Progresiva normalidad (Puerto y puerta - 139)

 
Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 9 de febrero de 2014).
 
 
          El cotidiano pasear por la avenida de Anaga, oficialmente denominada Francisco La-Roche, disfrutando la diversidad del paisaje portuario, me predispone a exteriorizar una primera consideración sobre la doble denominación -popular y oficial- de la hermosa y concurrida vía de Santa Cruz. Es para decir que estoy totalmente de acuerdo con el comentario que hace Juan Arencibia de Torres en su libro Calles y plazas de Santa Cruz de Tenerife: “Su nombre oficial no ha tenido éxito y difícilmente lo tendrá”; se ha impuesto el eufónico nombre del macizo montañoso que distingue y abraza a esta ciudad. Asimismo, es plena la coincidencia para que el nombre del ilustre patricio, Francisco La-Roche y Aguilar (1886-1948), adorne otra anchurosa vía, que bien podría nominarse en la zona urbana del nuevo Santa Cruz.
 
          Dicho lo cual, andando el pasado jueves por la citada avenida, el cuadro del puerto mostraba su progresiva normalidad. La cromática estampa de los grandes cruceros -Costa Classica, AIDAstella, y Mein Schiff 1- atracados en el muelle Sur, se conjuntaba con las percibidas más lejanas, de otros tráficos, operando en las respectivas dársenas y zona de fondeo.
 
          Pertinentemente, indagué el pasado en busca de una hipotética analogía. Y hallé una sencilla historia. El 9 de febrero de 1956, hoy hace 58 años, decía el periódico La Tarde que la presencia del trasatlántico americano Constitution -abrevio al máximo- "ha sido una nota destacadísima en la jornada marítima de hoy en Tenerife. Su entrada al puerto, empavesado, fue seguida por numeroso público congregado a lo largo del dique, en la avenida de Anaga y plaza de España. El puerto presentaba un bello aspecto, en una mañana clara y soleada; en los muelles se hallaban atracados otros buques, entre los cuales estaban el Monte Urquiola, Ciudad de Cádiz, Escolano y Capitán Segarra, así como varios petroleros y barcos de cabotaje.
 
          El garboso trasatlántico hizo el viaje directo de Nueva York a Tenerife en seis días y cinco horas. Conduce 540 turistas que marcharon de excursión por la Isla; su paso por las carreteras constituyó una nota de vivo color. Visitaron Las Mercedes, Bajamar, Las Cañadas, La Orotava y Puerto de la Cruz, almorzando en el Gran Hotel Taoro. Se mostraron encantados del paisaje y del maravilloso clima.
 
          El capitán del buque, Bernt A. Jacobsen, refiriéndose al puerto tinerfeño, hizo grandes elogios, tanto por sus instalaciones como por su calado y servicios, y por la bella estampa que presenta."
 
          En fin; regresando a la actualidad, sin egocéntricas comparaciones con el mundo, no está mal que se diga lo que otros dicen de lo tanto bueno que tiene y ofrece Tenerife. ¡Normalmente!
 
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