JUSTIFICACIÓN  HISTÓRICA  Y  DOCUMENTAL  DEL  TOPÓNIMO  "GRAN  CANARIA"
 
Por Pedro Ontoria Oquillas ( Publicado en el Anuario de Estudios Canarios LVII - 2013)
 
 
 
"Tan ilícito es encubrir la verdad como decir lo incierto"  (Platón, Diálogos, Teeteto, 151).
 
  
 
1.  CONSIDERANDOS AL «GRAN» DE CANARIA
 
          El epíteto "gran" de la isla afortunada de Gran Canaria merece un estudio serio,  sereno y racional que acredite su justa aportación y atribución. No debe tener cabida una argumentación política y visceral que hiera susceptibilidades y fomente las rencillas y bajas pasiones. La reiterativa falacia de relacionar o vincular el epíteto "gran" de la isla con el concepto de tamaño o extensión y de la afirmación de su reciente introducción, da origen a una serie de interrogantes: ¿cuál es el origen o desde cuándo se le conoce con tan grandioso epíteto?, ¿debemos entender el “gran” como concepto de tamaño o extensión?, ¿qué fundamentos tiene la isla de Gran Canaria para denominarse así? Las siguientes líneas quieren contribuir a una exposición ecuánime, que no origine susceptibilidades de pleito insular u otras, de la constatación de los hechos históricos y documentales donde aparece el topónimo de Gran Canaria.
 
A
 
          El nombre primero de la isla es el de Canaria (Nota 1). El término procede de la antigüedad clásica y, en opinión generalizada de los historiadores, se la relaciona con la abundancia de perros (canes) de gran tamaño o con la tribu de los canarii que, al principio de nuestra Era, se podía localizar en las vertientes meridionales del Alto Atlas. Según el catedrático Marcos Martínez (2), las canarias insulas se mencionan en plural por primera vez en la obra Adversus nationes de Arnobio de Sicca (3), escrita hacia el año 300 de nuestra Era, de donde se deduce que del nombre de la isla se deriva el del Archipiélago. En el siglo XV, al reanudarse e intensificarse los contactos de los europeos con el Archipiélago, este viene referido, en los textos y en la cartografía, como islas de Canaria. De tal forma que Abreu Galindo escribiría que “desde que hay noticia de estas islas […] siempre ha tenido y conservado esta isla el nombre de Canaria, que jamás lo ha perdido, y las otras comarcanas por ella se llaman las Canarias” (4).
 
B
 
          El nombre de Gran Canaria es anterior a la conquista. Es un absurdo decir o escribir que en la denominación Gran Canaria tengan o tuvieran alguna parte los habitantes de la isla, actuales o del pasado, pues aquella es anterior no solo a su conquista a finales del siglo XV, sino anterior también a los inicios de la conquista normanda a principios de esa centuria. La Crónica de Enrique III en 1393 la nombra ya como “la isla de Canaria la grande”. No fue, pues, Juan de Béthencourt el creador del epíteto de “Grande”, cuando en octubre de 1405, según algunos, realizó la frustrada conquista de la isla que cuenta Le Canarien (5), crónica en la que se designa a las islas con nombres que ya existían y circulaban en distintos textos y mapas.
 
C
 
          La denominación de Gran Canaria era un modo de diferenciar a la isla del resto de las otras islas que también eran Canarias. Sin embargo, el “Gran” no hay que vincularlo con el concepto de tamaño o extensión de la isla. Aunque pudiera no haber una exacta noción de sus respectivas superficies, no parece que tal nombre respondiera a la idea de que fuese la más extensa. El veneciano Alvise Cadamosto escribía (1455-1457) que entre “las islas de Canaria” la mayor era Tenerife. Es cierto que el cronista portugués Eanes Da Zurara (1448) dice que “Gran Canaria […] es la mayor de todas las islas”, pero después de él no volvemos a encontrar tal afirmación, excepto en un texto que lo copia. Posiblemente lo creían así por el título de "Gran" que tenía (y no que se le hubiese dado este porque se la considerase la mayor). En las crónicas del momento de la conquista realenga las cosas están bien claras. Alonso de Palencia, muy bien informado, como comisario que fue de la conquista de Gran Canaria, decía que
 
                    “ni  la extensión de Planasia [Tenerife] repleta de habitantes, ni la mencionada Niguaria [La Palma], lograron merecer los elogios de la calidad que consiguió Canaria, la más próxima a Planasia, siendo su nombre el más divulgado de entre todas las demás islas Afortunadas; aunque en extensión sea mucho menor que Planasia, y entre las otras cinco sepamos hay alguna un tanto mayor .” (6)
 
          Por supuesto, los historiadores posteriores que describieron las Islas sabía bien esto: "Entre las siete islas que comúnmente llaman de Canaria (que de la una de ellas llamada así se denominan), la mayor, más rica, abundosa y fértil es Tenerife", escribía Alonso de Espinosa. Dar al "gran" un sentido de tamaño o extensión es una interpretación superficial y no convincente.
 
        ¿Por qué el calificativo de "Grande"? Los cronistas del siglo XV reconocían que la isla no era la más grande y, sin embargo, la denominan Gran Canaria, luego el "gran" tendrá que tener otro punto referencial que la vincule con el concepto de importante y distinguida que incluye fama y admiración (7). En el ambiente cultural anterior a la conquista ya se respiraba admiración por las Canarias, y especialmente, por Gran Canaria. En la Edad Media persiste la leyenda de unas "islas Afortunadas" hacia Occidente (Al-Bekri, siglo XI) y en la narración, en El Edrisi (1154), de un viaje que parece un fragmento de las aventuras de Simbad. Los cristianos creían en la existencia de una isla misteriosa (la isla de San Barandián o Borondón, la Encubierta, la Non Trubada) hacia el Poniente, y se contaba que un monje, San Avito, consiguió llegar a ella, donde predicó y fue martirizado. Como una tentación a la aventura se dibujan las Afortunadas en los más viejos mapas medievales, como el de San Severo, del siglo XI. Petrarca cita a los canarios en varios de sus escritos, como también lo hace Boccaccio, con datos aportados por los navegantes de la expedición costeada por Alfonso IV de Portugal y dirigida por el florentino Angiolamo del Teggio y el genovés Niccoloso da Recco (1341), nos redacta un relato bastante exacto, que dio a Europa la primera noticia de la raza y costumbres de los guanches. Con la descripción de Boccaccio se inicia la leyenda dorada de los indígenas: 
 
                    "Estos insulares [escribe refiriéndose a cuatro cautivos que habían sido presentados a Alfonso IV en Lisboa] eran hombres jóvenes, imberbes y de hermosa presencia… Tenían los cabellos largos y rubios, que les cubrían casi hasta el ombligo; andaban descalzos. Su estatura no excedía a la de los europeos. Eran de miembros robustos, parecían valientes, de gran inteligencia, muy fieles y llenos de lealtad. Su canto era muy dulce; bailaban al estilo francés; aparecían risueños y alegres y bastante civilizados, más de lo que son muchos de los hispanos."
 
          En una época en que el amor a la aventura, fomentado sin duda por los libros de caballería, estaba tan al vivo, no es de extrañar que surgiesen relaciones de hazañas y de hechos en general sorprendentes.
 
          En Tirante el Blanco el rey de Gran Canaria será el invasor de Inglaterra (8) y en diversas novelas de caballería se reflejan acontecimientos históricos acaecidos en las Islas Canarias (9). Se heredó la denominación del epíteto "Grande" procedente del siglo XIV, reforzada quizás entonces por ser Canaria la sede del Obispado de Telde y, posteriormente, su carácter de primera isla de realengo en ser conquistada y el hecho de que albergase la sede episcopal y otras instituciones consagraron su condición de "cabeza" del Archipiélago. La isla aparece desde finales de la Edad Media como cabeza de las demás. Lope de Mendoza y Salazar escribía a mediados del siglo XVII: "Es cabesa Canaria de esta provincia por asistir en ella la Audiencia real por mandado de su magestad, el tribunal de la Santa Inquisición, el Obispo y la Santa Cruzada". Viera y Clavijo aducía que el nombre de "Gran" le venía, ente otras razones, por "la dignidad de capital". Albergar las citadas instituciones daba a Gran Canaria una innegable centralidad "verdadero centro estratégico del realengo canario", según Roldán Verdejo.
 
          La Crónica Ovetense se intitulaba Libro de la conquista de la ysla de gran Canaria y de las demas Yslas della. La circunstancia de que Canaria hubiese dado nombre al resto de las islas (10) y fuese el asiento de las instituciones que tenían jurisdicción sobre todo el Archipiélago fue el fundamento para que cronistas e historiadores dieran a sus obras el título de Historias de las Islas de Canaria (Marín de Cubas, Pérez del Cristo, Pedro Agustín del Castillo, Viera y Clavijo) o de Gran Canaria (Viana, Abreu Galindo, Núñez de la Peña). Esa dependencia, jurisdiccional y en cuanto a la denominación, no significaba superioridad material. Núñez de la Peña, exaltando la prosperidad de su isla, escribía: "Es la isla de Tenerife, la mayor, y mas poblada de las de Canaria, y mas rica […]. Está esta isla en medio de todas, como madre; y si Canaria lo es en el nombre, esta de Tenerife lo es en las obras"
 
8dCanariaeBertius 1616 Custom
 
Canaria e Bertius (1616)
 
 
2. GRAN CANARIA EN LA CARTOGRAFÍA
 
          En la cartografía antigua aparecen indistintamente Canaria y Gran Canaria. En contra de lo que se ha afirmado la isla de Gran Canaria era designada antes del siglo XX de los dos modos. Sirva de muestra, casualmente equitativa, la de los mapas exhibidos en la Exposición "Las Islas Canarias y de Cabo Verde en la cartografía. Siglos XVI-XIX", celebrada en el antiguo convento de Santo Domingo de La Laguna en junio-julio de 2008. Consultando su catálogo se advierte que aparecen con el nombre de Canaria los mapas de once cartógrafos, y con el de Gran Canaria otros once (Hondius, Claesz, Goos, Keulen, De Witt, Pierre du Val d’Abbeville, Halley, Jefferys, Baldwin and Cradock y Thomson). Varela Ulloa pone en su mapa Canaria, pero en el texto de su Derrotero… escribe "Isla de Gran Canaria (y también Canaria)"; mientras que Nicolás Sanson d’Abbeville apunta "Isle Canarie ou Grande Canarie". Los mapas de Borda, Tofiño y Tallis resultan un tanto ilegibles. Un estudio exhaustivo de la cartografía histórica del Archipiélago nos mostraría nuevos mapas en los que la isla aparecería nombrada como Gran Canaria, desde el más antiguo conocido, el de 1460 de la Biblioteca Ambrosiana de Milán (11); pero también sería posible citar otros tantos en los que figure con el nombre de Canaria, lo que no hace sino ponerse de relieve lo inútil que resulta citar textos, grabados o mapas en los que aparezca una u otra denominación, pues ambas coexistían (12)
 
 
3. GRAN CANARIA EN LAS LENGUAS EUROPEAS DEL SIGLO XV
 
          A finales del siglo XIV, ya la Crónica del Rey Enrique III la denomina "la isla de Canaria la grande" y Gran Canaria se llamaba así antes de que en el Archipiélago se hablase castellano. Gran Canaria fue la isla primera y más conocida del conjunto insular por los navegantes, cronistas y cortes europeas en la segunda mitad del siglo XIV y a principios del siglo XV. En 1402 los franceses, en 1415 los portugueses y en 1424 la curia romana, llamaban a la isla que dio nombre al Archipiélago como la Grant, la Grã, la Magna.
 
          En la primera mitad del siglo XV, antes de la conquista de las islas de realengo por los castellanos, crónicas en francés y portugués ya hacen mención de ella en sus respectivos idiomas: "la Gant Canare, Grâ-Canária". Julio Sánchez Rodríguez (13)  hace un análisis minucioso de estas crónicas transcribiendo los respectivos textos: 
 
1. Grant Canare (francés) 
 
          La crónica normanda Le Canarien, cuyo manuscrito «G» conservado en El Museo Británico, es anterior a 1420, en el folio 1v, que sirve de introducción, solo se cita a la isla de Gran Canaria y llama al Archipiélago "las islas de Canaria". La transcripción del texto francés y su traducción es el siguiente:
 
                    "Gadifer de la sale et iehan de bethencourt cheualiers/ nez du royaume de france ont entrepris ce voyage a lõnour/ de dieu et au soustenement et acroissemente de nre sainte/ creance es partiez merediennes en certaines isles qui sont/ sur celle bande qui se dient les isles de canarie habi<t>ees de/ gens mescreans de diuerses loys et de diuers languages dõt/ la grant canare est vne des meilleures et des plus princi/pales en entencion de les convertir et mettre a nre foy et/ pour ce est ce liure nõme le canarien."
 
                     "Por ello, Gadifer de la Salle y Jean de Béthencourt, caballeros naturales del reino de Francia, han emprendido este viaje en honor de Dios y en defensa y enaltecimiento de nuestra fe a las regiones meridionales, a ciertas islas que por allí se encuentran, llamadas las islas de Canaria, pobladas por gentes infieles de diversas creencias y distintas lenguas, de las que la Gran Canaria es una de las mejores y más importantes, con el propósito de convertirlas y atraerlas a nuestra fe. Por eso este libro recibe el nombre de Le Canarien."
 
          En el folio 18v se relata la expedición a la grant Canare. Además del topónimo de la isla, se citan los de Telde y Agüimes:
 
                   "El lors se pertirent derbanne ditte forteauen/ture Et arriuerent en la grant Canare a/ heure de prime Et ancrerent en vn grant/ port qui est entre telde et argouimes et la sur le port/ vint des Canares enuiron vc. et parlerent a euls."
 
                     "Zarparon entonces de Erbania, llamada Fuerteventura, y llegaron a la Gran Canaria a la hora de prima. Fondearon en un gran puerto situado entre Telde y Agüimes, adonde acudieron a hablar con ellos unos quinientos canarios."
 
          La grant Canare se menciona nuevamente en los folios 28v, 32r, 34r (cuatro veces) y 35v. Por tanto, hasta nueve veces aparece el topónimo de Gran Canaria en la crónica  normanda. Solo en una ocasión se le cita como "Canaria". Es en el folio 32r, cuando se habla de la segunda visita a las tierras de Gran Canaria. Dice así:
 
                   "Puis separti gadifer de liste derbãne en vne barge/ le xxve. jour de jullet mil cccc et iiij. et pour/ voir et auiser le pais de la grant canare et la cõ/uene deulx mieulx quil nauoit laultre saison et entra/ en mer et ariua en canare le jeudi ap’s..."
 
                    "El 25 de julio de 1404 salió Gadifer de la isla de Erbania en un barco para visitar y reconocer mejor que en la ocasión precedente, las tierras de Gran Canaria y la actitud de su gente. Se hizo a la mar y llegó a Canaria el jueves siguiente..." (14).
 
2. Grã-Canária (portugués) 
 
          A Diogo Gomes de Sintra se le atribuye la crónica Descobrimento Primeiro da Guiné, que narra los viajes oceánicos y africanos de don Enrique el Navegante (1394-1460) y de sus expedicionarios. El autor era almojarife de Sintra y miembro de la Casa del Infante, a quien acompañó en sus viajes. El texto fue escrito inicialmente en lengua latina y luego traducido al portugués. Consta de dos partes. La primera se intitula Descobrimento primeiro da Guiné. La segunda, Ilhas primeiro descobertas no Mar Océano do Occidente. Primeiro das Ilhas Afortunadas que agora se chaman da Canária. Lo realmente sorprendente para los canarios es que en el capítulo primero de la primera parte, que narra una expedición de Juan de Castro de 1415, ya se menciona a la isla de Gran Canaria y únicamente a ella, y el lugar de Telde. Lo transcribo en portugués y en latín:
 
                    1. No anno do Señor de 1415, um hidalgo do reino de Portugal, D. João de astro...navegando pelo mar Atlântico, tomou pela força uma parte de uma ilha dita Grã-Canária, parte essa que na lengua nativa era designada por Tele, que significa fértil. [Al margen: descobrimento das ilhas; Grã-Canária; Telde, parte da ilha].
 
                    1. Anno Domini millesimo quadringentesimo quindecimo, uir quidam nobilis regni Portugalie dominus Iones de Castro....nauigando per mare Atlanticum, per uim accepit partem unius insule dicte Gran-Canarie, que pars terre uel insule dicebatur lengua sua Telle, [i.e.] fructuosa». [Al margen: inuentio insularum Grã Canaria; Telli, pars insule].
 
          En la segunda parte se habla de todas las islas, incluso de las no pobladas como Santa Clara y Alegranza. Grã-Canária (portugués) y Gram-Canaria (latín) se mencionan en tres ocasiones en este contexto:
 
                    A Grã-Canária e em Gomera, em cerca de metade dessas ilhas, os habitantes são cristãos...Os naturais de Grã-Canária, descendem de idólatras a são gente de grande corpulencia; entre eles alguns são apelidados de cavaleiros [al margen: Ilha da Grã Canária].
 
                  In Gram-Canaria et Gomera iam circa medietatem illarum insularum habitatores sunt christiani...Homines naturales de Gram-Canaria ex ydolatris sunt homines magni corporis et aliqui inter illlos uocantur milites» [al margen: Gram-Canaria insula] (15)
 
BULLARUM AMPLISSIMA COLLECTIO por Cocquelin-1 Custom
 
Bullarum... amplissima collectio... de C. Cocquelines
 
 
4. LA DENOMINACIÓN DE GRAN CANARIA EN LAS BULAS PONTIFICIAS: GRANDIS CANARIA Y MAGNA CANARIA
 
          En varias bulas pontificias a Gran Canaria se la denomina Grandis Canaria y Magna Canaria. Así el Papa Martín V, en la bula Illius coelestis Agricolae de la creación del obispado de Fuerteventura, el 20 de noviembre de 1424, hace relación de la islas que componen el Archipiélago denominándolas así: 
 
                    "Sane ad Apostolatus nostri auditum, fama publica proferente, multorumque fidedignorum relatione pervenit, quod in insulis Fortunatis in partibus meridianis consistentibus de Canaria nuncupatis, in quibus inter caeteras una Lancelloti, alia Fortisventurae, alia Grandis Canariae, alia Inferni, alia Gomerae, alia Palmae et alia Ferri nuncupatae insulae, ab olim populis Deum minime agnoscentibus populatae habentur, per dilecti filii nobilis viri Ioannis de Betancuria militis et aliorum multorum Christi fidelium."
 
                    "A nuestra apostólica noticia ha llegado por voz pública y por relaciones fidedignas que las islas Fortunadas, que quedan a las partes del Mediodía, nombradas de Canaria, y que en particular se llaman una Lancelote, otra Fuerteventura, otra Gran Canaria, otra Infierno, otra Gomera, otra Palma y otra Hierro, las cuales, estando pobladas desde lo antiguo de gentes que no conocían a Dios, han sido últimamente tomadas por el valor de nuestro amado hijo, noble y varón caballero Juan de Bethencourt, con otros muchos fieles de Cristo." 
 
           Cuatro veces más cita el Papa en esta bula a la isla Grandis Canariae. La bula Illius coelestis Agricolae resulta de gran interés porque nos traza un cuadro muy completo de la situación de la Iglesia en las Islas. Se dice de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro que están totalmente cristianizadas. En Gran Canaria y La Gomera hay núcleos de convertidos, al igual que en Tenerife y La Palma. Señala igualmente el número y título de las iglesias. En Lanzarote, la de San Marcial; Santa María de Betancuria en Fuerteventura. Se habla de que en La Gomera hay una capilla con la advocación de Santa María de Las Palmas. También se dice que existe una iglesia o capilla de Lolma [sic] -no identificable-, y al parecer en Fuerteventura (16).
 
          La bula Universis christifidelibus, de 29 de septiembre de 1434,  de Eugenio IV nos presenta un panorama esperanzador de la acción evangelizadora de las Islas. Concede a los indígenas canarios letras o cartas de seguridad, libertad y salvoconducto pleno y firme que garantizasen sus movimientos en sus propias islas y fuera de ellas. En ella aparece Gran Canaria con el topónimo latino Magne Canarie
 
                    "Eugenius etc. Universis Christi fidelibus presentes literas inspecturis salutem etc. Sane tamen ex insinuatione dilectorum filiorum Johannis de Baezca ordinis fratrum minorum professoris ac ipsius ordinis in Insulis de Canaria nuncupatis vicarij auctoritate apostolica deputati ac Johannis Alfonsi de Ydubaren  laici de Insule Magne Canarie natiui ac inter Christicolas et homines dictarum Insularum Interpretis quam aliorum fidedignorum relatu percepimus quod in predicáis presertim Magnecanarie et de Gomera Insulis in quibus iam nonnulli pauci ad fidem conuersi existunt, multitudo populorum quidem hactenus non nouerunt nouissime cupiunt catholicam fidem suscipere ac sacri baptismatis unda renasci, ac nedum alias propincuas Insulas ac se pisos vicinos agnoscant sed etiam partes Cismarinas ut fideles cristianos in pleniori obseruantia fidei conuersantes ac mecánicas artes et alios modos uiuendi exercentes ut in eis instrui et informari ualeant si quando eis Nauigiorum facultas affuerit desiderant personaliter visitare.
 
                    "Juan de Baeza, profeso de los franciscanos y vicario de su orden en Canarias por autoridad apostólica, y Juan Alfonso de Ydubaren, lego, natural de la isla de Gran Canaria e intérprete entre los cristianos y habitantes de dichas islas, y por relación de otros hombres fidedignos diciéndonos que principalmente en Gran Canaria y Gomera, islas en que ya no pocos habitantes se han convertido a la fe, una multitud del pueblo que hasta el momento no conocieron a Dios, desean recibir la fe y el bautismo; y no solo conocen otras islas próximas sino otras partes cercanas, con el fin de convertirlos a la plena observancia de la fe y ejercitarlos en las artes mecánicas y otros modos de vivir y desean ser informados e instruidos en ellas las intentan visitar personalmente, como ya conocen el arte de navegar" (17)
 
          El Papa Eugenio IV promulgaba el 15 de agosto de 1435 la bula Romani pontificis providentia por la cual se trasladaba la sede episcopal del Rubicón en Lanzarote a la isla de Gran Canaria, a la que llama Canaria Magna
 
                    "Eugenius episcopus, servís servorum Dei, etc. Romani pontificis providentia circumspecta gesta per eum interdum corrgit, revocat, lenitat vel annullat, prout temporum vel locorum qualitate pensata, id in Domino cognoscit salubriter expedire. Dudum siquidem cum, divina operante virtute, habitatores quarumdam insularum quae Canariae vulgariter nuncupantur, ex profundis infidelitatis et ignorantiae tenebris ad verum orthodoxae fidei lumen, opera praesertim venerabilis fratris nostri Fernandi, quem ea de causa in locis illis episcopum constituimus, devenerunt, locum et sedem episcopalem in quadam insula, que Rubicensis appellatur, ereximus ipsamque ecclesiam Rubicensem dusimus nominandam. Cum autem, prout intelleximus, ipsa insula Rubicensis adeo pervia et exposita piratas et praedonibus sit et habitatoribus infrequens, ut non satis tute valeat ibidem episcopus seu ecclesiastici commorari, ecclesiam ipsam ad insulam quae Canaria Magna nuncupatur, transferendam et Canariensem et Rubicensem simul perpetuis futuris temporibus cognominandum praesentium tenore decernimus. Datum Florentiae, anno Incarnationis Dominicae MCDXXXV, octavo Kalend. Septembris, pontificatus nostri anno quinto" (18).
 
                    "Eugenio obispo, siervo de los siervos de Dios, etc. La conducta del Romano Pontífice es tan circunspecta, que corrige, revoca, modera o anula algunas veces aquello mismo que había dispuesto, según conoce en el Señor lo que saludablemente conviene, atendida las circunstancias de los lugares y los tiempos. Poco ha que, cooperando la divina virtud, los moradores de ciertas islas que se llaman vulgarmente de Canaria, se convirtieron a la verdadera luz de la fe ortodoxa, dejadas las profundas tinieblas de la infidelidad y la ignorancia, principalmente con el sudor de nuestro venerable Fernando, a quien habíamos hecho obispo con estas miras en aquellos países, y erigido su silla y lugar episcopal en una de ellas que se llama del Rubicón, la cual quisimos que se intitulase Iglesia Rubicense. Pero habiendo entendido ahora, que dicha isla [Lanzarote] está muy expuesta a piratas y salteadores y tan poco poblada, que no puede subsistir en ella el obispo y la Iglesia, mandamos por las presentes que esta misma Iglesia se traslade a la isla de Gran Canaria, y que se nombre juntamente Iglesia Canariense Rubicense, para siempre y en todas las edades futuras. Florencia, 1435, 25 agosto."
 
          Gran Canaria se eligió como sede episcopal por ser más rica y segura, pues se aducía la escasa población y la indefensión de Lanzarote, pues al tener puertos más abiertos ofrecía mejor cobijo a piratas y salteadores. Tengamos en cuenta que esto acontece casi medio siglo antes de que Gran Canaria fuese efectivamente conquistada y el obispado se trasladase en 1483 por el obispo Juan de Frías, una vez conquistada la isla.
 
          Por otra parte, el topónimo latino Magna Canaria aparece también en los pies de imprenta en diversas obras impresas en latín, como el Directorium pro divino officio persolvendo missisque celebrandis in hac canariensi dioecessi anno domini bissextili MDCCCLXXXIV quotidie servandum / de mandato ac in obsequium Joseph Pozuelo et Herrero ; dispositum Ignatio Jiménez. In civitate palmarum Magnae Canariae Insulae: [s.n.], 1883 (Typis, vulgo, de La Atlántida) (19)
 
 
5. LA DENOMINACIÓN DE GRAN CANARIA EN LOS CRONISTAS CASTELLANOS
 
          Los nombres de Canaria y de Gran Canaria se usaban indistintamente. Que se empleara el término Gran Canaria no significa que se hubiese abandonado el nombre primitivo de Canaria, sino que uno y otro alternaban, incluso en un mismo texto. Los dos nombres, Canaria y Gran Canaria, aparecen en todas las versiones de las crónicas isleñas de su conquista, así como en los cronistas peninsulares y en los historiadores. Colón, en su Diario, al describir todo el episodio de cómo llevar la nao La Pinta a tierra, para reparar su timón, escribe unas veces Gran Canaria y otras Canaria.
 
          Entre las crónicas castellanas que nombran el topónimo de Gran Canaria cabe mencionarse las siguientes: 
 
A. Crónica del rey don Enrique, tercero de Castilla é de León.
 
          Enrique III el Doliente recogió las antiguas tradiciones sobre las Islas Canarias y fomentó una empresa privada, dirigida por Juan de Béthencourt y su socio Gadifer de la Salle, si bien con autorización, protección y subvención de Castilla, que ocupó las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro.
 
                    "En este año [1393], estando el Rey en Madrid, ovo nuevas como algunas gentes de Sevilla é de la costa de Vizcaya é de Guipúzcoa armaron algunos navíos en Sevilla, é levaron caballos en ellos, é pasaron a las islas que son llamadas Canarias, como quier que ayan otros nombres, é anduvieron en la mar fasta que las bien sopieron. E dixeron que fallaran la isla de Lancarote, junta con otra isla que dicen la Graciosa, é que duraba estaisla en luengo doce leguas. Otrosi la isla de Forteventura, que dura veinte é cinco leguas. Otrosi la isla de Canaria la grande, que dura veinte é dos leguas en luengo, é ocho en ancho. Otrosi la isla del Infierno, que dura veinte é dos leguas en luengo, é mucho en ancho. Otrosi la isla de la Gomera, que dura ocho leguas, é es redonda. E á diez leguas de la Gomera ay dos islas, la una dicen del Fierro, é la otra de la Palma. E los marineros salieron en la isla de Lancarote, é tomaron el Rey é la Reyna de la isla, con ciento é sesenta personas, en un logar, é trajeron otros muchos de los moradores de la dicha isla, é muchos cueros de cabrones, é cera, é ovieron muy grand pro los que allá fueron. E enviaron á decir al Rey lo que allí fallaron, é como eran aquellas islas ligeras de conquistar, si la su merced fuese, é á pequeña costa." (20).
 
B. Crónica del rey don Juan II
 
                    "En este tiempo [1417] Mosen Rubin de Bracamonte, que fue Almirante de Francia, suplicó a la Reyna Doña Catalina que hiciese merced de la conquista de las islas de Canaria a un Caballero su pariente, que se llamaba Mosen Juan de Letencor, el qual para venir en aquella conquista había empeñado al dicho Mosen Rubin una villa suya por cierta suma de coronas; é a la Reyna plugo de le dar la conquista con título de Rey. El qual Mosen Juan partió de Sevilla con ciertos navios armados, é anduvo las islas, é halló que eran cinco; á la una decian la isla del Fierro, é á otra de la Palma, é á otra del Infierno, é á otra de Lanzarote, é á otra la gran Canaria, é no la pudo haber porque habia en ella mas de diez mil hombres de pelea. E traxo destas islas muchos cautivos que vendió en Castilla y en Portugal, é aun llevó algunos en Francia, y este hizo en la isla de Lanzarote un castillo muy fuerte, aunque era de piedra seca é de barro, y desde aquel castillo él señoreaba las islas que ganó, é desde allí enviaba en Sevilla muchos cueros é sebo y esclavos, de que hubo mucho dinero, é alli estuvo hasta que murió. E quedó en su lugar un Caballero su pariente llamdo Mosen Menaute; y el Papa Martín quando dio el Obispado de Canaria á un Fraile llamdo Fray Mendo, el qual le proveyó de ornamentos é cálices é cruces é las cosas necesarias para decir Misas; é desque los Canarios comenzaron á haber conversación con los christianos, convirtiéronse algunos dellos á nuestra Fé, é hubo contienda entre el dicho Fray Mendo, Obispo de Canaria é Mosen Menaute, diciendo el Obispo que después de christianos algunos de los Canarios, los enviaba á Sevilla é los vendía; y el Obispo de Canaria embió decir al Rey que aquellas islas se le darian, con tanto que el dicho Mosen Menaute fuese dende echado, que le no querian tener por señor. Con estas cartas llegó al Rey Don Juan de Castilla un hermano del dicho obispo de Canaria, y el Rey é la Reyna mandaron que se viese en Consejo, donde se acordó que Pero Barba de Campos fuese con tres naos de armada, é con poder del Rey é de la Reyna para tomar las dichas islas; el qual fue á Canaria, é hubo gran debate entre Mosen Manaute é Pero Barba, é hubiéronse de concertar quel dicho Mosen Menaute le vendiese las islas, lo qual se hizo con consentimiento de la Reyna. E después Pero Barba vendió aquellas islas á un Caballero de Sevilla que se llamaba Fernan Peraza. En este años no pasaron otras cosas que dignas sean de escrebir." (21).
 
C. Cuarta Década de Alonso de Palencia
 
          Las Décadas de Alonso de Palencia fueron escritas en latín con el título de Gesta hispaniensia ex annalibus suorum dierum. En la tercera Década hay algunos datos sobre Canarias pero es en la cuarta donde le dedica hasta capítulos enteros, a más de fragmentos en otros. En el libro trigésimo primero, capítulo octavo, de la cuarta Década, nos refiere que:
      
                    "Tiempo hacía que el rey Fernando se había propuesto -según antes se indicó- enviar una flota a las minas de oro de Etiopía. Mas, como se sabía  que el futuro apoyo de esta expedición era la posesión de la isla que los nuestros llaman Gran Canaria –la más famosa entre las Islas Afortunadas-, determinó asimismo preparar a esta otra expedición, convencido por los relatos de algunos que habían comprobado la fecundidad de aquella tierra, y que aseguraban que había de permitir al fin una navegación más segura hacia el mar de Etiopía, y a las costas de Libia, a aquel que estuviera en posesión de la Gran Canaria, bien digna de este nombre; de la cual me resulta muy agradable escribir su elogio, ya en otro lugar explanado por mí mismo con más extensión." 
 
                    "Proposuerat dudum Fernandus rex classem in auri Fodinas aethiopicas ut praefertur mittere. Sed quum huius expeditionis futurum praesidium nosceretur insulae possesio quam nostri Magnam Canariam dicunt inter insulas Fortunatas nobilissimam, instituit quoque dare operam expeditioni huic persuasus relatis nonnullorum qui saepe fuerant illius telluris foelicitatem experti quique asseverabant cessuram in fine securiorem navigationem in aethiopicum pelagusorasque Libiae omnes possessori Canariae Magnae huius appellationis benemeritae. Cuius hoc in loco laudem aliqualiter describere juvat, alibi a me ipso explicatius resumpta." (22)
 
D. Catálogo de los Reyes de Castilla y de diversos historiales
 
          Gonzalo Fernández de Oviedo, alias de Valdés, veedor de Su Majestad en Castilla del Oro, al relatar cómo se descubrieron y conquistaron las Islas Canarias refiere en su Cathálogo de los Reyes de Castilla y de diverssos historiales que:
 
                    "en aqueste tiempo Mossen Rabín de Bracamonte, almirante que fue de Françia, supplicó a la reyna doña Catalina que hiziese merced de la conquista de las yslas de Canarias a vn pariente suyo que se llamaua Mossen Johan de Betancor, el qual para aquello le avía a él enpeñado vna villa por çiertos millares de coronas de oro. E la reyna se lo otorgó con título de rey, el qual partió de Seuilla con su armada e fue en demanda de las dichas yslas. E halló que eran la del Fierro e la Palma e la del Infierno, que se llama Tenerife, e Lançarote e Gran Canaria e Fuerteventura. E ganó la del Fierro e la de la Palma e la del Infierno, e començó a conquistar la de Gran Canaria e no lo pudo hazer porque avía en ella más de diez mill onbres de pelea. E truxo destas yslas muchos captiuos que vendió en Castilla e Portugal e algunos lleuó en Françia. E hizo vn castillo en Lançarote con que tenía quasi subjetas las yslas, e de allí tenía su contratación con Seuilla en que ganó mucho dinero. E estuvo allí hasta que murió e quedó en su lugar vn su pariente que era buen cauallero, llamado Mossen Menante. E el Papa Martín dio el Obispado de Canaria a vn fray Mendo, el qual le proueyo de ornamentos e cruzes e caliçes e las otras cosas nesçesarias para dezir missa. E algunos de los canarios se convertieron a la fe, e ouo discordia entrel dicho obispo e Mossen Menante, porque después que eran cristianos algunos canarios los enbiaua a vender a Seujlla. E el obispo hízolo saber al rey don Juan e a su madre diziendo que se le darían las dichas yslas si echauan de allí al dicho Mossen Menante. Lo que dize la crónica del rey don Juan en esto de las yslas de Canaria es lo que aquí se contiene. Pero estando yo en vna dellas que se dize la Gomera, e queriendo informarme desto, me dixeron personas que le podíen [?] saber que Hernand Peraça el Viejo, bisabuelo del conde don Gujllén, avía conprado aquellas siete yslas de Canarias en ochenta mill ducados a vn capitán françés que las descubrjó e se llamaua Mossen Johan de Betancor. E enbiaron allá con tres naos muy bien armadas a Pero Barba de Campos, e ydo allá tobo mucha contienda con el dicho Moceen Menante. Pero en fin se conçertaron e le vendió las dichas yslas con consentimiento de la reyna doña Catalina. E después el dicho Pero Barba vendió las dichas yslas a vn cauallero de Seujlla que se llamaua Hernand Peraça, bisabuelo deste don Gujllén Peraça, conde de la Gomera, primero que oy biue." (23) 
 
 
6. GRAN CANARIA EN PORTADAS Y TEXTOS DE OBRAS ESTIMABLES
 
          En este apartado hacemos mención de manera cronológica de varias obras prestigiosas antiguas donde aparece el topónimo de Gran Canaria, unas en sus portadas y otras en el texto interior.
 
a) Jerónimo de Zurita
 
          Jerónimo de Zurita se nos muestra concienzudo en sus investigaciones y como cronista del reino de Aragón supo utilizar ricos y copiosos documentos en sus Anales de la Corona de Aragón (1562-1580), que abarcan la historia de aquel reino desde su origen hasta la muerte de Fernando el Católico. En el año 1345, en el libro octavo, que trata de las embajadas que vinieron al Rey [Pedro IV el Ceremonioso o el del Puñalet] en principio del año de M.CCC.XLV y de la que envió él al Papa [Clemente VI] refiere la "Embaxada del Papa al Rey, sobre la empresa de la gran Canaria, y de las Islas Fortunadas" (24) .  
 
b) Juan de Mariana
 
          La renombrada y clásica Historia de España del padre Juan de Mariana apareció primeramente en latín, pero no en su integridad, sino solo los veinticinco primeros libros, distribuidos en trece volúmenes, con el título de Historiae de rebus Hispaniae libri XXV (Toledo: tipografía de Petri Roderici, 1592); trece años después se publicaba íntegra, y sus treinta libros, que hoy tiene, y también en latín (Maguncia, 1605) Pero en el intermedio de las dos fechas, y movido por el ruidoso éxito que la obra había alcanzado, el mismo autor la vierte al castellano y la publica en Toledo (1601). Abarca toda la historia de España y Portugal desde los más remotos tiempos hasta la muerte de Fernando el Católico. Luego, el mismo Mariana agregó (1619) un sucinto Sumario, con los principales acontecimientos hasta principios del XVII. Pese a todos los ataques, la obra de Mariana se impuso tanto en España como fuera, viniendo a ser, hasta la publicación de la de Lafuente, el único libro donde han estudiado la historia de su patria muchas generaciones españolas durante dos siglos y medio.
 
          En el capítulo XIV del libro décimo sexto refiere la conquista de las Islas Canarias:
 
                    "En este mismo tiempo [1345] don Luis conde de Claramonte hijo de don Alonso de la Cerda, a quien llamaban el desheredado, ponía en orden una armada en la ribera de Cataluña con licencia y ayudada del rey de Aragón , y por concesión del Papa que dos años antes le adjudicara las islas de Canaria, llamadas por los antiguos Fortunadas. Dióle aquella conqusita el sumo pontífice con título de rey, y que como tal hizo un solemne paseo en Aviñon. Púsole por condición que aquellas gentes bárbaras hiciesen predicar la fe de Cristo. Será bien, pues esta ocasión se ofrece, decir algo del sitio de la naturaleza y del número de estas islas, y en qué tiempo se hayan incorporado en la corona de los reyes de Castilla. Al salir de la boca del estrecho de Gibraltar en el mar Atlántico a la mano izquierda caen estas islas. Son siete en número, estendidas en hilera  de Levante á Poniente, Leste, Oeste, veinte y siete grados apartadas de la línea equinoccial.
 
                    La mayor destas islas llámase la Gran Canaria (25), della las demás tomaron este nombre de Canarias. El suelo de la tierra es fértil para pastar y labor, hay en ellas tan grande multitud de conejos, que se han multiplicado de los que de tierra firme se llevaron, que destruyen las viñas y los panes de suerte que ya les pesa el haberlos llevado. En la isla que llaman del Hierro, no hay otra agua de la tierra, sino la que se destila y regala de las hojas de un árbol, que es un admirable secreto y variedad de la naturaleza. Es cierto que el don Luis, a quien por esta navegación que quiso hacer, llamaron el infante Fortuna, nunca pasó a estas tierras: si bien tuvo la conquista dellas, y la armada aprestada para irlas a conquistar, las guerras de Francia se  lo estorbaron y la batalla que Philipe rey de Francia perdió por estos tiempos junto a Cresiaco. Como cincuenta años adelante los vizcaínos y andaluces, repartida entre sí la costa, armaron una flota para pasar a estas islas con intento de hacer a los isleños guerra à fuego y á sangre, mas por codicia de robarlos que por allanar la tierra. Una grande presa que trajeron de la isla de Lanzarote, puso gana a los reyes de conquistarlas, sino que después ocupados en otras cosas se olvidaron desta empresa.
 
                    Pasados algunos años, Juan Betancurto de nación francés volvió a hacer este viaje con licencia que le dio el rey de Castilla don Enrique Tercero deste nombre, con condición que conquistadas quedasen debajo de la protección y homenaje de los reyes de Castilla. Ganó y conquistó las cinco islas menores: no pudo ganar las otras dos por la muchedumbre y valentía de los isleños que se lo defendió. Enviose a estas islas un obispo llamado Mecul: el obispo y Menaute heredero de Betancurto, no se llevaron bien, antes tenían muchas contiendas, de tal guisa que estuvieron á punto de hacerse guerra. El Francés solo miraba por su interés: el obispo no podía sufrir que los pobres isleños fuesen maltratados y robados sin temor de Dios, ni vergüenza de los hombres.
 
                    El rey de Castilla avisado deste desorden envió allá a Pedro Barba que se apoderó destas islas. Este después por cierto precio las vendió a un hombre principal llamado Peraza, y deste vinieron a poder de un tal Herrera yerno suyo, el cual se intituló rey de Canaria, mas como quier que no pudiese conquistar la Gran Canaria ni a Tenerife, vendió las cuatro destas islas al rey don Fernando el Católico, y él se quedó con la una llamada, Gomera, de se intituló conde. El rey don Fernando, que entre los reyes de España fue el mas feliz, valeroso sin par, envió diversas veces sus flotas a estas islas, y al fin las conquistó todas, y las incorporó  la  corona real de Castilla." (26)
 
c) Antonio de Viana
 
          Es un buen indicio que en el famoso y fantasioso Poema de Antonio de Viana aparezca el topónimo Gran Canaria en su portada. El título completo de la edición princeps es el siguiente: Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran Canaria. Conquista de Tenerife. Y aparescimiento de la Ymagen de Candelaria. En verso suelto y octava rima. Por el Bachiller Antonio de Viana. Natural de la Isla de Tenerife. Dirigido al Capitan Don Ivan Gverra de Ayala Señor del Mayorazgo del Valle de Guerra. (Escudo de Armas). En Seuilla por Bartolomé Gomes. Año 1604. (27) 
 
Portada del Poema de Viana Custom
 
Antigüedades de las Islas Afortunadas de Viana (1604)
 
          En diversos versos aparece el grandioso epíteto "Gran" acompañando a Canaria, de los cuales transcribimos algunos de ellos: 
 
                    "Mas dándole de mano por entonces  //  trató de conquistar a Gran Canaria,  //  y así comunicado con sus nobles,  //  hizo embarcar en ciertas carabelas  //  más de quinientos hombres bien armados,  //  mahoreros, gomeros y herreños  //  y algunos españoles, portugueses,  //  llevando en compañía un caballero  //  que Don Diego de Silva se llamaba,  //  de graves prendas y de noble sangre,  //  del antiguo valor de Lusitania." (Versos 367-377)
 
Constitituciones sinodales del obispo Cámara y Murga Custom
 
Constituciones sinodales del obispo de la Cámara y Murga  (1631)
 
                                    
      
d) Cristóbal de la Cámara y Murga
 
          Don Cristóbal de la Cámara y Murga fue el trigésimo-quinto obispo de la diócesis de Canarias o diócesis canariense-rubicense (1627-1635). Celebró el quinto sínodo diocesano en 1629 apareciendo dos años después sus Constituciones synodales (28) donde figura en la portada el nombre de Gran Canaria. Un siglo más tarde el obispo Pedro Manuel Dávila Cárdenas diría de él, al convocar el sínodo (29) de 1735,  que era un "sujeto inimitable, limosnero, docto, celoso de la salud de sus ovejas y del decoro de la casa de Dios, cuyas cualidades le hicieron uno de los héroes eclesiásticos de su siglo y de nuestra iglesia. Su pontificado será siempre el dechado de los obispos sucesores" (30). Las Constituciones Sinodales de Cristóbal de la Cámara y Murga son un documento fundamental para el conocimiento de la historia del Archipiélago, por aportar datos eclesiásticos, poblacionales y económicos de enorme interés (31).
 
e) Juan Núñez de la Peña
 
          Entre los primeros historiadores de las Islas Canarias está Juan Núñez de la Peña (1641-1721) quien, a través de la portada de su obra Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria, nos permite constatar el topónimo de Gran Canaria. Juan Núñez de la Peña refunde en su historia a Espinosa con Viana, dando respaldo y marchamo histórico a las "invenciones" del poeta Viana.
 
f) Intendente del reino
 
          En la obra España dividida en provincias è intendencias y subdividida en partidos, corregimientos, alcaldías, mayores, gobiernos políticos y militares así realengos como de órdenes, abadengo y señorío. Obra formada por las relaciones originales de los respectivos intendentes del reyno, a quienes se pidieron de orden de S. M. por el Ex.MO S.R Conde de Floridablanca, y su Ministerio de Estado en 22 de marzo de 1785. Con un nomenclator de todos los pueblos del reyno, que compone la segunda parte Tomo I [Madrid], en la Imprenta Real, 1789, en el índice alfabético de las provincias o intendencias aparece "Islas de la Gran Canaria" y en el apartado correspondiente de la división de las Islas de Canaria hablará indistintamente de "Isla de Gran Canaria" o "Isla de Canaria". La relación correspondiente a las Islas Canarias fue elaborada por el comandante general, el marqués de Branciforte (32).
 
g) Vicente de la Fuente
 
          La Historia eclesiástica de España de Vicente de la Fuente -concebida como continuación de la España Sagrada del padre Flórez (1855-1859)-, inicialmente en cuatro volúmenes y corregida y aumentada a seis (1873-1875), en el tomo IV trata del obispado de Canarias como sufragáneo del de Sevilla (33)
 
                    "Este obispado comprende las tres islas de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria, en la que está su capital, que es la ciudad de Las Palmas. Se le da un territorio 150 leguas cuadradas, y en él 41 parroquias urbanas, de las que 5 son de término y 1 anejo, con 19.673 vecinos en todo el obispado, y un número de 151.867 almas. Los reservados episcopales son los 11 siguientes: 1. Homicidio voluntario.-2. Hechizo, sortilegio o encantamiento.- 3. Falsificar escrituras o instrumentos públicos, sean o no sean en daño de tercero.- 4. Perjurio con daño notable del prójimo, hecho en juicio.- 5. Incesto en primero y segundo grado de consanguinidad o afinidad.- 6. Confesor que conoció carnalmente a su hija de confesión o bautismo.- 7. Percusión de clérigo cuando es leve, que la grave está por sí reservada.- 8. Sodomía o bestialidad.- 9. Retener diezmos o primicias, y estorbar que se paguen con consejo o hecho.- 10. Hurtar la hacienda de las iglesias.- 11. Aborto voluntario o que impida la concepción de la criatura."
 
          Referente a Tenerife escribe:
 
                    "Tenerife a Sevilla; al suprimirse esta Sede se agregará a la de Canarias, según el Concordato. Este obispado se compone de las islas, Tenerife, [La] Palma, [La] Gomera, y [El] Hierro, en el grupo de las Canarias. Se le da un territorio de 156 leguas cuadradas, y en él, 60 pilas bautismales que corresponden 39 a Tenerife, 14 a la Palma, 6 a la de la Gomera y 2 a la de [El] Hierro: de ellas 5 son parroquias de término, 1 de segundo ascenso y otra de primero. El número de almas se dice exceder de 114.050. Los casos reservados son los que se expresan en las Sinodales de Canarias; pues hasta 1819 formaron todas estas islas un solo obispado." 
 
También hace referencia a las Constituciones sinodales de don Cristóbal de la Cámara y Murga y don Manuel Dávila y Cárdenas.
 
 
7. JUSTIFICACIÓN DEL «GRAN» DE CANARIA CON DOCUMENTOS DE LOS SIGLOS XV Y XVI
 
          Son innumerables los documentos de los siglos XV y XVI donde la isla de Gran Canaria se la denomina así, es decir, con el epíteto de "Gran". En la documentación de antes y después de su conquista era conocida como Gran Canaria y en Europa y, en concreto en la Península, era conocida como Gran Canaria. En la intitulación de los documentos reales de Castilla aparece la designación de "Reyes de Gran Canaria con todas sus yslas", y después de 1492, simplemente, "Reyes de las yslas de Canaria" (34).
 
          Si hojeamos y ojeamos la monumental obra, El Libro Rojo de Gran Canaria (35) constataremos que en noventa y ocho documentos aparece el topónimo Gran Canaria. Sería prolijo enumerar todos ellos, que no obsta para que mencionemos  algunos que tratan de Provisiones y Reales Cédulas. Así el número 1, fechado en Toledo el 4 de febrero de 1480, trata de que el gobernador Pedro de Vera reparta tierras:
 
                    "Don Fernando e doña Isabel, por la gracia de Dios, rey e reyna de Castilla, de Leon, de Aragón, de Sicilia, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, … A vos Pedro de Vera, nuestro governador e capitán e alcalde en la ysla de la Gran Canaria, salud e gracia, sepades que nos avemos sido informados que algunos cavalleros, escuderos e marineros, e otras personas ansí de las que están en la dicha ysla como otras que agora van o fueren de aquí adelante quieren bivir e morar en la dicha ysla, e fazer su asiento en ella cons mugeres, e fijos e sin ellos, e porque la dicha ysla mejor se pueda poblar e pueble e ayan más gana las tales personas substentar e mantener. Por ende nos vos mandamos que repartades todos los exidos y dehesas y heredamientos de la dicha Ysla..."
 
          El documento nº 2, fechado en Salamanca el 20 de febrero de 1487, es la Provisión en que su majestad incorporó la ysla de la Gran Canaria en la corona de Castilla y prometió de no enagenarla:
 
                    "Don Fernando e doña Isabel, por la gracia de Dios, rey e reyna de Castilla,… Por quanto nos mandamos conquistar la ysla de la Gran Canaria, que los infieles enemigos de nuestra santa fee católica tenían ocupada, e después que la ovimos para nuestro señorío por la gracia de Dios, por nuestro mandamiento la dicha ysla fue poblada de gentes de nuestro reynos, e la incorporamos e avemos por incorporada en nuestro patrimonio e corona real,… la dicha ysla no será enagenada ni aprtada de nuestra corona real, nos por fazer bien e merced..."
 
          El documento nº 18, fechado en Salamanca a 25 de febrero de 1506, ya había muerto la reina Isabel, aparecen junto al rey Fernando su hija doña Juana y su marido Felipe el Hermoso, citando ya los títulos de Austria y de Borgoña:
 
                  "Don Fernando, don Felipe, doña Juana por la gracia de Dios, Reyes e príncipes de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Hierusalem e de Granada etc … Archiduques de Austria, duques de Borgoña, etc. A vos los nuestros governadores e juezes de residencia de las nuestras Yslas de Gran Canaria e Tenerife e la Palma … mandamos e defendemos a todos los vecinos e moradores de las dichas Yslas de Gran Canaria e Tenerife e la Palma… que no sean osadas de vender ni vendan a ningun grande, ni cavallero, ni a persona poderosa, ni a otra persona alguna que no sea natural de estos nuestros Reynos ingenio no otro heredamiento alguno..."
 
          En la Real Cédula fechada en la Villa de Madrid a 5 de diciembre de 1517 ya aparece firmando doña Juana con su hijo, Carlos I y trata de que "el pan que se oviere de sacar de la ysla de Tenerife lo pueda tomar Canaria por el tanto":
 
                    "Doña Juana e don Carlos, su hijo, por la gracia de Dios reyna e rey de Castilla, de León, de Aragón…,  e de las yslas de Canaria e de las Yndias Yslas e tierra firme, del mar océano, Condes de Barcelona, señores de Vizcaya … A vos Don Alonso de Lugo, nuestro governador de la Ysla de Tenerife …, salud e gracia: sepades que Fernando Espino, personero, en nombre de la Ysla de la Gran Canaria… e siendo para la prouision e mantenimiento de la dicha ysla de gran Canaria…se prouea del dicho pan..."
 
          El documento nº 87, fechado en Aranda de Duero, el 5 de agosto de 1547, trata de las Ordenanzas del pósito de la isla de Gran Canaria
 
                 "Don Carlos, por la divina clemencia, emperador semper augusto, rey de Alemaña, doña Juana, su madre, y el mismo don Carlos, por la misma gracia, reyes de Castilla, […]. Por quanto por parte de vos el concejo, justicia, regimiento de la ysla de Gran Canaria nos fue hecha relación diziendo que bien sabíamos como essa dicha ysla era muy alcanzada de pan. Assí por ser las tierras muy estériles como por lo mucho que de se gasta por la mucha gente que a la continua ay para la obra e yngenio de los açúcares que en ella hazen …Lo qual visto por los del nuestro consejo fue acordado y las dichas ordenanzas..."
 
          Entre las Provisiones y Reales Cédulas destaca por su importancia el Fuero y privilegio real desta ysla de Canaria, fechado en Madrid el 20 de diciembre de 1494: 
 
                    "Don Fernando e doña Isabel, por la gracia de Dios, rey e reyna de Castilla, A vos el nuestro governador, consejo, justicia y regidores, cavalleros, escuderos, oficiales e omes buenos de la villa de la Palma [sic] de la ysla de la Gran Canaria, salud e gracia. Sepades, que nos viendo que todas las ciudades, villas y lugares de estos reynos y señoríos tienen fuero, …é porque las dichas villas e lugares de la ysla de la Gran Canaria por ser como son nuevamente pobladas de cristianos, é no tener orden como se han de regir é governar…mandamos a los del nuestro consejo que platicasen en ello e vieren la orden que en ello se devía dar..." (36)
 
          El fuero, como ha destacado Roberto Roldán Verdejo, solo se concedió a Gran Canaria y no a La Palma, ya conquistada en esa época, ni luego a Tenerife, que lo sería dos años después: "…pudiera estimarse acertada la calificación que del Fuero hizo Zuásnavar, el conocido Fiscal de la Audiencia de Las Palmas, que ocupa su puesto a finales del siglo XVIII, al estimarlo como "la primera Constitución Canaria"."
 
          Es interesante señalar como en las 98 Provisiones y Reales Cédulas que integran el Libro Rojo de Gran Canaria en todo momento al referirse a las Islas Canarias las menciona como "Yslas de Canaria" mientras que al referirse a Gran Canaria la llaman siempre "ysla de la gran Canaria".
 
          Si consultamos el Registro General del Sello [Simancas], nos confirmará por una parte la documentación del Libro Rojo de Gran Canaria y por otra constataremos la existencia de un sinnúmero de documentos donde se registra el topónimo Gran Canaria (37). Por otra parte, en diversas obras de temas canarios encontramos documentos donde se la nombra con el término de Gran Canaria. Así Antonio Rumeu de Armas, en su obra de Alonso de Lugo en la Corte de los Reyes Católicos, transcribe varios documentos donde aparecen "la ysla de la Gran o Grand Canaria"(38).
 
 
CONCLUSIÓN
 
          La aportación de esta serie de datos, que dan suficiente respuesta a la pregunta ¿qué ley, decreto, concesión real, cédula, bula papal, estableció que su nombre fuera Gran Canaria?, no tiene otra finalidad que exponer y constatar de manera ecuánime y ponderada unos hechos que nos ha legado la Historia. ¿Tiene sentido suprimir o negar el "Gran" a la isla Canaria?
 
 
NOTAS
 
1. El término Tamerán/Tamarán, que algunos piensan que alguna vez fue el nombre de la isla, lo inventó D. Manuel de Ossuna y Saviñón a mediados del siglo XIX.  En su Resumen de la Geografía y de la historia de las islas Canarias, escribió que los naturales dijeron a los normandos de Juan de Béthencourt que su isla "se llamaba Tamarán, que quiere decir país de los valientes". La afirmación, aceptada por varios estudiosos del pasado isleño, fue después difundida a través de Millares Torres, especialmente. Una interpretación de dicho topónimo puede verse en REYES GARCÍA, Ignacio, 2011: Diccionario Ínsuloamaziq. Fondo de Cultura Ínsuloamaziq, Islas Canarias.
 
2. MARTÍNEZ, Marcos, 1996: Las Islas Canarias de la Antigüedad al Renacimiento: nuevos aspectos. Centro de la Cultura Popular Canaria, [La Laguna].
 
3. SICCA, Arnobio de, 2003: Adversus nationes. En pugna con los gentiles. Ed. C. Castroviejo Bolívar; BAC, Madrid. 
 
4. ABREU GALINDO, Juan de, 1848: Historia de la Conquista de las siete islas de Gran Canaria. Imp. Isleña, Santa Cruz de Tenerife. Las razones que llevaron a extender al conjunto insular el nombre de una de las islas quizás no fuesen las mismas en el siglo IV que un milenio más tarde, pero podríamos suponer que a Canaria se la distinguiera por su posición central (junto con Tenerife); su población, que según el relato del viaje de Nicoloso da Recco de 1341 se afirma que era la más poblada; su riqueza (mayor nivel de la cultura material de sus habitantes) y por todo ello debió de ser la más conocida. De Gran Canaria se dice en Le Canarien (versión B, o de Béthencourt) que "es la más célebre de todas estas islas". Durante la decimocuarta centuria, en efecto, se dirigieron a ella mayoritariamente las expediciones mallorquinas, y en relación, con estas tiene lugar el establecimiento de misiones evangelizadoras y del Obispado de Telde (en 1351), el Papa ordenó el envío de misioneros a "Canaria y las otras islas adyacentes de ella".
 
5. No obstante, Viera y Clavijo nos refiere que "tal fue el número de canarios que asistieron a esta función; función memoriable que le adquirió a Canaria el título de Grande y que se le adquirió por boca de sus propios enemigos. En efecto, se dice que desde este día la llamó siempre el señor de Béthencourt la Gran Canaria". VIERA Y CLAVIJO, José de, 1982: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. [8ª edición, enriquecida con las variantes y correcciones del autor]. Introducción y notas del Dr. Alejandro Cioranescu; índice onomástico y de materias por Marcos G. Martínez. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife. Vide t. I, pág. 337.
 
6. LÓPEZ DE TORO, José, 1970: "La Conquista de Gran Canaria en la Cuarta Década del cronista Alonso de Palencia 1478-1480". En: Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas de Gran Canaria, nº 16, pág. 339.
 
7. VIERA Y CLAVIJO, José de, 1982: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife. Vide t. I, pp. 53-54.
 
8. ONTORIA OQUILLAS, Pedro, 2011: "Diego de Gumiel, impresor de Tirante el Blanco en 1511. Presencia de las Islas Canarias en la famosa novela". El Día. Suplemento de La Prensa, 28 de mayo de 2011, pp. 1-3.- RENEDO, Xavier, 2005: "El Tirant lo Blanc i l’illa de Gran Canària". Actes del X Congrés Internacional de l’Associació Hispànica de Literatura Medieval. Institut Universitari de Filologia Valenciana «Symposia Philologica», 12. Alicante, Vol. III, pp. 1.366-1.377.
 
9. PERDOMO GARCÍA, José, 1942: "Las Canarias en la literatura caballeresca". En: Revista de Historia, Universidad de La Laguna; La Laguna; tomo VIII, pp. 218-233.
 
10. "Quae maxima est, Canaria vocatur, inde caeteris eadem appellatio facta"  nos dice el p. Juan de Mariana (vide nota 24).
 
11. TOUS MELIÁ, Juan, 1986: El Plan de las Afortunadas Islas del Reyno de Canarias y la isla de San Borondón. Madrid, pág. 19. 
 
12. TOUS MELIÁ, Juan, 1995: Las Palmas de Gran Canaria a través de la cartografía [1588-1899]. Madrid; TOUS MELIÁ, Juan, 2011: Las Islas Canarias a través de la cartografía. Una selección de los mapas más emblemáticos levantados entre 1528  y 1898. Islas Canarias, pág. 18; FAJARDO SPÍNOLA, Francisco, 2009: "Canaria o Gran Canaria: Notas acerca de un debate". En: La Opinión de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 13 de mayo de 2009 y en La Provincia. Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 14 de mayo de 2009; ZANESCO, Stefano, 2008: Las Islas Canarias y de Cabo verde en la cartografía. Siglos XVI-XIX. Producciones Gráficas, S.L., Santa Cruz de Tenerife.
 
13. SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio, 2006: "Gran Canaria en las lenguas europeas del siglo XV". Canarias 7, Las Palmas de Gran Canaria, 15 de agosto de 2006; WITTE, Charles-Martial de, 1953: "Les bulles pontificales et l’expansion portugaise du XVe siècle". Revue d'histoire ecclésiastique [RHE]: [Université Catholique de Louvain], Lovaina, vol. 48, pp. 683-718.
 
14. Le Canarien. [Manuscritos, trascripción y traducción. Berta Picó, Eduardo Aznar y Dolores Corbella]. Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 2003, p. 126 [folio 32r del manuscrito denominado «Gadifer»  o «G» de dicha crónica]. 
 
15. GOMES DE SINTRA, Diogo, 2002: Descobrimento Primeiro da Guiné. Obras clássicas da literatura portuguesa. Edições Colibrí, Lisboa.
 
16. Catálogo de la exposición «La Huella y la Senda». Catedral de Santa Ana, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de enero-30 de mayo de 2004. Islas Canarias, pp. 110-111; COCQUELIN, Carlos, 1741: Bullarum privilegiorum ac diplomatum Romanorum Pontificum amplissima collectio ... / opera et studio Caroli Cocquelines tomus tertius, pars secunda a Gregorio X ad Martinum V scilicet ab anno 1271 ad 1431. Roma : tipografía de Hieronymi Mainardi, folio 442; LABOA, J. María [coord..], 2007: "Iglesias de Canarias y Tenerife". En: Historia de las Diócesis. Biblioteca Autores Cristianos;  Madrid; vol. 24, pp. 29-31;  SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio, 2004: La Iglesia en las Islas Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, pp. 41-46; VIERA Y CLAVIJO, José de, 1982: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife. Vide t. II, pp. 957-958, apéndice VIII;  WÖLFEL, Dominik Josef, 1934: "El efímero obispado de Fuerteventura y su único obispo". En: Investigación y Progreso, Madrid; marzo, pp. 82-89. El nominativo es Grandis Canaria y Magna Canaria, que en el texto aparecen como genitivos. Grandis, -e, es el adjetivo de la tercera declinación de dos terminaciones; magnus, -a, -um adjetivo de tres terminaciones; por su parte, Canaria, -ae, de primera declinación.
 
17. CABALLERO MÚJICA, Francisco, 1992: Canarias hacia Castilla I. Las Palmas de Gran Canaria, pág. 395; catálogo de la exposición «La Huella y la Senda». Catedral de Santa Ana, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de enero-30 de mayo de 2004; Islas Canarias, p. 93; LABOA, J. María [coord..], 2007: "Iglesias de Canarias y Tenerife". En: Historia de las Diócesis. Biblioteca Autores Cristianos, Madrid, pág. 17;  SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio, 2004: La Iglesia en las Islas Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, pág. 61; TORRES CAMPOS, Rafael, 1901: Carácter de la conquista y colonización de las Islas Canarias. Madrid [edición facsimilar, Mairena del Aljarafe, Sevilla, Extramuros Edición, 2009, pp. 207-208]; WÖLFEL, Dominik Josef, 1930, "La curia romana y la corona de Castilla en la defensa de los aborígenes canarios". En: Anthropos; WÖLFEL, Dominik Josef, 1980: "La Curia Romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios" en Estudios Canarios 1, Burgfried-Verlag, Austria, pp. 1.039-1.041.
 
18. Catálogo de la exposición «La Huella y la Senda». Catedral de Santa Ana, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de enero-30 de mayo de 2004. Islas Canarias, pág. 117; RUMEU DE ARMAS, Antonio, 1960: El obispado de Telde. Misioneros mallorquines y catalanes en el Atlántico. Madrid –Telde [edición facsímil, 2001, pp. 47-141]; SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio, 2004: La Iglesia en las Islas Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, pp. 53-55; VIERA Y CLAVIJO, José de, 1982: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife. Vide t. II, pág. 963, Apéndice XI; WÖLFEL, Dominik Josef, 1934: "El efímero obispado de Fuerteventura y su único obispo". En: Investigación y Progreso, Madrid, marzo, pp. 82-89.
 
19.  ONTORIA OQUILLAS, Pedro, 2011: "Curiosidades bibliográficas. Libros latinos impresos en las Islas Canarias". En: El Día. La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 12 de febrero de 2011, pp. I-III.
 
20. "Crónica del rey don Enrique III" En: Crónicas de los Reyes de Castilla. Colección ordenada por don Cayetano Rosell. Biblioteca de Autores Españoles (nº 68), Tomo II,  Atlas, Madrid, 1953, Año tercero, 1393, p. 214, capítulo XX: "Como en este año algunos marineros de Castilla fueron a las islas Canarias".
 
21. PÉREZ DE GUZMÁN, Fernán, 1953: "Crónica del rey don Juan II". En: Crónicas de los Reyes de Castilla. Colección ordenada por don Cayetano Rosell. Biblioteca de Autores Españoles (nº 68), Tomo II, Atlas, Madrid: Año undécimo, 1417, p. 374, capítulo IV: "Como Mosen Rubin de Bracamonte demandó a la Reyna que le hiciese merced de las islas de Canaria para un pariente suyo".
 
22. PALENCIA, Alonso de, Quarta Decas. Liber trigesimus primus. Capitulum octavum: De proposito Ferdinandi regis futurae expeditionis in Canariam ut navigandum instituerat in auri fodinas aethiopicas, incluida en LÓPEZ DEL TORO, José, 1970: "La Conquista de Gran Canaria en la “Cuarta Década” del cronista Alonso de Palencia 1478-1480". En: Anuario de Estudios Atlánticos, nº 16, pp. 332-333.
 
23. ROMANO DE THUESEN, Evelia Ana, 2000: Transcripción y edición del Catálogo Real de Castilla, autógrafo inédito de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, pp. 1.117-1.118. 
  
24. ZURITA, Jerónimo, 1668: Los cinco libros postreros de la primera parte de los Anales de la Corona de Aragón. Tomo Segundo. Impresos en Zaragoza: Por los herederos de Pedro Lanaja, y Lamarca, Impresores del Reyno de Aragón, y de la Universidad, pág. 184: "En la mismas fiestas de Navidad tuuo el Rey otra embaxada, a la cual vinieron dos Nuncios del Papa, el uno era Arçobispo de Neopatria , y el otro un Caballero, que se dezia Rodolfo de Lofeyra; y venian a pedir al Rey , que diesse licencia a Luys Principe, que el Rey llama de la Fortuna, para hazer cierta armada en su Reyno, para la empresa de la gran Canaria, y de las otras Islas, que antiguamente se dixeron la Fortunadas, cuya conquista le avia dado el Papa". En la historia que compuso el Rey don Pedro está errado enlo que toca a la relación de quien era este Príncipe: y lo que yo tengo entendido, que don Alonso, hijo del Infante don Fernando, y nieto del Rey don Alonso de Castilla, que fue desheredado de la sucesión de aquellos Reynos, de quien se haze tantas mención en esta obra, casó en Francia con una señora muy principal de la casa Real, que se llamó Mofalda, y tuvieron a Luys de España, Conde de Claramente, que también se llamó Conde de Telamon, y a Carlos de España, que fue Condestable de Francia.
 
25. En la edición latina Historiae de rebus Hispaniae libri XXV. Toledo: tipografía de Petri Roderici, 1592, pág. 773, el padre Juan de Mariana emplea, como es lógico, el nombre simple de Canaria, topónimo con el que se conocía la isla desde la antigüedad: 
Ipso tempore Ludouicus Claramontis Comes Alfonso Cerdae cognomento Exhaeredis, ex Ludovico filio nepos classem ad Catalauniae littora adornabat… De earum insularum situ, natura, numero, et quo tempore sub ditionem Regum Castellae concesserint, pauca ut exponanus res videtur postulare… Quae maxima est, Canaria vocatur, inde caeteris eadem appellatio facta...
 
26. MARIANA, Juan de, 1855: Historia General de España… con la continuación de Miniana. Madrid, Imprenta y Librería de Gaspary Roig Editores, pág. 501.
 
27. La aparición o edición del libro es 1604 y no 1602 como aparece en La Enciclopedia de la Literatura Canaria. Centro de la Cultura Popular Canaria, 2007, pág. 69.
 
28. Constituciones synodales del obispado de la Gran Canaria y su santa iglesia : con su primera fundacion, y translacion, vidas sumarias de sus obispos, y breue relacion de todas siete islas / compuestas y ordenadas por... Christoual de la Camara y Murga... obispo del dicho obispado... En Madrid : por Juan González, 1631. 
 
29. DÁVILA Y CÁRDENAS, Pedro Manuel, 1737: Constituciones, y nuevas addiciones synodales del Obispado de las Canarias. En Madrid: en la oficina de Diego Miguel de Peralta. 
 
30. LABOA, J. María [coord.], 2007: "Iglesias de Canarias y Tenerife". En: Historia de las Diócesis. Biblioteca Autores Cristianos; Madrid, vol. 24, pp. 89-95; SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio, 2004: La Iglesia en las Islas Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, pp. 125-126; VIERA Y CLAVIJO, José de, 1982: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. [Introducción y notas del Dr. Alejandro Cioranescu; índice onomástico y de materias por Marcos G. Martínez]. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife. Vide t. II, págs. 528-529, 544.
 
31. Catálogo de la exposición «La Huella y la Senda». Catedral de Santa Ana, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de enero-30 de mayo de 2004. Islas Canarias, 2004, pp. 311-312.
 
32. España dividida en provincias è intendencias y subdividida en partidos, corregimientos ... con un nomenclator ... de todos los pueblos del reyno, que compone la segunda parte : Tomo I. [Madrid] : en la Imprenta Real, 1789, pp. 29-30 y 111.
 
33. FUENTE, Vicente de la, 1859: Historia Eclesiástica de España, Tablas cronológicas y Adiciones escritas por D. Vicente de la Fuente y publicadas por La Librería Religiosa. Barcelona, Imprenta de Pablo Riera; Tomo IV, pp. 3, 24 y 55. 
 
34. MARTÍN POSTIGO, María de la Soterraña, 1959: La Cancillería castellana de los Reyes Católicos. Valladolid, pág. 23. 
 
35. Libro Rojo de Gran Canaria o Gran Libro de Provisiones y Cédulas Reales. [Introducción por Pedro Cullen del Castillo; presentación por Francisco Morales Padrón; revisión, ordenación e índices por Manuel Lobo Cabrera]. Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1995.
 
36. CAMBRELENG ROCA, Diego, 2006: "Razones y Fueros de la Gran Canaria". En: La Voz de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 3 de febrero de 2006.
 
37. AZNAR VALLEJO, Eduardo, 1981: Documentos Canarios en el Registro del Sello (1476-1517). Instituto de Estudios Canarios, La Laguna; AZNAR VALLEJO, E. et al., 1991: Documentos Canarios en el Registro General del Sello (1518-1525). Instituto de Estudios Canarios, La Laguna
 
38. RUMEU DE ARMAS, Antonio, 1952: Alonso de Lugo en la Corte de los Reyes Católicos 1496-1497. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, pág. 99, nota 9 (Residencia p. 112); 181, 182, 183, 185, 186, 195, 199, y 02.
 
 
 
 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
 
 
ABREU GALINDO, J. de, 1848: Historia de la Conquista de las siete islas de Gran Canaria. Imp. Isleña, Santa Cruz de Tenerife.
AZNAR VALLEJO, E., 1981: Documentos Canarios en el Registro del Sello (1476-1517). Instituto de Estudios Canarios, La Laguna.
AZNAR VALLEJO, E. et al., 1991: Documentos Canarios en el Registro General del Sello (1518-1525). Instituto de Estudios Canarios, La Laguna.
CABALLERO MÚJICA, F., 1992: Canarias hacia Castilla I. Las Palmas de Gran Canaria.
CÁMARA Y MURGA, C. de la, 1631: Constituciones synodales del obispado de la Gran Canaria y su santa iglesia : con su primera fundacion, y translacion, vidas sumarias de sus obispos, y breue relacion de todas siete islas / compuestas y ordenadas por... Christoual de la Camara y Murga ... obispo del dicho obispado ... En Madrid : por Juan González.
CAMBRELENG ROCA, D., 2006: «Razones y Fueros de la Gran Canaria». En: La Voz de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 3 de febrero de 2006.
Catálogo de la exposición «La Huella y la Senda», 2004. Catedral de Santa Ana, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de enero-30 de mayo de 2004. Islas Canarias.
COCQUELIN, C., 1741: Bullarum privilegiorum ac diplomatum Romanorum Pontificum amplissima collectio ... / opera et studio Caroli Cocquelines tomus tertius, pars secunda a Gregorio X ad Martinum V scilicet ab anno 1271 ad 1431. Roma : tipografía de Hieronymi Mainardi.
DÁVILA Y CÁRDENAS, P. M., 1737: Constituciones, y nuevas addiciones synodales del Obispado de las Canarias. En Madrid: en la oficina de Diego Miguel de Peralta.
Enciclopedia de la Literatura Canaria. Centro de la Cultura Popular Canaria: La Laguna, 2007.
España dividida en provincias è intendencias y subdividida en partidos, corregimiento... con un nomenclator... de todos los pueblos del reyno, que compone la segunda parte : Tomo I. [Madrid] : en la Imprenta Real, 1789.
FAJARDO SPÍNOLA, F., 2009: «Canaria o Gran Canaria: Notas acerca de un debate». En: La Opinión de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 13 de mayo de 2009 y en La Provincia. Diario de Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, 14 de mayo de 2009.
FUENTE, V. de la, 1859: Historia Eclesiástica de España, Tablas cronológicas y Adiciones escritas por D. Vicente de la Fuente y publicadas por La Librería Religiosa. Barcelona, Imprenta de Pablo Riera.
GOMES DE SINTRA, D., 2002: Descobrimento Primeiro da Guiné. Obras clássicas da literatura portuguesa. Edições Colibrí, Lisboa.
LABOA, J. M. [coord..], 2007: «Iglesias de Canarias y Tenerife». En: Historia de las Diócesis. Biblioteca Autores Cristianos;  Madrid; vol. 24, pp. 29-31.
Libro Rojo de Gran Canaria o Gran Libro de Provisiones y Cédulas Reales. [Introducción por Pedro Cullen del Castillo; presentación por Francisco Morales Padrón; revisión, ordenación e índices por Manuel Lobo Cabrera]. Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1995.
LÓPEZ DE TORO, J., 1970: «La Conquista de Gran Canaria en la "Cuarta Década” del cronista Alonso de Palencia 1478-1480». En: Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas de Gran Canaria, nº 16, pág. 339.
MARIANA, J. de, 1855: Historia General de España… con la continuación de Miniana. Madrid, Imprenta y Librería de Gaspary Roig Editores.
MARTÍN POSTIGO, M. de la S., 1959: La Cancillería castellana de los Reyes Católicos. Valladolid.
MARTÍNEZ, M., 1996: Las Islas Canarias de la Antigüedad al Renacimiento: nuevos aspectos. Centro de la Cultura Popular Canaria, [La Laguna]
ONTORIA OQUILLAS, P., 2011: «Curiosidades bibliográficas. Libros latinos impresos en las Islas Canarias». En: El Día. La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 12 de febrero de 2011, pp. I-III
ONTORIA OQUILLAS, P., 2011: «Diego de Gumiel, impresor de "Tirante el Blanco” en 1511. Presencia de las Islas Canarias en la famosa novela». El Día. Suplemento de La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 28 de mayo de 2011, pp. 1-3
PERDOMO GARCÍA, J., 1942: «Las Canarias en la literatura caballeresca». En: Revista de Historia, Universidad de La Laguna; La Laguna; tomo VIII, pp. 218-233
PÉREZ DE GUZMÁN, F., 1953: «Crónica del rey don Juan II». En: Crónicas de los Reyes de Castilla. Colección ordenada por don Cayetano Rosell. Biblioteca de Autores Españoles (nº 68), Tomo II, Atlas, Madrid.
PICÓ, B./ AZNAR, E./ CORBELLA, D. [ed. lit.]. 2003: Le Canarien. [Manuscritos, trascripción y traducción. Berta Picó, Eduardo Aznar y Dolores Corbella]. Instituto de Estudios Canarios, La Laguna.
RENEDO, X., 2005: «El Tirant lo Blanc i l’illa de Gran Canària». Actes del X Congrés Internacional de l’Associació Hispànica de Literatura Medieval. Institut Universitari de Filologia Valenciana «Symposia Philologica», 12. Alicante, Vol. III, pp. 1.366-1.377
REYES GARCÍA, I., 2011: Diccionario Ínsuloamaziq. Fondo de Cultura Ínsuloamaziq, Islas Canarias.
ROMANO DE THUESEN, E. A., 2000: Transcripción y edición del Catálogo Real de Castilla, autógrafo inédito de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
ROSELL, C. [coord.], 1953: «Crónica del rey don Enrique III» En: Crónicas de los Reyes de Castilla. Colección ordenada por don Cayetano Rosell. Biblioteca de Autores Españoles (nº 68), Tomo II,  Atlas, Madrid.
RUMEU DE ARMAS, A., 1960: El obispado de Telde. Misioneros mallorquines y catalanes en el Atlántico. Madrid –Telde [edición facsímil, 2001].
SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J., 2004: La Iglesia en las Islas Canarias. Las Palmas de Gran Canaria.
SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J., 2006: «Gran Canaria en las lenguas europeas del siglo XV». Canarias 7, Las Palmas de Gran Canaria, 15 de agosto de 2006.
SICCA, A. de, 2003: Adversus nationes. En pugna con los gentiles. Ed. C. Castroviejo Bolívar; BAC, Madrid.
TORRES CAMPOS, R., 1901: Carácter de la conquista y colonización de las Islas Canarias. Madrid [edición facsimilar, Mairena del Aljarafe, Sevilla, Extramuros Edición, 2009].
TOUS MELIÁ, J., 1986: El Plan de las Afortunadas Islas del Reyno de Canarias y la isla de San Borondón. Madrid.
TOUS MELIÁ, J., 1995: Las Palmas de Gran Canaria a través de la cartografía [1588-1899]. Madrid.
TOUS MELIÁ, J., 2011: Las Islas Canarias a través de la cartografía. Una selección de los mapas más emblemáticos levantados entre 1528  y 1898. Islas Canarias.
VIERA Y CLAVIJO, J. de, 1982: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. [8ª edición, enriquecida con las variantes y correcciones del autor]. Introducción y notas del Dr. Alejandro Cioranescu; índice onomástico y de materias por Marcos G. Martínez. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife.
WITTE, C.-M. de, 1953: «Les bulles pontificales et l’expansion portugaise du XVe siècle». Revue d'histoire ecclésiastique [RHE]: [Université Catholique de Louvain], Lovaina, vol. 48, pp. 683-718.
WÖLFEL, D. J., 1934: «El efímero obispado de Fuerteventura y su único obispo». En: Investigación y Progreso, Madrid; marzo, pp. 82-89
WÖLFEL, D. J., 1980: «La Curia Romana y la Corona de España en la defensa de los aborígenes canarios» en Estudios Canarios 1, Burgfried-Verlag, Austria, pp. 1.039-1.041.
ZANESCO, S., 2008: Las Islas Canarias y de Cabo verde en la cartografía. Siglos XVI-XIX. Producciones Gráficas, S.L., Santa Cruz de Tenerife.
ZURITA, J., 1668: Los cinco libros postreros de la primera parte de los Anales de la Corona de Aragón. Tomo Segundo. Impresos en Zaragoza: Por los herederos de Pedro Lanaja, y Lamarca, Impresores del Reyno de Aragón, y de la Universidad.