El Consistorio y la Casa Audiencia (Retales de la Historia - 93)
Por Luis Cola Benítez (Publicado en La Opinión el 27 de enero de 2013).
En mayo de 1869 el Ayuntamiento de Santa Cruz seguía pidiendo que se le traspasara definitivamente el edificio de San Francisco y, dos meses más tarde, llegó la noticia de que la Subsecretaría de la Presidencia informaba favorablemente la solicitud de traspaso, -se dice- “para fabricar las Casas Consistoriales”. Esa era la intención, pero la fuerza de los hechos pensaba otra cosa.
En los años siguientes se van haciendo labores en el viejo convento que respondían más a trabajos de mantenimiento que a nuevos proyectos, aplazados una y otra vez por falta de recursos. Se pintó el frente del edificio, que se reconocía que estaba en estado lamentable, y no quedó más remedio que arreglar el cielo raso de la sala de sesiones por estar a punto de desplomarse. Estos gastos se iban cubriendo del capítulo de Imprevistos, pues nada había presupuestado. El 21 de febrero de 1873 llegó la noticia de que la Nación se había constituido en República y la sala de sesiones fue ocupada por el comité republicano, por lo que en sesión celebrada en casa del alcalde Manuel García Calveras la corporación puso sus cargos a disposición del gobernador civil, mientras que en la misma tarde se constituyó nuevo ayuntamiento y resultó elegido alcalde accidental José Suárez Guerra. Tuvieron que transcurrir más de diez años para que, por primera vez, se consignara en el presupuesto alguna cantidad para iniciar el estudio y proyecto del nuevo edificio municipal en el solar de San Francisco. Pero también entonces la cosa no pasó de las buenas intenciones.
Entretanto, casi al mismo tiempo que varios concejales pedían que se iniciara la nueva construcción, surgió un nuevo problema, esta vez no estrictamente económico, al aproximarse la fecha en que vencía el arrendamiento de la casa que ocupaban los juzgados, con lo que el Ayuntamiento se veía en la urgente obligación de buscarles nueva ubicación. En 1894, abocada la corporación a dotar a estos centros de nueva casa, comenzó una frenética busca del solar apropiado y, entre las opciones estudiadas, se decidió comprar uno propiedad de la Sociedad de Edificaciones y Reformas Urbanas en la calle Santa Rita -hoy Viera y Clavijo- esquina a Méndez Núñez, para levantar en él lo que comenzó a llamarse Casa Audiencia o Palacio de Justicia. Mientras, para poder dejar libre la casa alquilada se acordó el traslado de los juzgados al cajón de sastre que era el viejo convento franciscano, en el que todo cabía, hasta que se dispusiera de la nueva sede. Pero no se dejaba atrás la vieja aspiración de contar con un digno Consistorio, como lo demuestra la moción presentada a fines de este año por el concejal Felipe M. Poggi pidiendo la declaración de urgencia, que fue aprobada por unanimidad.
Bajo la alcaldía accidental de José Sansón y Barrios se encargó al arquitecto municipal Antonio Pintor plano y presupuesto de la Casa Audiencia, en la que se pensaba incluir la cárcel del partido, cuyo costo no debía pasar de 80.000 pesetas, cifra que resultaría luego ampliamente rebasada. Al mismo tiempo se negociaba con los propietarios del solar la forma de pago, para lo que se incluyó en el presupuesto de 1895 una partida de 3.500 pesetas. En agosto se formalizó la escritura de compra del solar ante el notario Rafael Calzadilla y se aprobaron las bases para la subasta de las obras, designándose al procurador síndico Anselmo J. Benítez para que concurriera al acto. Por dos veces la subasta resultó desierta.
Llega 1899 y todo sigue igual, por lo que se redactó nuevo presupuesto mejorado, esta vez por 150.000 pesetas, y el año siguiente se adjudicaron las obras al contratista Gaspar E. Fernández y comenzaron los trabajos con la introducción de algunas mejoras, como la de sustituir las cubiertas de vigas de madera por vigas de hierro y bovedillas, que no sería la única. Dos años más tarde ya se preparaban los lienzos y techos que debían llevar pintura al óleo para la decoración de la Casa Audiencia, se acordó hacer de mármol los zócalos y escaleras, se contrató con el pintor González Méndez la decoración del techo de la sala principal, se aprobó el modelo de frontón que se comprometía a realizar en piedra artificial Arturo López de Vergara por 3.000 pesetas y el arquitecto presentó un proyecto de plaza frente al nuevo edificio, que nunca se pudo hacer.
A todas estas, al contratista se le debían 7.814 pesetas y sólo quedaban 463 disponibles del presupuesto y, a pesar de que se hizo otro adicional para cubrir los sobrecostes, las obras sufrieron alguna paralización y, en 1903, el contratista Gaspar E. Fernández pidió se le rescindiera el contrato, lo que le fue aceptado.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -