pormenorizado. De los cuales:
 
                    - Unos 12 corresponden a piezas encuadradas en la cartografía renacentista;
                    - Unos 18 pertenecen a ediciones de la cartografía holandesa insertas en algunos de los Atlas famosos de la historia;
                    - 10 a la cartografía manuscrita de los ingenieros militares españoles del siglo XVII;
                    - 4 fueron mapas franceses del mismo siglo;
                    - 2 italianos;
                    - 11 de factura francesa del siglo de la Ilustración;
                    - 21 de autores españoles, entre técnicos y compiladores de información, al servicio de los reyes Borbones de la España del siglo XVIII;
                    - 4 fueron ingleses del mismo siglo;
                    - 3 del siglo XIX y de confección francófona;
                    - Otros 3 británicos del mismo siglo; 
                    - Y finalmente, 9 de esa centuria son de producción española.
 
¿Cuál ha sido el método de estudio empleado con esos mapas?
 
          Se ha seguido un patrón permanente: en primer lugar lo que es la parte de identificación de datos mediante una ficha catalográfica, que ha seguido los criterios exigidos para un trabajo profesional riguroso y conforme a las normas del ISBD (CM) “Normas Internacionales para la Descripción Bibliográfica de los Materiales Cartográficos” [International Standard Bibliographic. Description for Cartographic Materials], convenidas por la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas, de 1987 y actualizada en 1993. Continúa con la parte dedicada a la descripción y análisis de la representación contenida en el mapa; para seguir con aportaciones diversas sobre biografías de los autores o editores y sobre circunstancias de la producción y localización del mapa; para acabar con indicaciones acerca de Referencias bibliográficas de comentarios y la cita de las localizaciones en cartotecas o archivos, con apunte de su catalogación y signatura. Por lo tanto, todo un profundo estudio muy riguroso y competente.
 
          Ello expuesto mediante el empleo de unos conocimientos muy precisos tomados de diversas ciencias que se concitan en el método de trabajo y estudio de la Cartografía Histórica, como son la Matemática, la Náutica, Cosmografía, Astronomía, Geografía, Geodesia, la Historia de la Ciencia, la Paleografía, Heráldica, las lenguas clásicas y modernas, etc. Y con los que Juan Tous -como habitualmente nos tiene acostumbrados- busca la exactitud en cuanto al uso de datos relevantes. El relato de cada mapa queda expuesto como la “destilación” de aquello que es lo esencial, valiéndose de un estilo de expresión preciso y directo. Finalmente, cuando lo estima oportuno, enfatiza con conclusiones valorativas.
 
          En la obra se encontrarán mini-estudios o ampliaciones aclaratorias sobre aspectos referidos a la Historia de la Cartografía; otros sobre la obra de algunos cartógrafos o autores, o sobre la evolución del nombre de cada isla de Canarias (sin evitar “mojarse” en temas polémicos, como el que en tiempos recientes se ha ocupado del controvertido nombre de la isla de Gran Canaria y el descabellado “pretendido invento político” de su epíteto de “gran”); o, también, un práctico “Adenda” para facilitar el “aprender a leer mapas antiguos”.
 
          Es conveniente caer en la cuenta, ante la entrada en contacto del lector con este libro, que lo que tenemos delante es una obra plenamente de madurez de su autor. De un experto investigador en Historia de la Cartografía, en lectura, análisis y manejo de mapas y cartas náuticas, grabados y vistas antiguas, memoriales y documentación general de archivos históricos, museos y bibliotecas. Y de un versado historiador de Canarias, además de un experimentado editor de publicaciones muy acertadamente ilustradas. Si a ello se le suma que Juan Tous ha sido un oficial superior del Ejército, de formación académica y profesor en la de Zaragoza, artillero, con estudios en Geodesia y Licenciado en Ciencias, y sobre sus espaldas toda una trayectoria de trabajos de investigación y de compromisos con la sociedad civil, se comprenderá que este autor es la persona idónea para acometer una obra de la envergadura como la de este Atlas.
 
          Estamos pues ante un profesional militar (jubilado) y un humanista. Y ante un libro excepcional, en contenido y continente.
 
          Déjenme compartir algunos aspectos más que considero viene bien ponerlos de relieve. Destacaría:
 
                    - El rigor profesional empleado en todo lo que ha sido el trabajo de investigación sobre la documentación primaria y la brillante erudición con que son tratados los numerosos aspectos objeto de estudio.
 
                    - La sabiduría y capacidad del autor, para lograr el enfoque y el andamiaje intelectual que le era conveniente a este estudio. Que es inédito con esta profundidad, esa dimensión cronológica y con el empleo de las técnicas propias de la Cartografía Histórica. Consiguiendo llevar los estudios de esta Especialidad -en lo referido a las Islas Canarias- a un nivel nunca antes alcanzado. Y es que esta obra consigue ir mucho más allá de lo que es el estudio puntual y aislado de un determinado mapa o de un conjunto u obra cartográfica efectuada por un autor. Este mallorquín-canario -y su origen vital no es nada ajeno a su vocación y dedicación con amor a la Cartografía Antigua- ha sido, desde hace décadas, el pionero en Canarias de los trabajos especializados en Historia de la Cartografía y en la actualidad no es que sea la autoridad principal que tenemos en este campo, sino que -además- es la única. Y creo no equivocarme dentro de los términos exactos de lo que digo.
 
                    - También señalo como muy reveladoras algunas confesiones del autor que andan dispersas por el Atlas: peripecias ocurridas, pesquisas efectuadas, perseverancias sostenidas, plazos de tiempos empleados y necesitados, las redes de contactos tocadas, las visitas a archivos, las consultas y averiguaciones vía internet, las relaciones con instituciones, las deducciones informativas desprendidas, etc. que ilustran al lector, muy amenamente, por un lado sobre el sistema y la metodología de trabajo empleados por el investigador y, por otro, nos hablan de la relación que sostiene un autor con la sociedad que le rodea, quedando de manifiesto los resultados de aciertos como de fallos.
 
El trabajo como producto de edición
 
          ¿Y qué decir del trabajo editorial, de maquetación, impresión y encuadernación? Pues que lo logrado puede ser parangonado, sin ningún atisbo de inferioridad, con los buenos productos que se publican desde hace muchos años en los mercados de libros ilustrados en Europa, sobre Cartografía Antigua y sobre su historia. Y esto, por sí mismo es un enorme éxito: tal que aquí, en Tenerife, con los límites de nuestro mercado y de nuestros medios se haya podido alcanzar esta elevada calidad por su interés bibliófilo.
 
          Y señalo una curiosidad que no debe pasar inadvertida. En este Atlas, con el formato de dimensiones escogido y con la calidad de reproducción de sus mapas e ilustraciones, se ha obtenido el mismo fin que buscaban hace 400 años los reputados atlas que salieron de los talleres de Amberes y Ámsterdam: esto es que proporcionen “deleite a la vista”. Sumado a ello éste Atlas de Tous ha querido también parecerse aquellos repitiendo lo que a veces se hacía con algunos mapas monocromos, que era mejorarlos coloreándolos a mano. Vean si no -y recréense reposadamente-  los mapas antiguos que se han usado para ilustrar la cubierta delantera y el frontispicio del mismo, coloreados en este año de 2014. La variación lograda es deslumbrante, y ha sido efecto del empleo de un recurso estético y tecnológico propio de nuestro tiempo, el tratamiento gráfico digital.
 
          Aquí tenemos un libro que se impone por la elegancia de su diseño gráfico, las sutilezas de los  elementos decorativos y la esplendidez de la presentación de las ilustraciones, grabados, retratos o mapas. Aquí hasta la rosa de los vientos que ocupa el colofón del libro es belleza y es interesante. Por lo que toda la obra se convierte en un magnífico logro, ya que además nos permite, con comodidad, la consulta y el estudio pormenorizado de dichos documentos bien mediante su visión directa o mediante el uso de lupas para análisis de mayor detalle.
 
¿Y para qué podrá servirnos un libro como éste?
 
          Para sumergirnos en él y empaparnos de él. En aquello que poseen o contienen los mapas antiguos, no sólo en lo que se nos muestra en superficie sino en lo que también se maneja en su fondo, en lo oculto o casi.
 
          Los mapas antiguos, y es algo bien sabido hoy, son bastante más que objetos decorativos para ilustrar libros de Historia o que piezas de coleccionismo. Desde Gerald Mercator, en el siglo XVI, se consagró su idea de que “los mapas son los ojos de la historia”. Lo son, pero con más alcance del que se le suele dar. Son, desde una perspectiva nueva, también fuentes de información e interpretación de fenómenos humanos, geopolíticos, de geografías históricas, y de  expresiones interesadas de propósitos al servicio de naciones o potencias o de poderes fácticos.
 
          Como nos dejó escrito uno de los líderes de la tendencia reciente en renovación de los estudios de Cartografía Histórica, el geógrafo británico John Brian Harley, cuéntese con que...
 
                    “un mapa nunca es la realidad, en cierta manera contribuye a crear una realidad diferente. Una vez insertada en el texto publicado, las líneas del mapa adquieren una autoridad que puede ser difícil de desplazar. Los mapas son imágenes acreditadas. Pueden reforzar y legitimar el statuo quo, seamos o no conscientes de ello. Algunas veces son agentes de cambio y pueden de igual manera, convertirse en documentos conservadores. Sin embargo, en cualquier caso, el mapa nunca es neutral. Cuando parece serlo, la oblicua “retórica de la neutralidad” parece tratar de convencernos”. 
 
          En suma, más allá de lo que nuestros ojos ven en una primera impresión,… más allá de lo que salta a la vista, como es: la orografía dibujada, los contornos y la exactitud, los topónimos, las cifras o datos, los símbolos, las figuras alegóricas, colores, escudos, las graduaciones de latitudes y longitudes, las escalas, el meridiano origen empleado, la rosa de los vientos, los rumbos,… el mapa antiguo es “una foto fija de una situación geográfica, política y social pretérita”, que nos habla de una época dada, de una sociedad y unas autoridades, de una intencionalidad subyacente, de unos silencios voluntarios de información, de un imaginario cultural o político obediente a una percepción y a un discurso propositivo concreto, etc. Y todo ello tanto plasmado directamente como sobreentendido, a través del trabajo de unos autores: el cartógrafo y el editor, pero al servicio, frecuentemente, de algún contratante o institución.
 
          Una vez el mapa ha caído en nuestras manos, corresponde a nosotros “saber leerlo”
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          Este día, de mayo 2014, quedará como una jornada feliz y memorable para el autor de este Atlas y para el equipo de profesionales que ha intervenido en su creación como libro, porque por fin se ha alcanzado la meta para la que ha sido producido, esto es poder ser manejado y leído por el público interesado.
 
          Simultáneamente, es un día ilusionante para todos nosotros, la imprecisa sociedad de lectores y estudiosos que sentimos especial atracción por esta clase de obras de investigación y por esta naturaleza de libros bien ilustrados, que para este caso lo esperábamos con anhelo y con expectativas. Y es que desde hoy serán muchos de los interesados en la Cartografía y en su historia, los cartófilos y coleccionistas, los bibliófilos, los investigadores en Historia de Canarias, en Geografía Histórica, en historia de la Navegación, de las Ciencias, en historia del territorio y de las obras públicas, archiveros, profesores y estudiantes universitarios de diversos Grados de Licenciatura o de Doctorado, etc. los que podrán disponer, para su uso privado, de este valioso tesoro en cuanto estudio académico y como colección de documentos seleccionados por su muy relevante significado en la evolución de los mapas sobre Canarias.
 
          Nos tenemos que felicitar todos. Y más aún porque a diferencia de lo conocido hasta tiempos recientes, ahora esta publicación también es el éxito pleno de la movilización de una sociedad civil en la que todos participamos. Es por ello, además de por todo lo aquí expuesto, una preciosa lección de dignidad y de fe en favor de la Ciencia, la Cultura y la Educación, digna de imitarse en muchos otros campos de nuestra vida en sociedad.
 
          Y termino definitivamente: mi más profunda felicitación, cargada de agradecimiento, al autor -y añadiré, igualmente a su familia- y a todas las personas y empresas que han intervenido en esta producción: Gaviño de Franchy Editores, Josafat Páez Estéves y Litografía Drago.
 
          Muchas gracias por haberme prestado vuestra atención.
 
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