Por Régis Chaperon

 

NOTA  PREVIA  DE  LA  TERTULIA

       Cuando se hizo el público el proyecto de soterramiento de la Vía Litoral de Santa Cruz de Tenerife, nuestra Tertulia, ante la indiferencia con que la ciudadanía y todas las entidades implicadas en mayor o menor grado en su desarrollo (Gobierno de Canarias, Cabildo Insular, Ayuntamiento de Santa Cruz, Autoridad Portuaria y Empresa encargada) asumían el hecho de que con la obra desaparecerían para siempre los restos de lo que fue el primer muelle verdadero con que contó Santa Cruz (terminado en marzo de 1787), remtió escritos a sus dirigentes alertándoles de lo que iba a suceder y proponiendo el traslado del antiguo muelle a una zona cercana. Muy pronto se celebró una reunión entre representantes de todas las partes relacionadas con los trabajos y miembros de nuestra Tertulia, con un resultado totalmente positivo: se reconocía la importancia histórica, arquitectónica y cultural de nuestra propuesta, que se aceptaba plenamente.

     Por esa razón se redactó un proyecto adicional al principal, que estudiaba, planeaba y presupuestaba el traslado del muelle antiguo, piedra a piedra, desde su ubicación en los bajos de la Plaza de España, hasta una nueva en la zona del puerto comprendida entre la Marquesina y la Farola del Mar, encargándose de la obra a Régis Chaperon, un joven cantero francés, afincado en Santa Cruz, al que avalaban su espléndido curriculo y el importante trabajo realziado aquí con el desmontaje de la Fuente de Morales y su montaje y terminado en otra ubicación.

     Cuando prácticamente se había acabado el desmontaje del viejo muelle, la crisis económica hizo que se paralizase, por falta de presupuesto, "nuestro" proyecto. Bastantes meses después, la sensibilidad de la Autoridad Portuaria hacia el Patrimonio histórico del Puerto - Ciudad de Santa Cruz de Tenerife, condujo a que este organismo asumiese la continuación y finalización de las obras, hoy felizmente ya terminadas y a la espera de pronta inauguración.

     A continuación se recoge la Memoria redactada por Régis Chaperon sobre los trabajos llevados a cabo para culminar con éxito el proyecto.

 

M E M O R I A 

 

          Me he decidido a realizar una memoria de este proyecto porque me parece que es un trabajo de complejidad y envergadura suficientes para suscitar la curiosidad de los espectadores y porque me gustaría que la gente entendiera el esfuerzo que se ha realizado por mantener una pieza de gran valor histórico para la capital de Tenerife.

         En el verano de 2011 me contactó una empresa que tenía asignada la obra de la Vía Litoral de Santa Cruz de Tenerife. Me dijeron que la sección de Patrimonio del Cabildo me había recomendado después de haber desplazado la Fuente de Morales de la misma ciudad ya que necesitaban hacer lo mismo con el Muelle Histórico para continuar con los trabajos.

                    Cuando fui a ver el trabajo que había que hacer constaté la dimensión de la pieza de arquitectura y su gran complejidad...

          Habia muchísimos bloques, torres, un arco de 7 metros, miles de adoquines antiguos… en definitiva, un puzzle de verdadera historia en 3 dimensiones que había que desmontar y volver a montar pieza por pieza... ¡un verdadero reto! La empresa contratista de la vía litoral acordó conmigo que yo ponía la cabeza (la dirección) y ellos ponían las manos (los obreros y los medios). Buena propuesta aunque yo sabía de antemano que seria incapaz de no aportar mis manos también.

          La primera semana de trabajo consistió en documentar todo el conjunto histórico. Una semana conmigo mismo, sacando fotos, tomando dimensiones y preparando el método de trabajo que debería explicar a mi equipo. Lo complicado es pensar en cómo encajar todas las piezas en un nuevo emplazamiento, que ha sido diseñado sin tener en cuenta las dimensiones reales del Muelle.

                    Mirando la huella de cañón del almirante Nelson me di cuenta de la confianza que habían depositado en mí a la hora de encargarme este proyecto...

          Para empezar; como siempre propuse una buena limpieza ya que el lugar había estado cerrado durante mucho tiempo y había mucha suciedad de todo tipo. (Foto 1)

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Foto 1

          Decidí desmontar por hileras y por piezas de arquitectura. Es decir; la primera hilera que es la albardilla quedaría desmontada y almacenada toda junta, la segunda hilera, con alturas diferentes, desmontada y almacenada toda junta, la tercera hilera lo mismo y así sucesivamente midiendo además previamente los metros lineares de cada hilera para poder adaptarlos más tarde al nuevo emplazamiento. (Fotos 2 y 3)

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Foto 2

 

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Foto 3

         

          Lo más importante de esta fase era “no perderse” así que tuvimos que ser muy metódicos a la hora de marcar las piezas, desmontar/as y almacenarlas. Tuve que ser especialmente puntilloso aquí con los obreros para que tuvieran mucho cuidado en no dañar las piedras y entendieran el valor histórico de lo que estaban desmontando. En ocasiones, incluso trabajando como los antiguos egipcios, a mano y sacando las piedras con rodillos, sogas y a base de sistema de rampa. (Fotos 4 y 5)

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Foto 4

 

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Foto 5

 

          Por “cosas del destino” no pudimos pasar a la segunda fase, el montaje, ¡hasta pasado un año! Este vacío hizo que casi perdiera las esperanzas de ver culminado el proyecto. Dejar las piedras almacenadas en palets durante tanto tiempo me hizo plantearme si realmente iba a ser posible terminar.  El paso del tiempo había borrado muchas de las marcas de pintura de las piedras… (Foto 6)

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Foto 6

 

              Sin embargo, en 2012, comencé con empeño la dirección para volver a reconstruir el Muelle de la ciudad.

          En el nuevo emplazamiento había ya muros de hormigón que hubo que demoler para montar el muelle. Pero el gran objetivo era reinterpretar la arquitectura existente con armonía, ya que se desplazaba todo a un lugar con medidas y pendientes diferentes a las originales. (Foto 7)

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Foto 7

 

                    Intenté además respetaría función de cada piedra. Es decir, unas piedras curvas que recibían una farola en el siglo XVIII, recibirían una farola de nuestro tiempo.(Foto 8)

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Foto 8

 

          Así que, nos pusimos manos a la obra, empezamos a montar los sillares según mis mediciones. Para el nuevo emplazamiento, donde había más farolas, faltaban además piedras curvas que tuve que tallar para su reconstrucción. Esta talla se hizo siguiendo la tradición cantera y buscando la textura de acabado más cercana a la original. (Fotos 9 y 10)

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Foto 9

 

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Foto 10

 

          El rejuntado fue una fase meticulosa ya que no estaba dispuesto a aceptar que se realizara una chapuza después de tanto esfuerzo. A menudo vemos trabajos mal rematados por unas juntas sucias y hechas sin esfuerzo o con materiales equivocados. En este caso, las juntas se hicieron de cal y arena con una pequeña parte de cemento.

          De nuevo por “cosas del destino y tan solo” un mes después de haber vuelto a la labor; se volvieron a parar las obras... tenía la sensación que ésta se iba a convertir en la obra eterna o inacabada y me apenaba enormemente. Ya no tanto por mi trabajo que se veía constantemente interrumpido sino por la incertidumbre de no saber si todas esas piedras almacenadas en palets volverían a ver la luz de la historia. (Foto 11)

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Foto 11

 

          Afortunadamente se reanudó la obra en 2013 ya que la Autoridad Portuaria se hizo cargo del proyecto. Esta vez teníamos la certeza de que íbamos a poder culminar el trabajo y eso nos hacía trabajar con ilusión. Junto a mi nuevo equipo de obreros de la constructora Molina, nos encargamos de desenredar el “ovillo” que se había vuelto a hacer por el paso del tiempo.

                    Todas las piedras tienen importancia pero había unos elementos muy delicados que teníamos que mimar más que ninguno, el arco y las torres.(Foto 12)

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Foto 12

 

          Este conjunto, compuesto por un arco de 7 metros de ancho y dos torreones: en total 12 metros de ancho y 3, 50 metros de alto… además debía ser colocado frente al mar ¡y debajo del nivel del agua! (Foto 13)

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Foto 13

 

                    Teníamos que jugar con las mareas empezando a trabajar a las 5 de la mañana en algunas ocasiones.

          Allí estábamos, excavando, picando, vaciando, encofrando, rellenando con hormigón marino un cajón que habíamos preparado para recibir la pieza histórica; cuidadosos para que Ja parte más complicada del puzzle estuviera montada a la perfección y afianzada para recibir la estampida de las olas. (Fotos 14, 15 y 16)

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Foto 14

 

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Foto 15

 

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Foto 16

 

          Para poder hacer una implantación precisa de los torreones había montado la primera fila en seco y había hecho una plantilla que me serviría para hacer un dibujo in situ. (Foto 17)

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Foto 17

 

          Antes los encofrados para sostener un arco se hacían en madera, sin embargo, como la pieza iba en el mar; para evitar que la madera se deformara con el agua, lo hicimos en hierro. (Foto 18)

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Foto 18

 

                    Cada pieza tenía su nombre, su número, su altura, su falso plomo y así poco a poco fuimos montando el conjunto, desde el alba hasta que las mareas nos paraban. (Foto 19)

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Foto 19

 

          Mientras trabajaba, me deleitaba con la calidad de la talla de los antiguos maestros canteros. Las juntas estaban tan bien hechas que, como se dice en Francia, “no pasaría entre el/as ni un papel de fumar”. Mi objetivo pues era, respetar este trabajo y volver a montar las piedras de manera idéntica: una copia exacta. (Foto 20)

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Foto 20

 

          Pasaban las lunas y con ellas las mareas y con ellas nuestro trabajo iba avanzando. Todos veíamos, por fin, como el muelle se iba reconstruyendo poco a poco y cada día teníamos más ilusión por ver el conjunto al completo. (Fotos 21 y 22)

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Foto 21

 

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Foto 22

 

                    Una vez montado el arco quedaba quitar el encofrado… qué ilusión teníamos de verlo sostenido por sí mismo, sin armaduras, sólo piedra sobre piedra. (Foto 23)

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Foto 23

 

          Ya sólo faltaba terminar de poner las últimas piedras, arenar los muros para eliminar manchas, montar los adoquines y supervisar que todo estuviera perfecto. Corno una gran obra de teatro que está a punto de reestrenarse después de muchos años.. .se sube el telón y ¡voilá! (Foto 24)

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Foto 24

 

 

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