De Los Campos a Los Campitos (Retales de la Historia - 38)

Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 31 de diciembre de 2011).

 

A D. Antonio Ramos González, agradeciéndole su amable colaboración

          No está nada clara la razón por lo que este importante barrio rural de Santa Cruz cambió su nombre de siempre, Los Campos, por el de Los Campitos. Desde el principio era, sencillamente, Los Campos de Santa Cruz, y daba su nombre al antiguo camino que a él conducía, camino y hoy calle al que en 1934 se le cambió el nombre en honor del Dr. José Naveiras. La zona ha sido siempre vivero de importantes figuras de los deportes autóctonos -lucha, juego del palo, bola canaria- y, antes de que existieran instalaciones y polideportivos, en cada llano, en cada huerta en barbecho, los vecinos habilitaban pequeñas canchas, pequeños campos para practicar sus deportes favoritos. Y, según ellos mismos aseguran, de ahí viene el nombre de Los Campitos.

          No sabemos quiénes fueron los primeros habitantes de la zona, pero es de suponer que allí se asentaron algunas familias desde los primeros tiempos de Santa Cruz, dedicadas a labores agrícolas. Según el padrón de 1821 ya contaba con 44 almas  y, en un lento proceso, pasó una treintena de años para que se llegara a los 55 habitantes. El antiguo camino trepaba ladera arriba por la zona de Pino de Oro y, aunque en 1850 fue declarado camino vecinal, a finales del siglo hay constancia documental de que por su mal estado sólo permitía el paso de peatones y bestias. Por allí bajaban los productos de su trabajo para venderlos en el mercado, no sólo los agricultores de Los Campos, sino también los de los Valles pertenecientes a La Laguna. El principal problema era el agua potable, que tenían que transportar desde el Tanque de Jiménez, "a más de una milla de distancia", por lo que el ayuntamiento, en 1841, construida ya de mampostería la canalización de las aguas de Monte Aguirre, autorizó a aquellos vecinos a abrir un hueco en la conducción, "lo justo para meter un jarro para llenar los cántaros". El abastecimiento regular no llegó hasta 1960 bajo la alcaldía de Joaquín Amigó, siendo alcalde pedáneo José Cruz Rodríguez, y contando con la colaboración y trabajo personal de los vecinos.

          Pero antes, mucho antes, entre 1880 y 1882, los vecinos construyeron su iglesia a la entrada del caserío, iglesia de la Santa Cruz Verde de Los Campitos, en la que poco después entronizaron la imagen de Nuestra Señora del Carmen, adquirida en Barcelona por suscripción popular, y que es la patrona del barrio. Las fiestas en su honor gozan de una larga trayectoria de más de cien años, pues en el periódico La Opinión de 14 de julio de 1899 ya se habla de ellas, aludiendo a la “danza de las cintas” que acompañaba a la procesión, lo que posiblemente venga a confirmar que se trata de la más antigua, auténtica y hoy la única romería de la ciudad, lo que la hace acreedora de la mayor atención y colaboración por parte de los responsables municipales. La primera ayuda de que hay constancia es de 1920, cuando el alcalde Antonio Vandewalle Pinto entregó de sus gastos de representación 100 pesetas para la fiesta del Carmen de Los Campitos. En 1922 hasta asistió la Banda Municipal de Música.

          Pero persistía el problema del camino de acceso. La insistencia de los vecinos no cesaba y en 1919, siendo alcalde Esteban Mandillo, se logra que el Ministerio de Fomento declare de utilidad pública su construcción -comienza entonces un largo camino para conseguir el ansiado camino-, hasta que, en 1923, la Dirección General de Obras Públicas aprueba la obra con un presupuesto inicial de 23.000 pesetas. Dos años más tarde se está trabajando en el primer tramo, pero las paralizaciones son continuas por falta de recursos, lo que obliga a recurrir al Banco de Crédito Local en busca de financiación y a solicitar la colaboración del Cabildo Insular. Hasta el principio de la década de los cuarenta no se finalizaron los trabajos. La colaboración de los vecinos fue decisiva, y aún se guarda memoria en el barrio del maestro don Felipe, capataz de las obras de la carretera.

          La prestación personal ha sido ejemplar en este barrio, el de mayor altitud de la capital, tan cercano y durante tantos años tan distante. Por ejemplo, en 1945 el ayuntamiento sólo colaboró con diez sacos de cal y cuatro de cemento a las obras de la pequeña plaza pública. Aunque hay que decir que nada tuvieron que ver estos vecinos con el disparate de la frustrada charca o presa que asoló la fisonomía de una parte del barrio; más bien al contrario, pues bien que predijeron la inutilidad de tan costosa obra.

          En la memoria de sus actuales habitantes, unos 1.400, perviven nombres de personajes que descollaron por su labor y que dieron renombre a su pequeña comunidad: Domingo Cruz –Mochines-, con sus crónicas de prensa; Paquito Cañadas, el practicante de Lomo de las Casas; la abnegada maestra Rafaela González Rojas; Pancho Suárez el Pollo de Los Campitos, auténtica gloria de la lucha canaria.

          Estos, y otros muchos que lucharon por su comunidad, son ejemplo de convivencia.