La Escuela de Náutica. Apuntes históricos. (Retales de la Historia - 136)

 
Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 24 de noviembre de 2013).
 
 
         Si alguien es merecedor del título de "protonáutico" tinerfeño, sin duda es el garachiquense Tomé Cano que en 1611 publicó en Sevilla Arte para fabricar, fortificar y apareiar naos de guerra y merchante, perteneció al Seminario San Telmo de la Universidad de Mareantes de Sevilla y formó parte de las juntas periciales de la Casa de Contratación. A cambio de la conocida contribución de familias a la isla Española y el impuesto de diecisiete reales y medio por tonelada destinados al seminario de San Telmo, se concedían diez plazas para jóvenes canarios que quisieran ir a estudiar allí náutica y pilotaje pero, como dice Viera y Clavijo, "las islas no hubieron menester el seminario de Sevilla para producir los más excelentes pilotos y los escritores más acreditados del arte".
 
          Hubo un intento frustrado de creación de una escuela para pilotos en 1757 en casa del veedor Lázaro de Abreu, y otro cuando se estableció en La Laguna en 1787 el Consulado Marítimo -a nueve millas del mar-, del que formaban parte algunos matriculados comerciantes y navieros residentes en Santa Cruz de Tenerife, como Enrique Casalón y Josef de Monteverde. Este último propuso en 1803 la creación en el puerto de una cátedra de Náutica y Pilotaje, de lo que nos da noticia el vizconde de Buen Paso, Juan Primo de la Guerra, añadiendo que el prior difirió para otra junta el tratar de ello, y nada más se supo.
 
          A los pocos años, en 1811, cuando Santa Cruz sufría el azote de una feroz invasión de fiebre amarilla, el síndico personero Alejo de Ara propuso entre otras cosas, tales como solicitar ser cabeza de partido y pedir una asignación de los propios de la Isla parta atender los gastos de la epidemia, que se trasladara al puerto el Real Consulado y que se instalara aquí una Escuela de Náutica. La idea, sin que se contara con medios para materializarla, se mantuvo hasta el punto de que en 1822, al recibirse la cesión del ex convento de San Francisco, se hizo constar que su uso sería para Salas Consistoriales, Diputación, cárcel y escuelas Elemental y de Náutica.
 
          El Consulado se suprimió en 1829 y sus funciones fueron asumidas en parte por la Junta de Comercio hasta que, por fin, por Real Cédula de 18 de octubre de 1835 se aprobó la creación de la Escuela de Náutica, primera en su género en España, cuyos cursos comenzaron en 1837 bajo la dirección de Miguel Maffiotte y Miller, con estudios en la escuela de Marina de Setè, que había llegado aquí como prisionero francés en 1809 y que ejerció hasta 1864. Antes, en 1851, el Estado había dispuesto la consolidación de los estudios con un presupuesto de 26.000 reales, de los cuales la mitad pagaría el Gobierno y la otra mitad entre la Diputación y el Ayuntamiento, pero cuando en 1869 se estableció la libertad de enseñanza y el Estado retiró su aportación, las dificultades se recrudecieron.
 
          La falta de recursos era tal que el nuevo director, Luis Marín del Corral, impartía las clases en su domicilio de la calle del Castillo por la imposibilidad de pagar el alquiler de un local, lo que le costó el cargo de concejal y teniente de alcalde por estimar el gobernador Pérez de Rozas que quedaba incapacitado por percibir salario municipal. Cuando en 1873 entregó la dirección a su sucesor, el teniente de navío Domingo Serís-Granier, el trámite se cumplió en la casa de éste en la calle San Francisco, por lo que la situación debía seguir igual. En 1913 el Gobierno modificó y actualizó las enseñanzas de las Escuelas de Náutica pero nada se pudo hacer aquí, pues al pedirse una ayuda al Cabildo de 14.000 pesetas, no hubo fondos para ello, hasta que el Estado las incluyó en sus presupuestos generales.
 
          Las clases se impartieron inicialmente, junto con las de la Escuela de Comercio, en el entonces nuevo edificio del Ayuntamiento, mientras se estudiaba la posibilidad de construirle su sede en un solar municipal cercano a la ermita de San Telmo, pero al final se optó por albergarlas en el edificio de la Fundación Imeldo Serís de la Avenida 25 de Julio, de donde se trasladó a la Avenida Marítima al local que luego ocuparía la policía local, hoy desaparecido. Por fin, inaugurado en 1968, pasó a ocupar el nuevo edificio de la Avenida de Anaga, mucho más adecuado a su función. La Escuela de Náutica fue reconocida como de Enseñanza Técnica Superior en 1977, hasta que en 1991 fue integrada en la Universidad de La Laguna. Actualmente, se acerca a los 600 el número de alumnos matriculados en todas sus especialidades.
 
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