Recordando al amigo (Puerto y puerta - 68)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 10 de junio de 2012).

 

          Sorpresa y pesar —¡tantas veces se conjugan!— nos produjo el pasado día 6 la noticia del fallecimiento de Manolo Iglesias. Otra vez, no sé cuantas, en estos sensibles trances, situado en el tiempo que transcurre entre lo inesperado y la congoja, de forma instintiva se rebobinan los recuerdos de nuestras coincidencias. Como ahora mismo.

          En junio de 1974 Manuel Iglesias García se incorporaba a la redacción de La Tarde, en la etapa en la que el desaparecido diario vespertino planteaba conciliar el ancestral sistema tipográfico con las nuevas tecnologías. Dos años después, el 31 de diciembre de 1976, se integró al Diario de Avisos, en el que trabajó como redactor jefe; fue casi al tiempo de que el decano de la prensa canaria, instalado en la santacrucera calle de Santa Rosalía, iniciara su travesía tinerfeña provista de los entonces novísimos sistemas de fotocomposición e impresión offset, muy superados en la actualidad.

          En otro orden, al siguiente día del óbito, leyendo los varios y sentidos comentarios laudatorios sobre el director adjunto de este periódico, se advierte entre sus líneas la unánime cualidad que lo relaciona con el mundo de la gastronomía en su sustanciosa dimensión literaria.

          Y, precisamente, apreciando su reconocida condición como experto en el arte del buen comer, estimo que debe prolongarse su obra periodística, en clara armonía con las ideas y propuestas recogidas en las recientes Jornadas de Turismo sobre los productos canarios.

          José Carlos Marrero declara en primera persona —fue autor de la primera Guía Gastronómica de Tenerife— que “hemos trabajado por defender la gastronomía canaria con el objetivo ansiado por Manuel Iglesias de que nuestra isla sea uno de los mejores destinos gastronómicos de España”. Plausible finalidad que enlaza con los términos expresados por Pedro Molina, presidente de Agate, al decir que “a medio plazo, el turismo deberá encontrar más fórmulas para generar más producción del campo”.

          En coherencia con el principal tema que alentó el recordado periodista Manuel Iglesias, queden algunos párrafos seleccionados de un artículo que escribió en marzo de 1997, con ocasión de la escala en este puerto del Barck HM Endeavour, que era una reproducción de la nave del navegante James Cook. En el tercer viaje, agosto 1776, escribió sus experiencias tinerfeñas: “En su relato, el capitán dice que además del vino, se compran bueyes a un precio razonable... allí comimos uvas, higos, peras, moras y melones..."  Cook no oculta su entusiasmo por los artículos que encuentra en Tenerife... Afirma en su diario que las calabazas, las cebollas y las batatas son de una calidad excelente y jamás las he encontrado que se conserven mejor en el mar. Y, concluye, "me ha parecido que los navíos que emprenden largos viajes deberían hacer escala en Tenerife…”

          Descanse en paz el querido amigo.

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