Sin Nelson y con papas "arrugaas"

Por Jesús Villanueva Jiménez  (Publicado en La Opinión el 25 de julio de 2013).

  

          Hoy se cumplen 216 años de la victoria de Santa Cruz sobre Nelson y su potente escuadra, lo que conocemos como la Gesta del 25 de Julio de 1797. Aquella mañana de Santiago Santo, patrón de España, un puñado de españoles chicharreros, de españoles tinerfeños, de españoles canarios y de españoles de muchos otros rincones de nuestra patria, vencieron al invasor inglés y lo hicieron en un enfrentamiento desigual. Valga como recordatorio o como información para quienes no conozcan nuestra Gesta: que Nelson se presentó frente a nuestras costas la madrugada del 22, con la intención de invadir la plaza, luego la Isla y más tarde las Canarias en su conjunto, con nueve buques de guerra, armados con 397 cañones, y con 2.000 marineros e infantes de marina, profesionales de primer orden perfectamente armados y pertrechados. Y que la defensa de la plaza, al mando del general Gutiérrez, contó con algo más de 300 soldados profesionales y 900 campesinos de las milicias provinciales, en su inmensa mayoría armados con aperos de labranza. La desproporción de fuerzas a favor de los británicos era notable. Así y todo, después dos intentos de desembarco fallidos, la madrugada del 25, luego del demoledor castigo infringido por la artillería española (recordemos que la metralla del cañón El Tigre hirió gravemente a Nelson casi arrancándole el brazo derecho, que tuvo que serle amputado en el navío Theseus), casi 800 ingleses lograron desembarcar, en su mayor parte, por la caleta de Blas Díaz y la desembocadura del barranquillo del Aceite. En las playas, calles y plazas de Santa Cruz, por donde hoy paseamos cada día, La Candelaria, San José, La Concepción, el barrio del Cabo, se batieron valientemente aquellos soldados y aquellos campesinos, labriegos, artesanos, criados, arrieros, carboneros, pescadores? Lucharon a tiros desde las esquinas, y cuerpo a cuerpo en las plazas y en las calles. Hasta que el enemigo fue doblegado, firmando esa misma mañana la capitulación. Y hasta aquí este resumen a modo de recordatorio.

          Han pasado 216 años desde aquel 25 de Julio de 1797, y hoy quiero hacer una reflexión. Escucho con tristeza e indignación, en ocasiones, como algunos manifiestan su descontento con aquella victoria chicharrera, afirmando que mejor sería haber caído bajo la bota del invasor inglés, porque ahora nos iría mejor. Y he aquí mi reflexión: Para empezar, semejante afirmación hubiese conllevado el más absoluto desprecio por parte de aquellos nuestros antepasados, que lucharon con determinación, cayeron heridos y murieron en la batalla, defendiendo su patria. Es más, hubiesen sido señalados como traidores, cual si hubiesen abierto las puertas de la ciudad al enemigo. Personajes tan abyectos los hay, más de uno, en la Historia Universal. En segundo lugar, ¿acaso creen estos mismos que desean ser ingleses que lo serían de haber logrado Nelson sus objetivos? De haber sido conquistada la plaza de Santa Cruz y posteriormente todas las Canarias, hoy, tú, moreno de ojos oscuros, que quieres ser inglés, no estarías aquí. Y no estarías aquí porque tú eres descendiente de andaluces, extremeños, gallegos, asturianos, castellanos y de paisanos de todos los rincones de la España peninsular, que por etapas en el siglo XV comenzaron a llegar a las islas, y siguieron llegando hasta julio de 1797 y han seguido haciéndolo durante los últimos 216 años. De haber vencido Nelson, y no el burgalés Gutiérrez y su puñado de valientes, hoy, mis queridas y españolísimas Islas Canarias estarían pobladas en su mayor parte por pelirrojos y pelirrojas de piel blanquísima y pecosa. Y tú, que quieres ser inglés, renegando de tu origen, o no existirías o vivirías hoy en Valencia o en Badajoz, y no en nuestras amadas Islas Canarias.

          Aquel glorioso 25 de Julio de 1797, del que todos los canarios y demás españoles de todos los rincones de nuestra nación debemos sentirnos orgullosos, en el alto mástil del Castillo de San Cristóbal siguió ondeando la bandera roja y gualda, como lo hace hoy en los edificios de las instituciones civiles y militares de nuestras islas. Por el contrario, la bandera británica que se trajo para izar en el castillo fue capturada y hoy se expone en el Museo del Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, en el establecimiento de Almeyda. ¡Qué pena para algunos!

          Hoy siguen visitando nuestras Islas ciudadanos de la Gran Bretaña, pero llegan por avión, ansiosos por tostarse al sol en nuestras playas y gozar de nuestra riquísima gastronomía, para regresar a casa contentos y coloraítos como cangrejos. Aquí les recibimos encantados, con los brazos abiertos, y así seguirá siendo por muchas y muchas generaciones, hasta quién sabe cuándo.

          Por cierto, y por último, tú, que hubiesen preferido la derrota de tus antepasados en beneficio del invasor, no mereces disfrutar del pescaíto frito, la vieja guisada, el pulpo, las lapas asadas, las papas arrugaas con nuestro mojo picón y el vinito de la tierra. Sólo mereces atiborrarte de grasientas bolsas de papel rebosantes del británico fish and chips. Así que, para la próxima, medita bien lo que dices.

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