I cannot quit this Island...

Por Jorge Rojas Hernández (Publicado en El Día el 30 de  enero de 2007).

 

          “I cannot quit this Island without returning your Excellency my sincerest thanks for your kind attention to myself and your humanity to those of our wounded who were...”.  No, estimado lector, no se ha equivocado. No está leyendo el New York Times, el Daily Telegraph o cualquier otro periódico de habla inglesa: está leyendo El Día, como siempre, y si he decidido empezar este artículo en inglés ha sido con el propósito de llamar la atención “de quien proceda”, pues no sé si es la Autoridad Portuaria o el Ayuntamiento capitalino quien tiene responsabilidad en el asunto. Porque el texto en cuestión -muchos ya lo habrán colegido- es el de la carta que dirigió el contralmirante Horacio Nelson al general Antonio Gutiérrez el 26 de julio de 1797, tras haber sido derrotadas las tropas inglesas en su ataque a la isla (a propósito: ¿por qué la respuesta del general está fechada el día 25?). Dicha carta tiene gran valor histórico -creo que se conserva en el Museo del Ejército, en Madrid- pues es el primer documento conocido firmado por el contralmirante, que lo hizo con la mano izquierda al haber perdido el brazo derecho en dicho ataque. Una gesta que hasta sólo hace unos años no fue enaltecida por los tinerfeños como se debía, pues la conocíamos por las connotaciones que suponía transitar por las calles que a ambos recuerdan -por cierto, la del General Gutiérrez, de menor importancia que la de Nelson-. Gracias, sin embargo, a la labor de un grupo de conciudadanos, la lamentable dejadez de tantos años poco a poco se ha ido corrigiendo. En efecto, la Tertulia de Amigos del 25 de Julio de 1797 y la Dirección del Museo Militar Regional de Canarias se han empeñado en rescatar, a través de publicaciones y actuaciones de diversos tipos, la historia muchas veces escrita pero casi desconocida de lo que sucedió antes y después de la mencionada fecha.

          Quizá la actuación más importante de la Tertulia haya sido el trabajo que realizó durante muchos años para que se alzara un monumento a la gesta. Resultaba increíble que tal hecho, teniendo en cuenta la importancia histórica del contralmirante inglés, no tuviese en nuestra ciudad “algo” que sirviese para recordarla. En la Trafalgar Square londinense, donde se levanta el monumento que recuerda al almirante, puede verse su estatua sin su brazo derecho, apuntando algunos folletos que se reparten para los turistas las circunstancias que provocaron su amputación. Aquí, sin embargo, sólo había información al respecto cuando contemplábamos el cañón “Tigre” en el viejo castillo de Paso Alto, pero el traslado de éste al Museo Militar nos dejó sin esa referencia tan querida que, no obstante, ha querido ser sustituida por el Monumento a los Héroes del 25 de Julio de 1797. No sé quién es el autor del monumento en cuestión, pero he de confesar que a mí, particularmente, me parece soberbio. Es posible que su ubicación, en el acceso al muelle de Ribera, no sea la adecuada, si bien eso es cuestión de opiniones. Su planta trapecial y paramentos acristalados, coronados por una extraordinaria escultura del galardonado Manuel Bethencourt impresionan a los miles de personas que transitan por la avenida marítima. El acceso antes mencionado, tras la rehabilitación que se ha practicado en él el pasado año, ha adquirido el aspecto que merecía al desaparecer de su entorno lo que antes lo deterioraba -suciedad, mendicidad, peligrosidad...-, pero está claro que hasta las cosas bien hechas, si no reciben el mantenimiento que a menudo he preconizado en otros artículos publicados en El Día, acaban sufriendo el efecto de la desidia humana.

          Dije al principio que no sabía quién era el encargado de la custodia y cuidado del monumento, pues si bien está dentro del recinto portuario supongo que la aportación del ayuntamiento capitalino debió de ser tan importante como para exigir su conservación. Sea cual sea el organismo que la realiza, lo cierto es que lo ejecuta, en parte, a conciencia. El lugar se mantiene limpio, ha desaparecido la mendicidad, los jardines se ven cuidados..., pero -es curioso, siempre hay un pero- si tenemos en cuenta los miles de personas que utilizan el paso soterrado donde está ubicado el monumento, bien para dirigirse a los aparcamientos o a los muelles, ¿no va siendo hora ya de que el monumento propiamente dicho reciba la misma atención? Su estado actual es realmente deplorable, con varios cristales rotos y, sobre todo, las placas que reflejan algunas frases de la correspondencia que mantuvieron los dos militares poco menos que destrozadas. No es momento para hacer chascarrillos, pero quizá sea conveniente recordar “a quien proceda”, como antes dije, que hoy día existen pegamentos muy buenos para la piedra. Bastaría sacar las placas de sus soportes, ponerlas en el suelo allí mismo -aunque esto, quizá, sea algo vergonzoso: mejor sería trasladarlas por la noche hasta el cercano aparcamiento- y pegarlas. Por último, ante la posibilidad de que el tiempo y la desidia acabaran rompiéndolas de nuevo, la colocación de un marco o un soporte inferior sería conveniente.

          Pero cuando tanto derroche hay en festejos, fuegos artificiales, hermanamientos, etc., ¿por qué no hacer las cosas bien de una vez? Si tantos cruceros de turismo nos visitan, si la mayoría de sus pasajeros son británicos o hablan el idioma de Shakespeare, ¿por qué no aprovechar la ocasión y hacer cuatro placas nuevas que reflejen los mensajes de Nelson y Gutiérrez, pero en inglés y español? Los monumentos, las estelas, los monolitos, las estatuas, etc. cumplen su objetivo -enaltecer y recordar la memoria de quienes contribuyeron al engrandecimiento de las ciencias, la cultura o la patria- siempre que su significado llegue al espectador. No permitamos durante más tiempo que nuestros visitantes abandonen la isla con la idea de que sólo es un enclave turístico: hagámosles saber, nada más pisar tierra, que el 25 de julio de 1797, el contralmirante Nelson, vencedor con posterioridad en la batalla de Trafalgar, fue derrotado y perdió su brazo derecho al atacar Santa Cruz de Tenerife.

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